Leo en Ernest Hello, contemporáneo de Baudelaire:
«La rosa que se expande ofrece al sol el espectáculo de un combate, aquel de la luz y del abono».
«Existen dos serenidades, aquella de la estatua griega, el reposo de quien no está en cólera, y una segunda, otro tipo de reposo, la serenidad de un arte desconocido, al cual uno mismo no cesa de aspirar y que sería la representación del sosiego que procura la belleza».
Y aún unas páginas más adelante:
«El hombre que ama no es nunca mediocre».
Después cierro el libro.
Ay, esa rosa. Me recuerda una que ayer mismo fotografié en la catedral de Arezzo. Destacaba en el silencio.
Un abrazo desde unas tierras que no son ajenas a tu escritura. Y mil gracias por el recuerdo.
Ángel