“Todo el género humano es hijo de nuestra carne y de nuestro dolor — le hace decir a las madres del mundo el italiano Giovanni Papini en su “Juicio universal”—. Para dar vida a nuevos hombres la nuestra estuvo siempre en peligro; a menudo la perdimos. Hubo mujeres que concibieron por obediencia, por temor, por inconsciencia, por violencia. Pero todas amaron los frutos de su vientre.
Innumerables las que perecieron víctimas del odio, del fuego, de la furia de los elementos y de las pasiones.
Habían enjugado su primer llanto y nos habían dirigido su primera e inocente sonrisa divina. Nuestras manos los habían acariciado y limpiado por vez primera. Habían dado a nuestros pies sus primeros pasos.
Habían confiado a nuestros oídos sus primeras penas, las tristezas y sueños pueriles. Sobre sus cabezas se habían posado nuestras manos, las primeras, para gozar la dulzura de sus rizos y arreglárselos. Y sobre su sueño había velado el tembloroso esplendor de nuestros ojos.
No eran tan sólo fruto de nuestro vientre, sino frutos de nuestra voluntad, de nuestro esfuerzo, de nuestra alma.
( Imágenes— 1- Judy Drew/ 2- Azis TM -arushi arts – Nueva Delhi – 2008- artnet/ 3-Nnmandi Okonkwo/ 4- Francisco Zúñiga/ 5 -Gustav Klimt – 1910/ 6- Gertrude Käsebier- museo de arte moderno de Nueva York)