CLARIDAD Y PRECISIÓN AL ESCRIBIR

 

 

» Entre todas las diversas expresiones que pueden traducir uno solo de nuestros pensamientos – recuerda La Bruyere en sus «Caracteres»- , no hay más que una que sea la buena. No siempre la encontramos al hablar o escribir, y no obstante, es indudable que existe, que cualquiera otra es floja y no satisface a un hombre inteligente que quiere hacerse comprender.

Un autor bueno y que escribe cuidadosamente suele comprobar que la expresión que él buscaba desde hacía tiempo sin encontrarla, y que, al fin, ha encontrado era la más sencilla, la más natural, la que debía haber surgido la primera y sin esfuerzo.

Los que escriben caprichosamente se ven obligados a retocar sus obras; como el capricho no es siempre fijo y varía en ellos según las ocasiones, se desencariñan pronto de las expresiones que más amaron».

(…)

«Todo escritor, para escribir con claridad debe ponerse en el lugar de los lectores, examinar su propia obra como algo nuevo para el que lo lee por vez primera, en la que no tiene nada que ver y que hubiera sido sometido a su crítica por el autor, y además convencerse de que no le entienden a uno porque uno mismo se entienda, sino porque, en efecto, se es inteligible».

(…)

«La misma exactitud inteligente que nos lleva a escribir cosas buenas nos hace temer que no lo sean bastante para merecer el ser leídas.

Un talento mediocre cree escribir divinamente; un talento sólido cree escribir razonablemente».

 

 

En el terreno de las letras hispanas, y para evocar la claridad y la precisión, hay que recordar las palabras de Pla en uno de sus Dietarios: «el adjetivo debe ser, ante todo, inteligible y claro, y luego, si es posible, preciso. A veces el adjetivo surge enseguida; a veces, con mucha más calma ; a menudo, nunca. El adjetivo nunca puede ser excesivamente vulgar – en este punto el lenguaje del pueblo es fuente de muchos errores -, ni puede ser excesivamente erudito y difícil de comprender. Tiene que ser preciso y, si es posible, gracioso. A mi entender, este es el gran problema de la literatura : la adjetivación. En poesía y en prosa.

Hay que escribir con libertad, con gusto, con placer, pero con la máxima observación posible».

 

 

(Imágenes – 1- foto – : Kevin van Aelst – The New York Times/ 2- bibliotheque tumblr/ 3- página del Diario de Katherine Mansfiel del 6 de septiembre de 1911)

LA MODA Y LA MUJER

ciudades-ftbyhg- Nueva York- Moda- Louise Dahl-Wolfe-mil novecientos cuarente

 

«Apenas una moda  ha destruido otra moda, ya es abolida por otra más nueva, que a su vez deja paso a la siguiente que no será la última: así es nuestra ligereza – escribe La Bruyère en sus «Caracteres» – . Ahora una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid sobre Louise Dahl Wolfe nos lleva hasta el mundo de la moda y esa visión de  la moda nos vuelve a llevar a la lectura de La Bruyère. » A través de estas revoluciones – prosigue el escritor francés – ha transcurrido un siglo que ha colocado todos estos adornos en la categoría de las cosas pasadas y que ya no existen; entonces la moda más curiosa y que más gusta ver es la antigua.

 

moda.-5fwq.-Balenciaga por el Sena.-1953.-por Louise Dahl-Wolfe.-all-art-org

 

(…) Se condena una moda que toma la cabeza de las mujeres como base de un edificio de varios pisos, cuya disposición y estructura cambian según sus caprichos; que separa los cabellos de la cara, a pesar de que crecen para acompañarla, que los levanta y los eriza al modo de las bacantes, como si quisiera cambiar la fisonomía dulce y modesta de las mujeres por otra altiva y audaz; se protesta, en fin, contra tal o cual moda, que, sin embargo, por muy extraña que sea, adorna y embellece mientras dura y de la que se saca todo el partido que se puede esperar de ella: el de agradar».

 

moda.-5gbcvv.-Balenciaga.-1953.-por Louise Dahl-Wolfe.-all-art.org

 

(…) En algunas mujeres – sigue diciendo La Bruyère – hay una nobleza artificial que radica en el movimiento de los ojos, en el gesto de la cabeza, en la manera de andar y que no va más lejos: un ingenio deslumbrador que impresiona y que no se estima porque no es profundo. En otras hay una nobleza sencilla, natural, independiente del gesto y del modo de andar que tiene su origen en el corazón y que es como una consecuencia de su elevada estirpe; un mérito tranquilo, pero firme, unido a mil virtudes, que toda la modestia no consigue ocultar, que se escapan y se muestran a los que tienen ojos».

