VERANO 2018 (6 ) : CESARE PAVESE

 

 

“Demasiado mar. Ya hemos visto bastante el mar.

Por la tarde, cuando el agua se extiende, incolora

y difusa en la nada, el amigo la observa

y yo observo al amigo, y mientras no habla nadie.

Ya en la noche, acabamos en el rincón de una taberna,

aislados entre el humo, y bebemos. Mi amigo tiene sueños

(son un poco monótonos los sueños junto al rumor del mar)

donde el agua es tan sólo el espejo, entre una isla y otra,

de colinas, salpicadas por cascadas y flores salvajes.

Su vino es así. Se contempla en el vaso,

alzando verdes colinas sobre el llano del mar.

Me agradan las colinas; y dejo que me hable del mar

porque su agua es tan clara que muestra hasta las piedras.”

Cesare Pavese– “ Hombres desarraigados”- ( traducción de José Agustín Goytisolo)

 

 

(Imágenes -1-  Winslow Homer- 1895/ 2- Hengki Koentjoro)

LA CASA DE VELÁZQUEZ

 

 

Los dos patios, los ventanales de frágil madera blanca y los pasillos laberínticos del número 4 de la casa de la calle Padre Luis Llop – es decir, la casa donde nació Velázquez y que ahora va a ser recreada para mostrar el ambiente del pintor y la Sevilla barroca-, quedaban entonces rodeadas por aquella ciudad que en 1599 ( el año en que nació el pintor ) era la más rica y poblada de España – como así  quiso recordarlo el director hace años del museo del Prado,  Alfonso Pérez Sánchez -. Era la ciudad de carácter más abierto, complejo y cosmopolita de todo el imperio y por decreto real gozaba del monopolio del comercio con América, y esto atraía sobre ella una rica colonia de mercaderes flamencos y genoveses que prestaban a las calles un tono de animación, vitalidad y riqueza.  Era la Sevilla del siglo XVl, con la nobleza de su abolengo y su cultura, heredera del ambiente humanístico, y que presentaba a la vez una burguesía de negocios en torno al oro de América. Pero ofrecía también la Sevilla de entonces un variado submundo de aventureros, pícaros y gente de mal vivir, al margen de la sociedad organizada, que llenaban los hospitales y acudían a recibir la “sopa boba” que los conventos repartían entre los pobres. Allí se encontraba  la famosa cárcel de Sevilla  y el mundo de su  picaresca que aparece en las ”Novelas ejemplares” de Cervantes. Y aquella Sevilla sirvió también en ocasiones de animado marco de la acción en comedias de Lope de Vega o de Tirso de Molina.

 

 

En medio de ese ambiente tan variado se encontraba la casa natal de Velázquez, el gran pintor al que Antonio Palomino en su “Museo pictórico” recuerda que  “ pronto se descubrió  en él su ingenio, prontitud y docilidad para cualquier ciencia, de suerte que los cartapacios de los estudios le servían a veces de borradores para sus ideas” Y es precisamente Palomino quien, al considerar en su práctica  de la pintura los diversos grados de los artistas , muestra su mundo y sus talleres. Talleres sevillanos a los que en sus primeros años acudió Velázquez, cruzando aquellas calles, saliendo de aquella casa hoy recobrada.

 


 

(Imágenes – 1 y 3- Sevilla en el siglo XVl/ 2- “las Meninas”, de Velázquez)

 

VERANO 2018 ( 5) : SAN DIONISIO, NÁXOS Y EL VINO

 

 

Narra Lawrence Durrell en sus “Islas griegas” una historia contada por un campesino analfabeto de Eubea, que es de suponer la conociera por una larga tradición oral, y que dice así:

”De camino a Náxos, San Dionisio vio una pequeña planta que excitó su curiosidad. La sacó de la tierra y como el sol era fuerte le buscó una sombra. Mirando a su alrededor, vio un hueso de pata de pájaro y en él colocó la planta para protegerla, pero ésta creció y creció y al buscar un abrigo mayor se encontró con un hueso de pata de león. Como no podía deshacerse del hueso de pájaro, metió todo dentro del de león. Pero seguía creciendo y creciendo, y él, buscando, se encontró con el hueso de la pata de un asno, lo metió todo dentro. Así llegó a Náxos y, cuando plantó la primera vid, pues ésta era la primera vid, no pudo separarla de lo que la cubría, así que enterró todo junto. Entonces la vid dio uvas y los hombres hicieron vino, ¡y lo bebieron por primera vez! Al principio, cuando bebían, cantaban como pájaros, después siguieron y se hicieron fuertes como leones; así continuaron, hasta que, por último, se volvieron tontos como asnos.”

