GARCÍA MÁRQUEZ Y EL ARTE DE CONTAR

escritores-nnggy-Gabriel García Márquez- por Antoniatiuh Bracho

«Es duro y macizo, pero ágil, con un impresionante mostachón, una nariz de coliflor y los dientes emplomados. Luce una vistosa camisa de sport abierta, pantalones estrechos y un saco oscuro echado sobre los hombros» – así lo retrataba Luis Harss en su gran libro de entrevistas titulado «Los nuestros«. «Escribo un libro que ya no sé cuál es; lo que da valor literario es el misterio, lo que vibra es esa magia que hay en los actos cotidianos«, decía García Márquez en 1966. En noviembre de 1965 le escribe a Luis Harss: «Estoy loco de felicidad. Después de cinco años de esterilidad absoluta, «Cien años de soledad» está saliendo como un chorro, sin problemas de palabras. Será como la base del 

escritores.-4ftyu.-Gabriel García Márquez.-Eva Rubinstein.-1981rompecabezas cuyas piezas he venido dando en los libros precedentes. Aquí están dadas todas las claves. Se conoce el origen y el fin de los personajes, y la historia completa, sin vacíos, de Macondo. Aunque en esta novela las alfombras vuelan, los muertos resucitan y hay lluvias de flores, es tal vez el menos misterioso de todos mis libros, porque el autor trata de llevar al lector de la mano para que no se pierda en ningún momento ni quede ningún punto oscuro. Con éste, termino el ciclo de Macondo, y cambio por completo de tema en el futuro.»

García Márquez- portalvallenato.net

Pero si el tema cambió en su novelística, muy costoso fue en cambio para García Márquez cambiar el «tono», encontrar una nueva «voz».

El novelista colombiano declaraba que “una de las cosas más difíciles de hacer es escribir el primer párrafo. He pasado muchos meses trabajando en un primer párrafo, pero una vez que lo tengo, el resto sale con facilidad. En el primer párrafo se resuelven la mayor parte de los problemas del libro. Se define el tema, el estilo, el tono. En mi caso, al menos, el primer párrafo es un tipo de muestra de lo que va a ser el resto del libro. Por eso escribir un libro de relatos cortos es mucho más difícil que escribir una novela. Cada vez que se escribe un  relato breve, hay que empezar otra vez desde el principio”.

escritores- García Márquex- portalvallenato.netComo he señalado hace poco en «El proceso creador» al hablar de la diferencia en los «tonos», «desde esta frase primera de “Cien años de soledad” :“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo” – a la frase primera de “El otoño del patriarca”, han pasado varios años y sobre todo mucha concentrada disciplina, muchos tanteos en el escritor colombiano hasta encontrar el nuevo “tono” de su libro y separarse así del primero que le hiciera tan famoso. En las distintas entrevistas que García Márquez concedió en Barcelona mientras estaba escribiendo “El otoño del patriarca” confesaba que le era “necesario buscar otro lenguaje, desembarazándome deCien años de soledad.

escritores.-cfrm- García Márquez

“En mi caso – decía el Premio Nobel -, el ser escritor es un mérito descomunal, porque soy muy bruto para escribir. He tenido que someterme a una disciplina atroz para terminar media página en ocho horas de trabajo, pero soy muy testarudo y he logrado publicar cuatro libros en veinte años”. Pero la primera frase para muchos escritores es esencial, “la primera frase puede ser el laboratorio para establecer nuevos elementos del estilo, de la estructura y hasta de la longitud del libro”.

escritores.-8bbb.-García Márquez

El escritor colombiano contó cuándo decidió narrar de un modo determinado «El otoño del patriarca«: » Durante muchos años – confesó– tuve problemas de estructura. Una noche en La Habana, mientras juzgaban a Sosa Blanco, me pareció que la estructura útil era el largo monólogo del viejo dictador sentenciado a muerte. Pero no, en primer lugar era anti histórico: los dictadores aquellos o se morían de viejos o los mataban o se fugaban. Pero no los juzgaban. En segundo término, el monólogo me hubiera restringido al único punto de vista del dictador y a su propio lenguaje». Cuando García Márquez llevaba escritas trescientas páginas, suspendió la narración » porque no sabía aun cómo era y por consiguiente no conseguía meterme a fondo». Seis años después reanudó la novela. » Trabajé durante seis meses y la volví a suspender porque no estaban muy claros algunos aspectos morales del protagonista. Como dos años después, compré un libro sobre cacerías en África, porque me interesaba el prólogo escrito por Hemingway. El prólogo no valía nada, pero seguí leyendo el capítulo sobre los elefantes, y allí estaba la solución de mi novela. La moral de mi dictador se explicaba muy bien por ciertas costumbres de los elefantes».