 

moda.-6ghb.-1949.-por Louise Dahl-Wolfe.-all-art.org

 

(Imágenes.- 1- Louise Dalh Wolfe- 1940/ 2.-Louise Dalh Wolfe-all- art- org- 1953/ 3.-Louise Dalh Wolfe-all-art- org- 1953/ 4.-Louise Dalh Wolfe- all- art- org)

EL MÉRITO, LA MODA Y LA VIRTUD

 

moda.-88yy.-Se Connell.-maquillaje

 

«Un hombre de moda dura poco – se lee en «Los caracteres» de La Bruyère-, pues las modas pasan; si por casualidad es hombre de mérito, no desaparece, subsiste de algún modo; es igualmente estimable, pero menos estimado.

Lo bueno que tiene la virtud es que se basta a sí misma y puede pasarse sin admiradores, partidarios ni protectores; la falta de apoyo y de aprobación no sólo no la perjudica, sino que la conserva, la depura y la perfecciona; esté o no esté de moda, sigue siendo virtud.

Una persona de moda se parece a una «flor azul» que crece espontáneamente en los surcos, ahoga las espigas, disminuye la cosecha y ocupa el sitio de algo mejor; que no tiene más  valor ni más  belleza que la que le presta un capricho frívolo que nace y cae casi en el mismo instante; hoy es codiciada, las mujeres se adornan con ella; mañana es olvidada y abandonada al pueblo.

Una persona de mérito, en cambio, es una flor a la que no se la designa por su color, sino que se la nombra por su nombre y se la cultiva por su belleza o por su olor; una de esas gracias de la Naturaleza, una de esas cosas que embellecen el mundo, que es de todos los tiempos y de una boga antigua y popular; a la que nuestros padres estimaron y a la que nosotros estimamos después de nuestros padres; a la que nunca podrán derrotar ni por el cansancio ni por la antipatía. Un lirio, una rosa».

(Imagen.-se Conell)

 

LECTURAS Y ESCRITURAS

lectura.-51aq.-Susan Ricker Knox.-1874-1959

 «La misma exactitud inteligente que nos lleva a escribir cosas buenas – se lee en los«Caracteres»de La Bruyère – nos hace temer que no lo sean bastante para merecer el ser leídas. Un talento mediocre cree escribir divinamente; un talento sólido cree escribir razonablemente.»

escribir.-ttrrbn.-Pierre Bonnard.-

«No se escribe sólo para ser comprendido, sino que al escribir es necesario, al menos, hacer comprender cosas bellas. Hay que poseer una dicción pura y emplear términos adecuados, es cierto; pero hace falta que esos términos tan propios expresen ideas nobles, vivas, sólidas y que encierren un sentido muy bello. Es hacer un mal uso de la pureza y de la claridad del discurso ponerlos al servicio de una materia árida, infructuosa, sin gracia, sin utilidad, sin novedad. ¿De qué les sirve a los lectores entender fácilmente y sin trabajo cosas frívolas y pueriles, a veces insípidas y vulgares, y quedar menos inseguros del pensamiento de un autor que aburridos de su obra?»

lectura.-5fr77.-jardín.-Frank Bramley

«Todo escritor, para escribir con claridad, debe ponerse en el lugar de los lectores, examinar su propia obra como algo nuevo para él, que lo lee por vez primera, en la que no tiene nada que ver y que hubiera sido sometido a su crítica por el autor, y, además, convencerse de que no le entienden a uno porque uno mismo se entienda, sino porque, en efecto, se es inteligible.»

lectura.-5vdd.-Sir John Lavery

«El que al escribir atiende sólo al gusto de su siglo piensa más en su persona que en sus escritos; hay que tender siempre a la perfección, y así, cierta justicia que a veces nos niegan nuestros contemporáneos, la posteridad sabrá rendírnosla.»

lectura.-revvb.- Louis le Brocquy.-1939

«Cuando una lectura eleva el espíritu e inspira sentimientos nobles denodados, no hay que buscar otra regla para juzgar la obra; es buena y hecha por mano experta.»

lectura.-rrtbh.-James Abbott McNeill Whistler.-1859

 Cuando cierro los «Caracteres»- siempre me acuerdo de la frase de Descartes: «la lectura de todo buen libro es como una conversación con los hombres más esclarecidos de los siglos pasados; una conversación selecta, en la cual no nos descubren sino sus mejores pensamientos.»

