«La curiosidad acaba desarticulando las cosas para saber cómo son —decía Rof Carballo –: quizás. en definitiva. sea lo que conduce al mundo técnico. En cambio, el asombro conduce al respeto, al maravillado respeto frente al misterio de las cosas, la belleza del mundo o el destino del hombre. Del asombro surge la veneración. El hombre del asombro es el hombre capaz de veneración, lleno a la vez de íntima mesura y de tensión religiosa, de ardor y de temor.
El hombre de la curiosidad acaba desmenuzando las cosas y viendo que detrás de ellas no hay nada, acaba en la soberbia, en el escepticismo o en la melancolía; el hombre del asombro acaba viendo que el último saber del hombre es que nada sabe, acaba en la cultura y en la humildad, dos cosas que pueden abrirle a una más grande, a la fe. Una de las más importantes cualidades de la personalidad madura es la de estructurar jerárquicamente la realidad. Descubrir las jerarquías de la realidad es descubrir el mundo de los valores.
El psicoterapeuta ha de ser hombre de asombro, no hombre de curiosidad.»
(Imagen –Cyrille Druart – 2018)
Maravilloso es poder asombrarte, porque entonces te sientes vivo, emocionado. El curioso es demasiado pragmatico, descompone en piezas de analisis hasta los sentimientos, le quita el asombro a cualquier maravilla.
Leila,
estoy muy de acuerdo con lo que opinas.
Nos hemos acostumbrado a todo, creemos que no nos puede ya asombrar nada y solamente asomarse al interior de un hombre o de una mujer tendríamos que quedarnos asombrados.
El asombro nos lleva a reconocernos como criaturas que se sorprenden continuamente ante el misterio del mundo-
Muy agradecido a tus palabras.