ESCRIBIR : EL TIEMPO Y LOS RUIDOS

 

 

“Nunca hay tiempo suficiente para un escritor – recordaba David Bradley -. Por ello, los escritores debemos aprender a escribir cuando parece que no estamos escribiendo — cuando nos dirigimos al trabajo en autobús, o estamos en un avión o dirigiéndonos al supermercado —. Si esperas a sentarte ante la máquina de escribir para escribir, lo más probable es que te quedes mirando una hoja o pantalla en blanco hasta deprimirte por completo. La sensación de impaciencia, de que tienes que correr a casa para sentarte a escribir, empieza con la idea. Nadie lucha para conseguir el tiempo necesario para escribir algo si no se tiene antes una idea clara de lo que ese algo es.”

 

 

Sobre el silencio y el aislamiento para poder crear se ha comentado mucho. Pero también sobre la influencia de los ruidos. Richard Bausch  confesaba: “Lo mejor es rodear el trabajo de escritor de música, ruido y amigos. Cuando a un recién nacido lo aíslas del ruido, lo entrenas para el insomnio; luego todo le molestará y no podrá dormir. Sucede lo mismo con la escritura. Si te creas un área de expectación sobre cuándo y cómo serás capaz de realizar tu trabajo, te estás entrenando para no hacerlo. Shostakovic escribió su famosa “Séptima sinfonía” o “Sinfonía de Leningrado” durante el asedio de la ciudad. Las bombas caían a su alrededor, y sabía que había muchas probabilidades de que muriera en las próximas horas o días. Entrénate para escribir en lugares bulliciosos, bajo el bombardeo de ruidos que hace el mundo — trabaja en habitaciones donde juegan los niños, con la música puesta, incluso la televisión —. Trabaja con el convencimiento de que si se te ocurre algo verdaderamente bueno no se escapará hacia el olvido a causa de una distracción. Volverá a ti de nuevo. No hay una excusa conocida que sirva para no trabajar cuando deberías estar haciéndolo.”

Siempre que leo estas frases recuerdo a José HIerro cuando me contaba que se iba a escribir a un pequeño bar muy bullicioso. Allí, entre las voces de los camareros y el sonido de las cucharillas, encontraba su inspiración.

 

 

(Imágenes – 1-Mark Ulriksen – The New Yorker – 2015/2- Eve Arnold -1950/3- Robert Frank -1956)

LOS REYES MAGOS DE JUAN RAMÓN

navidad.-5ttg.-Adoración de los Magos.- sarcófago romano.-siglo 4 dC

 

«¡Qué ilusión, esta noche, la de los niños, Platero! No era posible acostarlos. Al fin, el sueño los fue rindiendo, a uno en una butaca, a otro en el suelo, al arrimo de la chimenea, a Blanca en una silla baja, a Pepe en el poyo de la ventana, la cabeza sobre los clavos de la puerta, no fueran a pasar los Reyes… Y ahora, en el fondo de esta afuera de la vida, se siente como un gran corazón pleno y sano, el sueño de todos, vivo y mágico.

Antes de la cena, subí con todos. ¡Qué alboroto por la escalera, tan medrosa para ellos otras noches! – A mí no me da miedo de la montera, Pepe, ¿y a ti?, decía Blanca, cogida muy fuerte de mi mano. – Y pusimos en el balcón, entre las cidras, los zapatos de todos. Ahora, Platero, vamos a vestirnos Montemayor, tita, María- Teresa, Lolilla, Perico, tú y yo, con sábanas y colchas y sombreros antiguos. Y a las doce, pasaremos ante la ventana de los niños en cortejo de disfraces y de luces, tocando almireces, trompetas y el caracol que está en el último cuarto. Tú irás delante conmigo, que seré Gaspar y llevaré unas barbas blancas de estopa, y llevarás, como un delantal, la bandera de Colombia, que he traído de casa de mi tío, el cónsul… Los niños, despertados de pronto, con el sueño colgado aún, en jirones, de los ojos asombrados, se asomarán en camisa a los cristales, temblorosos y maravillados. Después, seguiremos en su sueño toda la madrugada, y mañana, cuando ya tarde, los deslumbre el cielo azul por los postigos, subirán, a medio vestir, al balcón y serán dueños de todo el tesoro.

El año pasado nos reímos mucho. ¡ Ya verás cómo nos vamos a divertir esta noche, Platero, camellito mío!»

