LA MUERTE DE VIRGINIA

El 28 de marzo se cumplirán 80 años de la desaparición de Virginia Woolf en las aguas del río Ouse. “Aquellos últimos 319 días de  1940 y 1941 de precipitada y lenta catástrofe— recordaría Leonard Woolf en “La muerte de Virginia”— fueron los días más terribles y agonizantes de mi vida. El mundo de mi vida privada y de la historia de Inglaterra y de las piedras y cemento de Londres se desintegraron. Rastrear su recuerdo sacándolo de la propia memoria, como debo hacerlo ahora si sigo recordando públicamente, es difícil y penoso. La renuente reminiscencia del dolor prolijo es peculiarmente penosa. La excitación en el momento de la catástrofe, el estímulo, día a día, hora a hora, minuto a minuto, de tener que hacer algo es un infalible calmante de la desgracia. Siempre me sorprendo al ver que, instantáneamente, olvidamos el dolor más agudo si podemos concentrarnos en algo distinto, incluso en una trivialidad. Mientras uno se concentra en cruzar una calle llena de gente, en Londres, la conciencia torturante de un dolor de muelas o de un fracaso amoroso se olvida completamente. Pero no hay distracciones ni alivios en el recuerdo personal de la infelicidad.

La pérdida de control de Virginia sobre su mente, la depresión y desesperación que acabaron en su muerte, empezó sólo un mes o dos antes de su final. Aunque los esfuerzos y tensiones de la vida en Londres y en Sussex durante los ocho meses que median entre abril de 1940 y enero de 1941 significaron para ella, como para cualquier ser viviente en aquella atormentada área, algo terrible, fue más feliz durante la mayor parte y su mente se mantuvo más tranquila de lo que era usual.

 

(…) En Virginia hay una suerte de quietísmo y de contemplación alerta de la muerte  reflejado en su Diario,  distinto a lo que es para todos nosotros a lo largo de nuestras vidas, algo alejado, irreal, visto por el lado equivocado del telescopio de la vida,  sino algo inmediato, extraordinariamente próximo y real, que cuelga perpetuamente sobre nuestras cabezas, algo que puede, a cada momento,,caer con gran estrépito… y aniquilarnos…. La muerte, creo, estaba siempre próxima a la superficie de la mente de Virginia, la contemplación de la muerte. Formaba parte de la profunda inestabilidad de su mente.  En aquellos últimos meses  de 1940, con la muerte rodeándola por todas partes, pensó: “Le dije a Leonard: no quiero morir todavía.”

 

 

(Imágenes— 1- Tullio Pericoli/ 2-Vanessa Bell- retrato de Leonard Woolf- 1940/ 3- Virginia Woolf)

LOS ESCRITORES INVISIBLES

 

 

“Ayer en el metro—contaba Ítalo Calvino — había un hombre descalzo; no un gitano ni un “hippy”, un señor con gafas, como yo y como tantos, que leía su periódico, con aspecto de profesor, el clásico profesor distraído que se ha olvidado de ponerse los calcetines y los zapatos. Y era un día de lluvia, y caminaba descalzo y nadie lo miraba, nadie parecía sentir la menor curiosidad. El sueño de ser invisible… Cuando me encuentro en un ambiente en que puedo hacerme la ilusión de ser invisible, me siento muy bien.

 

 

Todo lo contrario a como me siento cuando debo hablar por la televisión y siento la cámara que me apunta, que me clava a mi visibilidad, a mi cara. Creo que, vistos en persona, los escritores pierden mucho. Una vez nadie sabía quiénes eran, en persona, los escritores verdaderamente populares: eran sólo un nombre en la portada y esto les daba una fascinación extraordinaria. Gastón Leroux, Maurice Leblanc, eran escritores muy populares de los que nada se sabía. Ha habido escritores todavía más populares de los que ni siquiera se sabía su nombre de pila, sólo una inicial. Creo que la condición ideal del escritor es ėsta, próxima al anonimato; es entonces cuando la máxima autoridad del escritor se desarrolla, cuando el escritor no tiene un rostro, una presencia, pero el mundo que representa ocupa todo el cuadro. Como Shakespeare, del que no nos queda ningún retrato que pueda servirnos para saber cómo era ni ninguna noticia que explique realmente algo de él. En cambio, hoy, cuanto más invade el campo la figura del autor tanto más se vacía el mundo representado; además, el autor también se vacía, queda el vacío en todas partes.”

