«Yendo Dante a sus asuntos por Porta San Pietro – cuenta Franco Sacchetti -, ve – y aún peor, oye – a un herrero que mientras batía el hierro en el yunque, cantaba a Dante como se canta un cantar, y desbarataba sus versos, cortando aquí y pegando allá; pareció a Dante que se le hacía así gran ofensa. Sin decir nada, se acerca a la fragua del herrero, donde éste tenía los hierros para su mester; agarra Dante el martillo y lo tira a la calle, agarra las tenazas y las tira a la calle, agarra unas pesas y las tira a la calle, y así fue tirando muchas herramientas. El herrero, revolviéndose furioso, le dice:
– ¿Qué diablos hacéis? ¿ Os habéis vuelto loco?
Dice Dante:
– ¿Y tú qué haces?
– Yo hago mi mester – dice el herrero – y vos me estropeáis las herramientas, tirándolas a la calle.
– Si no quieres que estropee tus cosas, no estropees tú las mías.
Dijo el herrero:
– ¿Qué os estropeo yo?
Dijo Dante:
– Tú cantas el libro y no lo dices como yo lo hice; yo no tengo otro oficio y tú me lo estropeas.
El herrero soberbio, no sabiendo qué responder, recoge sus cosas y vuelve a su trabajo; y cuando quiso cantar, cantó de Tristán y Lanzarote y dejó en paz a Dante.»
Evoca esto Umberto Eco en su prólogo a «Mi Dante», de Roberto Benigni (Confluencias), en donde el actor y director italiano ofrece su personal «Lectura de la Divina Comedia» desplegando todas sus habilidades interpretativas que le han llevado a reunir multitudes como, por ejemplo, en la plaza Santa Croce de Florencia, donde su espectáculo TuttoDante congregó en 2007 a más de setenta mil espectadores para escuchar – en la voz y con los gestos de Benigni – trece cantos de Dante, uno por noche, como una única gran narración.
Benigni recita a Dante – recuerda Eco – con acento toscano, es decir, hace exactamente lo que hacían los contemporáneos de Dante y que Dante quería que hiciesen, si lo hubieran hecho de manera correcta.
Dante, hacia 1316, en una famosa carta al representante imperial Can Grande della Scala, argumentaba – y así lo recoge Alberto Manguel en «Una historia de la lectura» -que un texto tiene al menos dos lecturas «porque sacamos un significado de la letra, y otro de lo que la letra significa: al primero se le llama literal, y al otro, en cambio, alegórico.» Y Dante añade a continuación que el sentido alegórico comprende otras tres lecturas. Y todas esas variedades de lecturas, agrega Manguel, son posibles. Como es posible que esas lecturas se expandan en el aire, la voz las impulse en el espacio y del espacio y a través de la emoción y como si las palabras resonaran, convoquen aplausos de oyentes-espectadores.
Es la divulgación del genio ante las muchedumbres. Así, como señala Harold Bloom hablando de quienes han canonizado a Dante – Chaucer, Shelley, Yeats, Pound, Eliot, Borges y tantos más -, el íntimo sentido de la poesía inundará las calles, y muchos escucharán:
«Tan pronto como hirió a la vista mía
la alta virtud que ya me había herido
cuando estaba en mi infancia todavía,
los ojos a la izquierda he dirigido,
cual niño que a su madre corre y clama
si tiene miedo o hállase afligido,
por decir a Virgilio: «Ante esta dama,
cada dracma de sangre me ha temblado:
conozco el fuego de la antigua llama»;
pero Virgilio habíanos privado
de sí mismo, Virgilio, el padre amante,
Virgilio, a quien me había yo entregado;
todo cuanto perdió no fue bastante
la antigua madre, porque no mojada
fuera mi seca faz, ya sollozante.»
(Imágenes: 1.- Giovanni di Paolo.-Dante Alighieri/2.-Dante en el exilio.-wikipedia/ 3.-Bronzino.-cabeza de Dante.-1532/4.- Henry Holiday.-«Dante y Beatriz».- el encuentro entre Dante y Beatriz en el puente de Santa Trinidad.-wikipedia)




Magnífico el cuadro de Henry Holyday. Interesado en saber también los tres modos alegóricos en la interpretación de la lectura que comentas de Dante.
Gracias y saludos,
Javier dG,
gracias por tus palabras.
Con mucho gusto te contesto sobre las otras tres lecturas del sentido alegórico de las que habla Dante:
«Poniendo como ejemplo el versículo bíblico «Cuando Israel salió de Egipto y la Casa de Jacob de entre gente extraña, Judá fue su santuario e Israel su dominio», Dante explica: «Porque si nos fijamos «sólo en la letra», lo que tenemos delante es el éxodo de Egipto de los hijos de Israel en los días de Moisés; si en la «alegoría», se trata de nuestra redención lograda por Jesucristo; si en el «sentido analógico», estamos ante la conversión del alma desde el dolor y la tristeza del pecado al estado de gracia; si en el «anagógico», nos hallamos ante el paso del alma bienaventurada de la esclavitud de esta corrupción a la libertad de la gloria eterna. Y aunque esos significados místicos reciben distintos nombres, se los puede llamar a todos en » general alegóricos», puesto que difieren del sentido literal y del histórico.» ( Dante: «Le opere di Dante. Testo critico della Società Dantesca Italiana.-ed M. Barbi (Milán, 1921-1922))
De nuevo gracias por el comentario.
Saludos.
¡Sin palabras Profesor!, oír a Benigni recitar a Dante en esa plaza, es impresionante, ¡que grandes!, ¡gracias por mostrárnoslo!
Avelina,
¡gracias! Realmente escuchar a Dante es una maravilla de divulgación humanística, un regalo inesperado de los clásicos.
Un saludo cordial a tan fiel lectora.