SONREÍR EN UN BLOG ( 11) : LOS ALMIRANTES ININTELIGIBLES

 

 

“Si un gobierno declara ininteligible a un almirante pasarán cosas extrañas en el país, porque nunca se ha sabido que a un almirante  le agrade ser declarado ininteligible y todavía menos que un gobierno civil haya  declarado ininteligible a un almirante.

Si a pesar de eso el gobierno lo declara, sucederá que el almirante declarado telefoneará a otros almirantes y en algún lugar del buque insignia habrá una reunión secreta donde numerosas condecoraciones y charreteras se agitarán convulsionadas, tratando de poner en claro cosas tales como el significado de la ininteligibilidad, por qué se declara ininteligible a un almirante y, en caso de que la declaración tenga algún fundamento, cómo puede ser que el almirante declarado haya procedido ininteligiblemente hasta el punto de que lo declaren, y así sucesivamente.

Lo más probable es que los almirantes ininteligibles se solidaricen con el declarado, en la medida en que la susodicha declaración afecta el buen nombre y honor de un colega que a lo largo de su digna carrera no ha dado jamás el menor motivo para que lo declaren. En consecuencia, si se acata la declaración del gobierno se navega a toda máquina hacia la anarquía y el retiro forzoso, por lo cual frente a la gravedad de los hechos sólo cabe una respuesta solidaria: concentrar la escuadra en la rada y bombardear la casa de gobierno, que un arquitecto insensato ha puesto prácticamente al borde del agua con las consiguientes ventajas balísticas.

(…)

Julio Cortázar— “ Sobre la solución de las controversias” (“La vuelta al día en ochenta mundos”)

 

 

(Imágenes—1-David Merveille/ 2-Chagall-Guerra 1916- museo tyssen)

LA LLUVIA

 

“Bruscamente la tarde se ha aclarado

porque ya cae la lluvia minuciosa.

Cae y cayó. La lluvia es una cosa

que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado

el  tiempo en que  la suerte venturosa

le reveló una flor llamada “rosa”

y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales

alegrará en perdidos arrabales

las negras uvas de una parra en cierto

patio que ya no existe. La mojada

tarde me trae la voz, la voz deseada,

de mi padre que vuelve y que no ha muerto.”

Jorge Luis Borges— “La lluvia” — “El hacedor” (1960)

(Imagen —comunitaria live- journal)

UNA SONRISA EN UN BLOG (12) : CABO CAÑAVERAL

 

 

“Con lo que pasa es nosotras exaltante. Rápidamente del posesionadas mundo estamos hurra. Era un inofensivo aparentemente cohete lanzado Cañaveral americanos Cabo por los desde. Razones se desconocidas por órbita de la desvió, y probablemente algo al rozar invisible la tierra devolvió a. Cresta nos cayó en la paf, y mutación golpe entramos de. Rápidamente la multiplicar aprendiendo de tabla estamos, dotadas muy literatura para la somos de historia, química menos un poco, desastre ahora hasta deportes, no importa pero: de será gallinas cosmos el, carajo qué.”

Julio Cortázar – “Por escrito gallina una”- “La vuelta al día en ochenta mundos”

(Imagen —Gabor Jonás)

VISIÓN DE LA MANO

 

 

“La dejaba entrar por la tarde, abriéndole un poco la hoja de la ventana que da al jardín, y la mano descendía ligeramente por los bordes de la mesa de trabajo, apoyándose apenas en la palma, los dedos sueltos y como distraídos, hasta encontrar su sitio predilecto  sobre el piano, en el marco de un retrato, o a veces sobre la alfombra color vino.