 

 

(Imágenes -1- Grecia/ 2- playa de la isla de Náxos)

VERANO 2018 ( 4 ) : ELOGIO DE LA SARDINA

 

 

«Una sardina, una sola es todo el mar, a pesar de lo cual yo recomendaré  – comentaba Julio Camba en «La casa de Lúculo o el arte de comer» –  que no se coma nunca menos de una docena; pero vea cómo las come, dónde las come y con quién las come (…) Las mejores sardinas, en opinión de Pepe Roig, el boticario de Villanueva de Arosa, son las del jeito, un arte catalana que se introdujo en Galicia durante el reinado de Carlos lll, y contra la que protestaron todos los mareantes del litoral (…)  Considero inútil advertir que las sardinas asadas no deben comerse nunca con tenedor. El tenedor dislacera de un modo brutal las carnes de la sardina y, aunque sea de plata, altera sus preciosas esencias.  Nada de tenedor, por tanto. Esa invención italiana, especie de mano artificial, sirve para ahorrar la natural cuando se trata de una comida mediocre; pero en las grandes ocasiones no hay que andarse con remilgos. Coja usted la sardina con los dedos, colóquela encima de un cachuelo y siga esta regla de oro: para cada cachuelo una sardina y para cada sardina un vaso de vino.

Y si después de haberse tomado una docena de vasos de vino con una docena de cachuelos y una docena de sardinas no está usted satisfecho, tómese usted una docena más, pero no cometa el error de tomar otra cosa; en primer lugar, porque habrá usted tomado un alimento completo, y, en segundo lugar, porque todo seguirá sabiéndole a usted a sardinas, como todo seguirá sabiéndole a sardinas por la noche y todo seguirá sabiéndole a sardinas al día siguiente. Las sardinas asadas saben muy bien, pero saben demasiado tiempo. Después de comerlas uno tiene la sensación de haberse envilecido para toda la vida. El remordimiento y la vergüenza no nos abandonará ya ni un momento y todos los perfumes  de la Arabia serán insuficientes para purificar nuestras manos».

 

 

(Imágenes -: sardinas – turismodevigo)

VERANO 2018 (3) : JUAN RAMÓN

 

 

“El campo bajo todo negro,

sin una luz.

Arriba,

el camino celeste de Santiago,

las estrellas purísimas.

Vamos hacia otra tierra,

yo no sé si mejor…¡ Mejor! ¿Qué dicha

aguarda? ¿De  qué dicha me despido,

buscándola… otra vez?

¡Melancolía

de este vaivén constante y disgustado

que se llama “mi vida”!

¡No importa!  Tengo siempre

la vuelta. En la tranquila

soledad de la noche de verano,

la eternidad serena y sin salida

—única, novia fiel,

madre, hermana y amiga —

camina a todas partes

conmigo, siempre idéntica y divina.”

Juan Ramón Jiménez -“Viaje”-“Estío” (1915)

 

 

(Imágenes -1- David Inshaw- 1974/ 2- Claude Monet- 1880)

VERANO 2018 (2) : LOS PECES

 

 

“No es posible imaginarse con qué soñarán los peces. Incluso en el más recóndito rincón del estanque, entre juncos, su descanso es vigilia: por siempre la misma posición: es totalmente imposible decir de ellos: han echado una cabezadita.

Igualmente, sus lágrimas son como un grito en el desierto… incontables.

Los peces no pueden expresar su desconsuelo. Tal es la justificación del romo cuchillo que salta sobre su dorso para arrancarles las lentejuelas de sus escamas.”

