VIAJES POR EL MUNDO (41) : UN TÉ INGLÉS

 

En casa de la señora Wyndham — recordaba Isadora Duncan —asistí por primera vez a un té inglés. Estas reuniones en torno a la chimenea tienen un encanto inimitable, con el té negro en las tazas, las rebanadas de pan con mantequilla, la niebla amarillenta al otro lado de las ventanas y la civilizada parsimonia de las voces inglesas.  Una atmósfera mágica de seguridad, de cultura, de bienestar impregna la casa inglesa. Fue igualmente en casa de los Wyndham donde pude observar por primera vez el singular comportamiento de los criados ingleses, que se mueven con una especie de aristocrática seguridad, no desprecian su condición ni tratan como en América de ascender en la escala social, sino que se sienten orgullosos de servir a las “grandes familias”, como hicieron sus padres y como harán sus hijos. Éste es uno de los elementos que infunden calma y seguridad a la vida.”

 

 

(Imágenes-: — 1–Raoul Dufy- 1919/ 2- Albert Goodwin)

VIAJES POR EL MUNDO (40) : LA HABANA

 

“Al anochecer — escribe la argentina Matilde Sánchez en “La canción de las ciudades” —la ciudad retrocedía a los tiempos de la colonia, lo que allí equivalía a finales del siglo XlX. Ensayos musicales detrás de las ventanas abiertas, prácticas de pianos desafinados, pero sobre todo el tambor, la densidad de los toques de santo, el devenir negro congo, el color que nombraba su origen, lo pintoresco que trajeron los barcos de esclavos, más oscuro aún y más remoto, extremo del ultramar que ya no se dejaba ver. Los sonidos se adherían unos a otros también como láminas componiendo la partitura de las horas del día, para ese pueblo que  había olvidado los relojes. Nadie llevaba reloj. Nadie hacía el menor caso de la hora.

Pero la canción de la ciudad tocaba sobre todo en la noche. Los muros transpiraban vida hogareña. Con las ventanas de par en par, abiertas a un horno más que al fresco, prevalecía el rumor humano que en cualquier ciudad es acallado por el tránsito, incluso en las ciudades tropicales, de ventanas abiertas como ésa. La intimidad poblaba la calle de conversaciones, el noticiero, la cena,  la despedida de los niños, el cierre de las alacenas, aunque estuvieran vacías, el goteo de las canillas en el silencio (…) De madrugada, apagados ya los pasos de los últimos abrazadores que volvían del malecón, cuando ella caminaba al hotel envuelta en esa seguridad contra la violencia privada que sólo ofrece la violencia pública, el rumor humano era reemplazado por otras señales de vida, el paseo de los animales domésticos que patrullaban veredas en busca de alimento, sólo que allí no había desperdicios sino rellenos de cocciones milagrosas, porque la basura guardaba el recetario de una cocina  de posguerra — ropavieja  hecha con ropa vieja… Su amigo Fontaliz había escrito aquel ensayo contra el realismo que resumía en una sola frase, una promesa imposible de cumplir, más que una invitación, una mentira : Una mesa servida en La Habana (…) “

 

 

(imágenes—-1-ciudadano en La Habana/ 2-Marc Guillaumat/ 3-foto Mary Hellman – The New york times)

VIAJES POR EL MUNDO (39) : RESIDENCIAS DE MOSCÚ

 

 

“La mansión está construida alrededor de un gran patio donde se recoge la basura y se almacena  la leña. — describía el poeta Batiushkov en el siglo XlX —; más atrás  hay un huerto con verduras, y en el frente un gran porche enrejado, como los que había en las casas de campo de nuestros abuelos. Al entrar en la casa, uno se encuentra con el portero jugando a las cartas, lo hace desde la mañana hasta la noche. Las estancias no están empapeladas; las paredes están cubiertas con grandes cuadros ; de un lado retratos de zares rusos, del otro una pintura de Judith sosteniendo la cabeza cortada de Holofernes en una bandeja de plata de gran tamaño; maravillosas creaciones hechas por algún sirviente doméstico. Vemos la mesa dispuesta con tazones de sopa de col, puré de guisantes dulces, setas horneadas y botellas de “kvas”. El anfitrión está vestido con un abrigo de piel de carnero; la anfitriona con una capa. En el lado derecho de la mesa está el sacerdote de la parroquia y el profesor de la parroquia; a la izquierda, una multitud de niños, el viejo hechicero, una madame  francesa y un preceptor alemán.”