Amaba yo aquella mano porque nada tenía de exigente y sí mucho de pájaro y hoja seca. ¿Qué sabía ella de mí?  Sin titubear  llegaba a mi ventana por las tardes, a veces deprisa — con su pequeña sombra que, de pronto,  se proyectaba sobre los papeles — y como urgiendo que le abriese; y otras lentamente, ascendiendo por los peldaños de la hiedra donde, a fuerza de escalarla, había calado un camino profundo.  Las palomas de la casa la conocían bien; con frecuencia escuchaba yo de mañana  un arrullar ansioso y sostenido, y era que la mano andaba por los nidos, ahuecándose para contener los pechos de tiza de las más jóvenes, la pluma áspera de los machos celosos. Amaba las palomas — sigue escribiendo Cortázar  en “La vuelta al día en ochenta mundos” — y los bocales de agua fresca y clara; cuántas veces la encontré al borde de un vaso de cristal, con algún dedo levemente sumergido en el agua que se complacía y danzaba. Nunca la toqué; comprendía que había sido desatar cruelmente los hilos de un acaecer misterioso. Y muchos días anduvo la mano por mis cosas, abrió libros y cuadernos, puso su índice — con el cual sin duda leía — sobre mis poemas preferidos y fue como si los aprobara pausadamente, verso a verso.

(…)

Le puse nombres: me gustaba llamarla Dg, porque era un nombre que sólo se dejaba pensar. Incité su probable vanidad olvidando anillos y brazaletes sobre las repisas, espiando su actitud con secreta constancia. Alguna vez creí que se adornaría con las joyas, pero ella las estudiaba dando vueltas en torno y sin tocarlas, a semejanza de una araña desconfiada; y aunque un día llegó a ponerse un anillo de amatista fue sólo por un instante, y lo abandonó como si  le quemara. Me apresuré  entonces a esconder las joyas en su ausencia y desde entonces me pareció que estaba más contenta.”

(…)

 

 

(Imágenes-1- Vasco Ascolini/ 2-Maurice Tabard)

LA LOCURA DE LA LENTITUD

 

“La locura de la lentitud — contaba el escritor argentino Enrique Méndez Calzada —  fue por aquel entonces una plaga social que hizo no pocas víctimas. El ritmo de la vida colectiva se había tornado vertiginoso, como consecuencia del creciente perfeccionamiento de los medios de locomoción, y no faltaron en los diferentes países, gentes de temperamento débil, verdaderos valetudinarios, que reaccionaron contra esa aceleración del ritmo vital. Estos desdichados enfermos se negaban a viajar en los buques-torpedos y en los expresos aéreos, alegando que su velocidad vertiginosa les impedía ver cosa alguna. Llegaron a fundarse sociedades pro-lentitud, y los millonarios en viaje de turismo pagaban sumas fantásticas por una excursión campestre en carreta de bueyes. Era un lujo de príncipes que muy pocos mortales podían permitirse. La inmensa mayoría de los hombres no tenía más remedio que aceptar de buen grado las indiscutibles ventajas de las velocidades vertiginosas.”

(Imagen— Slim Aarons)

VIEJO MADRID (94) : EN LA COCINA DEL REY

 


“Las cocinas del Palacio Real ocupan el subsuelo — describía el argentino Roberto Arlt  durante su viaje a Madrid en 1936 —. Se llega a ellas por estrechas escaleras de piedra. Un guardián de librea azul, gorra plana, galones dorados, ex-cocinero, nos dice la dirección de la cocina. Cuando llego a la puerta, otro ex-cocinero  se calienta las manos en un encendido brasero. Sigo adelante. He entrado al primer equipo de las cocinas. Estantes larguísimos, cargados de peroles de cobre, chocolateras, barreños, moldes para hacer helados. Un anciano que me acompaña me dice:

—Aqui se preparaba el desayuno de los reyes. La reina desayunaba después de escuchar misa, a las nueve de la mañana, jamón, mantequilla con tostadas y café con leche muy liviano. El rey desayunaba a las diez, café con leche y unos bizcochos. A las once y media, después de terminar la audiencia, se le volvía a servir un vaso de vino añejo y algunas galletas.