Juan Ramón Jiménez.«Platero y yo»

 

navidad.-7gy.- Charles Martin.-The New Yorker 1968.-

 

(Imágenes.-1.-adoración de los Magos- sarcófago romano- siglo lV/ 2.-Charles Martin- The New Yorker- 1968)

BRANDO

 

 

cine.-rg66y.-Marlon Brando.-1946.- foto Cecil Beaton

 

«Los últimos ocho o nueve años de mi vida han sido un desastre – le confesaba Marlon Brando a Truman Capote en la famosa entrevista de 1956 – Quizá los últimos dos años han sido un poquito mejores. No tan agitados. ¿Le han psicoanalizado? Al principio tenía miedo. Tenía miedo de que destruyera los impulsos que hacen creativo a un artista. Una persona sensible recibe cincuenta impresiones mientras que cualquier otra recibiría sólo siete. Las personas sensibles son muy vulnerables; pueden sentirse tratadas con crueldad y sentirse heridas muy fácilmente porque son sensibles. Cuanto más sensible es uno, más seguro es que sienta la crueldad ajena y trate de inmunizarse contra ella levantando barreras. No evolucionas. No te permites el lujo de sentir nada, porque siempre sientes en exceso.»

 

cine.-822d.-Marlon Brando.-1949.-foto Edward Clark

 

El torrente de palabras de Marlon Brando que duró más de cinco horas lo recibía Truman Capote fascinado. «El secreto del arte de entrevistar – afirmó posteriormente el autor de «A sangre fría» – es dejar que el otro crea que te está entrevistando a ti. Empiezas hablando de ti y lentamente vas tendiendo la tela de araña y acaba contándotelo todo. Así cacé a Marlon.» Por su parte Brando había sido avisado por el director de cine Joshua Logan : «No te dejes que te dejen a solas con Truman. Va a por ti». Y  el escritor americano comentó: «Brando no sabía que iba a escribir toda una obra sobre él. ¿Cómo iba a saberlo? Yo tampoco lo sabía.»

 

cine-rrtbb-Marlon Brando y su hermana Jocelyn -foto de Lisa Larsen- mil novecientos cuarenta y ocho

 

«Porque he considerado seriamente, he pensado muy seriamente – continuó el actor en otro punto de la entrevista -acerca de abandonarlo todo. ¿De qué sirve ser un actor de éxito, si uno no evoluciona hacia algo más? Está bien, he conseguido el éxito. Por fin soy aceptado, soy bienvenido en todas partes. Pero eso es todo, no hay nada más, ahí termina, no lleva a ninguna parte. Uno está sentado en un gran montón de pasteles recibiendo… capas y capas de  la crema con los que lo recubren (…) El éxito excesivo puede arruinar, igual que el fracaso

 

cine.-rrfb.-Marlon Brando y la fotógrfa Mary Ellen Mark en Apocalypse Now

 

excesivo ( …) Por supuesto, uno no puede ser un fracaso siempre. No y sobrevivir. ¡Van Gogh! Ése es un ejemplo de lo que puede suceder cuando una persona nunca recibe reconocimiento. Dejas de relacionarte con el mundo; la falta de reconocimento te deja al margen. Pero supongo que el éxito hace lo mismo. ¿Sabe?, me costó mucho darme cuenta de que eso era yo: un gran éxito.  Estaba tan absorto en mí mismo, en mis propios problemas, que nunca miraba a mi alrededor, ni me daba cuenta de nada. Solía caminar por Nueva York. kilómetros y kilómetros, caminaba por la calle de noche, y nunca veía nada. Nunca estaba

 

cine.-3211.-Marlon Brando.-1950.-foto Philippe Halsman

 

seguro acerca de ser actor, no sabía si eso era lo que quería hacer; aún no lo sé. Luego, y mientras trabajaba en «Un tranvía llamado deseo«, y ya hacía dos meses que estaba en cartel, una noche, muy oscuramente, empecé a escuchar un rugido. Era como si hubiera estado dormido y me despertara sentado sobre ese montón de pasteles.»

 

 

cine.-3ddv.-Marlon Brando.-pot Johnny Depp

 

 

La entrevista con Brando, «El Duque en sus dominios», apareció en The New Yorker y despertó tantos comentarios como el escritor había esperado. Pese a los disgustos que produjo, fue considerada como una notable obra periodística. Pocos días antes de que se publicase, William Shawn le dijo a Capote: «Gracias por haber escrito esta obra, o para ser más justos, esta obra maestra.»

