NAVIDAD 2021 (2)

QUIÉN HA ENTRADO EN EL PORTAL DE BELÉN?

¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén?
¿Quién ha entrado por la puerta?
¿quién ha entrado, quién?

La noche, el frío, la escarcha
y la espada de una estrella.
Un varón -vara florida-
y una doncella.

¿Quién ha entrado en el portal
por el techo abierto y roto?
¿Quién ha entrado que así suena
celeste alboroto?

Una escala de oro y música,
sostenidos y bemoles
y ángeles con panderetas
dorremifasoles.

¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén,
no por la puerta y el techo
ni el aire del aire, quién?.

Flor sobre intacto capullo,
rocío sobre la flor.
Nadie sabe cómo vino
mi Niño, mi amor.

Gerardo Diego

(Imagen – Piero della Francesca— mundo hispanico)

EL CONCIERTO DE ARANJUEZ

 


La “Fundación March” dedica estas semanas  un ciclo de conciertos titulado “Joaquín Rodrigo, una vida en música”.  Ya en 1940 Gerardo Diego saludó al “Concierto de Aranjuez” con estas palabras: “Este es el nombre que lleva esa nueva obra maestra, y todo lo que el título sugiere está latiendo desde la rítmica entrada hasta la cadencia final del rondó. Entre ambos tiempo extremos, aéreos, luminosos, de una alegría de regios jardines filtrando rayos de sol, el “largo” gime su nocturna melancolía, y caen — lentas o urgentes— las gotas de la guitarra como lágrimas de fuego.”

Joaquin Rodrigo, que no ve — recordaba Sopeña—, necesita sin embargo de su paisaje como punto de partida, un paisaje oído como tacto pero vivido como evocación cultural. El escoger Aranjuez no es capricho, ni literatura, sino destino. Oído como tacto: paisaje de mucho pájaro entre mucha agua. Vivido culturalmente: lo mejor de la España del siglo XVlll, con su neoclasicismo, sus tonadillas y su Scarlatti. Andalucismo madrileñista. Sobre esto, lo radical: una inspiración melódica sin fecha, sin arcaísmos, viva como fuente, discretamente honda, discretamente interior. Apoyado en la sabiduría técnica de Sáinz de la Maza, la guitarra puntea y rasguea pero para cantar: el mismo final de la cadencia es la gran victoria sobre el tópico. La forma de concierto aparece no como artificio: si por su época esta música está dentro de la corriente neorromántica, por su forma va más acá viniendo de más allá, de la mezcla de Bach y del italianismo.”

 

 

(Imágenes—1-  Amadeo Modigliani/ 2-Elliot Modovell)

VIEJO MADRID (50) : ALGUNAS TERTULIAS

 


“Cuando yo llegué a Madrid en el año 1942  — contaba Fernando Díaz Plaja —, las tertulias estaban todavía en su apogeo y mi deslumbramiento ante ellas fue tal que a veces acudía a varias en el mismo día, a saber: aperitivo de la mañana en el café Gijón con Melchor Fernández Almagro, Vicente Gállego, Joaquín Calvo Sotelo y Mariano Rodríguez de Rivas.

A veces la alternaba con la del “Teide” donde estaba González Ruano en un rincón escribiendo sus dos o tres artículos diarios. Cuando los terminaba nos acercábamos a tomar el aperitivo con él, Alfonso Tovar, Mariano Gómez Santos, Martínez Barbeito. Después de comer y en el “Gijón” ocurría la más importante.  El “Santón” de la tertulia era Gerardo Diego, que apenas hablaba; su alma mater era García Nieto, que tenía habilidad y simpatía para conseguir que nadie se propasase en la crítica personal… me refiero a cuando estaba el aludido presente. La otra no  sólo era aceptada sino que resultaba incluso obligatoria.

La tertulia del Gijón compuesta por E. Azcoaga, García Luengo, Ponce de León, Víctor Ruiz Iriarte, Eugenio Montes (cuando estaba en España), Cela, J. J. Garcés, Suárez Carreño, Pedro de Lorenzo, Mediano Flores, erc terminaba como las otras sobre las cinco.
Tras salir del Gijón, todavía me quedaban dos tertulias que apurar en la jornada. A la hora del aperitivo nocturno me encaminaba a “Lhardy” que tenía una característica especial. La tertulia se hacía de pie en el salón de entrada mientras nos tomábamos un jerez seco o una combinación y la gente seguía entrando a comprar jamón y croquetas. Iban Luis Calvo, el doctor Sacristán, psiquiatra, el pintor Ignacio Zuloaga, el periodista Julio Camba.

Si la tertulia iba a continuar con la cena me trasladaba a “Chicote” donde se reunía alrededor de Miguel Mihura y su hermano Jerónimo un grupo de amigos como Joaquín Calvo Sotelo, Antonio Fernández Cid, José López Rubio, “Tono”.

Y aún me quedaba otra tertulia para después de cenar si  no lo hacía con los de “Chicote”, la del “Lyon d’ Or”, el café de Alcalá junto a Sevilla que presidía José María de Cossío y cuyo santón era Eugenio  d’ Ors, a quien acompañábamos al terminar la velada hasta su domicilio en la calle del Sacramento. Acudían el arabista Emilio García Gómez, los toreros Domingo Ortega y, cuando llegaba de Sevilla, Juan Belmonte, Edgar Neville y su novia Conchita Montes, el profesor Camón Aznar. Se hablaba de toros, de poesía, las dos especialidades de Cossío o de otras disciplinas. El caso, como en las demás tertulias de Madrid, era no quedarse callado.”