 

 

 

(Imágenes—1- Italo Calvino/ 2- Vanessa Bell- Leonard Woolf-1940/ 3-Man Ray – autorretrato)

EN LA NOCHE DE LOS LIBROS

En la noche de los libros abrimos la puerta de la gran habitación donde Alberto Manguel acaba de reordenar todos sus libros. “Algunos libros – nos dice – se remontaban a mi adolescencia, incluso a mi infancia. Hay libros que están conmigo desde que tengo cuatro o cinco años. No me iba a acostar, me quedaba hasta las dos de la mañana, me levantaba a las seis, me olvidaba de comer; aquí estuve, durante tres meses, en un mundo aparte. Terminé de ordenar la biblioteca el día que volvió Craig. Iba a poner música y estaba a punto de escuchar a Wagner. Preparé la primera parte de Tannhäuser y puse a andar la música en el momento en que entraba Craig. Quedó deslumbrado. Ver la biblioteca  ya causaba una impresión fuerte, pero verla con todos los libros en su lugar, con, además, una música fastuosa, era absolutamente maravilloso. La noche que terminé de ordenar los libros, dormí en la biblioteca, en el suelo. Sentía que era necesario apropiarme del lugar. Era una conclusión y también un comienzo. Sentí que de ahí en adelante iba a trabajar de otra manera.

Empezar a escribir y leer de otra manera. A otro ritmo, con mucha menos angustia en relación con lo que no conocía, lo que no había leído, lo que no había hecho. Tuve una conciencia mucho mayor de lo que me quedaba de tiempo y de espacio (…)  Pienso que uno crea con los libros un lazo vivo. Por amistad, por respeto a ellos, quisiera abrirlos una vez más. Los criadores de  abejas dicen que, cuando un apicultor muere, alguien debe ir a decirles a las abejas que su criador ha muerto. Querría que alguien hiciera eso con mis libros.”

(Imágenes – 1-biblioteca personal  de Alberto Manguel – studio bibliografico apuleio/ 2-libros de juegos de manos – Flickr/ 3- Vanessa Bell)

PRIMEROS DÍAS DEL AÑO

escritores.-ttgb.-Virginia Woolf, Vanessa Bell, Maynard Keynes, Angelica Bell y Clice Bell

 

«Ayer volvimos de Rodmellescribe Virginia Woolf en su «Diario» el 2 de enero de 1923 -, y hoy tengo uno de mis días más negros, como las enfermeras acostumbran a llamarlos. ¿Cómo y por qué me pongo así? Quizá sea por el deseo de tener hijos, y de vivir como vive Nessa; de tener la impresión de que las flores brotan a mi alrededor espontáneamente (…) Entonces mi incurable romanticismo me sugiere una imagen de mí misma avanzando sin cesar, sola, a través de la noche; sufriendo en lo más hondo, estoicamente, luchando por abrirme camino hasta el fin (…) No hay que pensar nunca que las cosas que uno no tiene no valen la pena. Un buen consejo, creo. Y luego añadí: hay que querer las cosas por sí mismas; o, mejor dicho, hay que evitar que afecten nuestra vida personal. Hay que arriesgarse por las cosas que existen independientemente de una misma. Pero esto es muy difícil, incluso, para una mujer joven».

 

Virginia Woolf

 

«Esta inmensa hoja inaugura un nuevo año, con un nuevo sistema. – confiesa el 3 de enero de 1940 – Escribir al anochecer, junto al fuego, en vez de hacerlo deprisa y corriendo al final de la mañana. Así espero mejorar mi letra y que el contenido sea más sólido. Pues, si no consigo darle más consistencia a este libro (estaba escribiendo su «Roger Fry«) , no tendrá interés ni siquiera para la anciana que lo hojeará.

Hemos salido a buscar un sitio para patinar. Este invierno es glacial – no recuerdo a cuántos grados llegamos una noche, creo que fueron 15 bajo cero – ayer un sol italiano, y nieve, blanca y dura; y la calle como cristal; el carnicero diciendo que estaba harto. Lo entiendo muy bien: el pobre tiene que estar en la tienda cortando chuletas a las seis de la tarde.

Me siento agobiada y aturdida de tantas ideas como se me ocurren. Todos esos cucos echando del nido al pájaro viejo.-Y aquí llega Leonard».

 

pintores.-3dvvb.-Delacroix en 1852.-Victor Laisné

 

«¿Desgraciado! ¿Qué se puede hacer de grande, en medio de ese trato eterno con todo lo que es vulgar? – escribe Delacroix en su «Diario» el 4 de enero de 1824 – Piensa en el gran Miguel Angel. Aliméntate con las bellezas grandes. Siempre me veo alejado de su estudio por distracciones estúpidas. Busca la soledad. Si tu vida es ordenada, tu salud no sufrirá por ese aislamiento».

