UN CUADRO, UN LIBRO

 

Matisse- bg- naturaleza muerta con naranjas- mil novecientos trece- wahooart com

 

«El escritor publicado no está en condiciones de hacerse una idea aproximada de lo que son las relaciones de un pintor con sus telas  ya vendidas – dice Julien Gracq en «A lo largo del camino« (Acantilado) -. En efecto, de sus obras – pocas en número – se reproducen miles de ejemplares; las telas del pintor, numerosas, son, cada una de ellas, únicas. ¿Intenta volver a verlas?, ¿olvidarlas?, ¿sigue sus peregrinaciones comerciales?, ¿las abandona, al contrario, una a una, como botellas en el mar? Me parece que el cordón umbilical, si no está cortado por completo, debe (aunque sólo sea por comodidad mental y libertad de espíritu) estar infinitamente más distendido de lo que lo está en el escritor, al que dos pasos bastan para llevarlo frente al estante de la biblioteca donde están ordenados todos sus libros.

 

libros- nuy- Lars Lerin- dos mil nueve

 

¿Hay indiferencia en el pintor frente a la personalidad de los poseedores de sus telas, como suele dar la impresión? Particularmente me intriga el caso de la obra capital de un pintor hecha prisionera por uno de sus rivales íntimos, como fue el caso de la Naturaleza muerta con naranjas de Matisse, adquirida por Picasso. Saberla expuesta todo el día, sin defensa, al cara a cara crítico más drástico con el más feroz, el más malévolo, el más despiadado de los admiradores…¡ Desvelada por él a sus amigos, aderezada con qué clase de comentarios, hiperbólicos y asesinos! Relacionada pérfidamente con ciertas otras, sin que él sepa jamás cuales, ni con qué inconfesables fines. Objeto – ¿quién sabéis? – de qué prácticas de hechicería maléficas, respecto a un rival convertido por completo en vulnerable a través de este ejemplar pasivo de sí mismo. Me parece que hay aquí materia para un cuento cruel a la manera de Villiers y, a la vez, para un cuento extraño a la manera de Poe«.

 

libros- iun- ilustración de Lisbeth Zwerger- dos mil dieciseis

 

(Imágenes.-1 – Naturaleza muerta con naranjas – Henri Matisse – 1913/ 2- Lars Lerin – 2009/ 3 – Lisbeth Zwerger – 2016)

SOBRE LA OBRA ENSAYÍSTICA

 

libros- nnhu- Felix Mendelsohn

La obra ensayística de José Julio Perlado

Por Antonio Ayuso Pérez

(Antonio Ayuso, colaborador del Instituto Cervantes, ha publicado en el día de hoy en la Revista «Rinconete», del Instituto Cervantes, el siguiente artículo que aquí reproduzco.

Tanto al autor, como al Instituto Cervantes, vaya mi agradecimiento por la amable deferencia que han tenido conmigo):

Al escritor José Julio Perlado (Madrid, 1936) le gusta recordar a Gregorio Marañón, que se definía a sí mismo como «trapero del tiempo», cuando se le pregunta por su prolífica vida. Durante años ha compaginado su oficio de periodista y profesor universitario con la escritura y la creación literaria. Como periodista, ha sido corresponsal en Roma de Diario de Barcelona y Madrid(1963-1965) y en París de ABC (1968-1970), redactor jefe de La Estafeta Literaria y director de las revistas Crítica y Momento. Como profesor, durante treinta años ha dado clases a los alumnos de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, lo que le ha convertido en «maestro de periodistas». En la actualidad, y desde 2007, escribe el blog cultural Mi Siglo.

Pero es su faceta de escritor la que queremos traer a colación en este artículo. Su vocación literaria le viene de su abuelo, el autor José Ortiz de Pinedo, con el que compartió el amor por la cultura, los escritores y la conversación. Hasta el momento, Perlado ha cultivado principalmente la narrativa y el ensayo. Entre sus novelas, destacan El viento que atraviesa (1968), Contramuerte (1984) —con la que ganó el Premio de Novela Ateneo de Santander—, Lágrimas negras(1996) y Mi abuelo, el Premio Nobel(2011). También le interesa el género del cuento, y a lo largo de los años ha escrito relatos breves aparecidos en diferentes publicaciones. Asímismo, es autor de los ensayos La muerte en la obra literaria de José Gutiérrez Solana (inédito), Diálogos con la cultura (1995), El ojo y la palabra(2003), El artículo literario y periodístico(2007), París, mayo 1968 (2008) y El proceso creador (2013).

 

flores-nnui- libros- Auguste Herbin

 

Vamos a centrar este breve artículo en los principales temas de la obra ensayística escrita hasta ahora por José Julio Perlado pues, creemos, podrán ayudar al lector a la hora de acercarse a cualquiera de sus libros. Por otra parte, muchos de estos motivos temáticos vertebran y explican las obras de ficción de nuestro escritor.

La cultura es uno de los temas principales en todos sus ensayos. En Diálogos con la cultura Perlado nos confiesa: «A la cultura se va por impulso que sin duda nace en la primera juventud, es arropado por lecturas incesantes y orientado por indefinibles brújulas; la cultura está por encima de los hombres, nombres y apellidos». El amor a la cultura le impele a escribir, tras reflexionar sobre el mundo y formularse las grandes preguntas, de ahí su importancia. Por eso afirma en la misma obra: «la respiración de la cultura […] crea e interroga al mundo. Interroga a los que pasan a su alrededor y se interroga a sí misma. El periodista no ha hecho sino preguntar a quienes se preguntan».