Junto a este equipo, destinado exclusivamente a los desayunos, se encuentra la despensa. Grandes tableros de mármol ofrecen la extensión de sus mesas. Docenas y más docenas de bandejas de cobre, unas estañadas y otras no. Morteros monumentales. Una inmensa heladera eléctrica aparece adosada al muro. El ex-cocinero me dice:

—Después de que colocaron la heladera, el rey bajó para verla. La reina nunca bajaba a la cocina.

—¿Y esto?

—Es la legumbrera. Aquí se ponían las patatas, allí las coles, para lavarlas.

En un estante relucen, enfilados, ataúdes de cobre. Son salmoneras. Al fondo de la repostería, con elevados arcos encalados,donde la media luz evoca la soledad conventual, hay una garita encristalada. Desde aquí vigilaba el cocinero mayor, aquí llevaba la contabilidad del menú, desde el casamiento de Alfonso Xlll. El menú se escribía en francés.

 

De la despensa se pasa a la cocina. Dos fogones monumentales, de siete pies de largo por tres de ancho cada uno, con numerosas hornallas, dan la idea de la fabulosa cantidad de vituallas que ingerían los señores nobles los días de fiesta y banquetes oficiales.  Ollas estañadas, grandes como toneles, muestran sus panzas de asteroides.  Incrustado en un muro, un horno monumental. Sus asadores son altos como lanzas. Allí se puede dorar un buey sin descuartizarlo. Pantagruel se refocilaría en este subsuelo pavimentado de anchas lozas de piedras; se enternecería  contemplando las ristras de coladores, de marmitas, de estantes cargados de casquetes de aluminio. Dichos casquetes  cubrían los platos servidos que el montacargas  elevaba al antecomedor. En otro estante veo aros de aluminio, redondos y ovales. Se aplican a los bordes  de los platos y fuentes, para que los dedos de los cocineros no maculen la loza real, ni la salsa llegue a salpicar las orillas. Se sale de esta cocina monstruosa y entramos a otra cocina más pequeña: es la pastelería. Un horno enlozado muestra su puerta de hierro, el muro tiene estanterías con hileras de moldes para pastas, redondos, cóncavos, poligonales, con cantos en estrellas, unos son de cobre rojo, otros estañados. Aquí se preparaban los dulces para los reyes.

—¿Trabajan muchos hombres en las cocinas?

—Veintisiete, en tiempo normal. Cuando había fiestas se elevaban hasta sesenta.”

 

(Imágenes—1-Palacio Real/ 2-Palacio Real visto desde la cuesta de la Vega- Fernando Brambila-  colección del ministerio de Hacienda/ 3- Palacio Real)

COSAS QUE PUEDEN HACERSE ESTOS DÍAS EN CASA (1)

 

 

 

“INSTRUCCIONES  PARA  DAR  CUERDA  AL  RELOJ”

 

”Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo — dice Cortázar —. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

¿Qué más quiere, qué más quiere?  Átelo pronto a la muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus pequeños rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.”

Julio Cortázar —“Historias de cronopios y de famas”

(Imagen — reacrorplayes)

VIAJES POR EL MUNDO (32) : EN LA CITY DE LONDRES

 

 

“Quién me mandó ir a Londres en auto? ¿Dónde comienza la ciudad? — cuenta Saúl Yurkievich en suRimbomba” —. Supongo que en medio de la maraña de calles, y que por alguno de estos vericuetos llegaré. Una flecha señala la City: la sigo zigzagueando entre paredones y fábricas, entre fachadas oprimentes. Inacabable dédalo. Circulo por la izquierda, concienzudamente trato de reprimir mis reflejos que me empujan por la derecha. Busco nombres conocidos; tomo una avenida que desemboca en una inmensa rotonda y veo un cartel que indica Westminster Bridge; es un poco tarde para doblar, pero lo intento, intercepto el paso a conductores impasibles y a camioneros que me insultan y me lanzo en dirección al puente. Por la derecha, por supuesto. Choco de frente con un sólido auto británico; siento la estruendosa sacudida; me bajo atontado, desubicado.”