García Márquez-mundolatino.org

Ricardo Gullónen su excelente estudio «García Márquez o el arte de contar» (Taurus) destaca cómo la naturalidad narrativa es más notoria cuando lo que se cuenta oscila entre lo imposible y lo cotidiano, y memorables e insustituibles son también los análisis de Vargas Llosa en «García Márquez :historia de un deicidio» (Barral Editores) cuando desmenuza la gran novela. El escritor colombiano que acaba de morir repartió muchas de sus opiniones en numerosas entrevistas «porque -decía-  yo he ejercido el periodismo durante muchos años y siento una enorme gratitud por el oficio.» Fue su oficio, entre muchas otras cosas en «El Espectador«, donde sus comentarios en «Día a día» le sirvieron para trabajar incansablemente su estilo. En esas notas anónimas – se ha dicho – García Márquez es más estilista que nunca. Como en los títulos de sus artículos en «El Universal» de Cartagena que brillaron sorprendentes, y así quise aludir a ellos en Mi Siglo.

escritores-García Márquez- elmundo.es

Descanse en paz.

(Imágenes.-1-Antoniatuch Bracho/2.-Eva Rubinstein/ 3 y 4 -portalvallenato/ 6.-mundo latino/7.-  mundo latino/8- el mundo)

LA NOCHE DE JUAN RULFO

«La clave que con tanto afán buscaba me salió al paso – confesaba Rulfo al hablar del nacimiento de «Pedro Páramo» – cuando, treinta años después de haber salido del pueblo, regresé a él en busca de mi infancia perdida allá y lo encontré abandonado, totalmente abandonado, las calles desiertas, las viviendas deshabitadas, invadido todo por el polvo y la soledad más espantosa. A alguien se le había ocurrido la peregrina idea del sembrar en las calles una especie de árboles que se llaman casoaricas. Yo pasé una noche allí, solo, temblando».

Así evocaba Rulfo sus recuerdos de cómo fue naciendo su novela y lo hacía en mayo de 1971, en la Revista «Destino«, charlando con Robert Saladrigas. Pero esa noche y cuanto en ella sucedió lo repitió varias veces, como así lo cita quien estudiara  la vida y obra de Rulfo, como es Reina Roffé. «A mí me tocó estar allí una noche – se lee en «Juan Rulfo, autobiografía armada» -, y es un pueblo donde sopla mucho el viento, está al pie de la sierra madre. Y en las noches las casuarinas mugen, aullan. Y el viento. Entonces comprendí yo esa soledad de Comala, del lugar ése. ( Antes había hablado de «las casas aquellas inmensas – era uno de esos pueblos muy grandes, las tiendas ahí se contaban por puertas, eran tiendas de ocho puertas, de diez puertas – y cuando llegué las casas tenían candado. La gente se había ido, así»).

A Luis Harssal que me he referido más de una vez en Mi Siglole contó Rulfo en «Los nuestros» cómo creó a Pedro Páramo: «Imaginé el personaje. Lo vi. Después, al imaginar el tratamiento, lógicamente me encontré con un pueblo muerto. Y claro, los muertos no viven en el espacio ni en el tiempo. Me dio libertad eso para manejar a los personajes indistintamente. Es decir, dejarlos entrar, y después que se esfumaran, que desaparecieran».

