“Si un gobierno declara ininteligible a un almirante pasarán cosas extrañas en el país, porque nunca se ha sabido que a un almirante le agrade ser declarado ininteligible y todavía menos que un gobierno civil haya declarado ininteligible a un almirante.
Si a pesar de eso el gobierno lo declara, sucederá que el almirante declarado telefoneará a otros almirantes y en algún lugar del buque insignia habrá una reunión secreta donde numerosas condecoraciones y charreteras se agitarán convulsionadas, tratando de poner en claro cosas tales como el significado de la ininteligibilidad, por qué se declara ininteligible a un almirante y, en caso de que la declaración tenga algún fundamento, cómo puede ser que el almirante declarado haya procedido ininteligiblemente hasta el punto de que lo declaren, y así sucesivamente.
Lo más probable es que los almirantes ininteligibles se solidaricen con el declarado, en la medida en que la susodicha declaración afecta el buen nombre y honor de un colega que a lo largo de su digna carrera no ha dado jamás el menor motivo para que lo declaren. En consecuencia, si se acata la declaración del gobierno se navega a toda máquina hacia la anarquía y el retiro forzoso, por lo cual frente a la gravedad de los hechos sólo cabe una respuesta solidaria: concentrar la escuadra en la rada y bombardear la casa de gobierno, que un arquitecto insensato ha puesto prácticamente al borde del agua con las consiguientes ventajas balísticas.
(…)
Julio Cortázar— “ Sobre la solución de las controversias” (“La vuelta al día en ochenta mundos”)
(Imágenes—1-David Merveille/ 2-Chagall-Guerra 1916- museo tyssen)