(Evocación de Marlon Brando a los diez años de su muerte)

(Imágenes.-1-Brando- 1946- Cecil Beaton/ 2.-Brando- 1949.Edward Clark/ 3.-Marlon Brando con su hermana- 1948- Lisa Larsen/ 4- Brando con la fotógrafa Mary Ellen Mark en Apocalipsis New/ 5.-Brando- 1950- Philippe Halsman/ 6.- Marlon Brando por Johnny Depp)

 

VIAJE DE LOS TRES REYES

«Entre las urgencias de estos días, no es la menor preguntar de cada y cuándo por dónde andarán los tres señores reyes del Oriente, si van subiendo o bajando, pasan un puente o coronan una colina, moran en almenado castillo o levantan tiendas en el campo, o hacen noche en un oasis del desierto. Lentos paisajes del Sur, como en el hermosísimo verso de Cernuda «dormidos en el aire», parecen tener la necesaria sabrosa nostalgia para tal viaje.

(…)

Pero, ¿por dónde andarán, amigos? ¿Dónde están, al alba y a la noche? Quién pudiera, como Jacopone en el camino de Milán, verlos pasar por el silencio de la noche, por el filo del silencio como por por el borde de una copa llena de sombra: unas alegres luces bajando hasta un puente de madera, y oir el ligero trote en la tablada, como un tambor de fiesta, y verlas perder luego, las luces, por el camino que cruza un  castañar, y preguntar a un paje que va retrasado – un pajecillo de oscuro rostro, que lleva una dalmática roja y si te habla se quita una gorra blanca, una monterilla con plumas, y va perfumado con agua de canela -, quiénes son aquellos altos, nobles y poderosos señores, y oírle ceceando decir que son don Melchor, don Gaspar y don Baltasar, que van camimo de Belén por mor de una estrella que corre a trasmano por la banda del cielo. Y tú pasmas, porque aprendes que el camino que pensabas iba a Betanzos o a Tuy, resulta que va a Belén, y miras la estrella, caminera y dorada, y le agradeces al pajecillo, que ya se va, corriendo, a tomar la brida del palafrén de su señor. Yo sé de cierto que en algún camino, en algún apartado lugar, cualquiera, a esta hora en que Dios anochece sobre el mundo, podrá ser vista la incomparable comitiva».

Álvaro Cunqueiro: «El viaje de los tres Reyes».- de la serie «Retratos imaginarios«.- «Viajes imaginarios y reales« (Tusquets)

(Imagen: Charles Martin.-The New Yorker.-1968)

EL DETALLE EN EL PERIODISMO

«Cuando Gabriel García Márquez sale de de su casa de Bogotá, se desplaza en un Lancia Thema Turbo de 1992, un sedán personalizado, de tamaño medio, de color gris metalizado, con ventanillas a prueba de balas y chasis a prueba de bombas -contaba Jon Lee Anderson en The New Yorker en 1999 -. Lo conduce Don Chepe, un  fornido ex guerrillero que trabaja para García Márquez desde hace más de veinte años. Tras ellos, en otro vehículo, van algunos agentes del servicio secreto, a veces hasta seis. Un sedán de aspecto normal, a prueba de bombas y con un motor potente es un  coche seguro en un país en que todos los meses se secuestra a casi doscientas personas y se mata a más de dos mil». Esto que cuenta Anderson es el «toque humano» en el periodismo, la precisión en el dibujo de los detalles, aquello que el periodista confirma al comentar cómo va componiendo sus reportajes y perfiles: «Si algo se vuelve cotidiano, nos olvidamos de los detalles – dice -; mis anotaciones de los primeros días son las mejores; mi ojo es subjetivo; sin escenas no hay artículo; las escenas iluminan la pieza; si logras encontrar algo de humor para incluir en el perfil, eleva la pieza…».

Gracias a hacerse muy subjetivo el ojo del periodista y a observar siempre con gran atención, Anderson nos continúa relatando cómo en todas las casas donde García Márquez ha pasado largas temporadasCiudad de México, Cuernavaca, Barcelona, París, La Habana, Cartagena de Indias o Barranquilla -, el novelista colombiano posee el mismo modelo de ordenador Macintosh, que le permite trabajar donde quiera que esté: «por lo general – añade Anderson – se despierta a las cinco de la madrugada, lee un libro hasta las siete, se viste, lee la prensa, responde al correo electrónico y a eso de las diez, «pase lo que pase», está sentado a la mesa, escribiendo, donde permanece hasta las dos y media».