Ahora que se recuerdan los cincuenta años del «boom» aquella noche de Rulfo parece volver a resurgir. Ernesto González Bermejo en 1979, al entrevistar al escritor mexicano, le planteó que había profesores que andaban en busca de Comala. «Y no encuentran nada – contestó RulfoY buscan los pueblos que menciono en mis cuentos, y no existen. Van a ver  a mis hermanos, que viven por allá, y les preguntan ¿dónde queda ese pueblo? ¿quién era este personaje?; y ellos les responden: «mi hermano es un mentiroso, no hay nada de ello». (…) Porque la literatura es una mentira que dice la verdad. Hay que ser mentiroso para hacer literatura, ésa ha sido siempre mi teoría. Ahora que, hay una diferencia entre mentira y falsedad. Cuando se falsean los hechos se nota inmediatamente lo artificioso de la situación. Pero cuando se está recreando una realidad en base a mentiras, cuando se reinventa un pueblo, es muy distinto. Aquellos que no saben de literatura creen que un libro refleja una historia real, que tiene que narrar hechos que ocurrieron, con personajes que existieron. Y se equivocan: un libro es una realidad en sí, aunque mienta respecto de la otra realidad».

(Imágenes.-1,2, 3 y 4.-fotografías de Juan Rulfo/ 5.-Juan Rulfo.-foto Mukadarnews.-revista de letras)

CARLOS FUENTES

«Soy un escritor matinal – le decía Carlos Fuentes a Alfred Mac Adam y Charle Ruas en Princeton, Nueva Jersey, en diciembre de 1981, para «The Paris Review» -: a las ocho y media ya estoy escribiendo en manuscrito y sigo hasta las doce y media, cuando me voy a nadar. Después vuelvo, almuerzo y leo a la tarde hasta que voy a hacer mi caminata para la escritura del otro día. Ahora debo escribir el libro mentalmente antes de sentarme a escribirlo en realidad. Durante mis caminatas en Princeton siempre sigo un recorrido triangular: voy a la casa de Einstein, en Mercer Street, después a la casa de Thomas Mann, en Stockton Street, y después a la casa de Hermann Broch, en Evelyn Place. Tras haber visitado esos tres lugares, vuelvo a casa, y para entonces ya he escrito mentalmente las seis o siete páginas del día siguiente. (…) Primero escribo a mano y después, cuando siento que ya lo «tengo«, lo dejo reposar. Después corrijo el manuscrito y lo mecanografío yo mismo, corrigiendo hasta el último minuto».

«Para mí, en todas las novelas en América Latinale decía a Emir Rodríguez Monegal en «El arte de narrar«-. evidentemente hay una búsqueda del lenguaje. Un remontarse a las fuentes del lenguaje. Si no hay una voluntad del lenguaje en una novela en América Latina, para mí esa novela no existe. Yo creo que la hay en Cortázar, en primer lugar, que para mí es casi un Bolivar de la novela latinoamericana. Es un hombre que nos ha liberado, que nos ha dicho que se puede hacer todo. En García Márquez, en Vargas Llosa, en Donoso, en Vicente Leñero, hay evidentemente una voluntad de encontrar un lenguaje que es al fin y al cabo la respuesta del escritor tanto a las exigencias de su arte como a las exigencias de su sociedad, y creo que ahí radica la posibilidad de la contemporaneidad».

«Escribo con los nervios del estómago – le decía a Luis Harss en «Los nuestros» (Sudamericana) – y lo pago con una úlcera duodenal y una colitis crónica. Vivo como escribo, por exceso y por insuficiencia, por voluntad y por abulia, por amor y por odio. Se escribe con algo que no le importa a nadie sino al escritor».

(Pequeña evocación en el día de su muerte. Descanse en paz)

(Imágenes-1-Carlos Fuentes.-foto Leo Lavalle.-EFE/ 2.-Carlos Fuentes.-impreso elnuevodiario.com.ni/ 3.-Carlos Fuentes.-Alfaguara. com)

