CINECITTÀ

cine.- rtbbh.-. Federico Fellini.-Mary Ellen Mark

 

«Yo en Cinecittà no habito sino que vivo – le confesaba Federico Fellini a Ignazio Maiore en 1973 – Mis experiencias, mis viajes, las amistades, las relaciones empiezan y terminan en las salas de rodaje de Cinecittà. Todo lo que existe fuera de las verjas de Cinecittà son afluentes, aunque insustituibles, un enorme y maravilloso almacén que visitar, que expoliar, que transportar dentro de Cinecittà ávida, incansablemente. No sé si todo esto es un privilegio o una servidumbre, pero es mi modo de ser.» Benito Merlino, al recorrer la vida de Fellini, contaba cómo el director italiano donde se encontraba más a gusto era

 

Fellini.-4ffv.-Federico Fellini rodando ante Marcello Mastroiani caracterizado como violonchelista en El viaje de Mastorna.-1965

 

en Cinecittà. Con frecuencia, muchos domingos por la tarde, se recluía allí para trabajar con calma, sin llamadas de teléfono, lejos de la ciudad. Era aún adolescente, cuando a través de las actualidades del cine Fulgor de Rimini oía hablar de Cinecittà y sería años más tarde, como sigue contando Merlino,  cuando Federico acompañaría un día a Ingmar Bergman por aquellos estudios, un Bergman «que llega vestido con un corto impermeable, el pelo alto en la nuca, las manos cruzadas a la espalda». El director de Cinecittà

 

cine.- 44fftt.- Fellini y Giulietta Masina rodando Las noches de Cabiria

 

le había rogado a Fellini que lo acompañara y el director italiano, un poco descontento por la austeridad del sueco, guía a su compañero por el dédalo de la ciudad cinematográfica. Entre otros sitios se detienen ante la gran piscina – «la más grande del mundo» – en la que todo se puede reconstruir: batallas navales, naufragios, competiciones de delfines, como así lo destaca el director de los Estudios y Fellini procura traducirlo al inglés.

Ahora el cine – como se recuerda estos días – se va de Cinecittà. Pero entre tantos directores como por allí han pasado quizá Fellini es el que más  

 

cine-uuggnl- Fellini y Mastroiani- mil novecientos ochenta

 

quede en la memoria. «Aquí paso mis mejores ratos – había confesado el autor de «La Strada» -. Es mi fábrica, el lugar donde trabajo y es un buen instrumento de trabajo. Además me siento unido a ella por lazos de orden afectivo. Vine aquí por primera vez hace mucho tiempo. Entonces era periodista y hacía entrevistas a estrellas, a directores de cine…» Merlino cuenta que era en el estudio 5 donde Fellini disponía de un gran despacho. Un diván, algunos sillones, una mesa con dos teléfonos, una vieja Olivetti y un amplio tablero mural

 

cine.-44ffn.-Federico Fellini

 

forrado en verde donde colocar notas, fotos o direcciones. Se añadía a esto un comedor y una pequeña cocina en la que un exboxeador convertido en cocinero preparaba bajo sus indicaciones comidas muy simples a base de patés y tortillas para sus numerosos invitados. Fellini prefería comer en Cinecittà. Sobre su mesa más de cien estilográficas, lápices y pinceles de todos los colores con los que dibujaba siluetas, perfiles, narices, bigotes, detalles de vestimenta, actitudes, expresiones del rostro de innumerables personajes.

(Imágenes.-1.-Fellini.-Mary Ellen Mark/ 2.-Fellini y Mastroiani en 1965/ 3.- Fellini y Giuletta Masina en «Las noches de Cabiria»/ 4.- Fellini y Mastroiani/ 5.-Federico Fellini)

ENSAYOS DE FEDERICO FELLINI

ensayos con la mirada junto a Magali Noël,

ensayos con dedos y manos junto a Anouk Aimée,

ensayos con sonrisas junto a Claudia Cardinale,

 ensayos y ensayos, paseando en bici, rodando sobre la fantasía,

 ensayos con las caras, con las expresiones, con los personajes,

ensayos oníricos de extravagancias, ensayos de sueños, ensayos para intentar dormir. «Quiero contar lo que me sucedía cuanto tenía siete u ocho años – decía Fellini en 1965 -. Había bautizado las cuatro esquinas de mi cama con los nombres de los cuatro cines de Rímini: Fulgor, Ópera Nacional, Balilla, Saboya – ¿Cómo se llamaba el otro? – Sultán. Irme a acostar era entonces una fiesta. (…) Cerraba los ojos, esperaba pacientemente conteniendo el aliento y con el corazón acelerado hasta que, de golpe, comenzaba el espectáculo. Un espectáculo de los más extraordinarios. ¿En qué consistía? Es difícil de contar: era un mundo, una fantasmagoría rutilante, una galaxia de puntos luminosos, esferas, círculos brillantísimos, estrellas, llamas, vidrios de colores, un cosmos nocturno y centelleante que primero se mostraba inmóvil, después en un movimiento cada vez más amplio y envolvente, como un remolino inmenso, una espiral cegadora».

Fue en aquel 1965 cuando yo le conocí. Lo he contado en varias ocasiones en MI SIGLO. Eran los tiempos de «Giulietta de los espíritus«. Ensayos y ensayos en los estudios Rizzoli, en Cinecittá. «Mis experiencias, mis viajes, mis amistales, mis relaciones comienzan y acaban en los estudios de Cinecittá. Todo aquello que existe al otro lado de las verjas de Cinecittá es un afluente, ciertamente irremplazable, una reserva inmensa y maravillosa para visitar, para apropiarse y llevársela al interior de Cinecittá y hacerlo ávidamente. incansablemente. Yo no sé si todo esto es un privilegio o una servidumbre, pero es una forma de ser«.

Ahora que vuelven las películas perdidas de Fellini, los recuerdos de aquellos ensayos y de aquellos diálogos nos acompañan.

(Imágenes:- 1–Magali Noël y Federico Fellini ensayando «Amarcord»/ 2.-Anouk Aimée y Fellini ensayando «La dolce vita»/ 3.-Claudia Cardinale y Federico Fellini ensayando/ 4.-Federico Fellini.- durante el rodaje de «Amarcord».- foto: Mary Ellen Mark/ 5.-Giulietta Masina, Anthony Quinn y Aldo Silvani en «La Strada»/ 6.-Sandra Milo y Giulietta Masina en «Giulietta de los espíritus»/ 7.-Marcello Mastroiani caracterizado como violonchelista mientras rueda Federico Fellini «El viaje de Mastorna».-elpais.com)