
“Respecto al color de las cosas — decía Hugo de San Victor en el siglo Xll— no es necesario discutir mucho porque la propia vista demuestra cuánta belleza se añade a la naturaleza, cuando esta es adornada con tantos y tan diversos colores. ¿Hay algo más bello que la luz que, aunque no teniendo color en sí misma, sin embargo hace aparecer los colores de todas las cosas iluminándolas? ¿Hay algo más agradable que el cielo cuando está sereno y brilla cual zafiro y con la proporción tan agradable de su resplandor atrae la mirada y alegra la vista? El sol resplandece como el oro, la luna es pálida como el ámbar, algunas estrellas brillan como llamas, otras titilan con luz rosácea y otras emiten de vez en cuando un fulgor ahora rosáceo, ahora verde, ahora blanco.”