 

escritores.-2sw.-Thomas Mann.-1948.-por Yousuf Karsh

 

«Tiempo sombrío, brumoso y fresco –escribe Thomas Mann el 1 de enero de 1950 – Café con Katia. Hemos hablado de la situación de hace diez años. Este va a ser uno de mis años plenos, donde yo cumpliré 75. «Los Buddenbrook» aparecieron hace 5o años y «La Montaña mágica» hace 25. He continuado trabajando tranquilamente en mi capítulo. He dado un pequeño paseo. Me he ocupado de libros y de revistas. Por la tarde, he escrito a diversas personas de Europa y he puesto a punto mi correspondencia. Por la noche, experiencias con el aparato para grabar que han estado parcialmente coronadas de éxito».

 

 

Jünger-ubbbnn- Ernst Jünger-www vebidoo de

 

«El nuevo año ha comenzado con cielo azul y con sol – escribe Ernst Jünger en su «Diario» el 1 de enero de 1945 -. Muy pronto se ha cubierto la bóveda celeste de escuadrillas de aviones que ejecutaban sus complicadas maniobras bajo un intenso fuego. Entre los proyectiles era posible ver algunos que quedaban suspendidos en el aire como copos ardientes. Nuestra casa ha sido sobrevolada algunas veces en línea recta, las escuadrillas pasaban sobre ella cual rastrillos letales (…) Estamos acercándonos al remolino más interno del Maelström, a la muerte casi segura. De ahí que tenga que prepararme, que equiparme interiormente para pasar al otro lado, al lado luminoso del Ser, y hacerlo con libertad, no forzado, sino con un asentimiento íntimo, con una expectación tranquila ante la puerta oscura. Sin dolor he de dejar mi equipaje, mis tesoros. Pues sólo son valiosos por cuanto habita en ellos una relación con el otro lado».

Primeros días del año en lugares, personas y siglos distintos: Esperanzas. Ilusiones.  Anhelos. Vivencias. Propósitos.

¡FELIZ  2015 !

 

cielo.-87bbg.-Yajuro Takashima.-Mangestsu 1963

 

(Imágenes.-1.-Virginia Woolf, Vanessa Bell, Maynard Keynes, Angelica Bell, Clive Bell/ 2.-Virginia Woolf.-por Gisele Freund/3.- Eugene Delacroix- por Victor Laisné- 1852/ 4.-Thomas Mann.-por Yousuf Karsh.- 1948/ 5.- Ernst Jünger/ 6.-Yajuro Takashima – 1963)

 

LIBROS ANTIGUOS Y LIBROS NUEVOS

libros-bbgh-bibliotca- Franz Sedlacek- mil novecientos veintiseis- Wien Museum- Austria

«¿Para qué leer tanto libro nuevo que dicen lo que han dicho los libros antiguos, acaso un poquito peor? – se pregunta Azorín en enero de 1945 – El biografiado se acosta a los libros nuevos, pero no hace sino oliscarlos. Su instinto de lector, aquistado a lo largo de millares de libros, le avisa que el libro que tiene entre manos es obra chirle: se lo avisa a poco que el personaje haya leído unas páginas. Entre sus libros, apartado de todos, receso en su recepto, va pasando la vida este caballero. Los días van pasando; pasan las semanas; pasan los meses; pasan los años. Nada es eterno y nada es inmutable.»

libros-vgu- L Bloque«En todo libro nuevo, libro mediocre – quiere sin embargo completar Azorín estas reflexiones de sus «Memorias inmemoriales« un mes después, en febrero de 1945 – hay una partícula de acierto. Y no olvidemos que si no hubiera libros medianos, no lucirían tanto los excelentes. Estoy por decir, usando la paradoja, que si no existieran libros malos no los habría buenos (….) No tendríamos módulo para regular los libros buenos si no se  produjeran los flojos (…) Si el personaje no desalienta nunca a ningún joven con palabras, ya no condenatorias, sino dubitativas, evasivas, ¿cómo no ha de tener la misma tolerancia con los libros? ¿Qué sabemos adónde llegará este novel que se acerca a nosotros con un libro que luego no nos place? ¿Cómo podremos afirmar que tras este estreno infeliz no vendrá el esplendor?»

libros.-46ggb.-Vanessa Bell.-1879-1961(Imágenes.-1.-Franz Sedlacek– Biblioteca 1926- museos austriacos superiores/ 2.- L. Bloque/ 3.-Vanessa Bell)

EL CANTO DE LOS PÁJAROS O LA MELANCOLÍA Y LA MÚSICA

«La música que debe emplearse para la curación de los temperamentos melancólicos secos – recomendaba ya en el siglo XVll Pierre-Joseph Buchoz – debe comenzar por los tonos más bajos, y elevarse insensiblemente a los más altos; es por medio de esta gradación armónica como las fibras rígidas, habituadas a los diferentes grados de vibración, pueden flexionarse. Por el contrario, un temperamento melancólico húmedo necesita para su curación una música alegre, fuerte, viva, variada, ya que ella siempre está más dispuesta a remover todas las fibras».