VARGAS LLOSA, ESCRITOR

«El proceso de la creación narrativa – señaló Vargas Llosa en «La verdad de las mentiras» – es la transformación del «demonio» en «tema«, el proceso mediante el cual unos contenidos subjetivos se convierten, gracias al lenguaje, en elementos objetivos, la mudanza de la experiencia individual en experiencia universal». Hace años Maurice Nadeau tituló uno de sus  libros «Gustave Flaubert, escritor» (Lumen) y creo que es simplemente así – al menos para mí – como hay que clasificar a quien hoy ha recibido el Premio Nobel de Literatura. » Los hombres – dice en ese ensayo Vargas Llosa – no están contentos con su suerte y casi todos -ricos o pobres, geniales o mediocres, célebres u oscuros – quisieran una vida distinta a la que llevan·. Ese ansia de vivir una vida distinta mediante la ficción es una razón que justifican Sabato y Henry James«. Es la novela, situada siempre entre la verdad y la mentira. «Toda buena novela dice la verdad y toda mala novela miente». Personalmente, como lector, me quedo con la verdad de la novela «Conversación en la catedral» y admiro dos estudios de Vargas Llosa, uno sobre García Márquez – «Historia de un deicidio» (Barral)- y otro sobre el análisis de «Madame Bovary«-: «La orgía perpetua» (Bruguera). Sobre «Historia de un deicidio» recuerda  el chileno José Donoso en su «Historia personal del «boom» (Seix Barral), que Vargas Llosa dedicó dos años de su vida a ese libro, en el que volcó su admiración por «Cien años de soledad», la obra maestra de su amigo. Frialdades y distanciamientos entre los dos están descritas ya en otras partes y aquí no se necesita ya comentarlos.

«Yo creo que uno no puede escribir – le decía Vargas Llosa a Luis Harss en «Los nuestros» (Sudamericana) -sino en función de una experiencia personal. Ahora, mi vida ha sido bastante especial, ha sido bastante marcada por una serie de hechos violentos. Yo fuí un niño muy mimado, muy engreído». Y le añadía: «La literatura, en última instancia, no ha sido sino una reconstitución de la realidad a través de otra realidad puramente verbal y cuya utilidad, digamos, última, no es sino dar a los hombres la posibilidad de conocer esa realidad que de otro modo no conocerían jamás».

(Imágenes.-1.-foto Sara Krulwich.-The New York Times/2.-Vargas Llosa y García Márquez.-infobae.com)

CON ONETTI, EN MADRID

onetti.-F.-educasitios2008.educ.ar

«Para mí, escribir es como un vicio, una manía –  me dijo Onetti aquella tarde de 1979 en Madrid . En Mi Siglo ya hablé de aquella conversación -Me hace feliz escribir, me siento desdichado cuando no escribo. Ya he dicho muchas veces que si escribir significara para mí un trabajo, ninguna línea, ningún día. De pronto uno necesita escribir. Yo tenía un compromiso con esto, y lo he hecho. Ahora estoy a punto».

onetti.-H.-cervantes.es

Los escritores se dividen en dos grandes categorías – siguió hablándome Onetti -: los que quieren llegar a ser escritores y los que quieren escribir. A los primeros les aconsejaría apurarse – dijo Onetti encendiendo el tercer cigarrillo -, porque, según mi amigo Lord Keynes (uno de los estilistas que más admiro), un «boom» se caracteriza por su breve duración. Los segundos no necesitan ningún consejo. (…) . «A veces – añadió – me levanto por la noche y escribo. Tuve la suerte de encontrar muchos amigos en Madrid».

 Me habló de la sequedad del escritor: «En Valle-Inclán, en La lámpara maravillosa, se habla de la sequedad del escritor. Pero de pronto, todo viene a mí como un torrente. Yo escribo por ataques; a veces me paso meses y meses, y no se me ocurre nada. Pero siempre sé que va a volver. Respecto al «juego», en el Quijote existe un «pacto» entre el Caballero y Sancho, por el que acuerdan aceptar cada uno cuanto diga el otro, sea verdad o mentira. Me interesa el lector desconocido. Yo soy un pobrecito hombre llamado Onetti, que escribe». (…) Y añadió: «Cuando El astillero confesé – y Luis Harss lo recogió en «Los nuestros» – el mundo cerrado en que desgraciadamente estoy ahora cuando escribo. Y también lo estoy psíquicamente. Tengo muchos periodos de depresión absoluta, de sentido de muerte, del no sentido de la vida».

Y «él» miró al «otro», con un blando cansancio de insomnios en cadena, y su ojo cruzó definitivamente Santa María».

Diálogos con la cultura«, págs 215-222)

(Sucedió esto el 23 de febrero de 1979 en el domicilio particular del escritor uruguayo en Madrid, en el número 31 de la Avenida de América)

(Pequeña evocación cuando el 1 de julio se cumplirán cien años del nacimiento de Juan Carlos Onetti)

(Imágenes: fotografías de Onetti:-1.-educasitios2008.educ.ar/ 2.-cervantes.es)