Zbigniew Herbert– “Prosa poética”

(Imagen – Dante Terzigni)

BERGMAN, EL ZAPATO DE NUESTRA INFANCIA

 

 

“Los orígenes de “Fresas salvajes” nacen de cuando en mi juventud  pasaba temporadas en casa de mi abuela, en un pueblecito de Dalecarlia – decía Bergman -. Una mañana temprano me fui a Dalecarlia. Salí de Estocolmo hacia las cuatro o las cinco. Alrededor de una hora después estaba en Upsala. Al llegar a Upsala se me ocurrió de pronto pasar por el número 14 de la calle  Slottsgatan. Era otoño, el sol comenzaba a surgir detrás de la catedral, y las campanas tocaban las cinco. Entré en el patio que estaba cubierto de piedras redondas, subí las escaleras y en el momento en que empuñé el pomo de la puerta de servicio, que conservaba aún su cristal esmerilado de colores, me dije de repente: “Imagina que ahora abres la puerta y lo primero que ves es a la vieja Lalla, la cocinera, con su gran delantal. Está preparando el porridge, como tantas veces hizo cuando eras pequeño”. De pronto, podía abrir la puerta de mi infancia.

Creo que es Maria Wine quien dice que dormimos en el zapato de nuestra infancia. Es verdad. Y, de pronto, se me ocurrió hacer un film con eso. En un estilo muy realista, se abre una puerta, se penetra en la infancia, y luego se abre otra puerta, y de nuevo la realidad, luego tomas la primera calle a la derecha, y un nuevo fragmento de vida. Y todo descrito de una manera muy realista. Ese es el punto de partida de “Fresas salvajes”.

(en el centenario de Ingmar Bergman)

 

 

(Imágenes-1- Imagen de una película de Bergman/ 2- “Fresas salvajes”)

HOTEL LUTÉTIA

 

Rilke, James Joyce, Jean Anouilh, Nina Berberova, entre otros muchos, pasearon o vivieron en este Hotel parisino, situado en el Boulevard Raspail, y que ahora vuelve a abrir sus puertas tras cuatro años de remodelación. Numerosas anécdotas sorprendentes y pintorescas en torno a este Hotel Lutétia. Nathalie de Saint Phalle, cuando recorre los grandes hoteles literarios del mundo (Alfaguara), cuenta  que en 1929, “Nina Berberova está enganchada con un periodista menesteroso, aunque de esmoquin, a una calesa que deben arrastrar a todo gas entre las mesas, llevando como pasajeros a un acordeonista rumano y un abogado moscovita que, al bajarse, los gratifica con un billete de cien francos por lo mucho que se ha reído. Forma parte todo ello de los festejos anuales del Año Nuevo  ruso que desde 1926 montan espectáculos para recibir donaciones que ayuden a los sabios y a los escritores refugiados…”

 

 

 

Pero años antes, en febrero de 1913, Rilke se impacienta en el Lutétia mientras está instalando un estudio en París. “Toda esa instalación me agobia – escribe -, me despoja de la sensación de estar “en casa” en un sitio cualquiera . Hoy, jueves de la tercera semana de Cuaresma, la gente no quiere trabajar, pero mañana me traerán mis  muebles del almacén. Me quedaré en este hotel absurdo hasta que mi piso pueda acogerme…”

Las paredes y las alfombras de los hoteles guardan una memoria sorprendente. También el Lutétia donde el dramaturgo Jean Anouilh, con ansiedad mal disimulada tras las páginas desplegadas de un periódico, pidió la mano de su mujer...

 

 

(Imágenes -1- Nenad Bacanovic/ 2- Rilke- wikipedia/ 3- Williy Ronis-1953- hackel bury fine art)

UN VERANO CON MONTAIGNE

 

”La lectura acompaña toda mi vida – decía Montaigne -, y me asiste por todas partes. Me consuela en la vejez y en la soledad. Me descarga del peso de una molesta ociosidad, y me libra, a cualquier hora, de las compañías que me fastidian. Sofoca las punzadas del dolor, cuando no es del todo extremo y dominante. Para distraerme de una imaginación importuna, no tengo más que recurrir a los libros; me desvían fácilmente en su dirección, y me la arrebatan. Y, además, no se rebelan por ver que no los busco sino a falta de los demás bienes, más reales, vivos y naturales. Me reciben siempre con el mismo semblante”.