 

 

 

(Imágenes—: 1— Arkhangelelskoye/2- niebla en un estanque de Moscú- Wikipedia)

VIAJES POR EL MUNDO (38): TETUÁN

“Han venido dos bereberes a traerme la piel de una pantera muerta hace muy poco — cuenta el escritor polaco Jean Potocki en su “Viaje a Marruecos” —. Venían de las montañas que están a tres jornadas de distancia. Habían sido veinte para realizar la cacería y habían rodeado la guarida del animal, quien se arrojaba de uno a otro y parecía más bien volar que correr. Consiguió matar a un joven bereber  y herir a varios otros.
Con este motivo he sabido que existen en los alrededores de Tetuán muchas hienas, con las que se han hecho muchos relatos. Entre otros, que su cerebro tiene la propiedad de privar de la razón a los que lo comen y por ello suele decirse de quien está atontado que “ ha comido hiena”.

Cuando digo bereberes me refiero a los montañeses, que viven en cabañas  y no en tiendas y hablan un dialecto árabe que es diferente del de los nómadas. Probablemente es a este pueblo al que hay que atribuir lo que los historiadores árabes dicen de la llegada de los bereberes y no a los schilloch tal y como yo creía hasta la fecha.”

 

(Imagen – — 1- boda en Marruecos – museo del Louvre)

VIAJES POR EL MUNDO (36) : LAS ANTILLAS

 

 

“En las Antillas — cuenta José Zorrilla en sus “Recuerdos del Tiempo Viejo” — se respira con su caliente atmósfera el ambiente de la pereza, y se engendran en el corazón y en el espíritu el amor al ocio y el prurito de los deleites. Las islas son  los oasis del desierto del mar: a ellas se llega harto y entumecido del encierro del barco y de la falta de ejercicio, y se goza  con ansia la luz, la anchura y la libertad. Aquellos oasis brindan a los que pasan por ellos todos los placeres de los climas cálidos y todos los que ofrece al europeo los diferentes frutos, los distintos manjares, las mezcladas razas que en ellas habitan. Éstos les ofrecen, sin reserva, todo a cambio del oro de que suponen  repletos los bolsillos de los que allí arriban; y a los que allí por vez primera ponen los pies, les arrastra la curiosidad a ver y a gozar aquel todo que aún les desconocido.

Allí vi y admiré por primera vez el plátano, razón vegetal y palpable de la innata holgazanería de aquellas razas. Abanicos sonoros y ondulantes de la selva, aquellos árboles parece que arrullan el brote y crecimiento del racimo de su fruto, como las criollas a sus hijuelos con el monótono y sentido ritmo de sus apasionados cantares; el racimo brota en la parte superior del tronco, cobijado a la sombra de su penacho; cada uno de sus granos viene envuelto en una sólida, estriada y luciente cubierta, que del sol, del polvo y del rocío le guarece mientras pueden dañar a su primera vegetación; luego esa corteza se abre, se desprende de él y sobre él poco a poco se arrolla, conforme del sol, del aire y del rocío va necesitando, hasta que de él se desprende seca, cuando ya por sí puede nutrirse del rampojo a que cada fruto viene asido; y según el inmenso racimo va madurando, el tronco se va doblando hasta depositarla suavemente en manos del hombre, que puede dormirse a su sombra, seguro que la bajada de la fruta le despertará viniéndosele a la boca y sin que  necesite tampoco cultivar el árbol, que por sí solo brota otro pie al lado del que se cae, y a quien abona, beneficia  y nutre su propio despojo, su tronco filamentoso y sus hojas.”

 

 

(Imágenes—1- Sir Kyffin Williams/ 2- Charles Woodbury)

VIAJES POR EL MUNDO (37) : TÁNGER


“En el “Gibel- Musa”, vapor inglés — cuenta Rubén Darío —, después de tres horas de mar, llego a tierra mahometana. Ya a bordo ha comenzado para mí lo pintoresco con el amontonamiento, sobre cubierta, de moros y judíos de distintos aspectos, blancos, morenos, de ropajes oscuros o de vestidos vistosos. Había ancianos de largas barbas blancas, semejantes a los Abrahames de las ilustraciones bíblicas, y mocetones robustos, hombres de faces serenas y meditativas, mercaderes con morrales y cajas. Había pipas humeantes de cazoleta diminuta. Cabezas con fez, con turbante, con capuchón.

