RELOJES Y TIEMPO

tiempo.-cfuu.-André Kertész.-1938

«En casa hay un reloj relativamente antiguo – recordaba Josep Pla en sus «Notas del crepúsculo«(Espasa) – . Es un reloj de caja, muy alto, que colocaron junto a la chimenea y que mis antepasados compraron en Perpiñán a principios del siglo pasado. (…) Cuando el reloj tocaba las horas, lo hacía con un timbre muy mecánico y rápido que parecía un clarinete. Era un ruido tan amarillo como el dorado brillante del péndulo. El paso del tiempo que iba marcando era tan fulminante que parecía directorial. Era el camino de la muerte, señalado de forma indefectible. Yo hubiera preferido un timbre más apagado. Es por todo ello que, al quedarme solo en casa, ya no se le dio más cuerda.

tiempo.-78hnm-Jorge Macchi

En el dintel de la puerta de mi dormitorio – proseguía Pla – hay un  reloj suizo redondo, que fue propiedad del hermano de mi padre, el señor Esteve Casadevall. Si la forma exterior del reloj de caja corresponde a una casa de campo, este redondo tiene un aspecto burgués mucho más acentuado – y, seguramente, fuera de lugar –. La circunferencia exterior está rodeada por otro círculo de madera ondulado y lujoso, muy bien hecho. Dentro de este círculo exterior  hay muchas imágenes de paisajes. ( …) Alrededor de esta faja de paisajes se encuentra la cara de la máquina – que es la habitual -.  En la superficie de la cara hay dos agujeros que sirven, con la llave correspondiente, uno para poner las manecillas en su lugar, y el otro para darle cuerda. Mi madre

tiempo.-t4ffb.-Claire Yaffa

se encargaba de estas tareas, y fue ella quien me dijo un día, tras setenta años de darle cuerda, que el reloj no funcionaba…» Y así  continúa  Pla, minucioso y certero, su literatura de observación – muy distinta a la literatura de invención- y a la que alguna vez me he referido aquí. Es la pupila de Pla (también como relojero de la literatura) la que observa en este caso los objetos del Tiempo. Observa, desmenuza, hace surgir poco a poco la evocación de su infancia. La sucesión de relojes que aparecen en las páginas de este libro se une a la acumulación de muebles y enseres que pueblan su casa.  ¿Y cómo lo hace? «Escribir pausadamente – utilizando a veces pausas muy largas – ( revelaba )  es lo que yo he hecho. En mi caso, fumar ha consistido en encender el cigarrillo

tiempo.-r3de.-Edward Hopper

hecho por mí ( liándolo yo mismo) tantas veces como el cigarrillo se ha apagado. Durante esos intervalos he procurado encontrar un adjetivo o ligar una frase. He gastado una enorme cantidad de cerillas. (…) Ahora me ordenan que deje de fumar. Muy bien. Intentaremos dejar de fumar: la decisión es difícil, pero intentaremos dejar de fumar. Ahora bien, ¿cómo quedará mi literatura sin pausas, más bien meditada, aun habiendo alcanzado cierta facilidad, esa literatura que ustedes creen que es espontánea pero no lo es? – en realidad, es todo lo contrario -; ¿cómo quedará mi literatura, abandonada a los adjetivos espontáneos, es decir, profundamente repetidos, vulgares y adocenados? Pero no hay más remedio: la arteriosclerosis no tiene entrañas.»

tiempo.-5gvbb.-Jerry N. Uelsmann.-all-art-org

Y Pla añade: «Sobre el Tiempo, nadie sabe nada. San Agustín – hombre muy importante – escribió en un libro unas palabras sobre el Tiempo, inolvidables. Dijo que él » dejaba de concebir el tiempo tan pronto como dejaba de reflexionar sobre sí mismo.» Y  Paul Valéry  agregó: » San Agustín sabía qué era el tiempo cuando no pensaba en él y dejaba de saberlo cuando pensaba en él.»

(Imágenes:- 1.- André Kertész.- 1938/ 2.- Jorge Macchi.- artnet/ 3.- Claire Yaffa.– swipelife.com /4.- Edward  Hopper/ 5.- Jerry N Uelsmann.- all- art-org)

EL TIEMPO

«Mar insondable cuyas olas son años,

Océano del Tiempo en cuyas aguas de dolor profundo

va disuelta la sal de las humanas lágrimas.

Tú, avenida sin playas, que en tu flujo y reflujo,

abrazas los límites de la mortalidad,

y saciado de víctimas, aunque pidiendo más, rugiente,

arrojas tus despojos en su inhóspita orilla.

Traidor en calma y terrible en la tormenta,

¿Quién zarpará sobre ti,

oh mar insondable?».

Percy B. Shelley.-El tiempo

(Imagen:- dada4you)

PALABRAS SOBRE EL TIEMPO HUMANO

«Cada una de mis horas

las he vivido

alguna vez

en una época profunda

fuera de mí.

Ante cada

nuevo

clima

con el que me encuentro

reconozco

con laxitud

que una vez más

ya estoy habituado».

