“No creo que el sueño, sea estrictamente lo contrario del pensamiento. – escribió el poeta y luego monje en la Abadía de Solesmes Pierre Reverdy – Por lo que conozco, me inclino a pensar que es, en resumidas cuentas, una forma más libre, más incontrolado. El sueño y el pensamiento son, cada uno por su parte, el lado distinto de una misma cosa. El revés y el derecho. El sueño hace el lado donde la trama es más rica, pero más floja: el pensamiento el lado donde la trama es más somera pero más apretada”.
“Yo me alzaba sobre la punta de los pies en la cima de una loma – escribió Keats –
…Un instante…me sentí tan ligero, tan libre
como si en un movimiento de abanico las alas de Mercurio
hubieran jugado bajo mis talones: mi corazón era leve, y
múltiples goces surgían a mis ojos;
de suerte que en seguida compuse un ramillete de esplendores
brillantes, lácteos, armoniosos y rosados”.
“Todo me es nube y muero de ello”, dijo Supervielle.
-“¿Qué amas tú, extraordinario extranjero?-escribió Baudelaire –
-Amo las nubes…las nubes que pasan…allá…¡las maravillosas nubes!”
“El arte de pintar – que verdaderamente merece el nombre de arte del parecido – dijo Magritte – permite describir, por medio de la pintura, un pensamiento susceptible de hacerse vsible. Tal pensamiento comprende exclusivamente las figuras que el mundo nos ofrece: personas, cortinas, armas, sólidos, inscripciones, astros. El parecido reúne espontáneamente esas figuras en un orden que evoca directamente el misterio. El pensamiento inspirado se parece al mundo (…) evocando su misterio“.
Atravesando los bosques los caballos para cruzar los bosques, elevándose las rocas en los sueños y cruzando las nubes en vientres de palomas, el surrealismo de Magritte nos sumerge en lo que esconde de no pintura la pintura, esa prestidigitación de la realidad. “Esto no es un cuadro“”, parece que nos dice Magritte al enseñarnos un cuadro excepcional. De las nubes, como de los sueños, he hablado varias veces en Mi Siglo. Ahora, con la próxima exposición sobre Magritte que se inaugará el 2 de junio en Bruselas, llegan las palabras que escribió Paul Eluard.
Peldaños del ojo
A través de los barrotes de las formas
Una escalera perpetua
Sin descansillo
Un nube oculta un peldaño
Un cuchillo otro
Y otro un arbol que se desenrolla
Como una alfombra
Sin gestos
Todos los peldaños están ocultos
Se han sembrado las hojas verdes
Campos inmensos florestas de recreo
En la falda de laderas de plomo
En los claros del bosque
En la leche leve de la mañana
La arena empapa de rayos
Las siluetas de los espejos
Sus hombros pálidos y fríos
Sus sonrisas decorativas
El árbol está teñido de frutos invulnerables”
(Paul Eluard, 1935)
(Imágenes: René Magritte: 1.-“Castillo en los Pirineos”.-1959.-museumsyindicate/ 2.-“Golconde”.-1953.-museumsyindicate/3.-“La promesa”.-museumsyndicate/4.-“The False Mirror”.-1928.-MOMA/.-5.-“La bella estación”.-museumsyindicate)