Entro a la ciudad por una de las tres puertas juntas arábigas que hay en los muros blancos, entre una muchedumbre de albornoces, turbantes y babuchas, burritos cargados, cargadores que atropellan, mendigos que tienden la mano y dicen palabras guturales, amontonamiento de fardos, de cajas, de cargamentos de todas clases (…) Tras esta mezcla de árabes, de moros, de kabilas, de europeos, que constituyen la población accesible, existe el misterio y la poesía de la verdadera  vida de Oriente, tal como en los tiempos más remotos. El Marruecos contemporáneo es siempre el Imperio moro del siglo duodécimo, con su organización feudal, su lujo y sus artes exquisitas.

 

Salgo del hotel a dar mi primera vuelta por la ciudad, caballero en una mula mansa y vieja, en una silla morisca forrada de paño rojo. Me precede, en otra mula, el guía, un español que hace largos años reside aquí, y que conoce el idioma perfectamente. Me sigue, a pie, un mocito vivaracho. Ambos llevan látigos: el guía para los moros del pueblo, que no se apartan del camino, y el morito para mi mula. (…) Quiero conocer los alrededores. En los  declives del terreno, o sobre graciosas colinas, hay construcciones  donde moran extranjeros. Después es la campaña. Hay profusión de áloes y tunas, lo que en España llaman higos chumbos, y dátiles e higueras. Manchas de flores rojas y amarillas entre los repliegues del terreno, y gencianas y geranios. Todo lo ilumina una luz grata y cálida. No muy distante, advierto grupos de casas bajas, aldehuelas como sembradas en el seno de los valles, y de donde se eleva una columna de humo. Y sobre una altura, de pronto, la silueta de un jinete. Unos cuantos soldados entran montados en sus hermosos caballos y armados de las largas espingardas que se creerían tan solamente propias para las panoplias de adorno y las colecciones de museos y armerías. Son de las tropas que vienen del interior, en donde una nueva insurrección se ha levantado de manera tal, que desde hace algunos días son escasas las caravanas que entran en Tánger, y, por lo tanto, sufre el comercio.”

 

(Imágenes—1– Tánger- segobo/ 2-Tánger- eldiario/ 3-Tąnger— el desmarque)

VIAJES POR EL MUNDO (35) : VIETNAM

 


“En Vietnam — cuenta Claudio Magris en 2003 —hay un templo dedicado a la Literatura. A diferencia de la pagoda, el templo no tiene necesariamente una destinación religiosa; puede estar dedicado a instituciones, valores y tradiciones según un espíritu que es religioso en sentido lato, en cuanto veneración de la vida, de la historia, de memorias. Éste — una universidad construida en 1079 — está dedicado sobre todo a los eruditos y los literatos que han obtenido el doctorado desde 1942 hasta nuestros días. Numerosos estudios recuerdan los nombres de los candidatos y las notas sacadas por ellos. Raras veces he experimentado un sentimiento de respeto así de profundo por el estudio, la tradición, las oposiciones, los exámenes; también esto confluye para dar solidez a un país, capacidad de crecimiento y de resistencia. Quizá conocer mejor la gramática y la sintaxis, incluso la perifrástica  pasiva del latín, ayude a conocer a los hombres, a ser menos ingenuamente desapercibidos en el caos del mundo.”

(Imagen—Trinh Tuam- 2004- Raquelle azran- finde art-artnet)

VIAJES POR EL MUNDO (34) : LENINGRADO

 


