ELOGIO DE LOS PRÓLOGOS

Escritores.-3d3.-Sranislw Lem.-wikipedia

 

«El arte de los prólogos – dice Stanislaw Lem en «Un valor imaginario«(Bruguera)  -lleva tiempo clamando por que se le otorguen títulos de nobleza. Asimismo, yo llevo tiempo sintiendo el apremio de dar satisfacción a esa literatura marginada, que guarda silencio sobre sí misma desde hace cuarenta siglos, esclava de las obras a las que vive encadenada (…) Tiene este género, sometido a tan duras pruebas, su estado inferior, el de los Prólogos mercenarios, porteadores, jornaleros y oscuros, ya que la esclavitud degrada (…) Además de los prólogos comunes existen jerarquías: Prefacios e Introducciones; no hay tampoco igualdad entre los Prólogos corrientes, ya que son dos cosas muy diferentes un prólogo a un libro propio y uno hecho para un libro ajeno (…) El prólogo es a veces un sobrio entrar en materia, dictado por la dignidad y la responsabilidad, una garantía avalada por la firma del autor o, en otras ocasiones, una manifestación – forzada por las conveniencias sociales, superficial aunque amigable – del compromiso, en realidad simulado, que una persona revestida de autoridad contrae con el libro.»

 

POLAND LEM OBIT

 

Y así va contando el escritor polaco sus teorías sobre el prólogo para adentrarse después en diferentes prólogos a libros inexistentes: «Necrobias» de Strzybisz, «La Eurintica» de Reginald Gulliver, la «Historia de la literatura bítica» en cinco volúmenes, la «Extelopedia Vestrand» o «El Golem XlV» publicado en 2029.

Es la fantasía transformada en prólogo, la imaginación desbordada en introducciones a obras nunca escritas, una muestra del gran ingenio de Lem. El prólogo ha sido a veces denostado e infravalorado, se ha pasado sobre él en ocasiones con descuido y frivolidad. Y sin embargo grandes prólogos escribió Borges reunidos después en  su «Biblioteca personal» y estudios certeros y completos se han hecho sobre «el prólogo como género literario«, como los analizados por Alberto Porqueras Mayo. En su gran trabajo – que luego descenderá a considerar «El prólogo en el Renacimiento español» y  «El prólogo en el manierismo y barroco españoles» – , el profesor Porqueras alude a prólogos importantes, algunos de ellos revestidos de doctrina y con un estilo bello y solemne. Así, por ejemplo, los de Juan de Mena, Alvaro de Luna, el Marques de Santillana y el prólogo al «Cancionero de Baena«. Mención aparte serían los famosos prólogos al Quijote, con la gracia novelística del primer prólogo de 1605, como señala Elías R Rivers, tan distinta a la del célebre prólogo de la Segunda Parte, de 1615.

 

escritores-bbhh-Borges- Tullio Pericoli

 

Hace ya cinco años quise rescatar en Mi Siglo un prólogo de memorable prosa como es , a mi parecer, el de OrtegaVeinte años de caza mayor», del conde de Yebes, y ese extracto  lo reproduzco nuevamente aquí:

 

paisajes.- 477h.- caza.- Max Liebermann.- 1913

 

“De pronto, un ladrido de can apuñala el silencio reinante – escribe Ortega . -Este ladrido no es meramente un punto sonoro que brota en un punto del monte y allí se queda, sino que parece estirarse rápido en una línea de ladra. Oímos y casi que vemos correr suelto el ladrido, hilvanarse veloz por el espacio con algo de errática estrella. En un instante, sobre la placa del paisaje se ha trazado la raya del ladrido. A este siguen muchos de voces distintas avanzando en el mismo sentido. Se adivina la res que, levantada, va en carrera vertiginosa, como viento en el viento. Todo el campo se polariza entonces; parece imantado. El miedo del animal perseguido es como un vacío donde se precipita cuanto hay en el contorno. Batidores, perros, caza menor, todo allá va, y aun los pájaros, asustados, vuelan presurosos en esa dirección. El miedo que hace huir a la res sorbe entero el paisaje, lo succiona, se lo lleva corriendo tras de sí, y hasta al mismo cazador, que por fuera está quieto, le golpea el corazón montado en su taquicardia. El miedo de la res… Pero ¿es tan cierto que la res tiene miedo? Por lo menos su miedo nada tiene que ver con lo que es el miedo en el hombre. En el animal el miedo es permanente, es su modo de existir, es su oficio. Se trata, pues, de un miedo profesional, y cuando algo se profesionaliza es ya otra cosa. Por eso, mientra el pavor hace al hombre torpe de mente y moción, lleva las facultades del bruto a su mayor rendimiento. La vida animal culmina en el miedo. Sortea el venado, certero, el obstáculo; con precisión milimétrica se enhebra raudo por el hueco entre dos troncos. Hocico al venteo, corvo hacia atrás el cuello, deja gravitar a su paso la regia astamenta que equilibra su acrobacia, como el balancín la del funámbulo. Gana espacio con prisa de meteoro. Su pezuña apenas toca la tierra; más bien – como dice Nietzsche del bailarín – se limita a reconocerla con la punta del pie; reconocerla para eliminarla, para dejársela atrás. De súbito, sobre el lomo de un jaro aparece al cazador el ciervo; lo ve sesgar el cielo con garbo de constelación, lanzando allá al dispararse los resortes de sus cabos finísimos. El brinco de corzo o venado – y más aún el de ciertos antílopes – es, acaso, el acontecimiento más bonito que se da en la Naturaleza. De nuevo gana el suelo a distancia, y acelera su fuga porque le andan ya en los jarretes resoplando los perros – los perros, fautores de todo este vértigo, que han transmitido al monte su genial frenesí y ahora, en pos de la pieza, con la lengua péndula, tendidos a todo su largo los cuerpos, galopan obsesos: podenco, alano, sabueso, lebrel”.

animales.-teed.-perro.- Andrew Wyeth

 

(Imágenes. – 1. -Stanislaw Lem-wikipedia/ 2-Stanislaw Lem/ 3.- Borges, por Tullio Pericoli/ 4.-Max Liebermann- 1913/ 5.-Andrew Wyeth)

 

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