 

 

(Imágenes:—1- café Gijón/ 2- banquete a “Don Nadie” en “Pombo”)

MURIÓ EN MITAD DE UN VERSO

 

 

“Murió en mitad de un verso,

cantándole, florecièndole,

y quedó el verso abierto, disponible

para la eternidad,

mecido por la brisa,

la brisa que jamás concluye,

verso sin terminar, poeta eterno.

Quién se muriera así

al aire de una sílaba.

Y al conocer esa muerte de poeta,

recordé otra de mis oraciones.

”Quiero vivir, morir, siempre cantando

y no quiero saber por qué ni cuándo”.

Sí, en el seno del verso,

que le concluya y me concluya Dios.”

Gerardo Diego—“En mitad de un verso” —“Cementerio civil” (1972)

 

 

(Imagen —Alexei Antonov)

VISIÓN DE ESPAÑA (5) : GALICIA

 

 

 

”¿Que en donde está Galicia ? En la cautela

de la luz mansa que al besar enjoya,

en el collar de espumas de la boya

y en el tosco remiendo de la vela.

En la vaca también color canela

y en la vocal que su dulzura apoya

y en el molusco mariscado en Noya

y en el sueño del tren por Redondela.

Búscala en la sonrisa tan arcaica,

tan ambigua y angélica y galaica

de la muñeira y ribeirana airosa.

La hallarás, piedra lírica, en el pazo,

piedra de oro y verdín, piedra leprosa.

Y donde haya un regazo, en el regazo.”

Gerardo  Diego —“”Respuesta” —Ángeles de Compostela

 

(Imágenes1- Cambados/2- islas gallegas)

VISIÓN DE ESPAÑA (2) : SI ME PERDIESE EN SEVILLA

 

 

“Si me perdiese en Sevilla,

atravesad el patio de banderas,

seguid túnel adentro y desdeñando

sombras de Don Fadrique y de Don Pedro,

buscadme en los jardines.

Me hallaréis a la sombra apasionada

del amargo naranjo

o la palma real

gozando una sospecha

de perfume de Indias

y pensando que después  de todo

no sabremos jamás lo que es la vida.”

Gerardo Diego—“Alcázar” – “El jándalo” (Sevilla y Cádiz), 1964

(Imagen – Sevilla en el siglo XVl -culturamas)

ALVARO DELGADO

 

Alvaro Delgado- bty- Antonio Machado- mil novecientos setenta y dos

 

«Los retratos de Alvaro Delgado decía José Hierro – son equilibradamente, buena pintura y buen documento humano, buenos retratos, en suma. Porque no hay posibilidad de lograr buenos retratos con la mala pintura. Un mal pintor, sólo nos da la superficie,

 

Alvaro Delgado- boi- Gerardo Diego

 

lo que ve la máquina fotográfica en un instante, en tanto que el verdadero artista, ofrece una suma de instantes, de gestos. No lo que vemos en un abrir y cerrar de ojos, sino lo que recordamos, tras haber observado largamente al retratado. Sólo el artista es capaz de plasmar eso que llamamos personalidad del modelo.

 

Alvaro Delgado-ybbt- Benjamín Palencia

 

A Alvaro Delgado le ayuda, en primer lugar, su capacidad de ver en el presunto modelo un ser complejo, con su psicología y sus enigmas. No ve en él formas, sino un carácter y una personalidad que naturalmente, sólo a través de formas puede manifestarse. Y para revelar lo oculto, para darle cuerpo visible, dispone de su fabulosa capacidad de dibujante. El lápiz o el pincel son como una prolongación de su mano (…) Y para realzar y fijar la personalidad del retratado utiliza el procedimiento distorsionador del expresionismo, pero con ciertos matices (…) El expresionismo de Alvaro Delgado es una forma de ironía. Más que el insulto y la discrepancia vomitados contra la realidad, una agudeza, una ingeniosidad, que define humorísticamente la personalidad del modelo. Es un proceso distorsionador, hijo de la inteligencia y no de la ira».

(en recuerdo del pintor Alvaro Delgado que acaba de morir)

 

Alvaro Delgado- nbg- Valle Inclán

 

(Imágenes.- Alvaro Delgado: 1.- Antonio Machado/2.- Gerardo Diego/ 3.- Benjamín Palencia/ 4.- Ramón María del Valle Inclán)

 

VIEJO MADRID (56) : VIVENCIAS Y RECUERDOS (1)

 

ciudades.-5fr4tt.-Madrid 1953.-Francesc Catalá Roca

 

Sentado en este despachito de cortinas azules en el piso de Raimundo Lulio 22, en pleno barrio madrileño de Chamberí, se encuentra este hombre de los lentes alados sobre la nariz, un hombre menudo, de apenas pelo cano, silencioso, hablando con su nieto, que soy yo. El nieto tiene en esta escena de 1956 tan solo 2o años, viene de estudiar esta mañana en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid el Primer Curso de especialidad en Filología Románica – Tercer Curso entonces de Filosofía y Letras – y ha escuchado las lecciones de Francisco Ynduráin Hernández – su gran maestro -, de Rafael Lapesa y de Alonso Zamora Vicente. José Ortiz de Pinedo tiene en el mediodía de esta conversación familiar 75 años, el despachito de cortinas azules es su refugio, y en el silencio de la letra menuda de sus manuscritos y en el recogimiento de los libros ordenados y alineados, se concentra su vida entera consagrada a la poesía, al teatro y a la novela, pequeñas novelas como ésta que ahora – cuando pasa el tiempo y la fantasía en la distancia se desborda – tengo yo aquí, en la mano, porque acabo de extraerla con la imaginación de la estantería de su sencilla biblioteca.