 

 

En el verano de 2012 y a través de la emisora francesa France Inter, el escritor y profesor en el Collège de France y en la Universidad de Columbia, Antoine Compagnon, dedicó unos minutos cada día a hablar de Montaigne. El éxito de sus reflexiones se convertiría después en un libro, “Un verano con Montaigne” (Paidós), que pronto se transformó en una obra enormemente comentada y apreciada. Se unían, pues, el verano y la lectura, exactamente los ecos de la lectura de un clásico : “la gente – confesaba algo asombrado Compagnon –  estaría tumbada en la playa o tomando un aperitivo antes de comer, y oiría hablar de Montaigne por la radio.” Nunca es tarde para leer un clásico. Los veranos bien pudieran ser tiempos de reelectura. Veranos quizá con sorbos de Pascal, con máximas y consejos, con poemas casi olvidados y ahora recobrados, con pensamientos célebres. Montaigne lo demostró en su día a través de la radio, en medio de las playas y los campos, y abrió una caja de sorpresas.

”La lectura de todo buen libro –así lo recordaba Descartes– es como una conversación con los hombres que lo han escrito, lo más esclarecedor de los siglos pasados; una conversación selecta en la cual no nos descubren sino sus mejores pensamientos.”

 


 

(Imágenes -1- Ferdinando Scianna/ 2- foto Patrick Andrade – New York Times/ 3- Claude Monet – 1886)

FOTOGRAFÍA Y CONCENTRACIÓN

 

 

“Tengo fotografías reveladoras en este despacho donde trabajo. Las he colocado hace tiempo entre libros porque son para mí  estimulantes. Tengo, por ejemplo, esta fotografía de Italo Calvino, que creo le hizo Sebastiao Salgado. Está Calvino aquí acodado sobre su mesa de trabajo, sentado al aire libre, concentrado; el brazo izquierdo lo tiene muy cerca de su cabeza y la mano izquierda como envolviendo toda su cabeza, como sujetándola y sujetando su cráneo, como si no quisiera que se le escapasen las ideas; el codo de su camisa aparece apoyado en el manuscrito que escribe y que va corrigiendo con un pequeño bolígrafo. Es toda una imagen de concentración.

De Calvino admiro su rompimiento con todo lo que escribió anteriormente, con el realismo, y cómo se lanza a crear su trilogía “Nuestros antepasados”, que es un prodigio de audacia y de fantasía. Y también de humor. Y me atraen también sus “Seis propuestas para el próximo milenio”. Todo lo que sea creación audaz, nuevos caminos, me ha interesado siempre.

 

 

Me detengo igualmente ante esta otra fotografía colocada en otro  ángulo de la habitación. Se trata de Virginia Woolf sentada en la butaca de su cuarto, escribiendo. Se la hizo su marido, Leonard Woolf, en 1932, cuando ella tenía cincuenta años. Está aquí, en esta habitación de madera en su casa de campo, en Monk ‘s House; sentada en esta butaca tapizada en estampado a cuadros, con un almohadón para apoyar los hombros, cerca de una ventana que da al jardín. Son los meses en que empieza a concebir “Los años” y los meses también en que está escribiendo su novela sobre un perrito, “Flush”.

He admirado siempre a Virginia Woolf. He admirado su audacia como escritora, su constancia, su lucha por concentrarse en la creación a pesar de todos sus problemas.

Un año antes de esta foto había publicado “Las olas”, que había sido muy elogiada. Pero en ese año de 1932, en julio, había sufrido un desvanecimiento y su corazón, como ella decía mientras escribía con rapidez, se le desbocaba como un caballo.

Dos fotografías que suelen acompañarme. Dos recordatorios de concentración”.

José Julio Perlado – ( del libro “Relámpagos”) (texto inédito)

(Imágenes- 1- Italo Calvino – Sebastiao Salgado/ 2- Virginia Woolf – por Leonard Woolf)

LAS ESTRELLAS

 

 

”Cuando llega la noche

me quedo escuchando en la escalera,

las estrellas se arraciman en el jardín

y yo estoy en la oscuridad.

