Recuerdo al narrador, que presenta el gran escritor alemán, W G Sebald, cuando por la noche, se refugia de la lluvia en la sala de espera de la estación de Innsbruck: “Uno tras otro. — escribe — iban apareciendo los vagabundos; apenas se hubiera podido decir por dónde. Al final en total había una docena de vagabundos y una vagabunda. Formaban un grupo animado alrededor de una caja de cerveza Gösser que, como por arte de magia, y hasta cierto punto surgida de la nada por encantamiento, de pronto se encontraba en el centro de todos ellos. Unidos por el alcoholismo tirolés conocido mucho más allá de las fronteras del país por su extremosidad, se han propagado estos vagabundos de Innsbruck, unos apenas recién separados de la vida burguesa y otros completamente perturbados, todos ellos con un cierto toque filosófico e incluso teológico que trataba tanto los acontecimientos del día como la razón de todas las cosas, a pesar de que justo a quienes tomaban la palabra a voz en grito se les solía atascar el discurso a mitad de la oración. Con la mayor teatralidad y determinación de las que eran capaces, los vagabundos acentuaban sus aclaraciones de turno en cuanto a lo que en ese preciso momento constituyera un tema de debate, e incluso cuando uno de ellos denegaba algo que se había dicho, gesticulando con la cabeza rebosante de desprecio porque la idea que tenía en ese preciso instante no podía expresarla con palabras, parecían proceder sus gestos del repertorio de un arte de representación particular, completamente desconocido en nuestros escenarios. Es posible que esto se debiera a que los vagabundos, quienes, en su totalidad, sostenían una botella de cerveza en su mano derecha, actuaran mancos y con la izquierda. Y posiblemente, deduje sobre la base de esta observación, fuese oportuno que a todos los estudiantes de arte dramático, al inicio de su carrera, a lo largo de un año se les atara la mano derecha a la espalda.” Más que un nuevo episodio en la historia del realismo todo este texto parece un afectado eco de sensibilidad romántica tan frecuente en Sebald ante este tipo de observaciones del mundo.
(Imagen — Dmitry Baltermants)
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Loreniin,
Muchas gracias por tu comentario
Gracias a ti mi querido Julio por compartir tus escritos!!!