LORCA DESDE EL CHRYSLER BUILDING

«Manzanas levemente heridas

por los finos espadines de plata,

nubes rasgadas por una mano de coral

que lleva en el dorso una almendra de fuego,

peces de arsénico como tiburones,

tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,

rosas que hieren

y agujas instaladas en los caños de la sangre,

mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos

caerán sobre tí. Caerán sobre la gran cúpula

que untan de aceite las lenguas militares

donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma

y escupe carbón machacado

rodeado de miles de campanillas».

Estas palabras, intuiciones, poemas, Federico los escondía en los bolsillos. Era en papeles de diversos tamaños – algunos de ellos en hojas arrancadas de un bloc, otros abocetados sobre un papel con membrete del Hotel Biarritz de San Sebastián -, escritos a pluma y a lápiz, con los dobleces propios por llevarlos guardados, salpicados de numerosas correcciones, tachones, supresiones y adiciones que señalan el duro trabajo del creador al concebir sus poemas, la búsqueda incesante de la palabra, los pasos de la revelación.

Así consta en el manuscrito de Poeta en Nueva York.

«El cielo ha triunfado del rascacielo – decía Federico García Lorca -, pero ahora la arquitectura de Nueva York se me aparece como algo prodigioso, algo que, descartada la intención, llega  a conmover como un espectáculo natural de montaña o desierto. El Chrysler Building se defiende del sol con un enorme pico de plata, y puentes, barcos y ferrocarriles y hombres los veo encadenados y sordos; encadenados por un sistema económico cruel al que pronto habrá que cortar el cuello, y sordos por sobra de disciplina y falta de la imprescindible dosis de locura«.

«Me va molestando un poco había dicho tiempo antes mi mito de gitanería, no quiero que me encasillen; siento que me van echando cadenas«.

Llegó a Nueva York en junio de 1929, casi huyendo – como recuerda Juan Marichal -de los efectos diversos de su primer gran éxito, el del «Romancero gitano» publicado un año antes. Apenas aprendió inglés, y aquí escribió  «Poeta en Nueva York«. Salió de Nueva York rumbo a La Habana a primeros de marzo de 1930.

«Yo soy español integral«, dijo Lorca. En esta gran ciudad norteamericana estrechó su amistad con el matador de toros Ignacio Sánchez Mejías – que en la ciudad pasó varios meses con la bailarina Encarnación López, «Argentinita«, y a cuya muerte en el ruedo, cuatro años más tarde, dedicó Lorca su elegía «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías«.

«Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino,

ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,

ni quien abra los linos del reposo,

ni quien llore por las heridas de los elefantes.

No hay más que un millón de herreros

forjando cadenas para los niños que han de venir.

No hay más que un millón de carpinteros

que hacen ataúdes sin cruz.

No hay más que un gentío de lamentos

que se abren las ropas en espera de la bala».

(,,,)

Federico García Lorca: Grito hacia Roma (Desde la torre del Chrysler Building).-Poeta en Nueva York


(Imágenes: 1- Nueva York.-1946.-Andreas Feininger.-photographes gallery.-artnet/2.- Nueva York.-Johann Berthelsen.-Mark Murray.-/3,.puente de Brooklyn.-1998.-foto Barbara Mensch.-Bonni Benrubi Gallery.-artnet/4.-Nueva York en 1911.-foto National Gallery of art.-The New York Times/5.-Nueva York.-foto Eudora Wely Missisipi Departament of Archives and History,.1935.-The New York Times/6.-Nueva York en 1931.-wikipedia)

UNA MENTIRA CRECIENTE

La mentira baja muchas veces por las cloacas del Estado o asoma por las rendijas de las familias disfrazándose de escurridiza verdad. En muchas ocasiones se funde con la fascinación de la apariencia en un mundo que impone la dictadura de lo falso. Toda una sociedad puede caer así de la verdad en el engaño común, en una esclavitud de lo falso. Y hasta en ciertos momentos el secreto de la mentira se hunde en el misterio.

Eso ocurre con la película de André Téchiné, «La chica del tren«.

En el año 2004, una joven de 23 años puso en jaque al conjunto de la sociedad francesa al inventarse que había sufrido una agresión antisemita por parte de un grupo de chicos africanos. La noticia, magnificada por los medios y oportunamenete utilizada por la clase politica, puso de manifiesto la fragilidad de la Francia multicultural. Esta es la base real del film.

«Me conmocionó – ha dicho el director de la película – la violencia del acto de esta joven mujer y todo lo que trajo. Esta historia se convirtió en el espejo de todos los miedos de Francia, miedos profundamente anclados en la sociedad, una revelación de lo que llamaríamos el inconsciente colectivo (…) La historia de esa mentira, que puso en evidencia al propio presidente de la República, fue uno de los sucesos más publicitados y lamentables de la historia reciente francesa – siguió explicando Téchiné – sobre la base real de un bulo-  Me sorprendió y conmovió la cantidad de implicaciones que tenía ese pequeño incidente.  “¿Cómo una mentira se transforma en una verdad y se amplifica hasta el infinito?- dice el director -. Es una pregunta apasionante”.

La mentira – es decir, provocar la falsedad con intención de engañar – es aquí un misterio. La protagonista de esta historia se mete de forma voluntaria en la piel de una víctima del racismo por motivos que el espectador jamás alcanza a comprender. Como se preguntará uno de los personajes secundarios: el verdadero misterio de todo esto es: ¿Por qué lo ha hecho?.Téchiné añade:  «la ficción que ha inventado la chica se convierte de repente en un «éxito». De improviso todo el mundo cuenta la historia, y todo el mundo tiene una opinión; todo esto supera el sufrimiento de esta joven. En su mundo, ella habría ido directamente a la policia a denunciar, pero su atacante no habría sido encontrado, puesto que no había tal atacante, y la historia se habría acabado. El asunto entero podría y habría acabado ahí. Pero no lo hizo. ¿Por qué? ¿Cómo podemos explicar el éxito de esta ficción fabricada? Aunque tiendo a pensar- termina Téchiné – que se trata de un acto desesperado para solicitar afecto, la respuesta va más allá del juicio. En este sentido, la protagonista es un personaje real y fantástico».

(Imágenes:- -«La chica del tren».-1.–escena de la película.-septimoarte/2 y 3.- Émile Dequenne en dos momentos del film.-fotogramas.es)