BIBLIOTECAS EN EL MAR

El Titanic llevaba en su interior dos bibliotecas. Una estaba situada sobre el puente «A» y aparecía decorada al estilo Luis XV, con detalles tomados del palacio de Versalles. Los libros habían sido embarcados en Southampton. En segunda clase, sobre el puente «C», viajaba también una biblioteca de doce metros, engalanada al estilo colonial y con sus libros guardados en armarios de cristal que flanqueaban uno de los lados. Cuando el mar se tragó el Titanic, la encuadernación, la paginación, los registros, las filigranas de los grabados, las cubiertas y portadas, los preliminares, los colofones, las marcas, las ilustraciones, las dedicatorias, y sobre todo  párrafos y líneas, las letras con sus pensamientos revelados, la puntuación minuciosa y las anotaciones personales se envolvieron en aguas frías cargadas de sales nutritivas, se perdieron entre húmedos guijarros, descendieron lentamente por el barro hasta llanuras abisales, mezlándose los sentimientos de los autores con arcilla y desmoronándose en el agua parte de sus  argumentos, deslizándose los peces entre páginas incrustadas en conchas de moluscos y colonias de corales, entrando por las paredes de las páginas tierra rojiza y guijarros de cuarzo, soplos de corrientes submarinas, gravas fluidas y aludes de sacudidas sísmicas que fueron derrumbando el poderío de las letras góticas a la vez que descosían cuadernillos y prosa y verso, quedaron sueltos, mecidos al vaivén del océano.

Cuando se lee la historia de la destrucción sin fin de las bibliotecas – «Livres en feu«, de Lucien X Polastron (Denoel) -, se advierte que no es sólo el fuego el que consume los libros, sino también el mar. Unos años antes, la biblioteca de otro barco, el Campania, iba adornada de lámparas eléctricas y  diversas columnas cruzaban muros enriquecidos con pinturas, encontrándose los libros en nichos guardados con puertas de vidrio para mantenerlos seguros en caso de mal tiempo. Los libros del Campania tuvieron la enorme suerte de ser leídos por los pasajeros. Los libros del Titanic fueron devorados por las aguas del océano. Antes, otros naufragios de páginas habían ocurrido: en 1822, ante una tempestad en Irlanda; o en «La Boussole«, en donde ciento diecinueve títulos – obras científicas – (así lo recuerda Caryle) «desaparecieron sin dejar huella en la inmensidad azul».

(Imágenes: 1.-fotografía de la proa del Titanic tomada desde el sumergible ruso MIR.-wikipedia/ 2.- escalera de primera clase del Titanic.-wikipedia)

