SOBRE LA UNIVERSIDAD

libro.-5511.-por William Ignatius Blemly.-Metropolitan Museum of ArtAhora que están desiertas aulas y edificios y uno puede pasear tranquilamente sobre briznas de aire que rozan los campus sin alumnos, pasadas lecturas – como las sabias de Alejandro Lano hablando de la Universidad  -, me llevan nuevamente hasta la reflexión:

«Heidegger solía citar el lúcido verso de Hölderlin: » Donde está el peligro, allí surge también la salvación». Ahora bien – recuerda Llano -,cuando el peligro no comparece, cuando uno se cree a salvo, la necesidad de salvación permanece oculta: donde no hay peligro, tampoco hay salvación. Y esto es quizá lo que sucede actualmente en muchas Universidades. Resulta muy significativo que los recientes diagnósticos de Alan Bloom y Alasdair MacIntyre, en los que se denuncian las ilusiones residuales de la educación ilustrada y liberal, apenas hayan encontrado eco en los ambientes académicos, tantas veces dominados por el activismo y la trivialidad.

Como ha dicho Robert Spaemann, la utopía está muerta. Pero ¿qué nos queda cuando lo que presuntamente sustituía a la religión se revela como ilusorio? O bien la vuelta al origen, el retorno al Dios vivo, o bien una radical antiutopía que niega cualquier dimensión transcendental del pensamiento humano. Richard Rorty, entre otros escritores relativistas, ha dibujado esta antiutopía: es el sueño de una sociedad liberal, en la cual han desaparecido todas las exigencias absolutas del conocimiento, la religión y la ética; en la cual sólo se consideran como verdaderos el placer y el dolor, sopesados según aquello que Amartya Sen ha llamado una «métrica mental». No debemos tomarnos nada en serio: queremos sentirnos bien, y eso es todo. El lugar del nihilismo heroico de Nietzsche lo ha ocupado un nihilismo banal que, como también dice Spaemann, se llama a sí mismo «liberal» y a sus adversarios «fundamentalistas». Para este nihilismo light, libertad significa multiplicación de las posibilidades de opción. Pero no deja emerger ninguna opción por la que valga la pena renunciar a todas las demás. Ya no hay lugar para el tesoro escondido en el campo, por el cual vende cuanto tiene quien lo encuentra.figuras.-9690.-por Junko Yoda.-2004.-Zabriskie Gallery.-photgrafie.-artnet

El relativismo escéptico de la cultura en apariencia dominante no sólo implica la muerte espiritual del alma, sino también de toda cultura vital, sin la cual la Universidad misma acaba por responder  a la fúnebre descripción que de ella hiciera Ortega y Gasset: » Cosa triste, inerte, opaca, casi sin vida». La Universidad que, desde hace ocho siglos, ha sido capaz de responder a los desafíos provenientes del exterior, se muestra ahora inerme ante la amenaza que brota de ella misma y que la está vaciando de su propio contenido. Estamos ante el fenómeno que los sociólogos actuales denominan «implosión», es decir, explosión seca, hacia dentro, producida por un interno vacío. No se trata de un problema funcional; se trata de una decisiva encrucijada institucional. Lo que le sobra a la Universidad es organización; lo que le falta es vida. Lo que necesita es, con palabras de Karl Jaspers, «esa fuerza espiritual básica sin la cual son inútiles todas las reformas de la Universidad».

Así voy pensando y rememorando lecturas por estos campus sin alumnos que ahora, por ser época estival, está visitando solamente la brisa.

(Imágenes: 1.-William Ignatius Blemly.-Metropolitan Museum of Art/ 2.-«Ice Floe».-2004.- por Junko Yoda. –Zabriskie Gallery.-artnet)

Un comentario en “SOBRE LA UNIVERSIDAD

  1. Sagrada brisa… Impresionante reflexión maestro, no se puede expresar mejor el abismo al que se enfrenta ya no sólo la Universidad, sino me atrevo a decir la sociedad misma. Estamos en tiempos de desencanto, de virtualización, de liberal banalidad, lo trascendente no tiene lugar, de hecho se combate, como todo lo que tiene aires de profundidad, todo lo que requiere una distancia, una maduración, un tiempo. Cuestión de tiempo, como siempre . Mercanciar, intrumentalizar, atomizar el tiempo… todo esto acaba dejando muchos estragos. Vivir en la apertura del tiempo, en la aventura del tiempo, esto fue alguna vez la universidad, la sociedad, la vida. Hoy, caben absurdos como el de este ejemplo ya banal : veinte siglos de filosofía que se compactan en ocho clases de hora y media esparcidas en un archi-barroco cuatrimestre. Encerrados en lo que nos ha sido dado para abrir(nos). A Heraclito le hubiese entrado, tras un sudor frio, «un sacré fou rire» …

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