
Evoco la conversación que mantuvimos Torrente y yo en 1961. Torrente destacaba por su agudeza gallega y por su tono amargo, casi derrotista, que reflejaban en él un escritor algo semivencido. Me confesó que terminaba en esos días su tercera novela.
Las dos anteriores le habían consagrado como un buen novelista, acaso algo desfasado de su tiempo: en cierto modo, podía parecer de otro siglo. Pero su manera de narrar era excelente, y su experiencia habían hecho de él un hábil creador de situaciones y de tipos.
Hablamos de muchas cosas, sobre todo de novela y de teatro. Sobre la crítica teatral
Torrente me dijo que el crítico piensa que puede renovar el teatro español, pero andando el tiempo se da cuenta de que no es posible hacer nada en España sobre esto. El crítico de teatro tiene muy poco trabajo importante – me comentó — y se suceden las obras con obras poco trascendentes y solamente en algunas ocasiones el crítico tiene una verdadera labor de responsabilidad, por ejemplo cuando se estrena en España una pieza de actualidad universal o un autor nacional estrena una obra memorable.
José Julio Perlado

imágenes- 1- wikipedia/ 2 estatua de Torrente en un café de la Plaza Mayor de Salamanca