«Yo soy el sereno de la calle de Flandre,
yo vigilo mientras duerme París.
Hacia el norte un incendio lejano enrojece la noche.
Oigo pasar los aviones por encima de la ciudad.

Yo soy el sereno del Point du Jour.
El Sena se desliza en la sombra, tras el viaducto de Auteuil,
bajo veintitrés puentes, a través de París.
Hacia el oeste oigo explosiones.

Yo soy el sereno de la Poterne des Peupliers.
El viento del sur me trae un humo amargo,
unos rumores inciertos y unos estertores
que se disuelven en alguna parte, en Plaisance o Vaugirard.

Yo soy el sereno del Pont-au-Change
vigilando esta noche no solamente en París,
esta noche de tempestad solamente sobre París en su fiebre y su cansancio,
sino sobre el mundo entero que nos rodea y acucia.
En el frío aire todos los ruidos de la guerra
caminan hasta el lugar donde desde hace tanto tiempo viven los hombres.
Yo soy el sereno del Pont-au-Change,
y, en el umbral del día prometido, yo os saludo
a vosotros, todos los camaradas de la calle de Flandre, de la Poterne des Peupliers,
del Point du Jour a la Porte Dorée.

En la Porte Dorée, en el Point du Jour,
en la calle de Flandre y en la Poterne des Peupliers,
a través de toda Francia, en las ciudades y en los campos,
mis camaradas acechan los pasos en la noche
y mecen su soledad con los ruidos y los rumores de la tierra.

En el umbral de la próxima mañana os damos los buenos días,
a los que estáis cerca y también
a los que recibiréis nuestra felicitación matinal
en el momento en que el crepúsculo dorado entra en vuestra casa.
¡Y buenos días, a pesar de todo, buenos días para mañana!
¡Buenos dias con todo nuestro corazón y con toda nuestra esperanza!
Buenos días, buenos días, el sol va a salir sobre París,
incluso si las nubes lo esconden, saldrá,
¡buenos días, buenos días, de todo corazón, buenos días!».
Robert Desnos: «El sereno del Pont-au-change»
De Eugène Atget he hablado en alguna ocasión en Mi Siglo. Del paso del tiempo por sus fotografías. El paso del tiempo resonaba hace ya muchos años en las botas invasoras que marcaban el paso por la calles de París. Robert Desnos las cantaba y las contaba desde los poemas y desde las esquinas. Los ojos de Atget contaban y cantaban a su vez la calma, ese paso del tiempo en botas silenciosas sobre la piel de la ciudad. Ahora en Madrid una exposición de Atget nos acerca una vez más al permanente milagro de la imagen. El tiempo al pasar nos deja la fotografía.
(Imágenes:-1.-rue de Nonmains con la rue de L`Hotel de Ville.-1889.-elpais.com/ 2.-rue des Fosses Saint Jacques.-wikimedia/ 3.-rue du Seine.-wikimedia/ 4.-rue Moffeta.-wikimedia/ 5.-rue des Pretes Saint Sèverin.-wikimedia/ 6.-place de Saint Sulpice.-wikipedia/ 7.-rue Amelot.-wikimedia/ 9.-Eùgene Atget en 1927.-elpais. com)