Giuseppe Ungaretti.- «Los cinco libros« (1953)

«Yo sé que el pasado es grande y que el futuro será grande

y sé que los dos se unen en el momento actual…

Y que allí donde yo estoy, donde tú estás, en este día de hoy, se encuentra el centro de todos los días y de todas las razas»

Walt Whitman

«Sin ayer ni mañana. Este rostro puro recomienza.

El más grande día de mi vida, siempre»

Paul Éluard

«Existir consiste en cambiar – recuerda Bergson -, cambiar para madurar, madurar para crearse infinitamente a sí mismo».

«Cada instante aparece como aquel de la elección, es decir, del acto, y, en la raíz del acto, la decisión creadora. En cada instante en el que se actúa, se crea una acción, y, con ella, uno crea y se crea el mundo».

Paso las hojas de este gran libro que estoy leyendo, «Etudes sur le temps humain«, de Georges Poulet (Plon).

Pasan también las últimas hojas de diciembre, pasan las últimas agujas del reloj, oigo los últimos pasos del año.

(Imágenes:- 1.-rodneysmith.com./ 2.-Jean Puiforcat.-reloj francés niquelado de bronce y mármol blanco-1932/ 3.-reaktorplayes/ 4.-speedyowl/ 5.-ofthewater)

LA ARENA DEL TIEMPO

«EL reloj de arena – recordaba el gran escritor alemán Ernst Jünger cuando cumplió los cien años– simboliza el tiempo y la fugacidad de la existencia terrenal. Yo voy en busca de relojes de arena en las tiendas de anticuarios, pero se han vuelto ya muy raros, casi inhallables. El tiempo marca el ritmo de la vida humana. La morada de los dioses, en cambio, está fuera del tiempo. La experiencia del tiempo, por lo tanto, es específica del hombre. En mi obra “El libro del reloj de arena” he abordado el problema del tiempo en la historia de la civilización estudiando su medición por medio del reloj, así como su representación en la literatura y en el arte. Consulté un rarísimo libro barroco italiano sobre este tema, “Nueva ciencia del reloj de arena”.

Y así iba poco a poco Jünger, desgranando fina y lentamente,  las menudas arenas del tiempo que se colaban de un recipiente a otro de sus recuerdos, deslizándose por el cristal. 

Se han escrito interesantes Memorias de los relojes de arena, como el de Jacques Attali por ejemplo, pero el rumor casi inaudible de estos suavísimos granos resbalando por el interior de los aparatos nos lleva a aquellos relojes de arena que existían en ciertas iglesias del siglo XVll para medir la duración de los sermones, pequeños relojes que aún hoy siguen fijos – como recuerdos – a algunos púlpitos, como puede verse en la iglesia parroquial de Buckinghamshire, en Inglaterra.

Las palabras descendían velozmente desde la voz del predicador hasta la base del alma para posarse allí como montículo y ese recorrido en el aire iba medido por un tiempo determinado que el reloj recogía. Así también algunas vidas peculiares. Vuelve a contar J.B: Priestley en «El hombre y el tiempo» lo que en varias ocasiones ya había relatado: la anécdota de una adusta viuda de Lancashire, la cual, cuando le preguntaron qué pensaba hacer con las cenizas de su difunto marido, contestó que las haría meter en uno de esos relojitos de arena.» El muy vago no quiso trabajar nunca – añadió .-Ahora que está muerto, bien puede hacer algo».

«El eterno reloj de arena de la existencia – señaló un célebre filósofo – siempre es invertido de nuevo, y tú con él – granito de polvo que del polvo vienes».

El suavísimo descender de los granos del día siempre nos acompaña en silencio.

(Imágenes:-1.- seis relojes de arena de los ocho que tenía el conjunto-1776.- forum horlogerie suisse/ 2.- lbro de Jacques Attali.- forum horlogerie suisse/ 3.-reloj de arena.-historique marine/ 4.- reloj de arena.-wikipedia)

VIAJES EN EL ARTE Y EL TIEMPO

«El tiempo vuela, y nosotros con él», decía Basho. El tiempo vuela y a los costados de nuestra maleta se van prendiendo los restos de las flores, las alas de las mariposas que se cruzaron con nosotros, las algas de nuestros sueños submarinos, los pájaros que se estrellaron en vuelo. «El sol y la luna -seguía diciendo Bashoson eternos caminantes: así son también las estaciones, que vienen y van, año tras año. Para aquellos que pasan su vida en un barco y para los que envejecen agarrados a la brida de un caballo, viajar es su ocupación diaria, su forma de vivir«.

Viajamos también entre sueños. No reconocemos las figuras que ruedan iluminadas en la oscuridad, nos asombran y nos alteran hasta la vigilia. «Azotado por el viento – decía Saigyo -, el humo del monte Fuji se pierde en la lejanía. ¿Quién conoce el destino de mis pensamientos que se van con él?».