El libro lleva por título “¡… Y la vida se va!”, lo publica la Editorial Paez, calle Ecija 6, Madrid, (está dedicado a “Joaquín Aznar, espíritu generoso – escribe Ortiz de Pinedo en su dedicatoria -, pluma maestra, con el cariño de muchos años”) (Joaquín Aznar había sido Director del periódico “La Libertad” desde 1925 a 1931, y fue uno de los íntimos amigos de José Ortiz de Pinedo, junto con Eduardo Haro y Emilio Carrere)

 

ciudades.-5f5.-Madrid.-1950.-la Gran Vía.-Frances Catalá Roca

 

Pero lo importante de esta corta novela de Ortiz de Pinedo  “¡…Y la vida se va!”  es quizá el título, es decir, cómo se va la vida por este pasillo del piso de Raimundo Lulio, cómo se va la vida hacia delante y hacia atrás, hacia la vida que vivió antes mi abuelo y hacia la vida que viviré yo más adelante – si Dios me ayuda -, como nieto.

Sí, en verdad se va la vida. Si nos asomamos a este balcón del segundo piso de Raimundo Lulio 22 veremos en el café de la esquina con la calle de Santa Engracia –  café hoy desaparecido – cómo mi padre, muy joven, espiaba a mi madre – la hija única que tuvo Ortiz de Pinedo – cuando aún eran novios, allá por los años 30, y la espiaba enamorado para ver en qué momento salía ella a saludarle al balcón.

Porque esta pequeña calle madrileña que baja desde Santa Engracia hasta la plaza de Olavide y donde vive José Ortiz de Pinedo es muy literaria. Galdós en “Fortunata y Jacinta hace que doña Lupe se mude a este barrio del mercadillo de Olavide, entonces unos tenderetes al aire libre, como nos lo muestra un dibujo de la “Guía” de Fernández de los Ríos. La Rubín – personaje galdosiano – va a habitar a la calle de Raimundo Lulio y el autor de “Fortunata” nos hace creer que la casa debió estar muy cerca del Paseo de Santa Engracia. Pedro Ortiz Armengol, sin duda el mejor especialista en la gran novela de Galdós, señala el número 11 de esa calle de Raimundo Lulio como lugar habitado por doña Lupe, y repasando el magnífico Plano del Madrid de 1874,  se ve que asomaban en Raimundo Lulio solamente dos casas de una planta ya que el resto eran solares y paseo hasta el mercadillo. Pues bien, Galdós coloca a uno de los personajes de “Fortunata quizá en el número 11 de esa calle y apenas un siglo después, casi enfrente, en el número 22, seguimos teniendo a Ortiz de Pinedo, otro personaje – esta vez de la vida -, sentado en su despachito de cortinas azules hablando conmigo, que soy su nieto.

 

ciudades.-57bn.-Madrid 1953.-foto Frances Catalá Roca

 

¿Y de qué hablábamos? No recuerdo de qué hablábamos. Los nietos de 20 años no recuerdan muchas cosas de las que hablan con sus abuelos de 75, pero sí las esenciales. Hay  unas coincidencias de vivencias y de lecturas rodeando a este pequeño despacho. Galdós prosigue. Está en la memoria de Ortiz de Pinedo. Si tomamos de esta estantería del despachito otro libro suyo, “Viejos retratos amigos” publicado siete años antes, en 1949 (y del que hablaré más adelante), aparece Galdós paseando por la madrileña carrera de San Jerónimo y Ortiz de Pinedo detrás de él. Ortiz de Pinedo tenía entonces – era cuando había llegado desde Jaén a Madrid, pasando (según sus biógrafos) por Guadalajara – 21 años, casi los mismos que ahora tengo yo sentado ante él en este despacho. “Don Benito – evoca mi abuelo en ese libro de recuerdos – , que caminaba solo, habíase detenido un instante a curiosear el escaparate de Fernando Fe, que brindaba al apetito intelectual las últimas novedades nacionales y francesas, y paróse luego en un grupo de amigos a la puerta de Llardy, cuyo escaparate tentaba otra clase de apetitos. Breves momentos nada más conversó Galdós con aquellos señores, continuando su paseo entre la multitud al anochecer.

Mi curiosidad – sigue Ortiz de Pinedo – no se daba por satisfecha y fuíme detrás del genial creador sin perder un solo movimiento suyo, con la ilusión del enamorado que sigue a una mujer. Cuando lo dejé, al fin, en la calle de Hortaleza, donde tenía la administración de sus obras, sentí algo así como la satisfacción del deber cumplido mediante aquel acto de humilde y anónimo homenaje”.