 

libros-nngu-flores- Henri Matisse

 

 

El proceso creador en todas las manifestaciones artísticas y, en concreto, la creación literaria son motivos temáticos constantes en sus libros. ¿Cómo crean los grandes hombres de la cultura? ¿Cómo surgen sus obras? ¿Cuál es el proceso para escribir? Perlado se refiere a la tradicional inspiración pero no olvida el esfuerzo creador, que es más importante, o también la atención, fruto de la cual surge el trabajo y, por él, la obra artística. Para Perlado lo esencial en el creador es la mirada, y llegamos aquí a otra de sus grandes preocupaciones: hay que saber mirar la realidad para descubrirla. «Lo esencial es mirar,aprender a mirar», nos dice en El ojo y la palabra. Para ello, es importante la curiosidad y el asombro que nos harán ver con detalle la vida. Tras la mirada, los artistas, con el esfuerzo creador, «construyen otra realidad».

 

libros-nuii-flores- Paul Signac

 

Los temas de la belleza y la verdad son centrales en la obra de Perlado. Para nuestro autor, el creador y el escritor se acercan al mundo y le interrogan para descubrir su belleza que, una vez vislumbrada, e imitando lo inimitable, procurarán transmitir a sus obras. «Esa contemplación del escritor caminando despacio por los verdes resplandores de la Belleza es la que le lleva a asombrarse y a escribir unos textos en los que intenta descubrir al lector qué riqueza de matices guarda la Creación». Según leemos en El artículo literario y periodístico, el poder del escritor estriba en transmitir la verdad al lector. «Bastante poder tiene con contar siempre la verdad. Y añadirle a la verdad el ser contada con belleza». Y, para ello, cuenta con el diálogo y el amor como herramientas. El diálogo como apertura al otro, es decir, «ser una búsqueda, un asomarse a lo interior, ese “querer ir más allá” en las personas». Y el amor porque «nada que no se haga con amor puede quedar bien».

A través de la obra ensayística de José Julio Perlado nos hemos acercado a las grandes preocupaciones de un escritor que podemos calificar de humanista en su deseo de transmitir valores universales a sus lectores como la cultura, la belleza o la verdad, en un mundo que considera necesitado de ellos. Su obra es un permanente diálogo de amor con el mundo y los lectores, y estamos convencidos de que todavía seguirá brindándonos nuevas creaciones.

 

flores-tbww -libros-Pierre Auguste Renoir

 

(Imágenes.- 1.-Mendelsohn/ 2.- Auguste Herbin/ 3.-Henri Matisse/ 4.-Paul Signac/ 5.-Pierre Auguste Renoir)

MATISSE Y LOS DOMINGOS

 

pintores.-667b.-Henri Matisse.-en su taller de trabajo.-1939.-Brassaï

 

«¿Entiende usted ahora por qué jamás me aburro? – le decía Matisse a un visitante en 1941 – Durante más de cincuenta años he trabajado sin parar ni un

 

Matisse-nnbuu- mujer sentada- mil novecientos diecinueve- colección privada

 

instante. Desde las nueve hasta el mediodía, primera sesión. Almuerzo. Luego echo una siestecita y vuelvo a coger mis pinceles a las dos de la tarde hasta la

 

pintores.-588j.-Henri Matisse.-por Brassaï.-1939

 

noche. Usted no me lo va a creer. Los domingos, tengo que inventar toda clase de cuentos para las modelos. Les prometo que será la última vez que les rogaré que

 

matisse-ngr-mujer con sombrilla- mil novecientos diecinueve- Solothum- Suiza- colección Kocher

 

vengan y posen ese día. Naturalmente les pago el doble. Finalmente, cuando siento que no están convencidas, les prometo un día libre a la semana. » Pero,

 

pintores.-8juu.-Matisse.-por Brassai.-1939

 

monsieur Matisse – me respondió una de ellas -, ésto ya viene pasando desde hace meses y nunca he tenido una tarde libre.» ¡Pobrecillas! No comprenden. No obstante, no puedo sacrificar mis domingos por ellas solo porque tengan novio.»

 

mujer.- 4eedd.- Henri Matisse

 

Eran aquellos domingos de 1941, fechas en las que le escribía a su hijo Pierre: «Desde hace un año he llevado a cabo un enorme esfuerzo en el dibujo. Digo esfuerzo, pero me equivoco, porque debería hablar de floración al cabo de cincuenta años de esfuerzos. Tengo que hacer lo mismo en la pintura.»