‘La población se divierte en casi un centenar de cines y una docena de teatros de comedia, ópera y ballet — escribe Joseph Brodsky —; hay también dos enormes estadios de fútbol y la ciudad sostiene dos equipos profesionales de fútbol y uno de hockey sobre hielo. En general, los deportes cuentan con un importante apoyo oficial, y aquí se sabe que el más entusiasta de los forofos del hockey sobre hielo vive en el Kremlin. Sin embargo, en Leningrado, como en toda Rusia, el pasatiempo principal es «la botella». En lo que se refiere a consumo de alcohol, esta ciudad es ciertamente la ventana sobre Rusia, y a fe que está abierta de par en par. A las nueve de la mañana, es más frecuente ver un borracho que un taxi. En la sección de vinos de las tiendas de comestibles, siempre cabe encontrar un par de hombres con la misma expresión vacua pero inquisidora en sus caras: están buscando «un tercero» con el que compartir el precio y el contenido de una botella. El precio se comparte ante la cajera y el contenido… en el umbral más cercano. En la semioscuridad de esas entradas reina, en su más alta manifestación, el arte de dividir medio litro de vodka en tres partes iguales sin que sobre ni una gota. Allí se originan amistades extrañas e inesperadas, pero a veces imperecederas, así como los crímenes más sórdidos. Y aunque la propaganda condena el alcoholismo, verbalmente y en letra impresa, el estado continúa vendiendo vodka e incrementando los precios, porque «la botella» es la fuente de los mayores ingresos del estado: su costo es de cinco kopecks y se vende a la población por cinco rublos, lo que equivale a un beneficio del 9.900 por ciento.

Pero el hábito de la bebida no es una rareza entre los que viven junto al mar. Los rasgos más característicos de los leningradenses son: mala dentadura (debido a la falta de vitaminas durante el asedio), claridad en la pronunciación de las sibilantes, aptitud para reírse de sí mismos, y un cierto grado de altivez respecto al resto del país. Mentalmente, esta ciudad es todavía la capital, y es a Moscú lo que Florencia es a Roma o lo que Boston es a Washington. Como algunos de los personajes de Dostoievski, Leningrado siente orgullo y un placer casi sensual al verse «inidentificado», rechazado, y sin embargo sabe perfectamente que, para todo aquel cuya lengua materna sea el ruso, la ciudad es más real que cualquier otro lugar en el mundo donde se oiga este idioma.

Y es que existe el segundo Petersburgo, el que está hecho de versos y de prosa rusa. Esa prosa es leída y releída y los versos se aprenden de memoria, aunque sólo sea porque en las escuelas soviéticas se obliga a los niños a memorizarlos si quieren aprobar sus cursos. Y es esta memorización lo que asegura el status de la ciudad y su lugar en el futuro —mientras exista este lenguaje—, y transforma a los escolares soviéticos en el pueblo ruso.”

 

(Imágenes—1- asedio de Leningrado —encspeb/ 2- fundación Cartier Bresson)

VIAJES POR EL MUNDO (36) : LA INDIA

 

” Mi casa estaba situada a medio camino entre la ciudad y el mar, y para llegar a una o a otro se invertía un cuarto de hora. Decidí visitar la ciudad mientras Pascha preparaba el té — escribía el alemán Waldemar Bonsels en su “Viaje a la India” —. El ancho camino estaba casi desierto: sobre Cananore se extendía un humo azulado que subía de las palmeras;  como casi todas las ciudades y los pueblos de la fértil costa de Malabar, la población quedaba escondida por ellas. Tan grande era el silencio en torno nuestro, que se oía la rompiente de mar contra las rocas; la luz del sol era de una indecible y sedante  suavidad.

Un carro de bueyes se acercaba chirriando: sus ruedas giraban en la arena y un hindú iba acurrucado en la lanza, muy cerca de las colas de los bueyes, con la barbilla entre las flacas rodillas. Me hizo un tímido guiño sin atreverse a saludar; los enormes cuerpos de los bueyes se columpiaban plácidamente, con casi un metro de altura sobre los lomos deslumbradoramente blancos.

A ambos lados de la resquebrajada puerta de la ciudad se erguían dos palmeras: la una, algo  inclinada hacia la derecha, y la otra, hacia la izquierda. Al otro lado de la puerta vi la calle de los bazares, ya bastante animada, en la que unas atareadas siluetas vestidas de blanco circulaban entre las casas bajas, y los comerciantes preparaban sus puestos y colocaban sus mercancías. El guardián  de la puerta se levantó e hizo una profunda reverencia cubriéndose la cara con las manos. Al avanzar por la calle noté el silencio y la sorpresa que producía mi paso; sólo los brahmanes, con sus cordones grises sobre su pecho desnudo, pasaban junto a mi silenciosos y tiesos, sin saludarme ni volver la cara.”