LOS RUIDOS DE LA NOCHE

          » Cuando llegó la mujer a su casa y cerró la puerta, respiró ya tranquila y pensó que la noche podía descender cuando quisiera porque ella estaba ya junto a su nieto, y aquel pensamiento elevó poco a poco sus alas abiertas como las de un murciélago, y primero se hizo la noche en aquella habitación, y luego desplegó la noche la cara inferior de sus alas hasta el comedor, y por la cocina y por toda la casa, y el violeta aterciopelado de la noche se extendió por el mundo. Como aquella era la última noche que iba a pasar la abuela con el nieto, Dios les dejó escuchar a los dos los ruidos nocturnos y les dejó ver los colores de la noche, cosas que nadie había visto jamás. Entonces, durante horas, abuela y nieto, los dos solos en el dormitorio, fueron viendo y oyendo a la noche: oyeron cómo pulverizaba sus cristales el hielo negro de los gélidos fondos del día, cómo se disolvían sales oscuras por el aire, cómo pigmentos de la atmósfera caían lentamente en el espacio, y vieron el paso de piedras preciosas volantes y de escamas cromáticas que desprendía la piel del tiempo. El gran caldero de la noche adquirió ante ellos un tono morado y los humores de la jornada fueron cociéndose hasta hacerse cenizas de orín. Empezaron a sonar todas las campanillas y los dondiegos de noche, asomaron las polillas nocturnas, las flores vírgenes rosáceas y las fecundadas amarillas, se oyó bullir a las burbujas, nadaron azules de ojos blandos y filamentos mucosos de lapislázuli dejando espuma, la noche se hizo topacio iridiscente y cráter de aguamarina. Entonces pasó una mancha errante por el suelo abisal de la noche y el golpe de su cola dejó un rojo roca que se tiñó enseguida con un oro puro, al que persiguió un anaranjado deslizante, zambullido por un verde esmeralda que devoró un azul. Aquel azul reinó toda la noche con sus antenas de fosforescencia ocultando el rocío de platino y de ámbar que iba a traer el día. Un olor penetrante de madreselva, un olor a exangüe melancolía, se coló por los poros de la esponja de la oscuridad e impregnó el papel dorado de la caja de la noche sostenida por las estrellas. La ballena del silencio se posó en los fondos del cielo y bancos de niebla emprendieron una migración densa. Entonces se vio pasar a la isla de Creta entre los bosques de coral de alambre de los continentes sin hacer ruido, sonámbula entre los astros. Penachos de pelos perfumados se anillaron en luminosas pulseras. Cangrejos de herradura arrastraron a nubes uncidas, preparándolas para el amanecer. El viento abrió sus brazos transformados en alas atigradas de Madagascar, escamas escarlatas de Polinesia, azules nacarados de Ceilán. La luna se hizo mosaico bizantino a cuya luz libaron todas las mariposas del mundo. Así pasaron las horas. Así fue la noche. La abuela sabía que su nieto tenía que irse antes de amanecer para emprender la vida y aquel niño también lo sabía. Antes del alba, la abuela tomó la cabeza del niño, se la acercó y le besó primero en el nido de la memoria, luego en el de la voluntad y por fin en el del entendimiento, y en los tres le hizo la señal de la cruz.

          –Que Dios te bendiga, Juan –le dijo–. Ya puedes irte.

          Y le puso en las manos una cajita de plata.

          –Aquí tienes tu infancia. El ayer amarillo. No la pierdas. Pero ahora tienes que vivir el hoy, no el ayer.

          Salió aquel niño del ayer amarillo con la caja de su infancia en la mano, anduvo y anduvo, y fue entrando poco a poco en el hoy para siempre, mezclándose con la multitud».

José Julio Perlado: (del libro «Nosotros, los Darnius«) (relato inédito)

(Imagen.-Rudy Ernst.-2002.-artnet)

VERANO 2009 (15) : FEDERICO GARCíA LORCA

mar.-98f4w.-foto por David Doubilet.-Sud Africa 2002.-National Geographic photo

«Me he perdido muchas veces por el mar

con el oído lleno de flores recién cortadas,

con la lengua llena de amor y de agonía.

Muchas veces me he perdido por el mar,

como me pierdo en el corazón de algunos niños.

 

No hay noche que, al dar un beso,

no sienta la sonrisa de las gentes sin rostro,

ni hay nadie que, al tocar un recién nacido,

olvide las inmóviles calaveras de caballo.

 

Porque las rosas buscan en la frente

un duro paisaje de hueso

y las manos del hombre no tienen más sentido

que imitar a las raíces bajo tierra.

 

Como me pierdo en el corazón de algunos niños,

me he perdido muchas veces por el mar.

Ignorante del agua voy buscando

una muerte de luz que me consuma».

Federico García Lorca: » Gacela de la huida» («Diván del Tamarit«) (1936)

(Imagen.-foto de David Doubilet.-Sudáfrica.-2002.-National Geographic Photo)

VERANO 2009 (14) : MIGUEL HERNÁNDEZ

mar.-887g.-foto por Arno Rafael Minkkinen,.2002.-artnet

«Tengo estos huesos hechos a las penas

y a las cavilaciones estas sienes:

pena que vas, cavilación que vienes

como el mar de la playa a las arenas.

 

Como el mar de la playa a las arenas,

voy en este naufragio de vaivenes,

por una noche oscura de sartenes

redondas, pobres, tristes y morenas.