Viajamos igualmente por extrañas habitaciones, dentro de cajas de recuerdos. «Para nosotros – recordaba Tanizaki en «El elogio de la sombra» -, las paredes enlucidas deben ser recubiertas de un color uniforme para no perturbar esa claridad; aunque el color de fondo puede variar ligeramente de una habitación a otra, la diferencia en todo caso sólo puede ser ínfima. No será una diferencia de tinte, sino más bien una variación de intensidad, poco más que un cambio de humor en la persona que mira«.

Viajamos por superficies de pinturas,

Viajamos entre culebras dibujadas,

Y de pronto nos mira con fijeza desde el fondo de sus pinturas esta artista del arte moderno.

(Pequeño apunte sobre Yayoi Kusama, cuya exposición acaba de abrirse en el Museo Reina Sofía de Madrid)

Imágenes:- 1-Yayoi Kusama.-bolso con flores.-1998.-cortesía de Robert Miller Gallery-Nueva York/ 2.- Yayoi Kusama.-Obssesion.- Grande Halle de la Villette.- París.-2008.- contemporart voila.net/ 3.- Yayoi Kusama.- Mirror Room.-1991.- colección Hara Museum.- Tokio/.- 4 y 5.-Yayoi Kusama.-Museo Reina Sofía/ 6.- Yayoi Kusama.-sequoiamiller wordpress)

RASTRO DE LOS OBJETOS

Estos objetos amontonados, las lámparas, los espejos, el reflejo de las lámparas en los espejos, el misterio de las sillas sin dueño, los libros, candelabros, estanterías, fetichismos del pasado, realidades y falsificaciones, imitaciones, el caprichoso circuito de los objetos que van y vienen embalados, atados con cuerdas, embozados en mantas, viajeros nocturnos en camiones de mudanzas, herencias, despojos, conversaciones que escucharon y mantuvieron, cansancio de sus vidas, todo esto lo cubre la mirada cuando se pasea por el Rastro de las oportunidades en tantas existencias,

y luego están las mesas, aquellas mesas donde se escribió, las mesas que fueron soporte de célebres firmas, sostenes de tazas, vasos y vajillas, mesas en las que se sirvieron frutas y manjares, mesas adornadas de flores, vitrinas, relojes, péndulos, escaleras que subieron al cielo de la imaginación, peldaños de cuentos buscando buhardillas encantadas, lomos, lomos de libros encuadernados, sombreros, sombreros olvidados de memoria, sombreros amados, retocados ante espejos que ahora se reflejan en lámparas, lámparas que iluminan respaldos de sillas donde se curvaron espaldas, espaldas que se irguieron para mirar medallas, medallas envejecidas, medallas conquistadas, medallas emotivas, medallas de íntimo valor y medallas como corazones fulgurantes, cuajadas de victorias que uno consiguió, victorias íntimas que nadie celebró,

y luego están las sombras, las luces, las penumbras, los sillones, rincones de sillones y de conversaciones, aquellas confidencias pactadas, los amores sellados, el tiempo en tic-tac, aquellos muebles guardando secretos, pequeñas llaves y diminutos cerrojos de silencios, aquello que nunca se dijo, lo que nunca se admitió, viejos papeles amarillos que descubren los herederos, cuentas, propósitos, decisiones, proyectos, una fotografía desvaída y una penumbra en un  rostro que el espejo refleja, el rastro de los objetos que este Rastro dejó, muebles amontonados y recolocados en un escenario, el teatro de las últimas cosas, la representación de lo que fue…

Y de pronto, la realidad que abre la puerta y el primer comprador que entra buscando trastos viejos.

(Imágenes: 1,2 y 3.-Rastro de Madrid.-Objetos Alba Longe.-15-1-2011.-fotos JJP)

PASOS

Estos pasos continuos que aparecían en la película de Robert Z. Leonard, «Dancing Lady«, pasos decididos, pasos incansables, abren el año sobre la acera del tiempo, lunes y martes, miércoles y jueves y viernes caminando sobre tantos problemas y tantos trabajos, pasando más que paseando, yendo y viniendo de quehacer en quehacer, recorriendo calles, recorriendo carpetas, paseando despacio tan sólo sábados y domingos, pero pasando y pisando ràpidos el resto de la semana, de aquí para allá, de las salidas a las entradas, de los sótanos a los rascacielos, bajando y subiendo escaleras, andando, caminando, viviendo.»Se me curva la espalda – decía Robert Walser -, porque a menudo me paso horas inclinado sobre una palabra que tiene que recorrer el largo camino que va desde el cerebro al papel«. Entonces uno se levanta y echa obligatoriamente a andar. Pasos. Pasos continuos y absolutamente necesarios. Pasos imprescindibles. Cada uno de ellos delata que estamos vivos.