 

(Imágenes—1-company school- India-lucknow-1820/ 2- india – gouache 1765- faizabad)

VIAJES POR EL MUNDO (35) : LA REPÚBLICA DE LOS ANIMALES

 


A veces hay que viajar a lugares imaginarios. Alberto Manguel, en su “Guía” de estos lugares,  cuenta que la República de los animales “se encuentra  en una vasta región que no figura en los mapas, poblada de especies muy diversas de animales y pájaros que se han liberado de la tiranía de los hombres.

El viajero descubrirá  que muchas  peculiaridades de esta isla han sido descritas por los poetas clásicos: los corderos se pasean con los lobos, los halcones vuelan al lado de las palomas, los cisnes establecen relaciones sociales con las serpientes y los peces nadan en compañía de castores y nutrias.

La república está gobernada  por el fénix — ave muy especial — y sus embajadores  los monos. Los tigres y los leones son soldados, los gansos y los perros, centinelas, los loros, intérpretes, las cigüeñas, médicos, y el unicornio (animal solitario)  es el toxicólogo jefe y se ocupa de hallar los antídotos de todos los venenos.

Hay dos religiones  principales: el culto al Sol, en el que creen casi todos los animales, y el de la Luna, una secta cada vez más importante, promovida por los elefantes.

El viajero de visita en la isla podrá admirar el palacio del ave fénix  y asistir a los magníficos espectáculos que allí se ofrecen, como el “Desfile de los Colores”, en el que participan todas las aves del Paraíso.

La rebelión liderada por serpientes y basiliscos  fue sofocada, con lo que la República de los Animales recuperó la paz.”

 

(Imágenes—1-Foto Manish Swarup/ 2- Sarah Esteje/ 3- Midnightmartinis)

VIAJES POR EL MUNDO (34 ) : NAVEGANDO POR El VOLGA


“El vapor del Volga que va de Nizhni Nóvgorod a Astracán, blanco y festivo como un domingo, está anclado en el puerto —escribe el austriaco  Joseph Roth en una de sus crónicas en 1926 —. Un hombre agita una campanilla asombrosamente ruidosa. Los estibadores, que sólo llevan pantalones y una correa de cuero, como luchadores, van de un lado a otro del muelle de madera. Son las diez de una mañana clara. Sopla un viento ligero. Parece como si un nuevo circo acabara de acampar a las afueras de la ciudad.

(…) La cuarta clase se encuentra muy abajo. Sus pasajeros arrastran bultos pesados, cestos baratos, instrumentos musicales y aperos de labranza. Todos los pueblos que viven junto al Volga y más allá, en la estepa y el Cáucaso, están aquí representados : chuvasios, chuvanos, gitanos, judíos, alemanes, polacos, rusos, cosacos, kirguises. Hay católicos, ortodoxos, mahometanos, lamaístas, paganos, protestantes, ancianos, padres, madres, jóvenes y niños. Aquí hay campesinos modestos, artesanos pobres, músicos y vendedores ambulantes, piratas tuertos, limpiabotas imberbes y niños sin hogar — los que viven del aire y la desgracia —. Todos duermen en literas de madera. Comen calabaza, despiojan a sus hijos o les dan el pecho, lavan pañales, preparan té y tocan la balalaica y la armónica.

 

Durante el día ese estrecho espacio es vergonzosamente ruidoso e indigno. De noche, sin embargo, infunde algo parecido al respeto: así de sagrada luce la pobreza al dormir. Todos los rostros expresan el auténtico patetismo de la ingenuidad, todos son como puertas abiertas a través de las que pueden verse almas inmaculadas y claras. Manos confusas tratan de ahuyentar las molestas luces de las lámparas como si de moscas se tratara. Los hombres hunden los rostros en los cabellos de sus mujeres, los campesinos se aferran a sus mayales y los niños a sus muñecos miserables. Las lámparas se mueven al ritmo constante del motor de vapor. Muchachas de mejillas sonrosadas con la boca entreabierta dejan ver sus dientes blancos y sanos. Una gran paz reina sobre el pobre mundo y — al menos mientras duerme — la humanidad parece completamente pacífica.”

