TERTULIAS EN LA ETERNIDAD (22) : MARCO POLO Y EL PRESTE JUAN

Hoy ha estado en nuestra tertulia Marco Polo charlando animadamente con el escritor italiano Manganelli, y entre los dos nos han entretenido durante mucho tiempo con un gran coloquio. Esto en la eternidad se agradece porque uno creería que ya no hay historias que contar, y es al revés, las gentes han  vivido muchas historias en su vida y están deseando relatarlas. “Cuando yo viajaba y encontraba ciudades, castillos y pueblos extranjeros — nos ha dicho Marco Polo como gran viajero que ha sido—, sonreíamos siempre con grandes ademanes de saludo, con los brazos y con la cabeza, jamás tocábamos nada. Íbamos con cautela con las mujeres, sonreíamos a los niños y dábamos las gracias sin llamar la atención, lo probábamos todo y lo anotábamos en la mente. A mí me gustaba — nos ha dicho Marco Polo —contemplar los animales extraños y cuando aprendí el tártaro escuchaba las fábulas de los mercaderes y de los guerreros y los almacenaba en mi mente para luego, por la noche, transcribirlo todo al veneciano.

Manganelli le ha dicho a Marco Polo que él ha conocido a personas muy singulares, con las que ha tenido – él las llama así— “entrevistas imposibles”. Por ejemplo, con Fedro, y que otro día nos las contaría con detalle. Ha sido la reunión de hoy muy entretenida. Nos ha hablado también Marco Polo del Preste Juan que se suponía era una fantástica figura y nos ha recordado que en una carta dirigida al emperador Manuel l Comene de Bizancio, se refiere a que el Preste Juan comía en una mesa de esmeraldas con capacidad para treinta mil comensales y que en su reino se bebía sólo agua, un agua que daba la eterna juventud. Su cama, nos ha añadido también Marco Polo, era de zafiro.
Aunque estamos acostumbrados en la eternidad a oír de todo, este diálogo nos ha dejado subyugados. Sobre todo cuando Marco Polo nos ha hablado de su visita al Gran Khan. “Era persona muy amable, nos ha dicho, y a mí me distinguió con su afecto. Era un hombre rodeado de vajillas de plata, protector y justiciero, con infinitos siervos y jefes que eran súbditos suyos, y dueño de vastísimas ciudades amuralladas, llenas de gentes de mérito, y sus tierras destacaban como muy ricas, y estaban continuamente recorridas por mensajeros a caballo. “Y como ustedes saben — ha añadido— yo también fui uno de esos mensajeros.”
Así hemos pasado con gran interés toda la tarde, evocando recuerdos.

José Julio Perlado

imágenes- 1- Marco Polo/ 2- el Preste Juan/ 3- el Gran Khan