(Imagen: «Dancing Lady»  1933.-de Robert Z. Leonard )

MONEDAS DE TIEMPO

Pasan las monedas de tiempo en el último día del año, resbalan de mano en mano las hojas de los meses, horas circulares, redondas penas y alegrías, esferas, agujas, mecanismos, las cajas de madera de raíces plantadas en nuestra sobremesa de siempre, sonerías, agujas del reloj que un día nos hirieron, silenciador de voces, calendario de fechas, segundero de nimios pensamientos, alarmas que nos conmovieron, muelles que nos levantaron en caídas, decoración grabada en platino de tantos días iguales, pasos de cebra de aquellos días iguales, autobuses, aviones, teléfonos, péndulos de inestable corazón, placas de nacimientos y rupturas, despertadores de sueños, acristaladas cúpulas de deseos, aceros forjados de voluntad, cuartos y medias de tantas citas memorables, hendiduras de dolores, llaves poniendo en marcha la vida, cajas de música, pesas, alambres, ruedas de infortunios y sorpresas, decisiones torneadas a punta de buril, visualidad, claridad, la vida, el día es claro y siempre rodeado de misterio, se desmontan, se retocan los recuerdos, la numeración de latón que marcan alegrías se hace de bronce dorada a fuego, es el mecanismo de la repetición, repetición, repetición, relojes de agua, de arena, de sombra y sol, astrolabios contemplando estrellas, estrellas, estrellas que en el último día del año nos pasan monedas de tiempo.

(Imágenes: 1 y 2:  Terminal Grand Central de Nueva York-1941.- foto John Collier.-shorpy.com)

LOS SUEÑOS, EL TIEMPO

«Soñé que estaba de pie en lo alto de una torre elevadísima, solo, contemplando desde arriba miríadas de aves que volaban en una direccción. Estaban allí todas las especies de aves, todas las aves del mundo. Era un noble espectáculo aquel vasto y aéreo río de aves. Pero, de pronto y de manera misteriosa, cambió el engranaje y el tiempo se aceleró, de modo que vi generaciones de aves, las vi romper los cascarones, nacer a la vida, debilitarse, vacilar y morir. Las alas solo crecían para arruinarse; los cuerpos eran lisos y lustrosos, y luego en un abrir y cerrar de ojos, sangraban y se consumían, y la muerte hería por doquier a cada segundo. (…) Pero el engranaje volvió a sufrir un cambio y el tiempo corrió aún más deprisa, y con tal velocidad lo hacía, que no se percibía en las aves el menor movimiento, asemejándose a una enorme llanura sembrada de plumas. Sin embargo, por aquella llanura, oscilando entre los cuerpos, pasaba ahora una especie de llama blanca, temblando, danzando, apresurándose luego. Y, tan pronto como la vi, comprendí que aquella llama era la vida misma, la quintaesencia del ser…».

J.B. Priestley: «El hombre y el tiempo«.

(Imágenes:- 1 .-Henry Peach Robinson.-1857.-The Metropolitan Museum of Art.-scholars resource/ 2.-Lady of Schalott.-Atkinson Grimshaw.-victorianweb)

EL MOTIVO DEL TIEMPO

Cuando nos acercamos al cristal del tiempo las comisuras del espejo nos revelan aquel fino surco que quedó escondido el verano pasado, aquellla pequeña arruga trazada en la arena de la mejilla, mientras descansábamos al sol. Nunca suponíamos que el tiempo nos dejara una señal más, pero ahí está, curvada y minúscula, nos acercamos y alejamos de ella desde la edad, ladeamos un  poco los años bajo la luz, inclinamos ahora el rostro en la sombra, y sí, ahí sigue, el tiempo quieto, tiempo de hoy que está llegando ya a mañana, rúbrica de labios, beso extraño en la piel que nunca quisiéramos descubrir.

Luego, cuando levantamos la mirada hacia el tiempo, intentamos atrapar la medida del instante, pero el instante vuela, nunca lo alcanza la pupila, el instante va más veloz que la mirada, su interioridad es misteriosa, nadie la ha conseguido penetrar, el instante atraviesa la habitación sin parpadeo, cuando parpadeamos el instanté ya huyó.

Y después el tiempo juega con nosotros, el pasado nos contempla, el futuro nos inquieta, nos apremia el presente. El vuelo del tiempo cruza la habitación de la memoria entre olvido y recuerdo y apenas toca con sus alas el silencio.

(PhotoEspaña 2010 – del 9 de junio al 25 de julio en Madrid – presenta su Festival Internacional de Fotografía sobre el tema del tiempo)

(Imágenes:- 1- «Aliento»1995.- Oscar Muñoz.-INIVA, junio 2008.-Sicardy Gallery.-Houston -Volverse aire.-Círculo de Bellas Artes.-PhotoEspaña 2010.-elmundo.es/2.-«Retrato de Ellen Frank».-1929.-László Moholy- Nagy– Galerie Berinson.-Berlín-elmundo.es/ 3.-László Moholy- Nagy.-El arte de la luz.-Círculo de Bellas Artes.-PhotoEspaña 2010.-elmundo.es)

VIEJO MADRID (15) : EL TIEMPO RECOBRADO

«La burguesía, escasa de medios para costear lujos – cuenta Natalio Rivas en su Anecdotario histórico sobre el siglo XlX español – trasnochaba en los cafés hasta las tres de la mañana, hora en que se clausuraban, excepto el de Fornos, que no cerró nunca, no sólo por ser ésa su tradición sino porque el dueño, al fundarlo, no lo dotó de puertas.