(Imágenes:- 1.-Susan Richter Knox.- 1874/2.- Pierre Bonnard/3.- Frank Bramley/4.- Sir John Lavery/5.- Louis le Brocquy/ 6-James Abbott Mcneill  Whistler.-1859- Museo de arte de Cleveland)

EL OJO DEL ARTISTA

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El ojo del artista no ve el mundo como el resto de cualquier otro ojo humano.  La famosa frase de La Bruyère, «todo está dicho, y llegamos demasiado tarde, pues hace ya siete mil años que existen hombres, y que piensan«, no parece afectar al ojo del artista, ni tampoco a su mano, que lo mismo se desliza sobre la pintura, la música o el papel. El ojo del artista ve siempre el mundo por primera vez como si nadie lo hubiera visto nunca. Incluso ve los matices del mundo, todas sus capas, lo que el mundo esconde bajo una visión superficial.  Muchos filósofos y científicos lo han recordado. Entre ellos el norteamericano Charles S. Peirce al comentar un paisaje: «Cuando el suelo está cubierto de nieve en la que el sol se refleja brillantemente excepto donde caen las sombras, si preguntas a cualquier hombre corriente cuál parece ser su color, te dirá que blanco, blanco puro, más blanco a la luz del sol, un poco grisáceo en la sombra. Pero no es lo que está ante sus ojos lo que está describiendo; es la teoría de lo que debería verse. El artista le dirá que las sombras no son grises sino de un azul pálido y que la nieve a la luz del sol es de un rico amarillo.»

Así se queda largo rato mirando la nieve el ojo del artista. Así se queda mirando siempre el mundo el ojo que lo acaba de descubrir.

(Imagen.-foto: Charles Rex Arbogart.-Associated Press.-The New York Times)

LA NOCHE DE LOS LIBROS


Estaban muy ocupados charlando todos los libros. Cerré la puerta de Mi Siglo, entorné las ventanas del blog y estuve escuchando todo aquel rumor de estanterías en la noche de los libros, los volúmenes hablando unos con otros, los lomos de las filas altas encorvándose para susurrar habladurías a los de los estantes más bajos, los títulos comunicándose confidencias, las letras escapando de las portadas para correr a contar rumores de autores, fechas imprecisas, anécdotas secretas. Toda la biblioteca estaba en danza y la danza era bailada por libros infinitos, de todas las épocas, libros cruzados y encuadernados, libros rústicos, libros de mi niñez, libros recien comprados, libros subrayados, libros que yo no quería olvidar.
Estuve oyéndolos toda la noche.
– Los tontos – decía desde su alta estantería La Bruyere – leen un libro y no lo entienden; los talentos medianos creen entenderlo perfectamente; los grandes ingenios no lo entienden a veces del todo: encuentran oscuro lo que es oscuro y claro lo que es claro; los pedantes quieren encontrar oscuro lo que no lo es y no entender lo más inteligible.
Le contestó José de Maistre desde una esquina:
-Es cierto que recorriendo los libros reunidos por un hombre, se conoce en poco tiempo lo que es, lo que sabe y lo que ama.
Cicerón intervino de pronto desde otra repisa:
-Mis libros están siempre a mi disposición: nunca están ocupados.
Pero Swift casi le quitó la palabra:
-Estimo tanto los libros, que me los figuro vivientes, y que, al leerlos, converso con ellos.
Apareció una voz anónima, abriéndose paso por entre las maderas, encima casi de la puerta:
-Los libros antiguos -murmuró – son los libros de la juventud del mundo, y los libros nuevos son el fruto del tiempo.
Y Francis Bacon quiso añadirle desde un atril:
-La lectura hace maduro a un hombre; la plática lo hace desenvuelto, y el escribir lo hace exacto.
Después crucé el umbral de Mi Siglo y me alejé unos pasos de mi blog.
Aún estuve oyendo durante muchas horas los murmullos de los autores en la oscuridad. Vivían febriles. Se quitaban la palabra continuamente en la noche de los libros.