Ya escribí hace meses en Mi Siglo sobre la música de los pájaros: sobre sus trinos, ritmos y gorjeos. Pero cuando las melancolías de los tiempos asoman sus recuerdos por las esquinas del año, los pájaros y la música vagan de pronto entrando en las habitaciones de la mente como entraban y vagaban etéreas aquellas polillas que a Virginia Woolf  le inspiraron «Las olas» y que ella reconoce en una carta a su hermana Vanessa Bell. «Si los nervios languidecen y quedan abatidos – seguía diciendo Buchoz en su «Memoria sobre la manera de curar la melancolía con la música» -, si los líquidos son espesos e incapaces de movimientos, si el alma y el cuerpo se encuentran fuertemente afectados, entonces haca falta recurrir a una música simple, sonora, agradable; esta música pellizca el nervio auditivo, fortifica los movimientos y rejuvenece el corazón: de ahí vienen las ideas dulces y agradables y con ello el espíritu se hace más alegre».

Paul Kleecomo ya escribí aquí -decía de Pau Casals que «¡era uno de los más maravillosos músicos que haya  habido jamás! Su tono de cello es de la más conmovedora melancolía. Son ilimitados sus medios de expresión, tan pronto hacia el exterior, pero partiendo de la profundidad, tan pronto hacia el interior en la misma profundidad. Toca con los ojos cerrados, pero su boca se contrae ligeramente en el seno de semejante paz“.

El canto de los pájaros nos picotea estos días en las ventanas del año y los cristales se hacen única e inusitada música.

(Imágenes:- 1.-Vadim Trunov/ 2.-Pau Casals.-por Yousuf Karsh.-1954)

MARIPOSAS Y DISTRACCIONES

mariposa,.AAA.-por Donald Sultan.-1995.-artnet«Después de haber rescatado una hoja – le escribe Vanessa Bell a Virgina Woolf en 1927 -, me he sentado entre unas polillas que revoloteaban furiosas en círculos a mi alrededor y en torno de la lámpara. No puedes imaginarte lo que es. Una noche, cierto animalillo dio unos golpecitos tan sonoros en el cristal que Duncan dijo: «¿Qué es esto?» «Sólo un murciélago», dijo Roger, «o un pájaro», pero no era ni un hombre ni un pájaro sino una inmensa polillla, de medio pie, literalmente, que volaba por el lugar. Pasamos unos momentos terribles». Cinco días después Virginia le contesta: «Por cierto, lo que me cuentas sobre las Polillas me fascina tanto que voy a escribir una historia acerca de ellas. Después de leer tu carta me pasé horas sin poder pensar en otra cosa que en ti y en las polillas». 

Ese fue el germen de la novela «Las olas«. El interés de Virginia Woolf por las mariposas nocturnas venía de muy lejos. Esos etéreos vuelos en la noche, en un esfuerzo indómito e inútil para resistirse a la muerte y a la quietud, simbolizaban, sin ella saberlo, todas las alas de la imaginación creativa, el giro de de una idea que revoloteaba trayendo y llevando por la habitación del cerebro lo que en su día uno podía llegar a escribir.

Pero no siempre las Polillas o mariposas nocturnas acercan la inspiración. A veces la alejan. Hablando de las distracciones y de la concentración al crear Raymond Chandler, del que ya hablé algunas veces en Mi Siglo recordaba que «»el escritor no tiene que escribir, y si no se siente en condiciones no debería intentarlo. Puede mirar por la ventana, o hacer el pino o retorcerse en el suelo. Pero no debe hacer ninguna otra cosa positiva, como leer, escribir cartas, mirar revistas o firmar cheques. Escribir o nada».

Todas las distracciones del momento parece que se unieran para impedirnos crear. Así, entre otros, el mundo de las indecisiones y de las dudas, el ir y venir de las mariposas por la mente mientras uno intenta componer algo, todo eso quiso contarlo el poeta Aníbal Núñez en unos versos reveladores:

Busca en torno (fruta, lápices) tema

Para seguir. Y sigue – sabe bien que no puede –

Haciendo simulacro de afición y coherencia

La escritura parece (paralela, enlazada)

Algo. Un final perdido le reclama

A medias. Fulge el broche de oro en su cerebro

Desplaza al sol extinto

Toma forma, -el escriba cierra los ojos – de

(un moscardón contra el cristal) esquila.