Los rojos divanes del Casino de Madrid sirvieron de lecho más de una vez a periodistas bohemios, de aquella bohemia romántica que creía desempeñar mejor su papel despreciando los intereses materiales y se sentía feliz con poder gastar una o dos pesetas diarias. Yo sé de alguien que se vio necesitado de refugiarse más de una noche en aquel acogedor asilo, y que terminó su vida ocupando, con sobrados méritos, un lugar en los Consejos de la Corona.

Se vivía de noche. En invierno, a las diez de la mañana no discurrían por las calles de la corte mas que los obreros marchando al trabajo, los barrenderos que cuidaban de la limpieza urbana y los burreros que repartían la leche de burra, base obligada de la terapéutica de los catarros. Las oficinas, lo mismo las oficiales que las privadas, funcionaban por la tarde, y los ministros recibían en audiencia después de la medianoche. Yo he concurrido, en mis primeras andanzas políticas, citado por el ministro de la Gobernación, a las dos de la madrugada. Solamente los hombres entregados al estudio y algunos primates de la política eran constantes madrugadores. De Moret, cuya vida observé tan de cerca, puedo asegurar que a las seis de la mañana estaba en su despacho trabajando».

Es el tiempo. El tiempo cambiante de ciudades y costumbres, a la vez el proustiano tiempo recobrado. Las iluminaciones nocturnas de las esferas del tiempo, las grandes sonerías de horas y cuartos resonando al paso de los viandantes, los relojes que vigilan desde lo alto de las torres cómo van marchando las horas con sus ruedas de bronce, con sus piñones de acero, cómo avanzan en su repetición los andares de quienes cruzan, cómo palpita la ciudad. Son los guardianes del tiempo, mecanismos que marcan la duración del día y de la noche, capaces de crear y entretener movimientos y, simultáneamente, de irnos recordando las oscilaciones de la vida, esta vida que va y viene en el plano horizontal de las avenidas, cruza las aceras con sus mecanismos habituales, la historia hablada de nuestras conversaciones en las esquinas, la historia gestual de nuestros ademanes explicando la vida, esta vida evocada del viejo Madrid.

(Imágenes:-1.-El Congreso de los Diputados en 1853.- Ch Clifford.-Biblioteca Nacional/2.-café de Fornos/3.-relojes.-Bruno Braquehais.-1873.-Bibloteca Nacional Francesa)

DÍAS DE GREGORIO MARAÑÓN

«Me levanto de seis a seis y media – le confesaba Marañón a González Ruano en 1954 -. Entonces despacho la correspondencia con mi mujer. No se acaba ésta antes de las diez. A esa hora voy al hospital, donde estoy hasta la una o una y media. Almuerzo. Hago mi trabajo en casa hasta las nueve. Leo o estudio hasta las doce y media o la una. Leo con entusiasmo, como cuando era muchacho. Y me acuesto. Y escribo sólo en Toledo, el sábado y el domingo, y durante los veraneos».

De este «trapero del tiempo«, como a veces se le ha calificado por su exigencia para aprovechar las horas, hablé ya en Mi Siglo. A su biógrafo se lo recordaba Marañón con unas palabras y a Ruano con otras, pero el sentido era el mismo: «Yo he dado con una fórmula para aprovechar el tiempo que es la del día de viaje. ¿Qué hace usted en un día en que sabe que su tren o su avión sale a las seis de la tarde y que se ausentará usted por algún tiempo del lugar donde vive? Se levantará usted, naturalmente, temprano y hará todas las cosas que necesite hacer con eficacia, sin perder un momento. Pues bien: hay que convertir todos los días en ese día de viaje. Así, a las seis de la tarde, a la hora ideal en que usted ha pensado salir de su casa con las maletas, lo tendrá usted todo resuelto, e incluso le sobrará tiempo para aplicarlo al ocio que prefiera».

«En uno de estos cigarralescomentaba Marañón hablando de su refugio de Toledo -, han transcurrido mis horas mejores, las más fecundas de estos catorce años: los más sobresaltados de la historia de España: 1922, 1936. Allí están escritos casi todos mis libros, en su paz transida de pasado y de pensamiento: que es pasado y futuro».»Siempre pensé – añadía en otra ocasión – que para la sabiduría, a la cual he aspirado continuamente, es imprescindible, necesario, forzoso, viajar mucho. Los griegos que están aún vivos entre nosotros adquirieron gran parte de su profundidad viajando».

