«Acordes al compás,
-Una música suena desde un mármol de orilla –
Los dos grupos de nadadoras
Desenvuelven figuras de salud,
Y como respondiendo al más
Sutil laúd
Posible sobrepasan – de un orden servidoras-
A la nunca sencilla
Naturaleza,
Ignorante del ritmo prodigioso
Donde empieza
-Cuna, taller y coso-
El ímpetu que asciende a esta belleza
Del movimiento exacto.
¡Regocijo del músculo obediente,
Qué gozo en el contacto,
Qué noble libertad por su corriente,
Piel todavía flor,
Carne que ya es amor.
Muchachas que son música en la mano
De nuestra primavera!
Las nadadoras, frente al sumo arcano,
Dirigen la armonía de la Esfera,
Maravillada por el cuerpo humano».
Jorge Guillén: «Nadadoras», en «Maremágnum» (1957)
(Imagen: foto Al Bello.-Getty Images.-The New York Times)

