
Traducir ,no traicionar, divulgar, compartir, enseñar, mostrar secretos ocultos al universo, es lo que ha ido haciendo Octavio Paz en sus “Versiones y diversiones”
Decía en 1973:
He dedicado algunos ensayos a la teoría de la traducción poética y muchos años a su práctica1. Trabajo disperso pero continuo: poco a poco, sin que me diera cuenta, las traducciones hechas al correr de los años se acumularon hasta formar un libro. ¿Este volumen representa mis ideas y mis gustos? Sí y no. Versiones y diversiones, como su nombre lo dice, no es un libro sistemático ni se propone mostrar o enseñar nada. Es el resultado de la pasión y de la casualidad. Por pasión traduje a Pessoa y a Michaux; por casualidad a algunos poetas suecos: Pierre Zekeli me pidió que colaborase con él y yo acepté por amistad y cu riosidad. No me arrepiento: fue la revelación de cuatro islas poéticas. (Ahora, años después, los ingleses las des cubren y Auden traduce a Ekelof.) Un amigo, al leer mis versiones de unos cuantos poemas de Williams, me im pulsó a traducir otros más para hacer un pequeño libro. Cedí -aunque yo hubiera preferido traducir a Wallace Stevens. Otros proyectos abandonados: traducir a Yeats y, entre los románticos, a Holderlin y a Wordsworth. Pero el gran ausente de este libro es Dante, tal vez el mayor poeta de Occidente.

Viví más de seis años en la India y estoy en relación con algunos especialistas en sánscrito y en pali: ¿por qué
intenté traducir con su ayuda algún texto kavya? Hice dos o tres pruebas pero desistí: la tradición kavya está tan lejos de nosotros como el arte helenístico*. Me inte resan más los poetas en lenguas vernáculas -Kabir, Tuka- ram, Chandidas, Vidyapati- y, sobre todo, los textos enigmáticos de poetas como Sáraha y Kanha. En la se gunda vuelta de mi vida, si hay segunda vuelta, quizá me anime a traducir algo de ellos. Y ya que hablo de poesía oriental: algunas versiones del japonés -las que aparecen en el diario de viaje de Basho: Oku no Hosomichi (Bar celona, Barrai Editores, 1970)- fueron hechas con la cola boración de Eikichi Hayashiya; para las otras, que son la mayoría, me serví de transcripciones fonéticas y de las versiones de Arthur Waley, Donald Keene, René Sieffert, G. Renondeau, Kasuya Sakai, Geoffrey Bownas y An thony Thwaite, Harold G. Henderson, Earl Miner, Jac ques Roubaud… En el caso de las traducciones de poe sía china utilicé traducciones interlineares, transcripcio nes fonéticas y, claro, las traducciones de Arthur Waley, Paul Demiéville, G. Margouliés, C. H. Kwoc y Vincent
McHugh, Claude Roy, Kenneth Rexroth, Witter Bynner, Ciril Birch, Robert Payne, David Hawkes, etcétera. Me fue particularmente útil The Art of Chinese Poetry de J. Y. Liu. Debo decir lo mismo del libro que ha dedicado Burton Watson a Su Tung-p’o y, por lo que toca a Wang Wei, del ejemplo y los consejos de mi amigo el poeta y crítico Wai-lim Yip. El lector que quiera tener una idea del método empleado puede confrontar mis versiones con las transcripciones fonéticas, seguidas de traducciones li neares, hechas por Wai-lim Yip (Délos, 1969, sistema Wade) y el libro de David Hawkes: A Little Primer of TFu, Oxford, 1967 (sistema pin-yin). La sección dedicada a los poetas chinos contiene algunos textos curiosos, tales como una anticipación taoísta de Rousseau (Yüan Chieh, siglo vin), una advertencia de un alma en pena y el pri mer testimonio (es del siglo xiv y su autor fue un bonzo budista) del encuentro entre rusos y chinos.
Pasión y casualidad pero también trabajo de carpin tería, albañilería, relojería, jardinería, electricidad, plo mería -en una palabra: industria verbal. La traducción poética exige el empleo de recursos análogos a los de la creación, sólo que en dirección distinta. Por eso pido que este libro no sea leído ni juzgado como un trabajo de in vestigación o de información literaria. También por eso no he incluido los textos originales»‘: a partir de poemas en otras lenguas quise hacer poemas en la mía.’
Grandes traductores, como entre nosotros Miguel Saenz, especialista en Sebald y Bernhard
José Julio Perlado

Imágenes- 1-Octavio Paz / 2- Monumento. al traductor/3- Migue l Sáenz,
La importancia de la traducción en el sentido más amplio no puede enfatizarse lo suficiente, para la transmisión del conocimiento y para lo que Ud. quiera. Otra cosa, muy distinta es que económicamente haya tenido y tenga el reconocimiento debido, pero Ud. y yo, don José Julio, estaremos de acuerdo en eso. Ese reconocimiento va a más, y me alegro de ello. Por ese motivo, es un honor muy merecido que don Miguel Sáenz esté en la R.A.E.
Muy interesantes reflexiones
Saludos