LA POESÍA DEL TRABAJO


No he conocido hombre alguno — decía Gorki — que sintiese tan profundamente como Chejov la importancia del trabajo como fundamento de toda cultura y,por tan diversas razones. Este sentimiento se expresaba en los actos más insignificantes de su vida; en sus costumbres, en su elección de las cosas, y en ese noble amor por los trabajos del hombre que, ajeno al deseo de coleccionarlos, nunca se cansa de admirarlos como productos de la mente creativa del hombre. Se complacía en construir, plantar jardines, ornamentar la tierra; era sensible a la poesía del trabajo. Con qué conmovedor cuidado observaba crecer los árboles frutales y los arbustos ornamentales que había plantado en su jardín. Lleno de planes para la construcción de su casa de Autka solía decir:

— ¡Qué hermoso mundo tendríamos si el hombre hiciese todo lo que se puede hacer con el trozo de tierra que le pertenece!”

(Imagen -chejov-russkayaliyeratura)

EL RUMOR DEL MAR


“Las hojas no se movían en los árboles- escribe Chejov en “La dama del perrito” -, chirriaban las cigarras y el monótono y sordo rumor del mar que llegaba desde abajo, les hablaba de paz, del sueño eterno que nos espera.

Así soñaba el mar allí abajo, aún no estaban aquí ni Yalta ni Oreanda, así se seguía ahora el rumor y así seguiría , igual de indiferente y sordo, cuando no estuviéramos. Y en ésta inmutabilidad, en la completa indiferencia hacia la vida y la muerte de cada uno de nosotros se esconde, quizá, el secreto de nuestra salvación eterna, del ininterrumpido movimiento de la vida en la tierra, del constante perfeccionamiento.”

(Imagen— Walter Leistikov)

CADA AÑO ES IGUAL AL ANTERIOR

“Dices que somos literatos — escribe Chejov en una carta de 1896–y que eso hace rica nuestra vida. ¿Cómo? Estamos metidos de lleno en nuestra profesión, la cual nos ha ido aislando poco a poco del mundo exterior, y el resultado es que tenemos muy poco tiempo libre, poco dinero, pocos libros, leemos poco y sin ganas, escuchamos poco, viajamos poco… ¿ Hablar de literatura? Ya hemos hablado,.. Cada año es igual que el anterior, y todo lo que solemos hablar de literatura se resume en quién ha escrito mejor y quién peor; conversaciones más generales, temas más amplios nunca se plantean, porque cuando alrededor tienes tundra y esquimales, las ideas generales al no ser aplicables a la actualidad, rápidamente se esfuman y se eluden como los pensamientos sobre la eterna felicidad.¿ Hablar de la vida personal? A veces puede ser interesante, y podríamos hablar de eso, pero nos molesta pues somos cerrados y no sinceros, nos ata el instinto de protección personal, y tenemos miedo. En fin, de nuestro silencio, de la falta de seriedad y de interés de nuestras conversaciones no eches la culpa ni a ti ni a mi, sino, como dice la crítica, “a la época”, echa la culpa al clima, al espacio, a lo que quieras, y deja sus circunstancias al azar del destino fatal, a la corriente inexorable, confiando en un futuro mejor.”

(Imágenes— 1- Chejov- melikhovo- Wikipedia/ 2- San Petersburgo-Julián Barrow 1939)

SEGUIR VIVIENDO

 

 

“Y bien,  ¿ qué  podemos hacer? — se pregunta Sonia en “Tío Vania” de Chejov  —¡Debemos seguir viviendo! Seguiremos viviendo, tío  Vania. Viviremos a través de una larga, larga sucesión de días y tediosas noches. Soportaremos pacientemente las tribulaciones que nos imponga el destino; trabajaremos para los demás, ahora y en nuestra vejez, y jamás descansaremos. Cuando llegue el momento moriremos sin protestar, y una vez allí, en el otro mundo, diremos que hemos sufrido, que hemos vertido lágrimas, que hemos tenido una amarga vida, y Dios se compadecerá de nosotros. Y entonces, tío querido, ambos comenzaremos a conocer una vida brillante, hermosa y adorable. Nos regocijaremos y recordaremos nuestros problemas con ternura, con una sonrisa, y podremos descansar. Creo en ello, tío, lo creo con fervor, con pasión… ¡Podremos descansar!”