 

pintores.-tgbb.-Henri Matisse en su estudio del sur de Francias.-1948

 

(Imágenes.-1.-Matisse en su taller- 1939.-Brassai/2.- mujer sentada- 1919.-colección privada/3.- Matisse en 1939. Brassai/4- mujer con sombrilla- 1919. – Solothun -Suiza- colección Kocher/5- Matisse 1939. Brassai/6. Matisse -Monique- 1942/ 7.-Matisse en su estudio del sur de Francia- 1948)

ÚLTIMAS LUCES DE RENOIR

Renoir.-ervvb,--.Andreé con un vestido rosa.-1917.- colección privada

«Fue un prolongado martirio el de Renoir en los últimos tiempos – comentaba Henri Matisse -: las articulaciones de sus dedos estaban hinchadas y tremendamente deformadas  – ¡ y, sin embargo, ahora estaba pintando sus mejores cuadros! Mientras su cuerpo se desgastaba, su alma parecía cobrar fuerza, y él expresaba sus ideas con una gran facilidad.»

pintores.-4frf.-Renoir pintando en ek jardín, en Gagnes-Sur-Mer.-1917

Varias veces he hablado aquí de Renoir y también de Sandblonm cuando aborda su estudio sobre «Enfermedad y creación». Recuerda este último que en su vejez Renoir recuperó su personalidad. «A pesar de su dolorosa artritis senil, que le obligó a envolverse la palma de la mano con algodón a fin de poder sostener el pincel, tal como se observa en uno de sus autorretratos, se deleitó pintando niños, muchachitas y flores primaverales» (…) ; su escala de color se tornó más brillante, debido quizá a su mala vista, pero no cabe duda de que también fue intencionalmente por su deseo de conseguir un tono

Renoir.-r8uuu.-Cagnes.-1914-1919.- colección privada

más cálido.» Y añade Sandblom que «debemos mencionar la hipótesis de que la artrosis de Renoir pudo haber sido una enfermedad ocupacional que se debió al envenenamiento causado por los pigmentos que empleaba. Como sus colores claros requerían de mucho plomo, es posible que el precio de su radiante luminosidad, y de nuestro deleite, lo haya pagado con su salud». Compara la dolencia de Renoir con la artritis reumatoide de Dufy, «pero en el caso de Dufy su enfermedad se inició tempranamente y era aún más invalidante que la de Renoir, pero lo alivió notablemente el tratamiento

pintores.-600j.-Pierre Auguste Renoir.-Museo Marmottan.- Paris.- AKG imágenes

médico. «La historia clínica de de Raoul Dufydecía su médico – es una de las pocas en las que la medicina logra mejorar al paciente en el momento justo para conservar el funcionamiento creador de una persona importante y, de esa manera, enriquecer nuestra herencia».

Renoir.-3bngg.-árbol de cal y casa.-1919

«Existen varias fotografías de Renoir al final de su vida – cuenta uno de sus hijos, Jean, el célebre director de cine -. El cuerpo se le iba petrificando cada vez más. Las manos engarfiadas no podían ya asir nada. Se ha dicho y se ha escrito que le ataban el pincel a la mano. No es del todo cierto. La realidad es que se le había vuelto la piel tan tierna que el contacto con la madera del mango le hacía heridas. Para evitar ese inconveniente, mandaba que le pusieran en la palma de la mano un trocito de tela fina. Los dedos deformados

pintores.-4fnn.-Renoir.-busto de Renoir.-1907.-por Aristide Maillol

más que sujetar el pincel se aferraban a él. Pero hasta el último aliento, el brazo siguió firme como el de un hombre joven y los ojos tuvieron una precisión estremecedora. Aún lo veo poniendo en el lienzo un puntito de color blanco del grosor de la cabeza de un alfiler. La meta de aquel toque era indicar el reflejo en el ojo de una modelo. Sin un titubeo, el pincel salía lanzado como la bala de un buen tirador y daba en la diana.»

Renoir.-tynnn.-paisaje con la casa blanca.-1916.-colección privada

«Es cierto que de vez en cuando decía «Estoy fastidiado», pero sin convicción – le escribía en diciembre de 1919 uno de los hijos del pintor a Durand- Ruel -, y lo había dicho mucho más a menudo hace tres años. Los cuidados constantes lo irritaban un poco y no dejaba de hacer mofa al respecto. El martes se acostó a las siete, después de fumarse un cigarrillo tranquilamente. Quería dibujar un modelo de vaso, pero no encontramos lápiz. De repente, a las ocho se puso a delirar ligeramente. Nos sorprendió mucho y pasamos de una confianza relativa a la mayor aprensión. Su delirio aumentó. Vino el médico. Mi padre estuvo agitado hasta medianoche, aunque no sufrió ni un instante. Seguramente no sospechó que iba a morir. A medianoche se tranquilizó y, a las dos, se apagó muy suavemente.»

http://youtu.be/UA4pRAZQY3g

(Imágenes.-1.-Renoir-.-Andrea con un vestido rosa.-1917.-colección privada/ 2.-Renoir pintando en su jardín.-1917/ 3.-Renoir.-Cagnes.-1914-1919/ 4.-Renoir.-Museo Marmottan.-París/ 5.-Renoir.-árbol de cal y Casa.-1919/ 6.- Renoir.-por Aristide Maillol/ 7.- Renoir.- la casa blanca.-1916.-colección privada)

TALLERES DE PINTURA

ALBERTO GIACOMETTI ET ANNETTE

Cuando Balzac describe el taller de Franz Porbus en «La obra de arte desconocida» intenta darnos una lección estética: decir creación pictórica es decir igualmente creación literaria. Los escritores en muchas ocasiones se han asomado a contemplar cómo trabajan los pintores y a su vez los pintores han querido dejar huellas en sus cuadros sobre el quehacer de los escritores. «El taller del pintor» de Gustave Courbet se une a «Un taller en Batignolles» de Fantin-Latour y a ellos hay que añadir, entre muchos otros, el taller de Elstir, observado atenta y sensiblemente como siempre por la prosa de Proust, o al que muestra Albert Camus  en su «Jonas o el artista en el trabajo» dentro del volumen «El exilio y el reino«.

