Ahora que quiere abrirse en España el debate sobre el absoluto carácter inviolable de la vida humana inocente, vuelvo a citar en Mi Siglo al filósofo Emmanuel Lévinas, del que he hablado alguna vez más aquí, concretamente ahora hace un año -el 14 de septiembre de 2007.
«El rostro es lo que no se puede matar – dice Lévinas -, o al menos, eso cuyo sentido consiste en decir. «No matarás«. El «No matarás» es la primera palabra del rostro. Ahora bien, es una orden. Hay, en la aparición del rostro, un mandamiento, como si un amo me hablase. Sin embargo, al mismo tiempo, el rostro está desprotegido; es el pobre por el que yo puedo todo y a quien todo debo. Y yo, quienquiera que yo sea, pero en tanto que «primera persona», soy aquel que se las apaña para hallar los recursos que respondan a la llamada».
«Lo que consideramos escrito en las almas está escrito antes en los libros, cuyo estatuto ha sido siempre banalizado demasiado rápidamente entre los útiles o los productos culturales de la Naturaleza o de la Historia. Pienso que a través de toda la literatura habla – o balbucea, o se disimula, o lucha con su caricatura- el rostro humano. Creo en la eminencia del rostro humano expresado en las letras griegas y en nuestras letras, que les deben todo».
«El hijo no es simplemente mi obra, como un poema o como un objeto fabricado, no es tampoco mi propiedad. Ni las categorías del poder ni las del tener pueden indicar la relación con el hijo. Yo no tengo a mi hijo, yo soy, de alguna manera, mi hijo. Tan sólo que las palabras «yo soy» tienen aquí una significación diferente de la significación platónica. El hijo no es un acontecimiento cualquiera que me pasa, como por ejemplo mi tristeza, mi ponerme a prueba o mi sufrimiento. Es un yo, es una persona. La paternidad no es una simpatía, por la cual puedo ponerme en el lugar del hijo; yo soy mi hijo por mi ser, y no por la simpatía».
Todo esto que cuenta Emmanuel Lévinas en «Ética e infinito» (La Balsa de la Medusa) conviene recordarlo una y otra vez cuando la vida humana inocente vuelve a estar amenazada. (al menos en España).
(Imágenes: esculturas de Annie Samuelson)
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