(Imagen – Londres- 1951 -foto Robert Frank)

EL PRIMER RELATO

Y

 

“Podemos imaginar cuál fue el primer relato. Podríamos escribir un relato sobre cómo fue ese primer  relato. Podemos imaginar  que el primer narrador se alejó de la cueva, quizás buscando algo, persiguiendo una presa, cruzó un río y luego un monte y desembocó en un valle y vio algo ahí, extraordinario para él, y volvió para  contar esa historia – dice Ricardo Piglia  en “La forma  inicial” , durante sus conversaciones en Princeton. -.Podemos imaginar, en todo caso, que el primer narrador fue un viajero y que el viaje es una de las estructuras centrales de la narración: alguien sale del mundo cotidiano, va a otro lado y cuenta lo que ha visto, la diferencia. Y ese modo de narrar, el relato como viaje, una estructura de larguísima duración, ha llegado hasta hoy. No hay viaje sin narración, en un sentido podríamos decir que se viaja para narrar. Por eso los viajeros actuales van siempre con máquinas fotográficas y tratan de capturar los rastros de lo que van a contar a sus amigos cuando vuelvan.

 

 

Pero podríamos pensar que hay otro origen del acto de narrar.  Podríamos imaginar que el otro primer narrador ha sido el adivino  de la tribu, el que narra una historia posible a partir de rasgos y vestigios oscuros. Entonces podríamos decir que el primer narrador fue tal vez alguien que leía signos, que leía el vuelo de los pájaros, las huellas en la arena, el dibujo en la caparazón de las tortugas, en las vísceras de los animales y que a  partir de esos rastros reconstruía una realidad ausente, un sentido olvidado o futuro. Tal vez el primer modo de narrar fue la reconstrucción de una historia cifrada. A esa reconstrucción de una historia a partir de ciertas huellas que están ahí, en el presente, a ese paso de otra temporalidad, podríamos llamarlo el relato como investigación.”

 

 

(Imágenes – 1-Úrsula Abresch/ 2-Eric Aupol- galeriepolaris/ 3-Charles Burchfield- 1959)

LA MUERTE DE BORGES

K

 

“Las personas que me hablaron acerca de la muerte de Borges en Ginebradecía Bioy Casares en 1987 -, lo hacían polémicamente, a favor de María Kodama, o contra María. Yo, que no quería azuzar inquinas que se entrecruzaran en la posteridad de Borges, más de una vez afirmé: “Borges me dijo que para morir da lo mismo un sitio que otro. Ginebra no era para él un destierro. La recordaba siempre con nostalgias. Y qué lujo: tener un amor, y aun mal de amores, a los ochenta y tantos años”. Quisiera creer que la muerte de Borges no fue tan desolada como la imagino. Yo quiero entrañablemente a París, pero sin duda preferiría morir en Buenos Aires. Todo puede volverse diabólicamenre extraño al enfermo;  de todos modos, parece que las cosas que lo ayudan a sentirse en un ambiente familiar son favorables. No creo que Borges se haya sentido rodeado de las cosas y de las personas de siempre. Ojalá me equivoque.

 

 

Murió en la compañía de María, en la de Bernès y quizá en la de Bianciotti. María era su amor, y esto me llevó a decir: “Volvió a los ochenta años, con su amor, al país de los mejores recuerdos”. En realidad, María era una mujer de idiosincrasia extraña; acusaba a Borges por cualquier motivo; lo castigaba con silencios ( recuérdese que Borges estaba ciego) ; lo celaba ( se ponía furiosa ante la devoción de los admiradores) ; se impacientaba con sus lentitudes. Junto a ella vivía temiendo enojarla. Por lo demás, María era una persona de tradiciones distintas a las suyas. Borges alguna vez me dijo: “Uno no puede casarse con alguien que no sabe lo que es un poncho o lo que es el dulce de leche”. En lugar de poncho y dulce de leche podemos poner infinidad de otras cosas que jamás compartieron María y Borges. Creo que con María podía sentirse muy solo. Según Silvina, Borges partió a Ginebra y se casó para mostrarse independiente, como un chico que quiere ser independiente y hace un disparate. Yo agregaría: “Viajó para mostrarse independiente y, de paso, para no contrariar a María”.