 

Madrid-rrcg- capa-  Federico Chueca- archivo general de la Administración

Son los seguimientos devotos de lectores y admiradores que han existido siempre en la historia de la Literatura, gentes como José Ortiz de Pinedo que seguían a Galdós por la calle, gentes como el yerno de Ortiz de Pinedo – mi padre, José Perlado – que seguía a Ramón y Cajal en el “Café del Prado”, en la madrileña calle del Prado, a dos pasos del Ateneo, o a Valle Inclán o a Benavente cruzando la Plaza de Santa Ana o paseando por la calle del Príncipe. Esos seguimientos anónimos detrás de las figuras de las letras han sido a lo largo del tiempo innumerables y de ellos han quedado muchos testimonios. Por citar uno de ellos, Vicente Aleixandre, en su libroLos encuentros”, cuenta cómo todos los personajes con los que quiso tropezarse en las calles de Madrid eran conocidos, menos uno: Antonio Machado.Pero daba la casualidad – comenta Aleixandre – que los dos teníamos el mismo barbero. Y un día me dijo: “Yo también sirvo a un señor que hace versos. Pero apenas conocido. Se llama Machado” ¡Machado” Fíjese usted. Para mí sólo su nombre ya era un fulgor… A Galdósprosigue Aleixandre – le vi una vez, en el “Teatro Infanta Isabel”, el día que estrenó “Sor Simona”. Yo tenía 17 años. Entré en el camerino – dice Aleixandre .-Galdós, ciego, estaba sentado, ausente. Se sacó un gran pañuelo, se secó el sudor. Yo le miraba… Salí sin decir nada”.

Son los 17 años de Vicente Aleixandre, son los veintitantos años de José Ortiz de Pinedo, son los 20 años míos. Sentado en aquel despachito de cortinas azules yo no sabía que a lo largo de la vida iba también a  seguir a muchos personajes. Por mi profesión, he tenido la suerte de vivir en Roma y en París varios años, y en la capital italiana, al principio de la década de los sesenta, más que seguir por la calle exactamente, conocí muy de cerca a relevantes personajes del mundo de la cultura. A Stravinsky y a Federico Fellini en Roma; a Ezra Pound, a Pier Paolo Pasolini y a Giancarlo Menotti en Spoleto; más tarde, en mis años de París, al filósofo Gabriel Marcel y al director de cine Robert Bresson. También Madrid fue escenario para mí de conocimientos. Sentado ante Ortiz de Pinedo, que ahora me sigue observando en este pequeño despacho rodeado de libros, no podía imaginar que unos años después yo charlaría ampliamente con Gerardo Diego en su casa de la calle Covarrubias, con Dámaso Alonso en su casa retirada (donde me dedicó su libro “Poetas españoles contemporáneos”), con el eminente historiador Pedro Sáinz Rodríguez, con el gran cuentista Ignacio Aldecoa, con la poetisa Ernestina de Champourcin, con el pintor Benjamín Palencia en su taller de la calle de Sagasta, con Luis Rosales en su habitación de la calle de Vallehermoso, con Camilo José Cela en su casa de Rios Rosas.

 

mADRID 24.-Gran Vía y Alcalá en 1945.-donado por María Santoyo.-Archivo

 

Este nieto de Ortiz de Pinedo que soy yo, no puede imaginar tampoco, aquí sentado en Raimundo Lulio y en 1956 – año en el que estamos -, que conocerá y dialogará largamente con dos grandes escritores argentinos, Julio Cortázar y Manuel Mujica Láinez, o con el uruguayo Juan Carlos Onetti. Son charlas que están en el aire del tiempo, que aún no nos llegan desde este pasillo, porque desde este pasillo y en este momento lo que nos llega, mientras abuelo y nieto seguimos hablando, es la voz de Julia Valdés, esposa de Ortiz de Pinedo, es decir, la voz de mi abuela materna que nos llama a comer. Viene a decirnos que ya tenemos preparados los huevos fritos con el pan cortado y tostado en el cuartito que hay al fondo del pasillo, muy cerca de la cocina, donde el sol suele dar sobre el tapete de la mesa camilla. Mi abuelo y yo solemos comer muchos días allí, y también desayunar los domingos un chocolate humeante en el que untamos puntas de pan crujiente. Es Julia Valdés, mi abuela, la que ahora nos llama y nos mira, y cuando la veo en este pasillo me acuerdo de otra Julia a la que conocí, Julia Guinda Urzanqui, la viuda de Azorín, que unos años después, en 1967, exactamente el 2 de marzo de 1967, me abriría la puerta de aquella casa de la calle de Zorrilla 21, segundo izquierda (muy cerca de las Cortes) muy pocas horas después de que muriera el maestro. “Vemos a Azorín en la lejanía, viviendo en un cuartito silencioso, junto a las campanas del Carmen – leemos otra vez que escribe Ortiz de Pinedo enViejos retratos amigos”-. Lo vemos asimismo perderse en la arboleda del Retiro o pararse ante un tenderete del Rastro. Un día lo vimos – un día de invierno – sentado tras el cristal de un café-cervecería, desaparecido ya, de la carrera de San Jerónimo. Años después lo hemos visto muchas veces en la trastienda de una librería selecta, hundido en un sillón, con los ojos medio cerrados”.

 

Madrid-vvnnd-calle de Sevilla- rayosycentellas.net

 

Eso es lo que evoca mi abuelo Ortiz de Pinedo de Azorín. Pero lo que él no puede imaginar en este despachito de cortinas azules – ni yo tampoco -, es que ese 2 de marzo de 1967 Julia Guinda Urzanqui, la viuda de Azorín, me abrirá la puerta y me hará pasar al saloncito donde está de cuerpo presente el autor de “Castilla” y de “Los Pueblos”.”Allí extendido, Azorín – escribiría yo al día siguiente en “El Alcázar”, un periódico madrileño– era ya el gran mudo de la pluma, como si tuviera amordazado los dedos. Me acerqué a él, acababa de entrar el Ayuntamiento de Monóvar, seguían acumulándose coronas, y creo que fue entonces cuando lo vi. Vi su ojo azul. El ojo derecho de Azorín quieto entre el párpado, como si nadie lo hubiera querido sellar, como si respetasen ese ojo sien tiempo”. Porque estábamos allí los dos solos, la recentísima viuda de Azorín y yo ( eran las cuatro de la tarde y el maestro había fallecido hacía muy pocas horas), ambos en silencio ante el cadáver de quien había escrito “Clásicos redivivos y clásicos futuros” o “Las confesiones de un pequeño filósofo”.

