AMAR, TRABAJAR, BUSCAR LA VERDAD

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«Todos los años, el mundo cambia radicalmente. Se transforma a un ritmo para el que no tenemos instrumento de medida adecuado. Es pavoroso. Y cada uno de nosotros tiene que enfrentarse – solo – a esa enorme complejidad… Hemos de pensar, pues, para vivir. Es un problema de urgencia inaplazable. Las soluciones no dependen sólo del exterior. Muchas dependen de nosotros mismos. Se les ha aplicado un nombre: necesidades neuróticas, exigencias del alma y también necesidades realmente humanas, tales como la de ser libre, de amar, de trabajar, de buscar la verdad, de dar un sentido al mundo. Luchamos por encontrar un orden y un equlibrio».

Saul Bellow

(Imagen: foto:Ruth Fremson.-The New York Times)

¿Y USTED?

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«Querido Presidente,

El amor y la poesía

Salen ganando – siempre:

La guerra es siempre

Una importante y gran pérdida.

Yo soy poeta y

Amo y gano  –

¿Y usted?»

Philip Whalen ( Vietnam Blues)

(Debajo puede poner cada uno  Irak Blues

                                                 Economía Blues

                                                 Recesión Blues

Cada uno debe poner – ante esta pregunta al Presidente – lo que le preocupe y lo que desee)

(Imagen: Foto: Rainer Jensen.-European Pressphoto Agency.-The New York Times)

DEJARSE VER

El 30 de julio pasado escribí aquí un texto titulado «¿Nos está reprogramando la Red?» en el que hacía referencia a un artículo de Nicholas Carr sobre Internet. Ahora leo estas frases suyas sobre la lectura que me hacen reflexionar. «No pienso del modo que solía hacerlo antes –confiesa -. Esto me resulta más evidente cuando leo. Sumergirme en un libro o en un largo artículo me resultaba generalmente fácil. Mi mente podía mantenerse poseída por la narración o por los giros del argumento y pasar horas recorriendo vastas extensiones de prosa. Pero éste ya no es el caso. Ahora mi concentración comienza a dispersarse después de dos o tres páginas. Me inquieto, busco el hilo,  comienzo a buscar cosas que hacer. Siento que mi cerebro va a la deriva, que tengo que arrastrarlo para que vuelva al texto. La lectura profunda que solía fluir con naturalidad se ha convertido en un combate».

¿Nos está, pues, reprogramando la Red? Y cuando se comenta otro libro, «El mundo a través de una pantalla» de Lee Siegel (Urano), ¿ es cierto lo que señala el comentarista, que «lo que le subleva a Siegel es la puerilidad de una cultura en la que se pretende que todo el monte es orégano, y en la que el derecho a pretenderlo se promueve como la conquista suprema? ¿ Es cierto que la cultura de la imagen ha despojado a la fama de su contenido ético y la ha vuelto estética, sinplemente: lo importante es «salir», dejarse ver?».

¿Para quienes escribimos en la pantalla lo único importante es «dejarse ver«?

(Imagen.-1981.-Foto: Lisakahane.-South Bronx.-Portrait of Rubble.-The New York Times)

ÚLTIMAS IMÁGENES ELECTORALES

«Hoy todo el mundo nos dice que necesitamos creer más intensamente, que nos hace falta una fe más firme, más profunda y más circunscrita. Fe en América y en lo que estamos haciendo. Esto puede ser verdad a largo plazo. Pero lo que necesitamos ahora y antes que nada es desengañarnos, desilusionarnos. Lo que más nos aflige no es lo que hemos hecho con América, sino lo que hemos sustituido de América. Padecemos, primordialmente, no a causa de nuestros vicios o de nuestras debilidades, sino de nuestras ilusiones. Nos embargan, no las realidades, sino aquellas imágenes que hemos colocado en lugar de las realidades».

Daniel Boorstin: «The Image» (Recogido en los «Apéndices» de Joe McGinniss, «Cómo se vende un presidente» (Península)

(Imagen:foto : Damon Winter.-The New York Times)

TRANSFORMACIÓN DE LA ACTRIZ RUBIA

«El día del estreno de «Los caballeros las prefieren rubias«, media docena de manos expertas se posaron sobre la Actriz Rubia como desplumadores de pollos sobre cadáveres de aves. Le lavaron el pelo y le hicieron la permanente y le tiñeron las raíces más oscuras con peróxido tan fuerte que tuvieron que encender un ventilador para evitar que la Actriz Rubia se asfixiara y entonces le enjuagaron de nuevo el pelo y le pusieron inmensos rulos de plástico rosas y un ruidoso secador sobre la cabeza como si fuera una máquina que debiera darle «electrochoques». Le echaron vapor en la cara y la garganta, después se las enfriaron y le aplicaron cremas. Le bañaron y untaron con aceite el cuerpo, le arrancaron el vello más feo, la empolvaron, la perfumaron, la pintaron y la pusieron a secar. Le pintaron las uñas de los dedos de los pies y las manos de un morado brillante a juego con su boca de neón. Whitey, el maquillador, llevaba más de una hora trabajando cuando vio, consternado, una sutil asimetría en las oscurecidas cejas de la Actriz Rubia, y se las quitó por completo y las rehizo. El lunar postizo fue recolocado una décima parte de milímetro más allá, después devuelto prudentemente a su posición original. Le pegaron párpados postizos».

Así va contando Joyce Carol Oates en una novela la agotadora preparación necesaria para que Norman Jean Baker se convirtiera en Marilyn Monroe.

En estos tiempos en que todo es apariencia – intensas horas para transformar candidatos políticos en posibles Presidentes – narrar las aventuras del maquillaje interior y exterior con una buena pluma siempre se agradece. McGinniss lo hizo magistralmente en «Cómo se vende un Presidente» (Península).

(Imagen: Marilyn Monroe en «The Misfits» (1961)