Autoportrait, atelier de Skrubben à Kragerø

«Los discípulos ayudaban a Jonas de otra manera – escribe Albert Camus -, obligándole a dar su opinión sobre su propia producción. No pasaba día sin que le llevaran algún lienzo, apenas esbozado, que su autor colocaba entre Jonas y el cuadro que estaba pintando, a fin de que el esbozo recibiera mejor la luz. (…) Así transcurría el tiempo de Jonas, que pintaba en medio de sus amigos y alumnos, instalados en sillas dispuestas, ahora, en círculos concéntricos alrededor del caballete. Frecuentemente, los vecinos aparecían también en las ventanas de enfrente y se sumaban a su público. Discutía, cambiaba puntos de vista, examinaba los lienzos, sonreía a Louise al pasar, consolaba a los niños y contestaba calurosamente las llamadas telefónicas, sin soltar nunca los pinceles, con los que, de vez en cuando, daba un toque al cuadro empezado».

pintores.-667b.-Henri Matisse.-en su taller de trabajo.-1939.-Brassaï

Proust, por su parte, aborda muchas veces la pintura y en alguna ocasión describe los talleres. Se ha dicho de Proust que Elstir, pesonaje inventado, es un «faro» en la narración del Narrador, sobre todo ante el camino de su vocación, porque le transmite una nueva visión de las cosas y le revela las leyes generales del arte.«Gracias a Elstir – ha recordado Jean-Yves Tadié en su «Proust -, un universo personal, sometido a un punto de vista único, se desvela en la metamorfosis ( que, en literatura, es la metáfora): las cosas no son nada por ellas mismas, todo está en la mirada del pintor«.

Juan Miro dans son atelier de Calamayor, Espagne, 1968

«El taller de Elstir – escribe Proust – se me aparecía como el laboratorio de una especie de nueva creación del mundo, donde, desde el caos que son todas las cosas que vemos, él había extraido, al pintarlos en diversos rectángulos de tela que estaban colocados en todos los sentidos, aquí una ola del mar  haciendo estallar con cólera contra la arena su espuma lila, allí un hombre joven de cuello blanco acodado sobre el puente de un barco».

Se crea entonces, entre pintor y espectador, una especie de alquimia llena de encantamiento rota únicamente por los trazos del arte que rompen el silencio.

(He tenido la fortuna de visitar algunos talleres a lo largo de mi vida – ver trabajar a Benjamín Palencia tirado en el suelo, terminando con las yemas de sus dedos «un Toledo» (como así me lo dijo), ver pintar a Juan Barjola sus rostros deformes, o asistir ante Pablo Serrano al remate final de sus esculturas.

Nada de eso olvidaré.)

(Imágenes:- 1.-Giacometti en su taller de trabajo/ 2.-Edward Munch en su taller.-1909-1910/ 3.-Henri Matisse trabajando.-1939.-Brasaï/4.-Joan Miró en su taller.-1968)

¿QUÉ ES UNA OBRA MAESTRA? ( y 2)

«Las obras maestras – recordaba  Dominique Vivant Denon – son los guardianes silenciosos del misterio del arte».

Cuadros como «El jardín de las delicias», «Las Meninas», «La ronda de noche», «Los girasoles» o «Las señoritas de Avignon«, entre muchos otros, han sido considerados por varios autores como obras maestras y ese «misterio del arte» lo llevan consigo.

«Las artes tienen un desarrollo – comentaba Matisseque no viene sólo de un individuo, sino de toda una fuerza adquirida en la civilización que nos precede. No se puede hacer cualquier cosa. Un artista dotado no puede hacer lo que fuere. Si no empleara más que sus dones no existiría. No somos dueños de nuestra producción; la producción nos es impuesta».

“Si cuando Van Gogh estaba pintando se hubiese controlado el flujo de sangre en sus venas – señaló un crítico japonés en 1912 al ver el cuadro de «Los girasoles» -, sin duda se habrían registrado las mismas ondulaciones que encontramos en su pintura“. Así lo recuerda Neil MacGregor en uno de los estudios que completan el volumen conjunto “¿Qué es una obra maestra?” (Crítica).

» Ante la obra maestra de todas las obras maestras de nuestros días, conocemos que «Los girasoles» de Van Goghsegún opinión de MacGregor -, tenía que ser una expresión de gozo y de alegría. Lo pintó para celebrar la llegada de su amigo Gauguin a la Provenza y demostrar con ello toda la satisfacción que le producía dicho acontecimiento. Pero nos obsesiona de tal manera la personalidad del artista, la personalidad angustiada de Van Gogh, que queremos encontrar sin falta en él, como en todos sus cuadros, las huellas, los indicios de la angustia que sufrió.(…) El cuadro se convierte no sólo en indicio del sufrimiento redentor del artista sino, en cierta medida, en una reliquia de dicho sufrimiento».

«Los girasoles avanzan – le escribía Vincent Van Gogh en agosto de 1888 a su hermano Theo -, hay un nuevo ramo de 14 flores sobre fondo amarillo verde, es pues exactamente el mismo efecto que una naturaleza muerta de membrillos y de limones que tú tienes ya, pero en los girasoles la pintura es mucho más simple».