Sin duda nada podía decirle a mi abuelo Ortiz de Pinedo de todo esto porque faltaban once años para que aquello sucediese. Pero de lo que sí hablamos sin duda en aquel despachito es del entierro de Ortega al cual yo había asistido. Un año antes, el 19 de octubre de 1955 – tenía yo entonces 19 años – había querido ir con varios compañeros míos de la Facultad hasta la madrileña calle de Montesquinza – la casa donde había fallecido Ortega – y desde allí quisimos acompañar al cortejo fúnebre hasta la Sacramental de San Isidro. Recuerdo que aquel día, entre las muchas personalidades asistentes al sepelio, estaba cerca de mí Gregorio Marañón y también recuerdo que entre mis compañeros de Facultad de entonces, asistieron conmigo – estudiábamos en el mismo Curso de licenciatura – el gran poeta español Claudio Rodríguez y el que luego sería Director del Museo de Prado y gran especialista en pintura barroca, Alfonso Pérez Sánchez.

 

Madrid.-33woo.-calle Sevilla.-1900.-Hauser y Menet.-Museo Municipal de Madrid

 

(Imágenes.- 1, 2 y 3.- Madrid 1950-1953- Francesc Catalá Roca / 4.-Federico Chueca– Archivo General  de la Administración/ 5.-Gran Vía y Alcalá.-1945- donado por M Santoyo- Archivo General de la Administración / 6.-Madrid – 1900- Hauser y Menet- Museo Municipal de Madrid)

RECUERDO

 

retratos-hhnnn-Gerardo Diego- por Pelayo Ortega- bne es

 

Recuerdo, sí , lo recuerdo. Como así lo expresaba Marcello Mastroianni en sus Memorias y como así también le gustaba decir a Georges Perec. Paso con estos papeles y estas carpetas de sala en sala en la Biblioteca Nacional de Madrid y recuerdo, sí, lo recuerdo, el pasar de los dedos de Gerardo Diego sobre las teclas del piano en enero de 1966, en su casa de la calle Covarrubias cuando amablemente charlamos. Paso ahora bajo su retrato y le veo venir, alejándose del piano, para enseñarme dos versiones de su «Invocación al soneto» y hablarme de la creación en poesía. Asistí a la última lección que dio en su Instituto y recuerdo, sí, lo recuerdo, aquellas manos moviéndose en el aula, explicando la gran literatura.

 

retratos-nng- Dámaso Alonso- por Hernán Cortés- bne es

 

Recuerdo, sí, lo recuerdo. Recuerdo igualmente a Dámaso Alonso bajando las escaleras de su biblioteca con un libro suyo en las manos, «Poetas españoles contemporáneos». Nos sentamos, me lo dedicó con mucho afecto, y hablamos de clásicos y modernos, especialmente de Ernestina de Champourcin.

 

retratos-yybb-Luis Rosales- por Juan Antonio Aguirre-bn es

 

No hay ninguna vanidad en todo esto, ningún mérito personal. Han sido momentos privilegiados – buscados o no – que se han ido cruzando en mi existencia dejándome huella. Y recuerdo, sí, lo recuerdo (ahora que paso bajo el retrato de Luis Rosales en esta galería expuesta estos días en la Biblioteca Nacional) , recuerdo a Rosales en su casa de la calle de Vallehermoso, en 1977, aludiendo a Granada y a Lorca, a las palabras de Rilke: «Era poeta y odiaba lo impreciso.»

 

retratos-ytr-Onetti- por Rómulo Macció- bne es

 

Sigo pasando por estas salas en las que he escrito tanto, he escrito en el campo, bajo los árboles, en las madrugadas madrileñas, en días parisinos y romanos. Recuerdo, recuerdo lo que he escrito  también aquí, los libros elaborados en la Sala General o en la llamada de «Raros y Manuscritos».  Recuerdo al pasar bajo el retrato de Onetti, aquel febrero de 1979, en su casa de Madrid, él acodado en la cama, sus ojos mirándome tras sus gruesas gafas, desentranándome despacio el laberinto de sus personajes.

 

retratos-uuybb- José Hierro- por Rafael Cidoncha- rafaelcidoncha es

 

 

Recuerdo a Pepe Hierro en «La Estafeta Literaria», después en el autobús que nos traía a los dos desde Radio Nacional y Televisión, después en largas y gratas conversaciones sobre su poesía. Recuerdo, sí, lo recuerdo, con sus ojos muy vivos, su rompiente carcajada, hablándome de aquel bar de Madrid donde a veces, entre el ruido de tazas y cucharillas, él iba enlazando sus poemas.

 

retratos-bbhhu-Torrente Ballester- por Damián Flores Lanos- bne- es

 

Recuerdo, sí, recuerdo a Torrente Ballester en su casa madrileña, cuando acababa de fallecer su primera mujer, Josefina Malvido, a final de los años cincuenta. Recuerdo a Torrente mucho tiempo después coincidiendo en jurados de premios literarios. Recuerdo su ironía, las fatigas, la tenacidad de su trabajo.