 

 

(Imágenes – 1-Borges- wikimedia/ 2-Borges, Sábato y Mujica Láinez – foto La Nación com/ 3-Borges y los gatos)

VIEJO MADRID (84) : LA ALEGRÍA DE LA CIUDAD

 

 

“El amanecer de Madrid es siempre nuevo – escribía Roberto Arlt en 1936 en una de sus crónicas paraEl Mundo”-. En torno de los faroles que han oxidado las décadas, arman sus mostradorcitos las turroneras, las vendedoras de castañas, los traficantes de marcos de cuadros, los vendedores de lotería… Como quien amanece en el desierto, los traficantes encienden, en el medio de la calzada, sus hornillos y fogatas, junto a los que sus párvulos se calientan las manos enrojecidas, y las llamas escarlatas se reflejan en las cristalonas geométricas, amarillas, de los frascos de perfume de una casa de modas frontera. En otra puerta se amontonan varias jaulas con botellas de leche, y un niño con capa parda le clava el diente a una torta. Y esto ¡por Dios! es la alegría de Madrid. Sus hombres, cuyos sacos tienen cuellos de piel de gato; sus tascas seculares con vidrierines adornados con cromos de toreros e interiores pavorosos de sombras con cortadas cabezas rizosas de toros heroicos, cuyo historial homicida está impreso en una chapa de bronce más abajo.

 

 

Y también son la alegría de Madrid estos teatros antiguos con murallas amarillas adornadas de medallones, cornudas cabezas de Apolos azafranados. Y también su alegría son las desembocaduras sorpresivas; por ejemplo, la que me acaeció en la Plazuela del Conde de Barajas, un rincón provinciano, con una plazuela de tierra color ceniza, árboles que dejan llover sus hojas secas, faroles oxidados, tejados con buhardillas enrejadas y viejas de medias arzobispales, con una jarra de leche para el desayuno y escoltadas por perras más minúsculas que ratones. Y la Plazuela del Conde de Barajas a cien metros de la Puerta del Sol.

Y los melones del mercado, también se derraman por la calzada a cien metros de la Puerta del Sol.

Y a cien metros de la Puerta del Sol también se encuentra la torre donde estuvo prisionero el que llamaban el Rey Caballero, don Francisco l, y en torno de esta amorosa multitud de antiguallas adorables hallamos milenarias casas de inquilinato, con murallas panzudas, y ante sus ventanas hileras de ocho rejas que pudieran cerrar la cueva de un león, tan recias y disformes y bárbaras son ellas.

Y si se vuelve la cabeza, por encima de los techos, aspirando a tocar las estrellas, descubrimos la escalonada torre del Palacio de Correos que adorna babilónicamente la Gran Vía.”

 

 

(Imágenes : –Antonio Mingote- Madrid- murales)

BORGES Y EL AJEDREZ

 

juegos.-rtggb.-ajedrez.-Thomas Eakins.-1876

 

«En su grave rincón, los jugadores

rigen las lentas piezas. El tablero

los demora hasta el alba en su severo

ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores

las formas: torre homérica, ligero

caballo, armada reina, rey postrero,

oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,

cuando el tiempo los haya consumido,

ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra

cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.

Como el otro, este juego es infinito».