Narra todo ello Jon Lee Anderson en «El dictador, los demonios y otras crónicas» (Anagrama) y a través de ese libro  también conocemos – con motivo de la visita del periodista a la residencia del Rey de España en Madrid – que un poco más abajo del edificio, «discretamente empotrado en un monte de poca altura, hay un anexo para el personal, unido al Palacio por un  pasillo subterráneo, bordeado de vitrinas en las que se exponen maquetas de barcos, exquisitamente construidas, de la colección privada del rey». Como igualmente Anderson da noticia de que en el cesped de ese Palacio, delante de una de las salas de protocolo, hay una escultura en piedra marrón del artista Eduardo Chillida que parece un trono.

Es siempre el detalle, la observación del ojo subjetivo que todo periodista debe tener en el centro de su atención para intentar luego ser lo más objetivo posible en el conjunto. Siempre es el detalle el que capta el interés del lector. Sobre el detalle y su importancia he hablado alguna vez en Mi Siglo. En el campo de la literatura aparece también el detalle en el singular ejemplo de Marcel Schwob con sus «Vidas imaginarias» (Barral) en las que – como recuerda Borges al prologarlas «(Biblioteca personal«) (Alianza)  -«los protagonistas son reales; los hechos pueden ser fabulosos y no pocas veces fantásticos. El sabor peculiar de este volumen está en ese vaivén», comenta BorgesY aSchwob, en esas «Vidas imaginarias» nos dice que «el día de Waterloo Napoleón estaba enfermo (…), que Alejandro andaba ebrio cuando mató a Klitos, que la fístula de Luis XlV pudo influir en alguna de sus decisiones (…), que Diógenes Laercio nos enseña que Aristóteles llevaba sobre el estómago un odre de aceite caliente (…), que Aubrey, en las «Vidas de las personas eminentes«, nos confiesa que Milton «pronunciaba la r muy dura», que a Erasmo «no le gustaba el pescado, aunque había nacido en una ciudad de pescadores», y que en cuanto a Bacon, «ninguno de sus servidores habría osado presentarse ante él con botas que no fueran de cuero de España, pues sentía al instante el olor del cuero de becerro y le resultaba muy desagradable».

El detalle. Siempre la atención al detalle en la fabulación o en la realidad. El detalle nos revela la atmósfera o nos retrata al individuo.

 Hoy.  O – como en el caso de Schwob – hace más de un siglo.

(Imágenes:- 1. Kikmet Karabulut.-Lebriz.com.-Estambul.- Turquía.-artnet/ 2.-Othman Moussa.- 2008.-Ayyman Gallery.-Damasco.-Dubai.-United Arab Emirates.-Beirut.-artnet)

APRENDER A ESCRIBIR

escribir.-22887.-por Karen Hesse Flatow.-foto Chris Ramirez for The New york Times

«Aprender a escribir es un arte impregnado de humildad. Todas las profundas virtudes del hombre – la laboriosidad, la tenacidad, el ánimo estable, la superación de dificultades – marchan junto a la humildad que se coloca junto a nosotros en la mesa y se adelanta a escribir antes de que nosotros lo hagamos, mostrándonos su sabiduría.  Humildad para no creernos Cervantes pero tampoco para temer o desdeñar al autor de El Quijote. Él nos enseña que desde la cárcel observó la vida y que después prosiguió página a página, soslayando penurias y contratiempos entre el humor y el sentido común del escudero y del caballero. Aprender a escribir es recomenzar lo andado, dar rodeos de estilo y de formas para decir de otro modo lo que muchos han dicho ya. Aprender a escribir es conocer que cada libro arranca desde cero y la experiencia anterior no nos quita ese pánico de la página en blanco ni ese temor al qué dirán los ojos lectores. Aprender a escribir, como todos los aprendizajes de aquellos palotes mostrados por los maestros primeros o como en las dulzuras empeñadas de las madres, supone siempre esfuerzo y sacrificio. Hay que sacrificar los ocios, olvidarse del paso de las horas, creer en sí mismo. Trabajar. Trabajar el lenguaje, trabajar la composición, trabajar los retoques últimos».