Recuerdo, sí, lo recuerdo.

Ninguna vanidad en todo esto. Ningún mérito personal.

Paso, envuelto en recuerdos, bajo esta galería de retratos.

 

(Imágenes.-1.-Gerardo Diego.-Pelayo Ortega– bne.es/ 2.-Dámaso Alonso-Hernán Cortés-bne.es/ 3.-Luis Rosales- Juan Antonio Aguirre– bne.es/4.-Juan Carlos Onetti- Rómulo Macció.-bne.es/ 5.-José Hierro- Rafael Cidoncha- bne.es/ 6.- Gonzalo Torrente Ballester- Damián Flores Llanos– bne.es)

VARIACIONES

escribir-uwvvbnb-Rembrandt van Rijn- mil seiscientos treinta y dos

 

«Variación» es un término musical –  me explicaba aquella tarde de 1966 Gerardo Diego  en su casa madrileña de la calle Covarrubias -. Hay siempre variaciones en literatura. En una conferencia que di en Santo Domingo – me decía – aludí a lo que es la «variación» en la historia del arte: en las novelas, en la poesía, pero también en la pintura, lo que se llaman réplicas. Hace tiempo escribí un poema sobre la canción e hice entonces unas «variaciones» que abordan el amor de la poesía hacia la música y el amor de la música hacia la poesía. «Variaciones» han hecho muchos poetas, incluso en traducciones; por ejemplo, Jorge Guillén, al traducir un poema de Jean Cassou.

 

 

libros-yuh-una de las tres Biblias de Gutenberg.-foto Todd Eberle- dos mil siete- The Morgan Library Museum

 

Voy a leerle  – me dijo entonces el poeta – esta «Invocación al soneto» que fue escrita por vez primera hace dieciocho años. Más tarde, hará ahora unos diez años, volví a escribir algunos de sus versos, o mejor dicho, realicé «variaciones» sobre algunos de ellos. Escúchelo usted»

Y Gerardo Diego, recogido en sí mismo, empezó a recitar:

 

«Vuelvo otra vez a tu regazo eterno.

Hijo pródigo fui que se destierra

de la heredada paz y busca guerra

por dulce hastío del hogar paterno.

Tú eras severo, sí, pero eras tierno.

En ti medida y luz y amor se encierra

para cantar la gloria de mi tierra

antes que nieve sobre mí el invierno.

Quiero cantar ahora, en este juicio

del año y de la vida, ahora que el fuego

sobre las peñas arde en sacrificio

y el de Asís olvidó su cordonazo

y el mar adula mitos de pasiego.

Quiero cantar, soneto, en tu regazo»

 

Diez años después – continuó – hice esta segunda versión, esta «variación»:

 

«Vuelvo otra vez a tu regazo eterno.

Hijo pródigo fui que se destierra

de la heredada paz y busca guerra

por dulce hastío del hogar paterno.

Tú eras severo, sí, pero eras tierno.

En ti medida y luz y amor se encierra

para cantar la gloria de mi tierra

antes que nieve sobre mí el invierno.

Cantar ahora, cuando llega octubre

del año y de la vida, ahora que roja

la hoguera en la montaña se descubre

Y la marina sueña, mansa, en Noja.

Y el caloyo. feliz, topa la ubre.

Mientras lenta en mi alma cae la hoja.»

 

libros-vvbbh-Jan van der Heyden- mil setecientos doce

 

Una tarde en que aprendí  nuevos secretos de la poesía.

(Imágenes.- 1.-Rembrandt van Rijn- 1632/ 2.-una de las tres biblias de Gutenberg-foto Todd Eberle- 2007- the morgan library museum/ 3.-Jan van der Heyden- 1712)

 

PÁJAROS EN LA POESíA

animales.-4vgn.-pájaros.-Giovanni Dalessi

De Berceo a Gerardo Diego los pájaros van y vienen por los bordes de los poemas, van y vienen por entre sus ramas, picotean unas veces en Alfonso el Sabio, descienden luego al Arcipreste de Hita, suben piando por las Cantigas, saltan a Garcilaso, la corneja aparece de pronto en Juan de Mena, las aves del Romancero  (alguna avecilla, algún ruiseñor) se mezclan con las aves épicas de la caza de altanería, el halcón, el gavilán, la garza. Garcilaso mismo seguirá en sus versos el arco en el cielo de una cacería de pájaros, las cumbres de Góngora hablarán de una «lira de pluma volante», de «sirena con plumas«; Quevedo, en cambio, evocará a los pájaros que huyen, jilgueros que pican en los labios de la amada, avecillas que mueren en las manos de las muchachas…

Recuerdo que cuando estábamos en clase de literatura mi admirado y excelente profesor José Manuel Blecua abría las ventanas de los poemas y entraban desparramados y esparcidos los mullidos vaivenes de los pájaros alados de todos los colores, alondras, ruiseñores, golondrinas, jilgueros, tortolillas enamoradas; volaban entonces los cuellos y las plumas, se vaciaban los nidos y piaban entre libros sus cantares, cada hoja era lamento y a la vez requerimiento, movían el pico, doblaban la cabeza, los versos saltaban de una a otra rama del soneto y los pinzones y los petirrojos, con los gorriones y las golondrinas, volaban y volaban por toda la clase llamando a ruiseñores de Jorge Guillén que llamaban a ruiseñores de Juan Ramón Jiménez. Así nos quedábamos, estudiando la lección de los pájaros para examinarnos luego sobre los poemas.

pájaros.-rffbnn.-Giovanni Dalesssi

(Imágenes:- 1y 2 .-Giovanni Dalessi)

AGUASMALAS

Free Element XXXII, 2002

«Ay, aguasmalas, livianas,

ay, bailarinas de Gádex,

acechando al centinela

si de la garita cae.

