CARTA A UN DESCONOCIDO

«Observemos a un lector en la librería: toma un libro en sus manos, lo hojea – y, durante algunos instantes, está del todo ausente del mundo. Oye que alguien habla, y que sólo él lo siente. Acumula fragmentos casuales de frases. Cierra el libro, mira la portada. Después, con frecuencia, se detiene en la solapa, de la que espera una ayuda. En ese momento está abriendo – sin saberlo – un sobre: esas pocas líneas externas al texto del libro son, en efecto, una carta: una carta a un desconocido».

Así describe Roberto Calasso  («Cien cartas a un desconocido» (Anagrama) la solapa del libro que vamos a tener en las manos las próximas semanas, cuando llegue la llamada «rentrée«, la avalancha de portadas, lomos, líneas, autores que invadirán las librerías del mundo. El pequeño océano literario está algo revuelto. En estos días «Le Figaro Littéraire» publica algunos de los movimientos que sacuden a cada  manuscrito enviado a una editorial. De diez a quince manuscritos al día recibe Grasset y en el curso del año sólo publicará cinco. Quedan divididos en excelentes, raros y muy raros. La edición- se dice – es la escuela de la paciencia. Una vez decidido el que será editado ha de redactarse la solapa,  «una forma literaria humilde y difícil, que espera todavía  – dice Calasso – quien escriba su teoría y su historia. Para el editor ofrece con frecuencia la única ocasión de señalar explícitamente los motivos que lo han impulsado a escoger un libro determinado. Para el lector, es un texto que se lee con sospecha, temiendo ser víctima de una seducción fraudulenta. Sin embargo la solapa pertenece al libro, a su fisonomía, como el color y la imagen de la portada, como la tipografía con la que se ha impreso. Una cultura literaria se reconoce también por el aspecto de sus libros».

Luego el lector, que ya ha terminado de leer la solapa, cierra el libro.  Aún duda si esa carta va dirigida exactamente a él y si él es ese desconocido que está desorientado entre tantas lecturas. Después aún quedan ciertos gestos: manos que toman el volumen, pasos al parecer decididos.. Pero  le dejamos ahí, solamente le miramos desde lejos y de reojo. No sabemos qué hará.  Quizá haya un nuevo lector o quizá no. Tal vez aún quiere convencerse porque aún no está muy convencido…

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.