Esto publiqué no hace mucho en un artículo aparecido en Alenarterevista y aquí deseo recordarlo hoy cuando leo a Juanjo García Noblejas reflexionando en Scriptor.org  ante unas interesantes opiniones sobre la lectura y la escritura, con enlaces a lo comentado en Corriere della Sera y en The New Yorker  abordando pros y contras de los talleres de escritura.

escribir.-996GY.- por Maria Gato.-2002.-Art Space.-Viriginia Miller Galleries.-Coral Gables, Miami, USA.-artnet

En Mi Siglo recogí en su momento las certeras palabras de Péguy sobre la lectura:

     “Lectores; lectores puros, que leen por leer, no para instruirse, no para trabajar; puros lectores, como para la comedia y para la tragedia hacen falta puros espectadores, como para la escultura hacen falta puros espectadores, que de una parte sepan leer y de otra parte quieran leer, que, en fin, únicamente lean, y lean todo únicamente; hombres que miren una obra unánimemente para verla y para recibirla, (…) para alimentarse, para nutrirse como de un alimento precioso, para hacerse creer, para hacerse valer interiormente, orgánicamente, no para trabajar con ni para hacerse valer socialmente, en este siglo; hombres en fin que sepan leer, ¿y qué es leer?, es entrar dentro; entrar en la lectura de una obra, entrar en una vida, en la contemplación de una vida, con amistad, con fidelidad, incluso con una especie de complacencia indispensable, no solamente con simpatía sino con amor; es lo que hace falta para entrar como en la fuente de la obra; y literalmente colaborar con el autor; no hay que recibir la obra pasivamente; la lectura es el acto común, la operación común del que lee y de lo leído, de la obra y del lector, del libro y del lector, del autor y del lector; como el espectáculo es el acto común, la operación común de la obra dramática y del espectador, del autor dramático y del espectador.” (”Dialogue de l´histoire et de l´âme païenne“.-(La Pléiade,1961)

Viejos y apasionantes temas los de la lectura y la escritura ( es muy difícil escribir bien si no se lee sabiamente), que se debaten hoy y seguirán debatiéndose en el futuro. 

(Imágenes: 1.-foto Chris Ramírez para The New York Times/ 2.-«Bastet».-por Maria Gato.-2002.-ArtSpace/Virginia Miller Galleries.- Coral Glabes.-Miami.-USA.-artnet)

MÚSICA DEL AJEDREZ

AJEDREZ.-B

Los dedos de la música evolucionan en el aire antes de posarse en la torre o en el alfil, antes de aterrizar en el suelo de las matemáticas. Las matemáticas ordenan y desordenan el cerebro del tablero y la mano, conducida por la mente que ha tardado en decidir pero que ya ha decidido, mueve al fin una pieza esencial que modificará el ritmo de la partida y nos llevará a la salvación o al jaque mate. «La música, las matemáticas y el ajedrez – nos dice SteinerSteiner en «The New Yorker») (Siruela) – son, en algunos aspectos vitales, actos dinámicos de localización. Unos elementos simbólicos son dispuestos en hileras que tienen un significado.(…) La música y las matemáticas figuran entre las maravillas más destacadas de la raza humana (…) El ajedrez, por otra parte, es un juego en el que treinta y dos figuritas de marfil, cuerno, madera o metal o (en los campos de prisioneros) serrín pegado con cera de zapatos se arrastran de un lado a otro sobre sesenta y cuatro casillas de colores alternados. (…) Para un verdadero jugador de ajedrez, llevar de un lado a otro treinta y dos figuras sobre 8 x 8 casillas es un fin en sí mismo, todo un mundo al lado del cual la mera vida biológica, política o social resultan desordenadas, rancias y contingentes».ajedrez.-16

De aquí esa fascinación de los ojos clavados sobre las combinaciones del tablero, el movimiento mental de las piezas que atacan o defienden, la estrategia de ritmos que jamás adivinará el contrario, la música silenciosa de la mano que siempre toma su tiempo antes de salir al escenario. Los ajenos al ajedrez no descubrirán nunca música o poesía en este juego, y en cambio sus devotos advertirán enseguida cuánta poesía ycuánta música esconden las artimañas de un caballo o la protección de un rey. Nabokov recordaba que «los problemas de ajedrez exigen del compositor las mismas cualidades que caracterizan cuaquier otra actividad artística: originalidad, inventiva, concisión, armonía, complejidad, y una espléndida falta de sinceridad. Componer en esta trama de ébano y marfil es un don infrecuente y una ocupación dispendiosamente estéril; pero todas las artes son inútiles, divinamente inútiles, si se las compara con un buen número de populares ocupaciones humanas. Los problemas son la poesía del ajedrez, y esa poesía, como toda poesía, está obligada a intervenir con su florete en los diversos conflictos que enfrentan a las viejas y nuevas escuelas«.