(Imágenes:- 1.-Géricault.-La balsa de la Medusa.-1818- 1819.-Louvre/ 2.-Watteau.- Lémbarquemente por Cythere.-Louvre/3.-Henri Matisse.-vista de Collioure.-1905.-L´Hermitage.-San Petersburgo/ 4.-Van Gogh.-florero con quince girasoles.-1888.- National Gallery)

CHAGALL Y PARÍS

«Llegué a París como empujado por el destino. Afluían a mi boca palabras llegadas del corazón, y casi me ahogaba. Tartamudeaba. Las palabras pugnaban por salir al exterior, ansiosas de iluminarse con la luz de París, de engalanarse con ella. Llegué con los pensamientos y los sueños que no pueden tenerse más que a los veinte años, pero quizá esos sueños se han parado en mí para mucho más tiempo».

Así evocaba Chagall su vida y la rememoraba en 1943 en una conferencia que hacía revivir su pasado.»Normalmente, podría decirse – continuaba – que nadie va a París con el equipaje ya hecho. Se va allí deslastrado, para estudiar, y se regresa con el equipaje algunas veces. Ciertamente, yo podía expresarme en mi ciudad lejana y en el círculo de mis amigos, pero aspiraba a ver por mis propios ojos aquello de que había oído hablar tan lejanamente: esta revolución de lo visual, esta rotación de colores, que espontáneamente se funden uno con otro en un chorro de líneas pensadas, cual quería Cézanne, o en dominio libre, com lo ha mostrado Matisse. Esto es lo que no se veia en mi pueblo. El sol del arte no brillaba entonces sino en París, y me parecía y me sigue pareciendo que no hay mayor revolución de lo visual que la que encontré en 1910 al llegar a París».

«Los paisajes y las figuras de Cézanne, Manet, Monet, Seurat, Renoir, Van Gogh, el fauvismo de Matisse y de tantos otros me dejaron estupefacto. Me trajeron como un fenómeno de la naturaleza. Lejos de mi país natal, sus cercados se perfilaban en mi imaginación sobre el fondo de sus casas. Yo no veía allí ninguno de los colores de Renoir, sino dos o tres manchas sombrías. Y al lado de ellas se hubiera podido vivir una vida sin la esperanza de encontrar este lenguaje artístico libertado que debe respirar por sí mismo, como respira un hombre».

«No frecuenté en París ni academias, ni profesores. Los encontraba en la propia ciudad a cada paso, por doquier».

«Eran los tenderos del mercado, los mozos de café, los porteros, los campesinos, los obreros».

«En torno a ellos planeaba esta sorprendente «luz-libertad» que no he visto en ninguna otra parte».

«Y esta luz pasaba fácilmente por las telas de los grandes maestros franceses y renacía en el arte».

«Yo no podía por menos de pensar que esta «luz-libertad» sola más luminosa que todas las fuentes de luz artificial puede hacer nacer semejantes cuadros relucientes en los que las revoluciones de la técnica son tan naturales como la lengua, el gesto y el trabajo de los que pasan por la calle».

Luminoso Chagall. Maritain dijo de él en «Fronteras de la poesía» que » cada composición suya – verdadera descarga de poesía, misterio en la más sana claridad – tiene a la vez un realismo y un espiritualismo intenso. Le ocurre con sus juguetes, que los abre para ver qué tienen dentro. Y eso porque los ama. Sabe que en el cerebro de la vaca está sentada la granjerita, sabe que el mundo naufraga alrededor de los amantes, bucólico y desastroso. Se ha ganado la amistad de la creación, y pasea sus parejas por el cielo con el asentimiento de las aldeas. Uno se pregunta qué ciencia, segurísima y casi dolorosa de perspicacia, le permite ser tan fiel a la vida en tan completa libertad. No cabe engaño sobre el amor de las cosas, de los animales, de la realidad total, – amor demasiado nostálgico para ser panteista -, que anima y alimenta semejante ciencia».

(Pequeña evocación sobre Chagall  cuando se acaba de inaugurar una nueva exposición sobre su obra en Madrid)

(Imágenes.- 1.-Chagall: «El violinista».-1912-1913/ 2.-Marc Chagall.-1934.-por Horacio Coppola/ 3.-Chagall: París a través de la ventana.-1913.-Mueso Solomon R Gugenheim/ 4.-Chagall: sobrevolando Vitebsk/ 5.-Chagall en su estudio/6.-La Virgen de la Aldea.-1938-1942/ 7.-Marc Chagall yBella.- París 1933.- foto André Kertész/ 8.- «Soledad».-1933.-Museo de Arte de Tel Aviv.-regalo del artista.-1953/ 9.-Marc Chagall en 1965.-foto Yousuf Karsh)

LA DESNUDEZ DE ESTILO

«Los Matisse cuenta Gertrude Stein – vivían junto al Bulevar Saint-Michel, en un piso pequeño, el último de la casa, con tres habitaciones y hermosas vistas a Notre-Dame y al Sena (…). Madame Matisse  era una admirable ama de casa. Mantenía su pequeño piso limpio como una patena. Todo estaba en orden, sabía cocinar e ir a la compra, y además, posaba para su marido. Ella era «la Femme au Chapeau«. En los tiempos en que los Matisse carecían de dinero, madame Matisse puso una tiendecilla de sombreros, gracias a la cual sortearon la dificultades. Era una mujer morena, de porte erguido, cara larga y labios de trazo firme pero inclinados hacia abajo, lo que le deban un aspecto caballuno. Tenía una gran mata de pelo negro. A Gertude Stein le gustó siempre el modo en que madame Matisse se ponía el sombrero, y en una ocasión, Matisse pintó un retrato de su mujer en el momento de ponerse un sombrero con el ademán en ella caracterísitico, y se lo regaló a miss Stein».