 

 

(Imágenes— 1- Stefan Zweig y Joseph Roth- 1936/ 2- Kane Gledhill/ 3- Dora Carrington)

VIAJES POR EL MUNDO (32) : EN LA CITY DE LONDRES

 

 

“Quién me mandó ir a Londres en auto? ¿Dónde comienza la ciudad? — cuenta Saúl Yurkievich en suRimbomba” —. Supongo que en medio de la maraña de calles, y que por alguno de estos vericuetos llegaré. Una flecha señala la City: la sigo zigzagueando entre paredones y fábricas, entre fachadas oprimentes. Inacabable dédalo. Circulo por la izquierda, concienzudamente trato de reprimir mis reflejos que me empujan por la derecha. Busco nombres conocidos; tomo una avenida que desemboca en una inmensa rotonda y veo un cartel que indica Westminster Bridge; es un poco tarde para doblar, pero lo intento, intercepto el paso a conductores impasibles y a camioneros que me insultan y me lanzo en dirección al puente. Por la derecha, por supuesto. Choco de frente con un sólido auto británico; siento la estruendosa sacudida; me bajo atontado, desubicado.”

(Imagen – Londres- 1951 -foto Robert Frank)

VIAJES POR EL MUNDO ( 31 ) : PLAZA DE ESPAÑA, ROMA

 

 

“La plaza de España, con sus escaleras, empurpuradas de azaleas y coronadas por el campanario doble de la Trinidad de los Montes —escribe Julien Gracq —, representa para un parisino un esbozo reducido tanto de las escaleras de Montmartre como de los callejeros de la plaza del Tertre ( las pinturas de la Vía Margutta no están lejos); pero un boceto que a la vez vendría a salpicarse a la vez un poco de la escarcha matinal, olorosa,  del Mercado de las Flores.(…) Como los enramados abandonados del Capitolio, como la superpoblada plaza Navona, es uno de los lugares de la ciudad por los que gusta pasar, donde gusta quedarse. Pero tampoco en ningún otro lugar se capta mejor que la seducción de esta gran ciudad guarda un carácter de modestia y timidez provincial casi patético: el de una ciudad enclenque que fue sobreviviendo como pudo durante mil quinientos años entre los escombros y los recuerdos de una megalópolis más grande que ella y donde en ningún lugar se percibe ese brote orgulloso en el florecimiento y la afirmación de sí misma que es el propio de una ciudad como Nueva York, por completo hija de sus obras. La plaza de España, que sobre sus escalones expone como en un espaldar a los “hippies” de todos los países de Europa, es un lugar de descanso para la fatiga soleada de vivir, un decorado para la florista, para una gentil aventura sentimental sobre el que la Trinidad de los Montes hará llover desde lo alto la religiosidad tranquilizadora, el toque de queda  de sus ángeles avejentados. Aquí más que en otros lugares, me ha parecido respirar más de una vez una humildad inesperada y sonriente que es como la nota original de Roma.”

 

 

 

(Imágenes—1 y 2- plaza de España)-

VIAJES POR EL MUNDO (30) : SHANGHÁI

 

 

“…El canto de los pájaros y los grillos criados en sus jaulas, los mercados y la comida callejera, con sus aromas y colores que cambian de pronto según la estación – describe el fotógrafo Howard French al recorrer Shanghái -, la eterna ropa tendida en largas pértigas de bambú, los chirridos de los frenos de las bicicletas, el vigoroso gargajeo, los que haraganean en pijama en tumbonas, el aspecto mismo de las personas, curtido por un siglo de cambios inmensos y a menudo brutales, como el anciano con el traje Mao descolorido a quien he visto esta tarde en una esquina, igual que una aparición perdida entre él aluvión de lo nuevo.

Eso es Shanghái.”

(Imágenes -Shanghái- eldiarioes)

VIAJES POR EL MUNDO (29) : EL GANGES

 

 

“No hay nada tan impresionante —escribe Somerset Maugham —como navegar por el Ganges por la tarde, poco antes de la puesta del sol. Produce una viva emoción ver la ciudad con los dos minaretes de su mezquita destacándose sobre el cielo pálido. Una maravillosa sensación de paz cae sobre el alma. Reina un gran silencio.

