«Y al final comprendí. – escribió el periodista italiano Indro Montanelli sentado en aquel café de Buenos Aires – Comprendí qué es el tango, en su patria de origen. Comprendí que no es, en absoluto, un baile, como creemos nosotros en Europa. Es mucho más. Es el alma de Argentina. Es la expresión de su genio musical. Es su Parsifal, sus Maestros cantores, su Quinta y su Novena, juntos (…) La canción había terminado. El cantor, una vez exhalado el último sollozo, había colgado la guitarra en el ropero otra vez, y los oyentes, pero uno después de otro, y muy despacio, levantaban la vista de la tacita de café vacía. Eran miradas cansadas, de quien vuelve de un largo viaje a un remoto feliz El Dorado y no ansía sino retornar a éste (…) Mi vecino eludió las noticias del periódico, pidió otro café y fijó los ojos en el vacío. Y se puso de nuevo a esperar otro tango».
Como tantas cosas de esta vida, el tango arrastra con sus encantamientos y empuja a la vez hacia las decepciones. Los pasos de las opiniones se entrelazan y cruzan entre tablado y acera, y hay quienes aman estos desgarros crispados y quienes no comulgan con estos vaivenes: prueba siempre del respeto en los pareceres. Estos días pasados se ha evocado la memoria de Gardel. Borges, en sus largas confidencias con Bioy Casares, habló varias veces del tango. En junio de 1964 comentaba : «los mejores tangos son los que no recordamos, porque no son fáciles de recordar; los que nos sorprenden un poco. Cuando silbamos o tarareamos un tango lo abaratamos».
Pero, indudablemente, donde Borges quiso tal vez explayarse más fue en las páginas de su «Evaristo Carriego»: » Las letras de los tangos- escribió allí – son de valor desigual, ya que notoriamente proceden de centenares y de miles de plumas heterogéneas; las letras de tango que la inspiración o la industria han elaborado integran, al cabo de medio siglo, un casi inextricable corpus poeticum que los historiadores de la literatura argentina leerán o, en todo caso, vindicarán. Lo popular, siempre que el pueblo ya no lo entienda, siempre que lo hayan anticuado los años, logra la nostalgia. En el tango cotidiano de Buenos Aires, en el tango de las veladas familiares y de las confiterías decentes, hay una canallería
trivial, un sabor de infamia que ni siquiera sospecharon los tangos del cuchillo y del lupanar. Musicalmente, el tango no debe de ser importante; su única importancia es la que le damos. La reflexión es justa, pero tal vez es aplicable a todas las cosas. A nuestra muerte personal, por ejemplo, o a la mujer que nos desdeña… El tango puede discutirse, y lo discutimos, pero encierra, como todo lo verdadero, un secreto. Los diccionarios musicales registran, por todos aprobada, su breve y suficiente definición; esa definición es elemental y no promete dificultades, pero el compositor francés o español que, confiado en ella, urde correctamente un «tango»,
descubre, no sin estupor, que ha urdido algo que nuestros oídos no reconocen, que nuestra memoria no hospeda y que nuestro cuerpo rechaza. Diríase que sin atardeceres y noches de Buenos Aires no puede hacerse un tango y que en el cielo nos espera a los argentinos la idea platónica del tango, su forma universal (esa forma que apenas deletrean La Tablada o El Choclo), y que esa especie venturosa tiene, aunque humilde, su lugar en el universo».
(Imágenes.-1-.-tango-Pedro Figari/ 2.-erikatamaurtorres- Wikipedia/ 3.-quequen auren edu as/ 4.-revistaenie. clarín/ 5.- festival mundial de tango en Buenos Aires- Wikipedia/ 6.lo de Hansen- lugar histórico relacionado con los orígenes del tango- se encontraba en Palermo frente al lugar en el que hoy se encuentra el Planetario- 1895- wikipedia)






Sr. Perlado.
Leo su blog con mucha frecuencia. Me encanta ! Me enriquece , y devuelve a mi memoria cosas que había olvidado.
Le quería comentar que soy uruguaya, como el pintor Pedro Figari. Y en mi país y en la ciudad en que vivo, Montevideo, el tango está como telón de fondo. No , como en la gran Buenos Aires, porque somos como una aldea, pero si en nuestro ser.
Por eso quería comentarle que el tango es rioplatense. Lo compartimos estos dos países a las márgenes del Plata.
Lo que dice Borges sobre las las letras de los tangos es verdad. Pero pero hay muchos, como Discépolo , Cátulo Castiilo , Celedonio Flores, Homero Manzi y otros que tienen una calidad poética que aún no ha sido estudiada.
Y ese corpus poeticum es maravilloso.
Gracias por su blog !!!!
Y saludos cordiales!
Fátima
Fátima,
Muchas gracias por tus amables palabras. Me alegro de que Mi Siglo te distraiga.
En una entrevista a Carlos Gardel del año treinta y tres, entrevista muy corta en «El Telégrafo», Gardel decía: » un artista, un hombre de ciencia, no tiene nacionalidad. Un cantor tampoco, es de todos y sobre todo, su patria es donde oye aplausos, pero ya que insiste sobre mi nacionalidad – le dijo al periodista Luis Alejo Talamàs -, soy uruguayo».
De nuevo mi agradecimiento por tu lectura del blog.
Cordiales saludos.