 

 

(Imágenes—1- Chejov- russkayaliteratura/ 2- Mikhail Nesterov-ura Rusia)

EPISODIOS EN LAS LIBRERÍAS

 

 

“El oficio de librero es casi sacerdotal y se comprende que , cuando se le pregunte a un librero a las 6 y cuarto de la tarde por décima vez en el día, : “¿Tiene usted fotocopiadora ? Porque de este libro hay dos páginas que me interesan”, el librero no responda mas que con un movimiento de cabeza ( de izquierda a derecha ), agotado. Lo cuenta el periodista y biógrafo francés Pierre Assouline en su “Dictionnaire amoureux des écrivans et de la littérature”. Le preguntan también  al librero buscando que le orienten: “¿Sabe usted quién es el autor del “Diario” de Anna Frank?”, o “¿Dónde están colocados los Capote?”, “  o  “¿ Tiene usted noticias de Chejov?… Le piden, por ejemplo,  “El estrangulado” o “El Mito decisivo”, de Albert Camus, y otros un Tolstoievski  ; se piden “Los hermanos Kalachnikov” de Dostoievski, “La République de Platoon” y cuando alguien pregunta al librero al fin: “¿Tiene usted noticias de Madame de Sevigné? , el pobre librero, harto ya, contesta: “En cuanto a Madame de Sevigné , es inútil encontrarla: ya no trabaja aquí”.

 

(Imágenes—1-librería josseaun – París/ 2- librería Campomanes -Madrid – foto jjp)

PÓLVORA DEBAJO DE MÍ

 

 

“Trabajo ahora tanto o más de lo que trabajaba hace tres o cinco años —cuenta Chejov en una carta de 1889– .Trabajar y tener el aspecto de alguien que trabaja desde las nueve de la mañana hasta el almuerzo y desde el té de la tarde hasta la hora de dormir, se ha convertido para mí en una costumbre. En este sentido, soy un funcionario. Si de este trabajo no salen más de dos relatos al mes, la culpa no es de la pereza, sino de mis características psíquicas y orgánicas. Para la medicina me falta amor al dinero y para la literatura me falta pasión y, por consiguiente, talento. La llama que arde en mí es regular y apagada, sin estrépito ni llamaradas. Nunca podría escribir en una noche, de un tirón, tres o cuatro hojas o quedarme en vela trabajando. Cuando tengo sueño, me voy a la cama. Por eso, no escribo ni tonterías relevantes ni notables sabidurías. Poca pasión. Hay que añadir a esto una psicopatía del siguiente tipo: sin motivo, hace dos años me dejó de gustar ver mis obras publicadas, me volví indiferente a las críticas, las conversaciones literarias, los cotilleos, los éxitos, los fracasos, los altos honorarios, en una palabra, me volví un imbécil. En mi alma hay una especie de estancamiento, que atribuyo a mi vida personal.  No estoy decepcionado, ni cansado, ni melancólico, sino que sencillamente de pronto todo me parece menos interesante. Debo poner pólvora debajo de mí.”