Sólo en el año antes de morir – 1959  – esos viajes de Madrid a Toledo, esas estancias en el cigarral y el aprovechamiento de momentos antes de la cena,  dieron como fruto de publicaciones seis prólogos, ocho críticas de libros científicos, cuatro notas sobre maestros desaparecidos, varias conferencias y discursos, más de una veintena de trabajos científicos y varios artículos en la Prensa española e hispanoamericana. La laboriosidad le acompañó toda su vida. «Me preparo para cumplir con dignidad mi vejez, si me es dado alcanzarla«, había dicho. Cuenta Marino Gómez -Santos en la biografía del gran médico y humanista que «la última vez que se disponía a asistir a un espectáculo, pocos días antes de su muerte, fue a un concierto de la Sinfónica. Llamó a su hijo Gregorio para que le acompañara. Pero al llegar al Palacio de la Música, dijo, con palabras mal vocalizadas:

– No; vámonos. No conocería a los amigos, ni podría hablar con ellos.

Añadió:

– Vamos un rato a la Casa de Campo, a hacer tiempo, para que tu madre no se entere. Le diremos que el concierto ha estado muy bien.

Por la Casa de Campo estuvo paseando muy despacio, cerca de una hora, sin pronunciar una sola palabra.

El 26 de marzo estuvo todo el día muy animado. Dedicó parte de la tarde, solo en su despacho, a leer y clasificar correspondencia de enfermos y amigos. Cenó normalmente, en familia. En la sobremesa comentó con su mujer y sus hijos el último libro de Azorín, que acababa de recibir.

Se acostó muy temprano. Se durmió en seguida. Y para siempre».

(Pqeueño recuerdo a los cincuenta años de su muerte: 27 de marzo de 1960.-marzo 2010)

(Imágenes: 1.-Marañón con Baroja, en París, en 1939.-piobaroja.guipozkoalkultura.net/ 2.- Marañón en el Hospital que hoy lleva su nombre en  Madrid.- larazon.es/ 3.- Gregorio Marañón, con Carmen Marañón Moya, Gustavo Pittaluga, Federico García Lorca y otras personas, en Toledo. flickr)

LA RUEDA DEL TIEMPO

 

Ahora que acaba un año, ¿qué recordamos de él?  Determinados montículos en el horizonte de las noticias, ciertos sucesos que nos conmovieron. ¿Y el resto? El resto desaparece en las largas planicies del ovido, y ello es lógico, pues la memoria no nos vuelve a recordar ni siquiera lo que comimos anteayer. 

Estratón, en el siglo lll antes de Jesucristo, llegó a decir:

«Día y noche, un mes y un año, no son tiempo ni partes del tiempo, sino luz y oscuridad y las revoluciones de la luna y el sol. El tiempo, sin embargo, es una cantidad en donde está contenido todo eso».

 Walter Pater, en el siglo XlX señaló: «¿Te fatiga la identidad, la repetición de los espectáculos públicos? Lo mismo hace esa identidad de acontecimientos en el espectáculo del mundo. Y así será contigo hasta el fin. Porque la rueda del mundo siempre tiene el mismo movimiento, arriba y abajo, de generación en generación. ¿Cuándo, cuándo cederá el sitio el tiempo a la eternidad?». («Mario el Epicúreo«)

Y Eliot, en el XX, al que ya me referí  alguna vez en Mi Siglo:  

“El tiempo presente y el tiempo pasado

Están tal vez ambos presentes en el tiempo futuro,

Y el tiempo futuro contenido en el tiempo pasado. 

Si todo tiempo es eternamente presente

Todo tiempo es irredimible». 

«El tiempo apremia. Vivo«, hay que decirse tal vez en días como hoy.

«El tiempo apremia. Escribo«, nos dice a su vez Wislawa Szymborska en su último libro, «Aquí» (Bartleby).

(Imágenes;.-1.-Ed Ruscha .-Murayama Fine Art-artnet/ 2.-Grand Central.-Steven Katz.-2007.-Katharina Rich Perlow Gallery– New York.-artnet) 