 

Nadie me salvará de este naufragio

si no es tu amor, la tabla que procuro,

si no es tu voz, el norte que pretendo.

 

Eludiendo por eso el mal presagio

del que ni en ti siquiera habré seguro,

voy entre pena y pena sonriendo».

Miguel Hernández: «El silbo vulnerado» (1934)

(Imagen.- foto de Arno Rafael Minkkinen.-2002.-artnet)

VERANO 2009 (13) : RAFAEL ALBERTI

mar.-3710.-por Chip Hooper.-Weston Gllery.-photografie.-artnet

«Tal vez, oh mar, mi voz ya esté cansada

y le empiece a faltar aquella transparencia,

aquel arranque igual al tuyo, aquello

que era tan parecido a tu oleaje.

 

Han pasado los años por mí, sus duras olas

han mordido la piedra de mi vida,

y al viento de este ocaso playero ya la miro

doblándose en las húmedas arenas.

 

Tú, no; tú sigues joven, con esa voz de siempre

y esos ojos azules renovados

que ven hundirse, insomnes, las edades».

Rafael Alberti: «Tal vez, oh mar…»Poemas de Punta del Este«) (1956)

(Imagen.-foto de Chip Hooper.-Weston Gallery Inc- Carmel.-USA.-artnet)

VERANO 2009 (12) : DÁMASO ALONSO

azul.-verde.-1.-por Nagesh Sharma.-India 2008.-Aicon Gallery.-New York.-Palo Alto.-London.-artnet

VERDE

«Consérvame los verdes

con que el agua se expresa en tanto amor (follaje)

sobre la tierra (pradizales, choperillas,

en giro, desde el tren). Consérvales sus verdes,

su antiguo halago a este planeta en que yo vivo,

tan calcinado y triste».

azul.-798O.-por Patricija Brekte.-Antonija .-Riga.-Latria,.Russistler. Kunstleler.-artnet

AZUL

«Azules que te velen, en el mar, en el cielo,

tu inocencia, extendida entre el aire y las aguas,

la siesta de ese sueño con que soñaste el mundo.

Prolónganos el lento azul de tu soñar»

Dámaso Alonso: «Oración por los colores» («Gozos de la vista«) (1981)

(Imágenes.-1.-Nagesh Sharma.-2008.-India.-Aicon Gallery.-New York.-Palo Alto.-Londres.-artnet/ 2.-Patricija Brekte.- Galerie Antonija.-Riga.-artnet)

VERANO 2009 (11) : EMILIO PRADOS

agua.-KKJ.-por Bety Weis.-2005.-artnet

   l

«¿Es toda el agua del mar,

el reflejo que, hoy, la luna

en ella clavando está?

 

(Salta un pez…

…se arruga el agua…)

 

¿Es toda el agua del mar

la blanca flor de la espuma?

 

(Todo el mar es soledad)

 

ll

Negro está el cielo y el mar

en cada esquina un lucero

y, en medio, un ancho puñal

clavado sobre su pecho.

 

(¿Clavado?…

      ¿Pero en qué cuerpo?

¡En el que nunca tendrá!»

Emilio Prados: «El misterio del agua» (1926-1927)

(Imagen:-Betsy Weiss.-2005.-artnet)

VERANO 2009 (9) : PEDRO SALINAS

pájaros.-KKGGK.-por Donald Sultan.-1997.-artnet

«¿El pájaro? ¿Los pájaros?

¿Hay sólo un solo pájaro en el mundo

que vuela con mil alas, y que canta

con incontables trinos, siempre solo?

¿Son tierra y cielo espejos? ¿Es el aire

espejeo del aire, y el gran pájaro

único multiplica

su soledad en apariencias miles?

(¿Y por eso

le llamamos los pájaros?)

 

¿O quizá no hay un pájaro?

¿Y son ellos,

fatal plural inmenso, como el mar,

bandada innúmera, oleaje de alas,

donde la vista busca y quiere el alma

distinguir la verdad del solo pájaro,

de su esencia sin fin, del uno hermoso?»

