
-¿Pero es esto verdad?.-le insisto preguntando.
Me contesta con las frases que pronunció en su célebre conferencia del 8 de marzo de 1939 en la Universidad de Saint Andrews, en Escocia, y que llevó por título “Sobre los cuentos de hadas”. Están recogidas en el volumen Árbol y Hoja y las he leído muchas veces. Sí, es verdad – me dice Tolkien -. Probablemente todo escritor, todo sub-creador que elabora un mundo secundario, una fantasía, desea en cierta medida ser un verdadero creador, o bien tiene la esperanza de estar haciendo uso de la realidad.
Pero mire usted -me sigue diciendo Tolkien mientras andamos -, la cualidad específica del “gozo“en una buena fantasía puede así explicarse como un súbito destello de la verdad. No se trata sólo de un “consuelo” para las tristezas de este mundo, sino de una satisfacción y una respuesta al interrogante: “¿Es eso verdad?”. La contestación que di al principio fue: “Si habéis creado bien vuestro propio mundo, sí; en ese mundo es verdad“.
El aire extremadamente caliente se expande ahora sobre nuestra conversación, el roce con el otro aire frío del ambiente produce tal onda de choque, tal estruendo en el relámpago, que raíces de luz iluminan el cielo de la cara de Tolkien mientras nos despedimos.