ANTE EL TELEVISOR

television.-wwwTT.-por Arnold Mesches.-1971.-Robert Berman Galery.-artnet

«Entonces, prácticamente a la misma hora en que usted detenía un momento su tiempo, otro tiempo luminoso aparecía palpitante en el gran reloj exacto de la Redacción de Televisión, y las mesas y las pantallas, las teclas y las conexiones de ordenadores y televisores punteaban aquel tiempo en segundos de imágenes y una presentadora rubia recitaba ahora ensayando arriba y abajo pasillo adelante con las eses silbantes de los textos que le iban entregando ya acabados, modulando bien el acento para catástrofes y reuniones políticas, trayendo y llevando con sus dientes, su lengua y su saliva, en la caja de sus mandíbulas, las muertes y las vidas filmadas durante el día y a punto de servírselas a usted como cena mientras ella seguía con su jersey azul y sus negros pantalones vaqueros pasillo adelante, aún no había bajado a peluquería ni a maquillaje ni tampoco había elegido todavía su traje de chaqueta color malva, y leía y leía ahora y recitaba y memorizaba cuanto podía aquellas cumbres de noticias económicas, el énfasis que debía de poner al anunciar tragedias, la bajada de párpados y sobre todo de tonos y de timbres al condolerse en dramas personales, las pausas cuidadosas al descender por las escalinatas de las Bolsas, la sonrisa sugestiva y radiante al celebrar victorias deportivas, el tiempo, el tiempo siempre, el tic-tac, el tic-tac luminoso del segundero implacable en los informativos de Televisión que iba segando, afilando, afinando, dejando transparentes y delgadísimas láminas de vídeos, voces en off, conexiones, crónicas, reportajes, gestos simbólicos, muecas instantáneas captadas en primer plano del tiempo, tic-tac, el tic-tac luminoso, el paso arriba y abajo de la presentadora rubia, Aquí le cortaremos al ministro, Tienes siete segundos más para este gol, esa imagen desaparecerá instantáneamente, mientras usted va despegándose poco a poco del tiempo y la peluquera y la maquilladora sientan ahora ante el espejo a esta presentadora rubia de eses silbantes que extiende ya la mano para el último cuidado de uñas, que cierra los párpados con la cabeza relajada hacia atrás bajo los focos para que pase la sombra de ojos sobre el tiempo de su cara y de su cutis, tic-tac, el tic-tac escondido de su pulso mientras se deja maquillar, peinar, suavizar la imagen, y se viste luego su traje malva de chaqueta cruzada con grandes solapas y se sienta ya recta e imperturbable en la silla, ante la mesa, ante las cámaras, con su eterna sonrisa…Cinco, cuatro, tres, dos, uno,cero, ¡YA!».

José Julio Perlado: del libro «Vida contemporánea» (relato inédito)

(Imagen:- Arnold Mesches.-1971.-Robert Berman Gallery.-artnet)

THEO ANGELOPOULOS

angelopoulos.-aa.-vertigomagazine.co.ujEl tiempo. Siempre el tiempo en el cine y en la vida. «En una ocasión estaba en Japón y fui invitado a cenar a casa del gran cineasta Nagisa Oshimacuenta Theo Angelopoulos en una interesante entrevista que publica el semanario «El Cultural» – Acababa de perder a su mujer a la que estaba muy unido. Nos sentamos a la mesa y allí estaba, en una esquina, una foto de ella. Para mi sorpresa, puso un plato enfrente de su imagen para que comiera. Después le pregunté por su último guión y me dijo que primero tenía que leerlo ella. Ahí tiene usted un caso de cómo el pasado y el presente suceden al mismo tiempo. Lo mismo pasa con el futuro, ¿qué es? Una respiración después. Ya está aquí (…) Yo parto de la idea de Heidegger de que el tiempo somos nosotros, con todo lo que ello implica. En este sentido, pasado, presente y futuro son, en realidad, una misma cosa».

En varias ocasiones he hablado en Mi Siglo de este gran director griego comentando algunas de sus películas. Puede ser polémico para algunos pero siempre es atrayente. Cuando se refiere, por ejemplo, a la nueva «forma de mirar» tan influida por los americanos señala que ellos «han sido muy listos y han logrado imponer una determinada manera de contar las cosas; la consecuencia es que han contaminado de una forma profunda nuestra forma de mirar. Ahora el público, influido también por la televisión, pide eso. El resultado es una falta total de educación estética. Lo vemos todos los días. Hoy la mayoría de películas escamotean el diálogo con la obra fílmica. Sucede todo tan rápidamente que no hay tiempo de pensar conjuntamente, que es lo que debe procurar un filme».angelopoulos.-9

Pero quizá una de las declaraciones más sugerentes de esta entrevista es la que alude de algún modo al proceso de creación, ese instante de magia, a veces mínimo, que nace dentro de la mente de un artista y transforma en un segundo una novela o un escenario. Cuando Angelopoulos estaba preparando «El paso suspendido de la cigüeña»  había una escena de una boda a la que el director le estuvo dando muchas vueltas porque quería algo realmente original. «De pronto recordé una noticia que había leído veinte años atrás- dice Angelopoulos – sobre una pequeña isla de Creta a la que era tan difícil acceder en invierno que a sus habitantes el cura les decía misa o los casaba subido a un monte de la isla de al lado. Yo quise rizar el rizo y puse a la mujer a un lado y al marido al otro. El resultado fue maravilloso».

Siempre un chispazo que roza lo fascinante, que penetra en lo insólito.

(Imágenes: 1.-vertigomagazine.co.uk/ 2.-escena de una de las películas de Theo Angelopoulos)

EL MOMENTO PRESENTE

tiempo.-56IIH.-por Ed Ruscha.-1988.-Jealus Gallery.-London.-artnet

 

  

                        EL  MOMENTO  PRESENTE

 

