JUAN RAMÓN EN LA COCINA

 

 

Cuenta Ernestina de Champourcin en «La ardilla y la rosa. Juan Ramón en mi memoria» (Los libros de Fausto) que estando una mañana en la casa que Zenobia y Juan Ramón ocupaban en Washington y a la que ese día había sido invitada a almorzar, Ernestina se sentó con Juan Ramón en el porche en espera de que Zenobia llegase. «Y entonces – escribe Ernestina -, sorprendentemente, el poeta se puso de pie y me dijo :

– Voy a ir preparando el almuerzo, Ernestina. ¿Cómo prefiere usted los huevos, en tortilla o revueltos?

Como es de suponer, me quedé de piedra, y contesté rápidamente :

– Revueltos, Juan Ramón; pero voy a ayudarle, porque este espectáculo no me lo pierdo.

CY le seguí a la cocina, donde, poniéndose un trapo limpio a modo de delantal, empezó a cascar huevos y a partir jamón. El autor de «Platero» haciendo de marido americano es algo que no he podido olvidar nunca. La llegada de Zenobia interrumpió la escena, y de la cocina volvimos a la literatura y a las amistades. Después, en el jardín, hablamos de las ardillas que a él acudían, y de una muy especial que venía todas las tardes a comer en la mano de Juan Ramón. También abundaban los pájaros, y recordé que por ahí andaba la leyenda de que Juan Ramón se empeñó en dejar una casa en Florida porque decía que el canto de los pájaros no le permitía escribir».

Se evoca todo esto para anotar la aparición ahora de un libro, «La cocina de Zenobia» (Niebla), que presenta 158 recetas que la mujer de Juan Ramón compuso para que el poeta en las comidas sufriera menos del estómago.

 

 

Incidencias sorprendentes de la vida ordinaria que Ernestina de Champourcin comenta en su delicioso libro. Como, en otro orden de cosas,  ella añade : » precisamente en esos días todas las librerías de Washington exhibían como gran novedad » La montaña de los siete círculos«, del fraile trapense Thomas Merton, autor de unos extraordinarios libros de espiritualidad con el doble atractivo de su fondo místico muy elevado y un lenguaje moderno al alcance de todos. Compré el libro y su lectura completó la solución de una crisis íntima que yo traía desde México. Esto ayudó también a la escritura de mi libro de poemas ‘Presencia a oscuras», escrito casi todo él en Washington y publicado en Madrid ( «Presencia a oscuras»Adonais, 1952)», ahora reeditado.

 

 

(Imágenes-1-Ernestina de Champourcin- huella de mujeres geniales/2 -Juan Ramón / 3 Thomas Merton- 80 grados)

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