Jorge Luis Borges. – Ajedrez – “El hacedor” (1960)

(Imagen.- Thomas Eakins– (1876) – Museo metropolitano de Nueva    York

COCINA Y ESCRITURA

objetos.-7red.-cocina.-interiores.-Kelley Somer

 

«Escribir se parece a cocinar – decía Bioy Casares – Yo siempre quise saber algo de cocina, porque suelo imaginarme en un lugar solitario y tener que valerme por mí mismo, y me alarma pensar que no sé nada, porque saber escribir equivale acaso a la ignorancia universal en cuestiones prácticas. Entonces pido recetas y pregunto: «¿cómo se hace tal plato?». Me contestan: «Es muy fácil. Pones tal cosa y tal otra, en cantidad suficiente». ¡Cantidad suficiente! ¿Qué es cantidad suficiente? A lo mejor, escribir bien consiste en saber, en todo momento de la composición, cuál es la cantidad suficiente (…) Para escribir  bien hay que escribir mucho, hay que pensar, hay que imaginar, hay que leer en voz alta lo que uno escribe, hay que acertar, hay que equivocarse, hay que corregir las equivocaciones, hay que descartar lo que sale mal. Si vamos por mal camino y vemos que no tenemos esperanza, dejemos eso y empecemos otra cosa, o retomemos la idea de manera diferente, en la esperanza de, a lo mejor, ser una persona distinta. El consejo para los que empiezan a escribir es evidente: que lean mucho, que traten de leer buenos libros, que no sufran en su amor propio por errores cometidos, que se alegren de corregirlos y de aprender».

 

cocina- nhu-Kelley Somer-liveinternet ru

 

(Imágenes.-: Kelley Somer -liveinternet.ru)

AÑO DE CERVANTES (1) : ESCUCHEMOS A ROCINANTE

Rocinante- yun- ilustración de Honoré Daumier

 

«En eso oyóse un débil relincho que movió a risa al barbero, quien se dirigió al mustio animal en  el siguiente modo:

-Metafisico estáis.

Y Rocinante contestó:

-Es que no como…

Don Pero Pérez interrogó a su vez:

-¿Extrañáis acaso la compañía del asno?

-El asno es de mi agrado – dijo Rocinante– . Sobre sus anchas ancas se balancea la alforja que ofenderían las mías, que toca, al compás del paso, la espada de mi señor. Hecho estoy para los menesteres de la guerra. Cuando mi amo cruza la lanza y ensancha la visera con la palma de la diestra para ponerse más avizor, siento bajo mi pellejo el hervor de la impaciencia y desearía que todos los follones y malsines se juntaran en el camino para saltar yo en medio de él y mostrarles lo que puedo y debo. No pienso entonces que estoy al azar de golpes terribles. Sólo veo lo que he de hacer, y mascando la coscoja, para que la ira no me enloquezca, salto hacia adelante y quisiera que de un tajo se derribasen las  cabezas de los enemigos y de un bote cierto se viesen, a través del hueco dejado en

 

Rocinante- yhh- circulo de Le Nain- mil seiscientos cincuenta- foto National Gallery of Scotland- colección privada

 

el pecho de los gigantes, cómo se les escapa la vida. Así soy. He aprendido mi oficio heroico en los largos ayunos del corral, y en las noches claras, al recostarse el dueño mío a la sombra de un árbol a contar las estrellas, aprendí a amar la gloria. Ya sé yo que es más envidiable la suerte de los caballos de quienes cuidan en la cuadra del príncipe palafreneros diligentes y a quienes montan garridas señoras que van de caza con halcones y dengosos donceles. Comen de la buena cebada y les limpian los lomos con blandos trapos. Mas, no les envidio. No conozco la envidia, que, según dice mi amo, anida en los corazones que alimenta lo ruín. ¿Quién hablará de ellos en los siglos venideros? ¿Los nombrará, acaso, y los recomendará a las trompetas de la fama, el maestro Cide Hamete Benengeli? En

 

Rocinante- vgi- André Masson- mil novecientos treinta y cinco- vg Bild-Kunst- Bonn