Un rebaño invisible y su tañido escoge

Entre símbolos varios del silencio; e invoca

«mi palabra no manche intervalos de ramas

y de planos: no suene». Terminar el poema.

Aníbal Núñez: «Cuarzo«.

Mariposas de inspiración y de distracción, mariposas que siempre van y vienen.

(Imagen: Donald  Sultan.-1995.-artnet)

SAINT -LAZARE


Como apenas leves polillas – semejantes a las que el 3 de mayo de 1927 entraron en el cuarto de Vanessa Bell y que ella describió a Virginia Woolf en una carta – y que luego serían el germen o idea para la escritora en su novela «Las olas» : («lo que me cuentas sobre las polillas– contestó la escritora cinco días después – me fascina de tal modo, que voy a escribir una historia sobre ellas«) -, así acaba de descubrirse que ocurre en la atmósfera con ese diminuto polvo que suele cabecear transparente y brillante, sobre todo en primavera, y que formando pequeños grumos va y viene sobre nosotros como poso de tiempo. Son hilos sueltos, que sin duda quedaron desgajados de conversaciones anteriores, letras y sílabas de otras épocas, en ocasiones – muy pocas – palabras enteras, muy raramente algún trozo de diálogo que quedó flotando y que ahora vuelve y entra por la ventana igual que las polillas o avanza dubitativo y nebuloso como fleco fantasmal en los jardines, tiempo pasado, o mejor, ecos del tiempo pasado, aquello que se dijo y que se creyó olvidado pensando que las palabras se las llevaba el aire y que nunca el aire las devolvía.

Ahora se ha descubierto que eso existe. No digamos ya en las habitaciones donde se sucedieron las vidas y coloquios de las gentes, sino también en el exterior, en las calles, en Madrid, en Nueva York, en Londres o en París. Muchas de las cosas que se hablaron y muchos gestos que se hicieron hace muchos años retornan ahora impensadamente, vuelan encima de nosotros y navegan blandamente en el aire recordándonos todo lo que significaron y lo que fueron.

El último hallazgo sobre todo esto ha ocurrido en París. Desde hace años, en varios lugares de la estación de Saint-Lazare, las palabras de Claude Monet montando su caballete en enero de 1877, nos hacen revivir la vieja estampa del vapor irisado dando vueltas por encima de las máquinas y las altas fachadas de las casas al fondo. «¡La Saint-Lazare! – se puede oir hoy perfectamente la voz de Monet – La pintaré mientras los trenes entran y salen, en medio de un humo tan espeso que apenas se pueda ver nada. Es una visión fascinante, un auténtico sueño. Les pediré que retrasen el tren de Rúan media hora. La luz será mejor entonces». Se sabe, como dice Sue Roe en «Vida privada de los impresionistas» (Turner), que Monet se vistió ese día de enero con sus mejores galas, se ahuecó los encajes de los puños, y así le vemos venir ahora con su bastón de mango dorado, rumbo a las oficinas de los Ferrocarriles del Oeste. Modestamente presenta al conserje su tarjeta: «el pintor Claude Monet«. Luego oimos de nuevo la voz de Monet hablando con el jefe de estación: «He decidido – le dice– pintar su estación. Durante cierto tiempo, he estado dudando entre ésta y la Gare du Nord, pero creo que la suya tiene más carácter». Entonces, tras concedérsele el permiso, se detienen todos los trenes y se despejan los andenes. En las máquinas se acumula el carbón para que suelte la mayor cantidad de humo posible y Monet – podemos verle muy bien ahora desde distintos sitios- se dedica a componer esa serie de cuadros que le harán célebre.
De Monet, que manifestó a un joven pintor que habría deseado nacer ciego y recuperar repentinamente la vista para no saber nada de los objetos y hallarse en estado virgen ante las apariencias, oiremos también perfectamente su voz en Saint- Lazare cuando diga mirando lo que va a pintar: «En el momento de la salida de los trenes, el humo de las locomotoras es tan denso que casi no se distingue nada. Es maravilloso, una verdadera fantasmagoría».
No es el tren de Turner en su famoso «Lluvia, vapor, velocidad «, no es el tren de la imaginación el que entra en el ojo de Monet, es el tren de la experiencia, que todos podemos ver llegando a la estación mientras nos envuelve el tiempo con estas diminutas y fugaces polillas.
(Fotos: Monet: «La Estación Saint-Lazare» 1877; «Claude Monet con la paleta» por Renoir, 1875 -Louvre.-pucmm-edu.do)