¡ Escucha, retiñe una estrella al caer!

No salgas descalza a la hierba

mi jardín está lleno de púas.”

Edith Södergran – “ Las Estrellas” -(Poemas- 1916)  ( edición de Jesús Pardo)

 

 

(Imágenes-1- Shalginandrey dreamstine/ 2-Emil Nolde. 1945)

PROFESIONES Y TRABAJOS

 

 

“Me siento más feliz y más integrado – confesaba Paul Auster – cuando estoy trabajando, cuando estoy escribiendo, cuando estoy ocupado en un proyecto. No es que escribir sea fácil; puede ser tremendamente difícil, pero incluso el esfuerzo vale la pena. A veces me pregunto: ‘¿Por qué hago esto? ¿Qué sentido tiene escribir libros, pasarme así la vida?”. La única explicación a la que he llegado alguna vez, lo único que tiene cierto sentido para mí, es que para escribir tienes que dar todo lo que tienes. Es un esfuerzo total, y has de exponerte por entero, tienes que dar y dar y dar. Y debes hacer un esfuerzo máximo todos los días. Creo que hay pocos trabajos en el mundo que te exijan tanto. En cualquier otra profesión puedes escaquearte. Contar con establecer ciertos hábitos, echar mano de la pereza, tener días en los que no necesites realizar el máximo esfuerzo, tanto si eres abogado, como médico, barrendero o fontanero. Así que cuando me levanto del escritorio al final de una jornada de trabajo, aunque no haya conseguido nada, aunque haya tachado hasta la última línea que haya escrito, puedo al fin levantarme y decir : “ He dado todo lo que tenía. Estoy agotado, y he hecho todo lo que he podido”. En cierto sentido, vivir con ese nivel de intensidad hace que te sientas más humano.”

 

 

(Imágenes-1- tadega – net / 2- centro de Manhattan – Christopher Rini)

MADRE, VERANO, YO

 

 

”Mi madre, que odia las tormentas,

agarra cada día de verano y lo sacude

con suspicacia, por si asoman

cúmulos de nubes oscuras como uva;

pero cuando llegan las tormentas de agosto

y comienzan las lluvias, y la quebradiza escarcha

purifica el aire desierto de pájaros,

su preocupación veraniega desaparece.

Y yo, su hijo, aunque nacido en verano

y amante del verano, sin embargo

m siento más a gusto cuando caen las hojas;

los días de verano parecen demasiado a menudo

emblemas de una felicidad perfecta

que soy incapaz de afrontar: debo esperar

una estación menos osada, menos exuberante y despejada:

el otoño parece más apropiado.’

Philip Larkin -(1953) -(edición de Damià Alou)

 

 

(Imágenes – 1- Peter Max – 1990/ 2- William Merrit Chase- 1885-artnet)

NO SÉ QUÉ ES UN LIBRO

 

 

“No sé qué es un libro – contaba Marguerite Duras -. Nadie lo sabe. Pero cuando hay uno, lo sabemos. Y cuando no hay nada, lo sabemos como sabemos que existimos, no muertos todavía (…) Creo que lo que reprocho a los libros, en general, es eso : que no son libres. Se ve a través de la escritura: están fabricados, están organizados, reglamentados, diríase que conformes. Una función de revisión que el escritor desempeña con frecuencia consigo mismo. El escritor, entonces, se convierte en su propio policía. Entiendo, por tal, la búsqueda de la forma correcta, es decir, de la forma más habitual, la más clara y la más inofensiva. Sigue habiendo generaciones muertas que hacen libros pudibundos. Incluso jóvenes: libros “encantadores”, sin poso alguno, sin noche. Sin silencio. Dicho de otro modo: sin auténtico autor. Libros de un día, de entretenimiento, de viaje. Pero no libros que se incrusten en el pensamiento y que hablen del duelo profundo de toda vida, el lugar común de todo pensamiento.”

 

 

(Imágenes-1-Felix Vallotton/ 2- Jonathan Wolstenholme)