Pedro Salinas: «Confianza» (1955)

(Imagen.-pájaros, 12 junio 1997.-por Donal Sultan.-artnet)

VERANO 2009 (8) : LUIS CERNUDA

mar.-foto por Simon Schaffer-Goldman.-Kunstewr bei.-artnet«Sombras frágiles, blancas, dormidas en la playa,

dormidas en su amor, en su flor de universo,

el ardiente color de la vida ignorando

sobre un lecho de arena y de azar abolido.

 

Libremente los besos desde sus labios caen

en el mar indomable como perlas inútiles;

perlas grises o acaso cenicientas estrellas

ascendiendo hacia el cielo con luz desvanecida.

 

Bajo la noche el mundo silencioso naufraga;

bajo la noche rostros fijos, muertos, se pierden.

Sólo esas sombras blancas, oh, blancas, sí, tan blancas.

La luz también da sombras,  pero sombras azules.

Luis Cernuda: «Sombras blancas» («Un río, un amor«)  (1929)

(Imagen: «Beach Stream».- foto de Simon Schaffer-Goldman.-Simon Schaffer-Goldman photography.-artnet)

EL SILENCIO ANTES DEL FRÍO

Como en «El silencio antes de Bach» – la película de Pere Portabella -, el silencio del frío del invierno parece que no hubiera existido nunca y el violonchelo del mar viene y va entre las arenas, con rumores de verano, como si el verano hubiese ocurrido siempre. Pero antes de este verano el frío estuvo entre nosotros y el frío volverá, y con él el trepidante ruido de las calles mezclado con el griterío de los partidos políticos, trufado con el eco de los circos mediáticos, a veces vociferante, a veces insultante. El silencio viaja por los túneles de nuestro vivir, las panzas de los violonchelos recogen la vibración de las cuerdas y la música – a la que muchas veces hacemos poco caso – nos recuerda que hay otra vida de melodías y silencios, el silencio antes de Bach, el silencio después de Bach, Bach mismo reposando en las cantatas que nos acompañan.

El silencio antes del frío del invierno es en estas noches un silencio alargado, iluminado por la luna, pacífico silencio de sueños. Vienen los violonchelos en soledades, bajan de las montañas, llegan al mar.

VERANO 2009 (4) : CLAUDIO RODRÍGUEZ

mar.-tTTkk.-foto por Benjamin Scott Keith.-2004.-Firs Names Photography.-ftografía.-artnet

ARENA

«La arena, tan desnuda y tan desamparada,

tan acosada,

nunca embustera, ágil,

con su sumisa libertad sin luto,

me está lavando ahora.

 

La vanagloria oscura de la piedra

hela aquí: entre la yema

de mis dedos,

con el susurro de su despedida

y con su olor a ala tempranera.

 

Vuela tú, vuela,

pequeña arena mía,

canta en mi cuerpo, en cada poro, entra

en mi vida, por favor, ahora que necesito

tu cadencia, ya muy latiendo en luz,

con el misterio de la melodía

de tu serenidad,

de tu honda ternura».

Claudio Rodríguez: (fallecido el 22 de julio de 1999, hace hoy diez años) :»El vuelo de la celebración» (1976)

(Imagen: foto: Benjamín Scott Keith.-2004.- 3 First Names photography -artnet)

VERANO 2009 (3) : ÁNGEL GONZÁLEZ

mar.-146.-por Clifford Smith.-2006.-Spanierman Modern.-New York.-phosografie artnet

PLAYA

Son las gaviotas, amor.

Las lentas, altas gaviotas.

 

Mar de invierno. El agua gris

mancha de frío las rocas.

Tus piernas, tus dulces piernas

enternecen a las olas.

Un cielo sucio se vuelca

sobre el mar. El viento borra

el perfil de las colinas

de arena. Las tediosas

charcas de sal y de frío

copian tu luz y tu sombra.

Alto gritan, en lo alto

que tú no escuchas, absorta.

 

Son las gaviotas, amor.

Las lentas, altas gaviotas.