«Doctor, entonces, ¿sabe lo que me pasa? Que no vivo el presente, me refiero al minuto, al segundo, al estar aquí, en esta consulta, en este diván. No le veo. ¿Oigo su voz? No, hace tiempo que no oigo su voz. ¿No me habrá usted dejado solo? No, no ha podido dejarme. No puedo incorporarme para verle. Sé que está ahí detrás, o al otro lado, no lo sé bien. Veo su sombra. Me imagino que veo su sombra. ¿Está usted ahí, verdad doctor? Bueno, pues le decía que no vivo el tiempo presente, por ejemplo ya no vivo esto que le acabo de decir ahora sobre la sombra, es otro segundo el mío, mientras le estoy hablando quisiera estar ya incorporado en este diván, quisiera levantarme, pero si me incorporo o me levanto ahora, en cuanto esté ya levantado, ya querré estar en el vestíbulo y pagarle a la enfermera, salir, pero mientras le esté pagando a la enfermera esta sesión de hoy ya querré estar bajando las escaleras, aunque en las escaleras, doctor, me pasa siempre la misma cosa, ya se lo comenté, que estoy queriendo llegar al portal, el otro día, por ejemplo, tuve que tener mucho cuidado con mis piernas, sí, mis piernas se precipitan y desean salir enseguida del portal, en todos los portales me ocurre lo mismo, que no resisto un segundo en el portal, ese momento de estar en el portal ya no lo vivo, porque lo que deseo es pisar ya la acera de la calle, y nada más pisarla, lo que quiero es echar a andar rápidamente, las piernas (y también la cabeza) me empujan siempre a caminar muy deprisa, tengo ya que cruzar, nunca vivo el momento presente, nunca lo vivo, me agobia el momento presente, cuando cruzo la calle ya me veo al otro lado, pero cuando he llegado al otro lado tengo otra vez que echar a andar muy deprisa, porque ya me veo en casa, sí, deseo estar en casa, deseo llegar a casa, aunque en casa ya sé lo que me pasará, cenaré muy deprisa, nunca me entero de nada, a veces aguanto un momento ante el televisor, tampoco puedo ver la televisión mucho tiempo porque mientras la miro estoy pensando ya en la hora de dormir, naturalmente no puedo vivir con nadie a causa de todo esto, nadie podría vivir conmigo, pero en cuanto apago la luz en la cama, apenas un minuto,tiempo.-539P.-por Steve Miller.-Galerie Albert Benamou.-París.-artnet.-ASIATISCHE KUNTER ya duermo deprisa, lo noto, sé que no es así porque me pongo trampas a mí mismo, ya se lo dije, le hablé el otro día de las comprobaciones, de mi reloj, me pongo en la mesilla el reloj y al día siguiente compruebo que he dormido, cinco, seis horas he dormido, me lo dice el reloj, siempre me hablaron los relojes, a veces al oído, cuando escuchaba su tic-tac en aquella relojería de que le hablé, oía el tic-tac del reloj y entonces no salía del momento presente, era otra época, otra fase como diría usted, no es como ahora, que ahora sí quiero huir del momento presente, pero entonces no podía salir de él, hubiera venido a verle entonces para contárselo todo pero no me dejaba aquel momento presente, el tic-tac de aquella caja del reloj antiguo, me quedaba oyendo aquel tic-tac en el oído, era un reloj plano, redondo, de bolsillo, de una tapa muy suave y plateada, yo lo sacaba de la vitrina de la relojería y no hacía mas que acercármelo al oído para oir el tic-tac, aquellas ruedecillas que giraban, los muelles, los tornillos, las piezas de acero que parecían moverse muy deprisa pero para mí muy despacio, yo no podía salir de aquel momento presente, no podía actuar, me quedaba paralizado, el dueño de la relojería me regañaba por mi lentitud pero es que yo no podía ir más deprisa, tardaba mucho en cerrar aquella tapa del reloj, luego mi mano iba también muy despacio hacia la vitrina, mi brazo se extendía, era el momento presente de mi brazo con el reloj en la mano, yo no quería llegar a la vitrina, no quería pasar al momento siguiente, no quería vivirlo, mi brazo se extendía y mi mano abría al fin la vitrina e iba colocando el reloj muy, muy lentamente. Ahora me pasa, doctor, todo lo contrario. Creo que me falta ajuste con el tiempo, estoy desajustado. No vivo el presente, ya no estoy en la relojería, corro y corro por la calles, no tengo trabajo. Le he dicho que me ate de algún modo a este sillón porque si no no podría contarle lo que me pasa. Tengo ganas de huir, no me detengo en ningún sitio, envidio a las personas que viven los momentos presentes y los futuros, miro a esas gentes paradas en los semáforos, esperando a cruzar, sin precipitarse ni detenerse. Nunca he podido ser como ellos. Que sepa que en cuanto me suelte, doctor, saldré disparado y nunca sé dónde acabaré esta noche ni adónde iré».

José Julio Perlado: del libro «Consultas» (relato inédito)tiempo.-88.-Nueva York -estacion central 1960.-foto Neil Libbert.-Michael Hoppen Gallery

(Imágenes:- 1.-«Reloj de arena».-Ed Ruscha.-1988.-Greenfield Sacks Gallery.-artnet/ 2.- self-portrait vanitas.-Steve Miller.-Galerie Albert Benamou.-artnet/ 3.-Grand Central Station.-New York,.1960.- foto: Neil Libbert.-Michael Hoppen Gallery)