BERGMAN, EL ZAPATO DE NUESTRA INFANCIA

 

 

“Los orígenes de “Fresas salvajes” nacen de cuando en mi juventud  pasaba temporadas en casa de mi abuela, en un pueblecito de Dalecarlia – decía Bergman -. Una mañana temprano me fui a Dalecarlia. Salí de Estocolmo hacia las cuatro o las cinco. Alrededor de una hora después estaba en Upsala. Al llegar a Upsala se me ocurrió de pronto pasar por el número 14 de la calle  Slottsgatan. Era otoño, el sol comenzaba a surgir detrás de la catedral, y las campanas tocaban las cinco. Entré en el patio que estaba cubierto de piedras redondas, subí las escaleras y en el momento en que empuñé el pomo de la puerta de servicio, que conservaba aún su cristal esmerilado de colores, me dije de repente: “Imagina que ahora abres la puerta y lo primero que ves es a la vieja Lalla, la cocinera, con su gran delantal. Está preparando el porridge, como tantas veces hizo cuando eras pequeño”. De pronto, podía abrir la puerta de mi infancia.

Creo que es Maria Wine quien dice que dormimos en el zapato de nuestra infancia. Es verdad. Y, de pronto, se me ocurrió hacer un film con eso. En un estilo muy realista, se abre una puerta, se penetra en la infancia, y luego se abre otra puerta, y de nuevo la realidad, luego tomas la primera calle a la derecha, y un nuevo fragmento de vida. Y todo descrito de una manera muy realista. Ese es el punto de partida de “Fresas salvajes”.

(en el centenario de Ingmar Bergman)

 

 

(Imágenes-1- Imagen de una película de Bergman/ 2- “Fresas salvajes”)

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