Así lo va contando Gertrude Stein en la «Autobiografía de Alice B. Toklas» (Lumen)

Ahora, la exposición que está teniendo lugar en el Gran Palais de París recorre aquella atmósfera, la compra y venta de cuadros, la adquisición de una colección.

Pero cuando uno se detiene ante el retrato de Gertrude Stein pintado por Picasso, parece que volviéramos a oir las palabras de miss Stein: «creo – decía – que ya he descrito el taller de Picasso. En aquellos días, allí, había todavia mayor desorden, más gente que entraba y salía, más fuego en la estufa, más comida cocinándose y más interrupciones. Había un gran sillón roto, en el que Gertrude Stein posaba. Había un diván en el que todos se sentaban y dormían. Había una pequeña silla de cocina en la que Picasso se sentaba para pintar, un gran caballete y gran cantidad de grandes telas. En el apogeo del período del Arlequín, las telas de Picasso eran enormes, y las figuras y los grupos también».

Eran los tiempos de la desnudez de estilo aplicada en breves recomendaciones por Gertude Stein a algunos escritores. Como recuerda Anthony Burgess en su estudio sobre Hemingway, el futuro autor de «París era una fiesta» era lo bastante joven para poder ser el hijo de Stein, y éste le mostraba humildemente su trabajo, un fragmento de novela. «Demasiadas descripciones porque sí – le dijo Stein a Hemingway -, demasiados adornos: comprima, concentre. Hay mucha descripción aquí, y descripción no demasiado buena. Vuelva a empezar y escriba con más cuidado». Y como ella misma añade, comentando el trabajo de corresponsal de un diario canadiense que Hemingway desempeñaba por entonces, agregó: «Si sigue con los trabajos periodísticos, nunca tendrá ocasión de ver la realidad, sólo verá las palabras, y esto no basta, no basta, desde luego, si es que pretende ser escritor».

(Imágenes:- 1.- Henri Matisse.-La Femme au Chapeau.-1906.-colección SFMOMA/2.-Horst. P. Horst.-autorretrato con Gertrude Stein.-1946/3.-Gertrude Stein por Picasso.- 1905.-Museo Metropolitano de Nueva York/4,- Gertrude Stein posa junto al retrato pintado por Picasso.-APF.-La Vanguardia)


¿ESCRIBIRÍA USTED SI JAMÁS PUDIERA PUBLICAR?

«¿ Escribiría usted si fuera rico? ¿Escribiría usted si estuviera solo, por ejemplo, en una isla desierta con mucho papel y toda la tinta del mundo de que tuviera necesidad?. O bien: ¿escribiría usted si sus escritos fueran invariablememte puestos en ridículo? O la última y más insidiosa pregunta: ¿escribiría usted si supiera que jamás podría publicar?«. Estas palabras del escritor francés Julien Green las plantea en su libro «L´homme et son ombre» (Du Seuil) y podrían enlazar con las declaraciones que realizó Pierre Courthion hablando sobre dos pintores: «En una ocasión – dice – hice a Rouault una pregunta que ya le había hecho anteriormente a Matisse: «Si se viera separado de sus semejantes para siempre, condenado a vivir en una isla desierta hasta exhalar su último aliento, y supiera que su arte nunca volvería a ser visto por nadie, ¿continuaría pintando?». La respuesta de Matisse había sido que no. La de Rouault fue la siguiente: «Por supuesto que seguiría pintando; necesitaría de ese diálogo espiritual«.

Instalado con su familia en Versalles en 1912, Rouault da un nuevo paso hacia el asilamiento y reflexiona sobre su arte. «Vamos cada vez más deprisa, ni siquiera tenemos tiempo de suspirar en el momento en el que desaparecemos. El arte en este siglo mecánico ¿no sería un milagro?«.

Diálogo con uno mismo, diálogo con los demás. Como siempre, contemplación. Como siempre, comunicación.

(Imágenes: 1.-Georges Rouault.- nocturno de otoño.- 1952- pintura.aut.org/ Henri Matisse con su gato.-pinteret)

MATISSE Y EL ESFUERZO

Ahora que se habla tanto de la cultura del esfuerzo – más bien de la falta de cultura del esfuerzo – viene a la memoria la carta que Henri Matisse enviara a Henry Clifford en febrero de 1948 hablándole de la facilidad y de la dificultad en la pintura:

«Siempre he tratado de ocultar mis esfuerzos – le confesaba Matisse -, deseando que mis obras tuvieran la ligereza y la alegría de la primavera, que no hace imaginar a nadie el trabajo que ha costado. Así, temo que los jóvenes, al no ver en mi trabajo sino la aparente facilidad y el descuido en el dibujo, lo  utilicen como pretexto para dispensarse de algunos esfuerzos que creo necesarios».

«Este trabajo lento y fastidioso – continuaba Matisse – es indispensable. Si los jardines no hubieran vuelto a su mejor momento, pronto no servirían para nada. Primero hemos de limpiar, y después cultivar, cada palmo de terreno en cada estación del año. Cuando un artista no sabe preparar su período de florescencia con un trabajo que no presente sino un lejano parecido con el resultado final, su futuro es problemático; cuando un artista recien llegado no siente la necesidad de volver a la tierra de vez en cuando, empieza a andar en círculo y a repetirse, hasta que su curiosidad queda extinguida a fuerza de repetición».