Luego, por la mañana, antes de que salga el sol, se deambula por la ciudad de Benarés, las tiendas están todavía cerradas y los hombres, envueltos en mantas, duermen sobre el suelo; un grupo de gente se dirige hacia el río, llevando grandes peroles de cobre para buscar el agua sagrada de sus prescritos baños. Se toma una casa flotante tripulada por tres hombres y se sigue río abajo. Hace frío por la mañana. Los “ghats” están sumamente poblados. Uno de ellos, no sé por qué, está atestado de gente.  El tramo de las escaleras y la orilla del agua forman un espectáculo extraordinario. Los bañistas toman de diferentes maneras su baño ritual. Para algunos muchachos es una diversión; se zambullen de cabeza, salen y vuelven a zambullirse. Para otros es una ceremonia que debe realizarse lo más rápidamente posible, y se les ve efectuar los ademanes de ritual precipitadamente y mascullar sus plegarias. Otros lo toman solemnemente. Se inclinan ante el sol naciente con los brazos en alto y recitan sus plegarias con fervor. Después, terminando el baño, un poco de conversación con los amigos y es de suponer que las ocupaciones cotidianas dan lugar a alguna noticia importante o chismorreo. Otros se sientan con las piernas cruzadas en meditación. La inmovilidad que guardan algunos de ellos es impresionante; parece que en aquella escalera estén sentados en el templo de la soledad. Vi un hombre cuyo rostro estaba pintado con grandes círculos de ceniza blanca alrededor de sus ojos, una mancha en la frente y dos en las mejillas, de manera que daba la impresión de llevar una máscara. Muchos de los bañistas, una vez tomado su baño, pulían y rascaban los grandes peroles de cobre con los cuales se llevarían a sus casas el agua purificadora.

 


Es un espectáculo conmovedor y maravillosamente impresionante; el ruido, la animación, ese constante ir y venir dan una sensación de activa vitalidad; y las figuras inmóviles de los hombres en contemplación parecen, por contraste, más silenciosas, más inmóviles, más alejadas de toda relación humana.

El sol se levanta aún más en el cielo y la luz grisácea que antes bañaba la escena se vuelve dorada, y el color la viste de un resplandor multicolor.”

 

 

(Imágenes —1- Benarés y el Ganges/ 2- el Ganges al atardecer/ 3- río Ganges)

VIAJES POR EL MUNDO (28) : LLUVIAS EN LA INDIA

 

 

“Según el calendario hindú — escribía Tagore—, cada año está gobernado por un planeta especial. Asimismo he encontrado que, en cada período de la vida, una estación asume una importancia particular. Cuando miro atrás a mi infancia recuerdo, mejor que nada, los días lluviosos. La lluvia inundada por el viento ha inundado el suelo de la galería. La fila de puertas que dan a los cuartos está toda cerrada. Peari, la fregona vieja, viene del mercado, con su cesto repleto de verduras, metiéndose hasta los tobillos en el lodazal, y calada de lluvia. Yo estoy en la escuela; se ha levantado nube sobre nube durante la tarde, y ahora están amontonadas tapando el cielo, y, mientras miramos, la lluvia cae en torrentes juntos y espesos; el trueno, a intervalos, va rodando ruidoso y largo; alguna mujer loca con uñas de relámpago parece estar rasgando el cielo de extremo a extremo; las paredes de estera se estremecen bajo las ráfagas de viento como si fuéramos a hundirnos hacia adentro; apenas podemos ver para leer, de lo oscuro que está.

 

 

El pat pat de la lluvia que se abre paso por los bosques de mi sueño, crea dentro un descanso alegre más profundo que los sueños más profundos. Y en los intervalos en que estoy despierto rezo para que a la mañana vea continuar la lluvia, nuestra calleja bajo el agua, y la plataforma de la alberca sumergida hasta la última grada.

La gran diferencia que veo entre la estación de lluvias de mi infancia y el otoño de mi juventud es que en la primera es la Naturaleza exterior la que me rodeó muy de cerca, teniéndome entretenido con su numerosa comitiva, su variado disfraz, su mezcolanza de música; mientras que la fiesta que se verifica en la reluciente luz del otoño está en el mismo hombre. El juego de nubes y sol queda en el fondo, mientras que los murmullos de alegría y de pena ocupan el entendimiento.”

 

 

 

(Imágenes —1-Lewis Noble/ 2- Ivan Shishkin- 1891/ 3-Laura Mcphee)