Mientras tanto la mano sigue calculando pros y contras en el tablero de los movimientos, precisión en sus combinaciones matemáticas. Luego decidirá en el aire y el  aire llevará los dedos seguros bajando en picado hasta las piezas. Al fin un definitivo jaque mate suena a música.

ESPIONAJES

detectives.-7«El periodismo de investigación y el ethos, ahora universal, del cotilleo – escribió Georges Steiner en The New Yorker – inundan los quioscos de prensa con información de alta seguridad. Hay revistas populares que contienen diagramas de cómo montar una bomba nuclear. ¿Hay algo genuinamente nuevo o decisivo entre las cosas que los espías venden a sus clientes? ¿Necesitó Josué cuatro ojos encubiertos para enterarse de que Jericó tenía murallas y de que sus moradores no acogieran favorablemente la invasión? Puede que toda la industria del espionaje se haya convertido en un juego fatuo, en una rayuela homicida dentro de una casa de espejos».

Eso escribía el ensayistaGeorges Steiner en The New Yorker».-(Siruela) y lo hacía en 1978. Desde entonces a aquí el espionaje ha variado mucho, pero la historia del espionaje se remonta siglos atrás y algunos apuntes los he querido comentar en un reciente artículo

detectives.-13

«Fouché, jefe de policía de Napoleón, supo organizar muy hábilmente a sus espías y los tratados sobre técnicas de espionaje tienen en Oriente un volumen célebre, el “Ping Fa”( de 510 años antes de Cristo), escrito por Sun-tzú, que fue lectura obligatoria de los agentes chinos y que durante la Segunda Guerra Mundial se distribuyó entre los miembros de la Fuerza Aérea británica en Ceilán. En China también podemos encontrar el “San Kuo”, de Lo Kuanchung, (1260-1341), novela que se dice era consultada por Mao Tse-tung y por las guerrillas del Vietcong.detectives.-8

 

El espionaje siempre ha ido tras las evoluciones de los tiempos. Hoy día se espía industrialmente con aparatos diminutos los aciertos decorativos de ciertos escaparates o se sigue el rastro que van dejando en Internet las pisadas que las yemas de los dedos realizan al avanzar por los buscadores. Todo se espía. El Gran Estado espía desde el vientre de su maquinaria de impuestos, las ciudades lo hacen desde las fachadas de las calles y plazas por donde caminan los viandantes y John Le Carré culmina su obra más reciente con otra historia en la que se mezclan refugiados musulmanes, adolescentes chechenos, servicios secretos alemanes, ingleses y norteamericanos, todo ello en el marco de una nueva guerra fría entre el terrorismo fundamentalista y las defensas de Occidente con la batería de sus aparatos de contraespionaje.

Aunque sobre gustos es imposible opinar, los nombres en el mapa literario del espionaje son numerosos. Brillan quizá especialmente cuatro, ya clásicos por sus obras: Conrad, Somerset Maugham, Ambler y Graham Greene. Naturalmente hay muchos más y algunos de ellos muy destacados. El primero con novelas célebres, como “El agente secreto”, la gran narración de un suceso anarquista en el centro de Londres. Para Conrad espiar no es un fin sino un medio. El fin, para Conrad, es la naturaleza absolutamente vil de la revolución, donde los espías tienen un repulsivo papel. En el caso de Somerset Maugham, sus relatos estaban basados en las experiencias del autor como oficial de inteligencia y se ha dicho que la postura moralmente neutral de Maugham sentó las bases sobre las que trabajaría Ambler y mucho más tarde John Le Carré, mientras que la frialdad de uno de los personajes de Maugham frente al asesinato sería adoptada y adaptada por Ian Fleming para su “James Bond

Y precisamente Steiner habla en su comentario de «El factor humano» de Graham Greene.detectives.-3