Ay, cabelleras malditas,

tentáculos de calambres,

ay abredoras de rosas,

ay chupadoras de sangres.

Por vosotras se han perdido

donceles de mina y cante

al dormir en vuestros brazos

la madrugada del martes.

mar.-48hh.-Winslow Homer.-1895

Ay aguasmalas, medusas,

estrellas de iris cambiante,

aguasmalas, aguasmalas.

No te asomes al baluarte,

no las mires tú, mi vida,

María del Carmen».

Gerardo Diego.-«Aguasmalas»

mar.-56edd.-noche.-ilustrciòn por David Blackwood

(Imágenes.-1.-Dodo Jin Ming.-artnet/ 2.-Winslow Homer.-1895/ 3.-David Blackwood.-ocadu.ca)

VILLANCICOS ESPAÑOLES ( 2) . – NAVIDAD 2012 (2)

ángeles.-6ffc.-Abbott Handerson Thayer

«La devoción franciscana en el siglo XV, los retablos góticos, los cantares y romances, la música de vihuelas, los libros de horas, todo se acerca de un modo u otro al cántico del Nacimiento de Dios con su corte de villancicos.

En el monasterio de Calabazanos, las monjas entonan gozos de Navidad de Gómez Manrique:

Callad, vos, Señor,

nuestro Redentor,

que vuestro dolor

durará poquito.

Fray Iñigo de Mendoza, en su “Vita Christi” canta la Navidad dialogando con los pastores:

Botticelli, Madonna Magnificat, Engel - Botticelli, Madonna Magnificat, Angel - S. Botticelli / 'Madone du Magnificat'.

Cata, cata, Juan Pastor

y juro a mí, pecador,

un hombre viene volando…

Si, para San Julián,

ya llega somo la peña;

purre el zurrón del pan

acoger me he a Sant Millán

que se me eriza la greña.

y mi muza colorada

para que, si a mí se llega,

porque no me haga nada,

le haga la rebellada

a huer de la palaciega.

Entre 1560 y 1638 José de Valdivielso, sacerdote toledano, íntimo amigo de Lope, al que asistió en la hora de la muerte, compone estas seguidillas:

Dadnos, virgen bella,

del nochebueno,

de diversas frutas

y pan del cielo.

El cielo, señora,

que diz que es muy vuestro,

os dio en aguinaldo

quanto tiene bueno.

El Padre a su Hijo,

el Hijo a sí mesmo,

el Hijo y el Padre

al Amor eterno.

Dadnos estas pasquas

del nochebueno,

de diversas frutas

y pan del cielo.

ángeles.-5gyh.-Bernardino Luini.-1480-1532.-Fresco de los Ángeles.-detallle

Manuel Alvar editó hace unos años unos hermosos pliegues de “Villancicos dieciochescos” centrados especialmente en lo guardado en el Archivo Municipal de Málaga. Como siempre en estos casos, la música y la poesía se hermanaban y los libretistas provenían de diversas partes y a la vez los músicos colaboraban desde distintas ciudades. Eran un conjunto de “pasos”, dedicados al tema religioso y anteriores a las tonadas escénicas. Lengua, temática e incluso reflejos de vida social se entrelazaban en muchos de ellos. En 1735, por ejemplo, en las representaciones en diversos templos, se cantaba:

Los pastores de Belén

para festejar al Niño,

una comedia disponen

con natural regocijo

(…)

ya está el teatro puesto

en un portal lucido,

donde se representa

de Amor lo peregrino.

navidad.-iium.-Fra Angelico.-cabeza de un ángel.-1445-1450.- Wadsworth Atheneum.-Hartford

En otra ocasión llega un pescador con su nave y  para divertir al Niño “cantarle quiero/ la tonadilla/ del marinero”:

Iza, amaina, al remo,

las velas a la playa.

Las ondas suben,

las ondas bajan,

pero mi nave

siempre está en calma.

La tonadilla

aquí se quede

arrimando mi nave

junto al pesebre.

ángeles.-87tgg.-música.-Gherardo Starnina.-1405

Muchos poetas contemporáneos se podrían añadir al coro de los villancicos españoles: Juan Ramón,  Alberti, Luís Rosales, Gerardo Diego, José Hierro y tantos otros. Alberti dice, por ejemplo:

– ¡Muchachas, las panderetas!

De abajo yo, por las cuestas,

cantando, hacia el barrio alto.

La Virgen María,

llorando, arrecida,

hacia el barrio bajo

¡Las  panderetas, muchachas!

Un portal.

No lo tenemos.

Por una noche…

¿Quién eres?

La Virgen.

¿La Virgen tú,

tan cubiertita de nieve?

Sí.

La mejor casa, Señora;

la mejor,

si sois la Madre de Dios.

¡Abran los portales, abran!

¡Pronto,

por favor,

que está la Madre de Dios!».

