
«Variación» es un término musical – me explicaba aquella tarde de 1966 Gerardo Diego en su casa madrileña de la calle Covarrubias -. Hay siempre variaciones en literatura. En una conferencia que di en Santo Domingo – me decía – aludí a lo que es la «variación» en la historia del arte: en las novelas, en la poesía, pero también en la pintura, lo que se llaman réplicas. Hace tiempo escribí un poema sobre la canción e hice entonces unas «variaciones» que abordan el amor de la poesía hacia la música y el amor de la música hacia la poesía. «Variaciones» han hecho muchos poetas, incluso en traducciones; por ejemplo, Jorge Guillén, al traducir un poema de Jean Cassou.

Voy a leerle – me dijo entonces el poeta – esta «Invocación al soneto» que fue escrita por vez primera hace dieciocho años. Más tarde, hará ahora unos diez años, volví a escribir algunos de sus versos, o mejor dicho, realicé «variaciones» sobre algunos de ellos. Escúchelo usted»
Y Gerardo Diego, recogido en sí mismo, empezó a recitar:
«Vuelvo otra vez a tu regazo eterno.
Hijo pródigo fui que se destierra
de la heredada paz y busca guerra
por dulce hastío del hogar paterno.
Tú eras severo, sí, pero eras tierno.
En ti medida y luz y amor se encierra
para cantar la gloria de mi tierra
antes que nieve sobre mí el invierno.
Quiero cantar ahora, en este juicio
del año y de la vida, ahora que el fuego
sobre las peñas arde en sacrificio
y el de Asís olvidó su cordonazo
y el mar adula mitos de pasiego.
Quiero cantar, soneto, en tu regazo»
Diez años después – continuó – hice esta segunda versión, esta «variación»:
«Vuelvo otra vez a tu regazo eterno.
Hijo pródigo fui que se destierra
de la heredada paz y busca guerra
por dulce hastío del hogar paterno.
Tú eras severo, sí, pero eras tierno.
En ti medida y luz y amor se encierra
para cantar la gloria de mi tierra
antes que nieve sobre mí el invierno.
Cantar ahora, cuando llega octubre
del año y de la vida, ahora que roja
la hoguera en la montaña se descubre
Y la marina sueña, mansa, en Noja.
Y el caloyo. feliz, topa la ubre.
Mientras lenta en mi alma cae la hoja.»

Una tarde en que aprendí nuevos secretos de la poesía.
(Imágenes.- 1.-Rembrandt van Rijn- 1632/ 2.-una de las tres biblias de Gutenberg-foto Todd Eberle- 2007- the morgan library museum/ 3.-Jan van der Heyden- 1712)