«La Quinta Sinfonía» de Schubert – escribe en su «Diario» Julien Green – no puedo oirla sin un poco de melancolía porque me recuerda la juventud y, sobre todo, un momento de embriaguez que tuve bajo el pórtico del antiguo Trocadero cuando yo tenía menos de treinta años. No la noche, no, sino una mañana delante de la ciudad que yo veía extendida a mis pies en todo el resplandor de la luz de abril. Yo sentía mi fuerza, la alegría rebosándome el corazón, la inefable belleza de la vida, de ese don prodigioso cuyo valor solo apreciamos como un relámpago, la gracia de existir habiendo podido no ser, la promesa de felicidad que el cielo y la tierra nos presentan a esa edad. Todo eso lo vuelvo a encontrar en la música, pero ¡ay!, el viejo Trocadero ha desaparecido de manera innoble. Queda la música y queda el recuerdo».
(Música y literatura en la semana en la que se ha celebrado – 21 de junio – la Fiesta de la Música)
(Imagen:- Berthe Morisot.-vista de París desde el Trocadero.-1872.-Museum of Art Santa Bárbara, California)

Llevaba meses sin poder acceder a tu blog -o a los de otros amigos- como debe hacerse, con tranquilidad y la mente despejada para disfrutar de sus contenidos. Hoy ha sido un auténtico placer, José Julio, reencontrarme con tanta belleza en esta entrada donde convergen la música y la literatura.
Confío en ponerme al día pronto, leyendo las entradas anteriores. Pero, mientras tanto, recibe otra vez mi saludo más afectuoso y un fuerte abrazo.
Doctor Doña,
muy agradecido a tus palabras. Felicidades por los diversos blogs que llevas entre manos, todos ellos llenos de documentación y perfilados cuidadosamente, con temas siempre de gran interés.
Un abrazo.