
En estos días en que estoy revisando el texto de un libro mío que pronto va a publicarse, me vienen a la memoria las palabras de Patricia Highsmith sobre este tema tan necesario y a veces tan fatigoso.Pero las correcciones, en principio, en el mundo latino no son tan radicales como en el mundo anglosajón. Cuenta Highsmith: ”una revisión típicamente difícil que el escritor principiante tiene que hacer a ruegos del editor, consiste en eliminar por completo uno de los personajes del manuscrito o, a veces, hasta dos de ellos. Se trata siempre de personajes secundarios, pero es muy probable que sean los preferidos del escritor, que ha puesto mucho esmero en describirlos y ha dedicado bastantes páginas a sus actos y reacciones. Lo malo de tales personajes puede estar en que no permitan avanzar al argumento y las novelas de “suspense” no pueden permitirse el lujo de tener semejantes personajes aunque el escritor opine que dan variedad al ritmo del relato. Asimismo, eliminarlos significa suprimir todas las alusiones que se hacen a ellos en el libro.
Aunque cortes muchas cosas, seguramente tendrás que cortar más todavía. Cortar se hace cada vez más doloroso, más difícil. Al final uno no ve ninguna frase que pueda cortarse y entonces es cuando hay que decir: ”En este libro ”hay” que suprimir otras cuatro páginas enteras”. Y entonces vuelves a empezar por la primera página, quizá con un lápiz de otro color para que volver a contar resulte más fácil, y hay que mostrarse entonces implacable para cortar”.
(Imagen— foto Inge Morath- Arthur Miller escribiendo)