«Creo que el estudio del dibujo es absolutamente esencial. Si el dibujo pertenece al espíritu y el color a los sentidos, es preciso dibujar antes, para cultivar el espíritu, y ser capaz después de llevar el color por caminos espirituales. Esto es lo que quisiera poder gritar, bien alto, cuando veo el trabajo de estos jóvenes, para los que la pintura no es ya una aventura, y cuyo único objetivo es una primer exposición individual, que les lance en el camino del éxito».

«Sólo después de varios años de preparación – seguía aconsejando Matisse en esta carta -, el joven artista debiera atreverse a tocar el color, no como descripción sino como medio de expresión íntimo. (…) Empleará entonces el color con discernimiento. Lo colocará de acuerdo con un dibujo natural, no formulario y enteramente oculto, que surgirá directamente de sus sentimientos; eso es lo que le permitió a Toulouse Lautrec exclamar, al final de su vida, «¡por fin!, ya no sé dibujar«.

«El pintor principiante cree que pinta de memoria – termina Matisse -. El artista que ha acabado su evolución cree también que pinta de memoria. Sólo este último tiene razón, porque su preparación y su disciplina le permiten recibir impulsos que es capaz de disimular, al menos en parte».

Ahora que se habla tanto de la falta de la cultura del esfuerzo, estas frases de Matisse sobre la severa preparación necesaria para lograr- en la pintura como en la vida – cualquier buen resultado, hacen pensar profundamente. De modo irónico él concluía  en otra ocasión: «Quien decide vender su alma a la pintura, haría mejor empezando por morderse la lengua».

(Imágenes:-1.-Matisse, 1946.-Museo de Arte Moderno,.-Centro Pompidou.-Olga `s Gallery/2.-El mantel.-Armonía en rojo.- 1908 -Leningrado.-Ermitage/3.-Interior.-con jarrón etrusco.- 1940.-The  Cleveland Museun of Art.-Olga `s Gallery/4.- La lección de pintura.-1919. Edimburgo.-Scottish National Gallery of Nodern Art/5.- Lección de música,,1917.-Merion.-(Pennsylvania) Barnes Foundation/6.-Henri Matisse.-The New York Times)

RECUERDO DE MI PADRE (2)

mujer.-216.-por Henri Matisse.-1920.-Andrew Weiss Gallery.-photografie.-artnet«Y tu mano, esta es tu mano, papá. Retengo estas venas azules, estas manchitas en la piel de tu edad, estas pecas del tiempo, tu piel arrugada, tu vello. Con este dedo índice y con este pulgar de tu mano derecha apretabas la pluma y te deslizabas preciso por el papel. Con esta palma resbalabas suavemente sobre la hoja y yo te oía en silencio. Te he mirado muchas veces desde el pasillo cuando leías en tu despacho, te he mirado muchas veces en el jardín cuando escribías. Leías, escribías. Yo intentaba pintar. No llegué a a ser pintora, me dediqué a dar clases de dibujo. Ahora dibujo en el tiempo esta mano tuya como si lo hiciera sobre papel vegetal, como si te dibujara a tinta china no sólo esta mano sino todo lo que hemos vivido. Tu muñeca. Tu falange. Este hueso del carpo, el metacarpo. Todo eso lo dibujo. Tenías ahí, papá, en el músculo de tu dedo medio, casi en la uña, un montículo o un callo pequeñito formado de tanto apretar la pluma durante años. Una deformación profesional. Cualquier manicura te lo delataría, mamá lo comoce, lo sabes tú. Con esa presión de la pluma tú te esforzabas en la facilidad. Cuando yo estudiaba a Ingres, ¿lo recuerdas?, el pintor me decía en sus «Apuntes«: «Hay que hacer desaparecer las huellas de la facilidad; no son los medios empleados, sino los resultados los que deben aparecer». De eso tuve que examinarme. Eso también has hecho tú. Te he visto durante años escudriñando la dificultad de los textos hasta alcanzar la facilidad. Enarbolabas con sencillez la punta de la facilidad en tu pluma como se levanta un tesoro desde un papel en blanco. «Voy a entrar en el túnel», me decías. Yo te entendía. Entrabas en tu túnel de palabras sin saber a dónde te llevarían las oraciones, a dónde irías entre los bosques de párrafos y parágrafos. Encontrabas la luz de la idea al fin del bosque, es decir, al fin de las horas de trabajo. A veces no la encontrabas y seguías caminando. Yo te entendía porque he hecho lo mismo entre las tizas coloreadas y los lápices rojos, con mis trazos de yesos negros sobre fondo azul. Tú me enseñaste lo que es un apunte, ese toque ligero y apenas esbozado con pluma o con lápiz pinchando el globo de la idea en el aire y bajándola hasta el suelo del papel. Eso es un apunte, me explicabas. Hay que estar muy atento a las ideas, hija, me decías, y fijarlas enseguida con la disciplina, que ella es también creación. Hay que trabajar la imaginación sobre un horario, pulir, barnizar, extender bien, suavemente, la imaginación sobre el papel. Papel verjurado blanco. Papel teñido a verde claro. Papel de color agarbanzado. Papel grueso color beige. Papeles. Hojas. Cartapacios. Cartulinas. El papel recibía toques de tiza blanca para luces, aguardaba la profundidad y la perspectiva, era encendido por los colores, pero sobre todo aguardaba el trabajo. Había que arar sobre un papel árido, arar en un día soleado o lluvioso, con buen o con mal humor, arar, siempre arar. Tú sembrabas tus escritos con verbos y sustantivos y yo con trazos nítidos; tú podabas adjetivos y yo sombras, así siempre nos comprendimos. El despojamiento, papá, la desnudez, la soledad. Nos sentábamos en un sofá, ¿recuerdas?, bajo un gran dibujo académico. Nos rodeaba el blanco de plata de la tarde, un amarillo de árboles y el verde esmeralda de los bancos del parque. Oíamos jugar a unos niños en el jardín. Entonces charlábamos. Yo te hablaba de lápices y acuarelas y tú me hablabas de poesía, tú me hablabas de anécdotas y yo te hablaba de mis minas de plomo y de mis carboncillos. Nos reíamos, sí, nos reíamos y lo pasábamos muy bien».

