«Te escribo a media noche, lumbre mía;
y pues vivir no puedo sin cautela,
oye dos cosas que el amor piadoso
para nuestro remedio nos revela.
Yo voy fingiendo, mi querido esposo,
que estoy descolorida y opilada,
para engañar a un padre tan celoso
y una tía tan mal intencionada.
Busca un médico amigo que me vea
y avísale de todo, si te agrada.
Éste dirá que sólo quien pasea
con el acero aqueste mes de mayo,
sana de aqueste mal…
Saldré con este achaque las mañanas
tal vez a Atocha, al Prado y tal al Soto..».
(evocación cuando acaban de encontrar un nuevo texto autógrafo de Góngora hasta ahora desconocido)
(Imagen: Pietro Rotari.-joven escribiendo una carta -1755.-flickr com)

Góngora interesa poco al gran público, o quizá eso parace. Me ha llamado la atención la sencillez de este poema.
Muchas gracias señor Perlado.
Saludos
Manuel
Manuel,
Muchas gracias por tus palabras. los clásicos tienen el dominio de la sencillez, aun cuando a veces nos resulten oscuros.
Cordiales saludos.