JJPerlado.- artículo en Alenarterevista

angel.-ibbn.-Steven Daluz

(Imágenes.- 1. Abbott Handerson Thayer/2.–Boticelli.-ángel de Madonna Magnificat/3.-Bernardino Luini/ 4.-Fra Angelico.-Wadsworth Atheneum. Hartford/5.- Gherardo Starnina.-1405/6- Steven Daluz)

MARÍA BLANCHARD

«Apenas si yo había visto algún cuadro de María Blanchard antes de la ocasión de su personal conocimiento – decía Eugenio D´Ors en «Mis Salones», en 1945 -; nadie hasta entonces me había dado conocimiento de su existencia. (…) La que de pronto me apareció sentada – y demorando indefinidamente al levantarse – a la elegante mesa parisina de Jules Supervielle, era una criatura de inquietud tan vibrátilmente agitada, que producía la impresión de extraída de un medio no solo habitual, sino al mismo tiempo virtualmente necesario: la impresión de una mariposa en la mano, de un pez momentáneamente alejado del agua, de una rata que se acaba de apresar, de una extraña puesta al aire

en una operación quirúrgica. Ante una pintura suya presentada, María Blanchard lanzaba un gemido. Ante su propia imagen reflejada en un espejo, una carcajada, que hacía daño de oír. Pero nada de esto, que trabó en miserias su vivir, se reflejaba en su obra. Una vez aislada, una vez lejos de la pintura anterior y de la imagen en el espejo, se cambiaba el subjetivo temblor en una casi mineral ataraxia. Si viviendo era como un caballo que hostigan las moscas, pintando era como un caballo de cartón».

Esta artista «trágica y atormentada – como la sintetizaría Juan Eduardo Cirlot que creó una obra en la que, de modo ejemplar, auténtico y muy humano, se utilizan refundidos los recursos del cubismo y del expresionismo» expone ahora sus obras en el Museo Reina Sofía de Madrid y parecen llegar hasta nosotros las palabras de Lorca en el Ateneo de Madrid, en 1932:

» Querida María Blanchard: dos puntos… dos puntos, un mundo, la almohada oscurísima donde descansa tu cabeza…
La lucha del ángel y el demonio estaba expresada de manera matemática en tu cuerpo.


Si los niños te vieran de espaldas – seguía diciendo Lorca – exclamarían: «¡la bruja, ahí va la bruja!«. Si un muchacho ve tu cabeza asomada sola en una de esas diminutas ventanas de Castilla exclamaría: «¡el hada, mirad el hada!». Bruja y hada, fuiste ejemplo respetable del llanto y claridad espiritual. Todos te elogian ahora, elogian tu obra los críticos y tu vida tus amigos. Yo quiero ser galante contigo en el doble sentido de hombre y de poeta, y quisiera decir en esta pequeña elegía, algo muy antiguo, algo, como la palabra serenata, aunque naturalmente sin ironía, ni esa frase que usan los falsos nuevos de «estar de vuelta». No. Con toda sinceridad. Te he llamado jorobada constantemente y no he dicho nada de tus hermosos ojos, que se llenaban de lágrimas, con el mismo ritmo que sube el mercurio por el termómetro, ni he hablado de tus manos magistrales. Pero hablo de tu cabellera y la elogio, y digo aquí que tenías una mata de pelo tan generosa y tan bella que quería cubrir tu cuerpo, como la palmera cubrió al niño que tú amabas en la huída a Egipto. Porque eras jorobada, ¿y qué? Los hombres entienden poco las cosas y yo te digo, María Blanchard, como amigo de tu sombra, que tú tenías la mata de pelo más hermosa que ha habido en España.»

voces de Lorca sobre María Blanchard, voces de Gerardo Diego…, «pintura indudablemente femenina diría Gaya Nuño, pero realizada por una mujer tenaz que se iba dejando un jirón de vida en cada cuadro».

La mayor de las pintoras españolas del siglo XX.

(Imágenes:- María Blanchard: 1.-mujer con abanico.-1916/2.-la echadora de cartas.-1926/3.-composición cubista.-1916-1919/ 4.-la cocinera.-1923/5.-el carrito de helado.-1924)

APUNTE AL ATARDECER

«Atardece.

Un oro veneciano

Giorgione o Ticiano

en el ambiente.

Más bellas y armoniosas

que nunca las mujeres.

Una música anida

en la casa de enfrente.

El paisaje se alarga

horizontalmente.

Como una mariposa

el sol se posa en mi frente».

Gerardo Diego: «Apunte».

(Imágenes:- 1.-Giorgione.-paisaje al atardecer.- National Gallery/ 2.-Giorgione.-detalle de «La Tempestad».-Galeria de la Academia.-Venecia – .Museo Giorgione)

YA TU CLARÍN NOS DISIPÓ LAS BRUMAS : ( NAVIDAD 2011) (1)

«Ya tu clarín nos disipó las brumas.

Oh grave, agudo azul de coordenadas.

Y hundimos ya las manos sonrosadas

-nueva puericia – en diáfanas espumas.

Por ti, Razías, por la nieve y plumas

que esponjas, bates, libras, niveladas

-¡hosanna! – porque en gigas y foliadas

euritmias del Altísimo rezumas.

Rizas en tus cabellos las corolas

y del querube mar las caracolas.

Tuya es la gracia, la delicia tuya

y el ángel y la estela del donaire.

Y nuestro en gloria y círculo – ¡alelluia! –

el aire, el aire, el aire, el aire, el aire».

Gerardo Diego:- Razías.- «Ángeles de Compostela» (1961)

(Imagen:- Pietro Perugino.- entre 1500 y 1503)