José Julio Perlado: del libro «Vida contemporánea» (relato inédito)

(Imagen: retrato de mujer.-Henri Matisse.-1920.-Andrew Weiss Gallery.-  Beverly Hilss, USA -artnet)

ENFERMEDAD Y ARTE

MATISSE.-FRFR.-Interior con violín,.1919.

«Descubrí el color – decía Matisseno en la obra de otros pintores sino en la manera en que se revela la luz en la naturaleza. Me obsesioné con la pintura y ya no pude dejarla«.

En estos días en que Matisse inaugura una exposición en el Museo Thyssen de Madrid que durará hasta el mes de septiembre, sus palabras tras los lienzos nos recuerdan vicisitudes de su vida, salud y enfermedad enlazadas. Enfermo de apendicitis primero y con complicaciones posteriores, Matisse pasó luego a sufrir otra dolencia que le condujo a un cambio profundo del estilo de su pintura: de la invención aguda y radical al estudio sensible de la luz del Sur. «Dejé l`Estaque  – confesó – porque el viento me había hecho contraer una molesta bronquitis. Me trasladé a Niza para curarme, y aquí me he quedado casi toda mi vida».Matisse.-C.-por Henri Cartie-Bresson.-1944.-fotos org

Posteriormente, Matisse demostró que una enfermedad grave puede dejar profundas huellas aun si el paciente se recupera. Cuando andaba por los 70 años, se le desarrolló un cáncer de colon. Aceptó de mala gana la operación que fue practicada por tres de los más célebres cirujanos de Francia. Lograron salvarle la vida pero quedó gravemente enfermo. El que fuera profesor de cirugía y miembro honorario del Colegio Norteamericano de Cirujanos, Philip Sandblom, mantuvo años después una conversación con Matisse mientras éste estaba en cama, con un gato a sus pies, e indicando con una varilla cómo debían pegarse sus grandes recortes en la tela, aquellas aguadas sobre papeles recortados, meclando pintura y lápiz, para vencer los obstáculos de sus limitaciones corporales.  «La enfermedad – dice Sandblom en su libro «Enfermedad y creación» (Fondo de Cultura) – había alterado su actitud ante la vida y hacia el arte. Quería llenar los años de vida que le quedaran con toda la felicidad posible. Durante sus primeros años, a fuerza de mucho esfuerzo y grandes dolores, a menudo había penetrado en nuevos caminos por el arte moderno; ahora deseaba darse el gusto de recorrer esos caminos nuevamente con corazón ligero y sin ningún esfuerzo. Su estado mental se refleja en sus cuadros. En sus últimas obras se adivina un aire feliz de tranquilidad y reposo. El mismo Matisse estaba tan convencido de la benéfica irradiación de sus colores y de su poder curativo que colgó sus cuadros alrededor de las camas de sus amigos enfermos«.

MATISSE.-Retrato de Matisse por André Derain.-1905.-museumsyndicate

 Paul Klee, cenando una noche de junio de 1939 con el marchante Kahnweiler y hablando de su próximo final, cuando ya tiene el brazo afectado por la dolencia y ya no puede sujetar ni su querido violín, ni el pincel y el lápiz, murmura: «Las enfermedades endurecen la pintura…». Unas veces la endurecen y otras – como en el caso de Matisse – la suavizan. Recuerda Sandblom que la influencia de la enfermedad en el individuo creador puede comprobarse de diversas maneras: Pierre Ronsard empezó a hacer versos cuando su sordera le impidió seguir la carrerra diplomática, Vivaldi se dedicó a componer debido a que el asma le impedía decir misa; hasta la técnica puede resultar afectada, como en el caso de Monet, cuando ejecuta sus pinturas estando casi ciego. Otros en cambio utilizan la enfermedad para describirla, como en Charlotte Brontë, Chejov, Dostoievski, Virginia Woolf o Goya.

«Sueño un arte equilibrado, puro, apacible -escribió Matisse -, sin motivo inquietante o turbador, que sea para todo trabajador intelectual, para el hombre de negocios como para el escritor, por ejemplo, un lenitivo, un calmante cerebral, algo semejante a un buen sillón que le descanse de sus fatigas físicas«.

(Imágenes: 1.-Matisse: Interior con funda de violín.-1918-1919.- essyart/2.- Matisse fotografiado por Henri-Cartier -Bresson.- 1944.-/3.-retrato de Matisse por André Derain.- 1905.-museumsyndicate)