 

cambio, cuando se hable de lo que hizo Don Quijote y se sepa que lo llevé en los entreveros, cubierto de sudor y tembloroso de hambre, dirán de mí que fui digno de tal guerreador, y en los tiempos corridos y por correr resonará el recio jadeo con que soporté la fatiga y el peligro. Sí, venerable cura; sí, venerable barbero; no os riáis de mis costillas peladas ni de mi cola sin peinar. Más vale magro caballo de paladín y más servicios tiene prestados al mundo que un doctor de Sigüenza que se pasa los días con las manos en la barriga meditando en el ahorro que le dejará la viuda o si habrá en el casamiento de su feligrés, además de la carne al horno, dádivas por la jaculatoria. Y

 

Rocinante- bvc- zoomnews es-

 

diré otra cosa:  quiero al asno que monta el greñoso escudero y que le da tantos latigazos cuantos refranes le salen del hocico. Cuando estuvimos de colación con los cabreros y Don Quijote dio en decir aquellas palabras que todavía humedecen los ojos de quien las repite, el rucio lanzó un rebuzno, que no era de gusto por el pasto ni de regocijo porque oliera una pollina en la vecindad. Comprendí que el jumento estaba como yo, animado de altos deseos, y que iría, con el andar de los sucesos y si mis lecciones le aprovechaban, a ser una persona de bien. Acabaría con mi enseñanza a no ser un simple asno».

(Así hablaba Rocinante y así lo traslada Alberto Gerchunoff en su agenda cervantina, que él llama «La jofaina maravillosa»)

(evocación en El año de Cervantes)

 

Rocinante- nu- ilustración de Honoré Daumier- mil ochocientos sesenta y siete

 

(Imágenes.- 1.-ilustración de Honoré Daumier/ 2.-círculo de Le Nain- 1650- foto National Gallery of Scotland- colección privada/ 3.- André Masson- 1935- bild Kunst- Bonn/ 4.- zoomnews/ 5.- ilustración de Honoré Daumier- 1867)

FICCIÓN DE LIBROS Y ESCRIBAS

 

libros-itre-Wolfang Suschitzky-- Londres- mil novecietos treinta y site

 

«Como los escribas continuarán, los pocos lectores que en el mundo había van a cambiar de oficio y se pondrán también de escribas. Cada vez más los países serán de escribas y de fábricas de papel y tinta, los escribas de día y las máquinas de noche para imprimir el trabajo de los escribas. Primero las bibliotecas desbordarán de las casas, entonces las municipalidades deciden (ya estamos en la cosa) sacrificar los terrenos de juegos infantiles para ampliar las bibliotecas. Después ceden los teatros, las maternidades, los mataderos, las cantinas, los hospitales. Los pobres aprovechan los libros como ladrillos, los pegan con cemento y hacen paredes de libros y viven en cabañas de libros. Entonces pasa que los libros rebasan las ciudades y entran en los campos, van aplastando los trigales y los campos de girasol, apenas si la dirección de vialidad consigue que las rutas queden despejadas entre dos altísimas paredes de libros. A veces una pared cede y hay espantosas catástrofes automovilísticas. Los escribas trabajan sin tregua porque la humanidad respeta las vocaciones, y

 

libros-bgxx-André Kertész

 

los impresos llegan ya a orillas del mar. El presidente de la república habla por teléfono con los presidentes de las repúblicas, y propone inteligentemente precipitar al mar el sobrante de libros, lo cual se cumple al mismo tiempo en todas las costas del mundo. Así los escribas siberianos ven sus impresos precipitados al mar glacial, y los escribas indonesios etcétera. Esto permite a los escribas aumentar su producción, porque en la tierra vuelve a haber espacio para almacenar sus libros. No piensan que el mar tiene fondo, y que en el fondo del mar empiezan a amontonarse los impresos, primero en forma de pasta aglutinante, después en forma de pasta consolidante, y por fin como un piso resistente aunque viscoso que sube diariamente algunos metros y que terminará por llegar a la superficie. Entonces