(Imagen -Chejov – wikipedia)

RELATO CORTO, RELATO EXTENSO

 

 

“La mejor prueba para valorar el alcance de una obra —decía Raymond Carver en “Sin heroísmos, por favor’ —, es preguntarse si la voz narrativa, la situación descrita, los personajes o los detalles permanecen en la memoria. Otra de las cosas en que me fijo es la voz del narrador, si me resulta o no forzada. Como la mayoría de lectores, huyo del tono lastimoso o excesivamente afectado. Tampoco pierdo el tiempo con los sabihondos. Tengo que sentir que hay algo en juego, algo que surta efecto entre frase y frase. En ese sentido, me gusta mucho la sutilidad de los relatos de Chejov. Esto me hace reflexionar sobre el tipo de narrativa que se está escribiendo actualmente. Me parece que hay una saludable intención  de alargar el alcance de las historias, que pasan de diez a cincuenta páginas, quizá con la intención  de acercarse a lo que hasta ahora han sido estrategias propias de la novela.

 

 

 

 

Cuando pienso en “La dama del perrito”, “En el barranco” y “Pabellón número 6”, tres de los relatos más extensos de Chejov, percibo que su intención era ésa desde el principio. Es posible que en cierto sentido el relato corto se empiece a sentir constreñido, como el poema en los últimos años. Los escritores jóvenes parece que prefieren explorar nuevos territorios al prescindir de lo inclusivo y optar por alargar el tapiz de las relaciones y los hechos.  Ensartarlo con un tejido pesado, difícil de manejar y apelmazado es uno de los riesgos que se corren, pero creo que al final se impondrá el talento de estos escritores. En un ensayo que escribí hace tiempo, aconsejaba a los escritores jóvenes “entrar y salir, sin demorarse”. Todavía es aplicable a los relatos que más me gusta leer, pero a todos nos gusta sentirnos liberados de nuestros “métodos prácticos” y me llama cada vez más la atención el relato largo, que ahora practico de vez en cuando.”

 

 

 

(Imágenes —1-Carver/ 2- Carver y Tess Gallagher  en 1984- foto Marion  Ettlinger —guardián/ 3- Carver trabajando)

EN TORNO A LA BARBA

 

 

“Muchos consideran todavía el pelo como testimonio de virilidad, y la virilidad es una de las ambiciones más hondas del hombre – escribe Alberto Savinio – . Mi infancia se vio adornada por espectaculares barbas.  Barbas mosaicas y barbas de sátiro, barbas de devorador de fuego, barbas diplomáticas en abanico, y militares barbas cuadradas, dóciles barbas de ramos de sauce y  barbas de brochas divergentes. Recuerdo los cuidados asiduos, amorosos, que el hombre dedicaba a la barba, lavándola, dándole masaje, cepillándola, dándole aspersiones de lociones perfumadas, peinándola y, finalmente, exponiéndola al sol en la ventana para secarla por arriba, por abajo y a ambos lados.

 

 

Recuerdo los gestos que hacían para devolver el orden a la barba desordenada, fluidez a la barba revuelta; recuerdo los revoloteos de la mano ágil en torno a la barba, ciertos jugueteos de los dedos con los anillos de la barba, un cierto escurrirse de la barba mano adentro, como en un tubo, un cierto voluptuoso rascarse los pelos de la barba bajo la mandíbula, un cierto frotar la barba con la servilleta después de la sopa en caldo y los manjares en salsa; recuerdo el peine de bolsillo que el hombre barbudo sacaba de vez en cuando de su estuche ( envainado, el peinecillo descansaba en el bolsillo superior del chaleco ), ya fuera para replegar la barba sobre el pecho, ya para darle ímpetu por medio de repetidos pases del peine desde la nuez  hasta  la barbilla.

 

 

(…)  El hombre con barba es “más rico en voces”,  más “personaje”, más ‘tipo”, más “misterioso” – sigue diciendo Savinio  (…)  El hombre  llevaba un pequeño bosque en el rostro ( y cuánto mayor era la profunda expresión de la boca, que se abría en medio de la barba, cuánto más impresionante el relucir de los ojos sobre toda aquella tupida pelambre, como ojos que mirasen por encima de un bosque).”

 

 

(Imágenes- 1-Rubens/ 2- Ezra Pound – foto Henri Cartier Bresson – 1971/ 3- Rembrandt/ 4- Anton Chejov)