VIAjES POR ESPAÑA (9) : CAMBADOS AL ATARDECER

mar-edde-atardecer-Edward Potthast

 

Cambados a la hora del atardecer tiene un sol rojo, tan rojo como el lomo de un faisán, tan variado como él cuando ese rojo sol se desangra y por todo su cuerpo se derraman manchas rosadas, brochazos de luz que alguien ha extendido sobre el cuerpo redondo con enorme fuerza. Estaban hoy las nubes grises, blancas, lejanas, cortándole la cintura al sol, rasgando la rueda que descendía. Había grises en el cielo, en el muelle, manchas de gris en tapias y tejados alargados hacia el mar. Había grises y blancos en vientres y alas de gaviotas ondulándose en el aire, atentas al vaivén del mar, al secreto de los peces invisibles. Había alguna primera luz encendida, alguna bombilla aportaba su luminosidad extraña a aquella hora. Todo el conjunto de este rojo sol, esta gama de blancos, azules y grises, el recorte de tierra y el gran campo del cielo cruzado por los gritos de las gaviotas, me lleva siempre a la misma pregunta: ¿todo esto para qué? ¿Qué utilidad tiene esta riqueza de colores en el rostro impresionante del mar, esta puesta de sol presentada despacio, a la hora en punto, reuniendo todos los contrastes?

Obsesionados por la utilidad, tardamos en descubrír el misterio de la simple belleza. El borde blanco del paseo de Cambados recibe ahora toda esa belleza y unos hombres pasean insensibles ante ella, otros la contemplan, otros  dan gracias.

José Julio Perlado

 

paisajes-yubbd-atardecer- John Aavitsland

 

(Imágenes.-1.-Edward Potthast/ 2.- John Aavitsland)

 

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.