 

Ángel González: «Acariciado mundo«

VERANO 2009 ( 1 ) : PLAYA

 

mar.-regatas.-Raoul Dufy.-1950.-Kunsthandel Frans Jacobs.-sphtografie.-artnetPLAYA

«Las barcas de dos en dos,

como sandalias del viento

puestas a secar al sol.

 

Yo y mi sombra, ángulo recto.

Yo y mi sombra, libro abierto.

 

Sobre la arena tendido

como despojo del mar

se encuentra un niño dormido.

 

Yo y mi sombra, ángulo recto.

Yo y mi sombra, libro abierto.

 

Y más allá, pescadores

tirando de las maromas

amarillas y salobres.

 

Yo y mi sombra, ángulo recto.

Yo y mi sombra, libro abierto».

 

Manuel Altolaguirre: «Las islas invitadas y otros poemas» (1936)

(Imagen: Raoul Dufy.-1950.- Kunsthandel Frans Jacobs.-artnet)

MAR DE JULIO

weekend in San Diego.-foto Sandy Huffaker.-The New York Times

ORILLA

«Si no fuera por la rosa

frágil, de espuma, blanquísima,

que él, a lo lejos se inventa,

¿quién me iba a decir a mí

que se le movía el pecho

de respirar, que está vivo,

que tiene un ímpetu dentro,

que quiere la tierra entera,

azul, quieto, mar de julio?»

Pedro Salinas: «Seguro Azar» (1929)

(Imagen: fotografía de Sandy Huffaker.-New York Times)

LO ETERNO

mar-55-por-robert-adams-ngagov«Rompe el mar

en el mar, como un himen inmenso,

mecen los árboles el silencio verde,

las estrellas crepitan, yo las oigo.

(…)

Es que quiere quedar. Seguir siguiendo,

subir, a contra muerte, hasta lo eterno».

(…)

Blas de Otero: «Lo eterno» («Ángel fieramente humano»)

(Imagen: fotografía de Robert Adams.-ngagov)

LECTURA Y HORMIGAS

lectura-gdap-por-frederick-carl-frieseke-1916-artnet

«Sí, ella sí respiraba bien, en profundidad, respiraba ahora el aroma del mar, la vegetación de la montaña, veía las letras del libro que estaba leyendo bajo el sol, el borde de la sombrilla, las sombra sobre las hormigas, las consonantes caminando en hilera tras las vocales, – ¿cuántos años tenía entonces? ¿era el verano de sus treinta años? ¿qué edad tenía?.- Se acercó un poco más para leer mejor y las patas de las vocales, sí, iban detrás de las de las consonantes transportando las tildes y los acentos, acarreando las briznas de las comas y los huevecillos de los puntos suspensivos, las antenas de las palabras obreras se iban orientando en comitiva por la página hasta llegar al borde del margen y volvían ordenada, minuciosamente, saludándose unas a otras al cruzarse en el texto. Se veía ella entonces leyendo hacía varios años, en el mar, sobre la arena, oyendo los chapuzones de Clara, deslumbrando el blanco albornoz de Ágata a su lado, y las hormigas seguían desfilando por cada línea del libro, las mandíbulas de cada palabra trasladaban la carga de cada pensamiento, podían con cada pensamiento, llevaban larvas, los trocitos de hojas, los trocitos de madera de cada pensamiento para construir el hormiguero de ella como mujer, el ruido de su cerebro, su cavidad, las galerías de los razonamientos y las encrucijadas de la sensibilidad, pequeños trozos de argumentos y capas leñosas bajo la corteza de aquella frente que se inclinaba, que meditaba, que escudriñaba cada página para ver qué le quería decir.

Siguió así, absorta en el libro, protegida de la luz por la sombrilla, persiguiendo la paciencia de aquellas hormigas de las letras que iban y venían de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, líneas que estaban a punto de revelársele ya, de descubrir lo que le iban a decir un momento antes de que la llamaran y de que tuviera que cerrar el libro y ya no supiera cuándo lo volvería a abrir».

(JJP:- Fragmentos de una novela inédita)

(Imagen.-Under the Awning/Girl with Book.- por Frederick Carl Frieseke, 1916.-artnet)