                                                                                                       Graham Greene, preguntado sobre Le Carré, contestó en una ocasión hace ya años: “Es mucho más joven que yo y, en consecuencia, su experiencia política me parece mucho más limitada que la mía. En una entrevista por la radio decía que yo era demasiado simple, si no ingenuo, para entrar en los terrenos de la política, y que había quedado anclado en la problemática de los años treinta”. Ello quizá era cierto, pero la calidad de las historias las enriquece el tiempo. Los tiempos han cambiado. Ahora acaso el espía está tan cerca de nosotros que nos observa desde dentro del ordenador. Si salimos a la calle es un espía distinto el que nos sigue sin apenas darnos cuenta. Resuenan unos pasos que nunca habíamos oído y que jamás volveremos a oír  porque los pasos cambian y las suelas de quienes nos espían se van adaptando a los problemas de cada siglo y la astucia del espiar se basa en que nadie nos descubra que nunca somos nosotros los espiados sino que nosotros somos los que espiamos siempre».

¿ NOS ESTÁ REPROGAMANDO LA RED?

«La televisión es parte de la realidad en la misma nedida que los Toyota y los atascos de tráfico»  – decía en una ocasión  David Foster Wallace – No podemos, literalmente, imaginarnos la vida sin ella. La generación de americanos nacidos después de 1950 es la primera para la cual la televisión ha sido algo que vivir en lugar de algo que mirar (…) No somos distintos de nuestros padres porque la televisión presente y defina nuestro mundo contemporáneo. Nos distinguimos de ellos en que no tenemos recuerdos de un mundo carente de esa definición electrónica«. 

Por su parte el argentino Ricardo Piglia confiesa en «Crítica y ficción» (Anagrama) que  «el cine ha sido algo muy importante a lo largo de mi vida, puesto que paralelamente a leer libros veía películas, eran dos mundos paralelos, dos vidas. Creo que es una experiencia de toda mi generación, hemos estado muy conectados con el cine. Me parece que los escritores de mi generación somos los últimos que no vimos televisión de chicos, que no vimos el televisor como una presencia cotidiana, que está ahí desde que uno nace. como la madre, digamos, un aparato que habla y está en la casa, como algo con lo que uno tiene que establecer un acuerdo o algún tipo de relación, pero que está siempre ahí».

¿Qué tipo de acuerdo hay que establecer con ese aparato? Sí,  el televisor está ahí, pero de la televisión como contenido comienzan a alejarse muchos jóvenes que se van refugiando en Internet. «La televisión es muy aburrida – ha reiterado el dramaturgo norteamericano David Mamet -. De vez en cuando, la enciendo en un hotel, pero es que es un auténtico muermo, sobre todo la ABC. Es hacia allí hacia donde va el futuro: hacia todos esos programas que parecen dibujos animados. Parece que las cadenas condescienden con el peor gusto. Da un poco de miedo, pero tampoco pasa nada; de todos modos, es algo que se veía venir en este país. (…) El problema está siempre en la televisión. Si uno no ve la televisión, puede aprender a hacer algo como tallar madera o incluso leer. El otro día hablaba con un amigo, una especie de experto en el mundo del espectáculo, y le dije: «No entiendo la televisión. Creo que comprendo ciertos aspectos esenciales de las actuaciones en vivo y el aspecto básico de la radio y el cine. Pero la televisión no la entiendo». Y él me dijo: «La televisión es básicamente un  espectáculo para vender pócimas». Y tenía razón. Para un número indeterminado de minutos de supuesto entretenimiento, la televisión captará nuestra atención durante treinta segundos para vendernos un frasco de aceite de serpiente. Éste es su carácter esencial. Es una herramienta para vender».

Pero si uno abandona la lectura,  y abandona también la televisión, ¿a qué se entrega en Internet? También habrá que establecer un tipo de acuerdo o un tipo de relación con el ordenador y la pantalla  para que no nos devore.  Estos días están nuevamente muy vivas las reflexiones sobre el tema de la lectura e Internet, cómo Internet puede modificar nuestra forma de leer.  En un blog que siempre aporta  información completa y excelente, Nauscopio scipiorum, se cita un muy interesante artículo de Nicholas Carr titulado «¿ Qué le está haciendo Internet a nuestros cerebros?».  En ese artículo a su vez se extraen unas palabras del dramaturgo Richard Foreman que dicen así: “Procedo de una tradición de cultura occidental en que el ideal (mi ideal) era la estructura compleja, densa, como una catedral de la personalidad de alta educación y expresión, el hombre o mujer que llevaba dentro de sí una versión individualmente construida y singular del patrimonio completo de Occidente. [Pero ahora] veo dentro de todos nosotros (yo incluido) la sustitución de la compleja densidad interna por un nuevo tipo de ser que evoluciona bajo la presión de la sobrecarga de información y la tecnología de lo “instantáneamente disponible”.