 

mar-nnhu.- olas- Hans Bohrdt

 

muchas aguas invaden muchas tierras, se produce una nueva distribución de continentes y océanos, y presidentes de diversas repúblicas son sustituidos por lagos y penínsulas, presidentes de otras repúblicas ven abrirse inmensos territorios a sus ambiciones etcétera. El agua marina, puesta con tanta violencia a expandirse, se evapora más que antes, o busca reposo mezclándose con los impresos para formar la pasta aglutinante, al punto que un día los capitanes de los barcos de las grandes rutas advierten que los barcos avanzan lentamente, de treinta nudos bajan a veinte, a quince, y los motores jadean y las hélices se deforman. Por fin todos los barcos se detienen

 

mar-vvggu-barcos-Leon Spillaert- mil novecientos cuatro- Offa Gallery -Bégica

 

en distintos puntos de los mares, atrapados por la pasta, y los escribas del mundo entero escriben millares de impresos explicando el fenómeno y llenos de una gran alegría. Los presidentes y los capitanes deciden convertir los barcos en islas y casinos, el público va a pie sobre los mares de cartón a las islas y casinos donde orquestas típicas y características amenizan el ambiente climatizado y se baila hasta avanzadas horas de la madrugada. Nuevos impresos se amontonan a orillas del mar, pero es imposible meterlos en la pasta, y así crecen murallas de impresos y nacen montañas a orillas de los antiguos mares. Los escribas comprenden que las fábricas de papel y tinta van a

 

escribir-nhy-Isidro Ferrer

 

quebrar, y escriben con letra cada vez más menuda, aprovechando hasta los rincones más imperceptibles de cada papel. Cuando se termina la tinta escriben con lápices etcétera; al terminarse el papel escriben en tablas y baldosas etcétera. Empieza a difundirse la costumbre de intercalar un texto en otro para aprovechar las entrelíneas, o se borra con hojas de afeitar las letras impresas para usar de nuevo el papel. Los escribas trabajan lentamente, pero su número es tan inmenso que los impresos separan ya por completo las tierras de los lechos de los antiguos mares. En la tierra vive precariamente la raza de los escribas, condenada a extinguirse, y en el mar están las islas y los casinos o sea los trasatlánticos donde se han refugiado los presidentes de las repúblicas, y donde se celebran grandes fiestas y se cambian mensajes de isla a isla, de presidente a presidente, y de capitán a capitán».

Julio Cortázar.- «Fin del mundo del fin».-«Historias de cronopios y de famas»

 

escribir-uttb- Kagit Gemi

 

(Imágenes.- 1.-Wolgang Suschitzky/ 2.-André Kertész/ 3.-Hans Bohrdt / 4.-Leon Spilliaert– 1904/ 5.-Isidro Ferrer/ 6.- Kapita Gemi)

VERANO 2014 (6) : JORGE LUIS BORGES

caballos-ujo-mar- Walter Crane

 

 

«El mar es una espada innumerable y una plenitud de pobreza.

La llamarada es traducible en ira, el manantial en tiempo, y la cisterna en clara aceptación.

El mar es solitario como un ciego.

El mar es un antiguo oleaje que yo no alcanzo a descifrar.

En su hondura, el alba es una humilde tapia encalada.

De su confín surge el claror, igual que una humareda.

Impenetrable como de piedra labrada

persiste el mar ante los muchos días.

Cada tarde es un puerto.

Nuestra mirada flagelada de mar camina por su cielo:

Última playa blanda, celeste arcilla de las tardes.

¡Qué dulce intimidad la del ocaso en el huraño mar!

Claras como una feria brillan las nubes.

La luna nueva se ha enredado a un mástil.

La misma luna que dejamos bajo un arco de piedra y cuya luz agraciaría los sauzales.

En la cubierta, quietamente, yo comparto la tarde con mi hermana, como un trozo de pan.»

Jorge Luis Borges.– «Singladura».- «Luna de enfrente» (1925)

 

mar.-699u.-Eyvind Earle.-americano.-1916-2000

 

(Imágenes.-1.- Walter Crane/ 2.-Eyvind Earle)