Tmabién en otro blog de referencia como es Una temporada en el infierno se comenta  el tema bajo el título,  «Internet, blogs y el futuro de la lectura». Figuran en esa nota importantes citas del The New Yorker con artículos de Anthony Grafton, e igualmente del New York Times, abordando una vez más el asunto del porvenir de la lectura.

El debate está presente. Las opiniones, muy diversas.  ¿Es cierto lo que se dice al inicio del artículo de Nicholas Carr hablando de Google? : « Nunca un sistema de comunicación ha ejercido una influencia tan amplia sobre nuestros pensamientos como hace hoy Internet. Pero a pesar de todo lo que se ha escrito sobre la Red, se ha pensado poco en cómo exactamente nos está reprogramando. La ética intelectual de la Red sigue siendo oscura».

(Imagen: dibujo de Internet: Jeroen Wijering.-foto: film sill.-press designacademy.nl)

TRABAJAR DE NOCHE


Hae unos días The New Yorker hablaba en sus páginas del «mal de la medianoche» o hipergrafía, algo que según el «Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales«, donde aparece la cotización oficial de las enfermedades mentales reconocidas por la Asociación Psiquiátrica Americana (APA), se define como algo que puede obligar a alguien a mantener una voluminosa revista para anotar con gran frecuencia cartas al editor, o a escribir en papel higiénico si no hay otra cosa más disponible, y hasta a redactar un Diccionario. En resumen, el impulso desordenado y casi incontrolado de escribir, principalmente en las horas nocturnas, es decir, padeciendo de algún modo la llamada «enfermedad de la medianoche».

No sé si esto es así efectivamente e ignoro por qué se vincula precisamente la noche a este afán incontrolado de adentrarse en la escritura. Pero es indudable que – sin producir enfermos en absoluto-, la noche y sus silencios, su concentración en esas horas de soledad en las que el resto del mundo duerme, posee una atracción que ha dejado obras muy interesantes en la literatura. Por citar algunos nombres capitales, he ahí a Kafka que escribe de un tirón «La condena» en la noche del 22 al 23 de septiembre de 1912, entre las diez y las seis de la mañana y que cuenta en su Diario :» casi no podía sacar de debajo del escritorio mis piernas, que se me habían quedado dormidas de estar tanto tiempo sentado. (…) Varias veces durante esta noche he soportado mi propio peso sobre mis espaldas. Cómo puede uno atreverse a todo, cómo está preparado para todas, para las más extrañas ocurrencias, un gran fuego en el que mueren y resucitan. Cómo empezó a azulear delante de la ventana. Pasó un carro. Dos hombres cruzaron el puente. La última vez que miré el reloj eran las dos. En el momento en que la criada atravesó por vez primera la entrada escribí la última frase». (Diario del 23 de septiembre de 1912.-Galaxia Gutenbeg.)

Max Brod, por su parte, anota también en su Diario del 29 de septiembre de ese mismo año: «Kafka está en éxtasis, escribe de noche sin parar. Es una novela que transcurre en América«. Igualmente Kafka le confía a Felice Bauer en sus Cartas (Alianza) la necesidad de la noche para intensificar mejor su escritura.

En el otro lado del mundo, Mishima le escribe a Kawabata que son las horas de la noche aquellas en las que su espíritu de narrador alcanza una interioridad mayor. («Correspondencia» Mishima-Kawabata.-Emecé.) Representa sin duda todo esto «la faceta nocturna de la soledad creadora» que ha comentado Steiner. Él recuerda cómo Milton declara que la lámpara del poeta «a medianoche/será vista en alguna alta y solitaria torre«, el creador enclaustrado permanecerá bajo un cielo estrellado «mirando una y otra vez la Osa Mayor«.( Steiner.-«Gramáticas de la creación».-Siruela.)
(Fotos: Franz Kafka, por Andy Warhol .-Yasunari Kawabata)