POSTALES

 

 

“Al elegir una postal – decía Ado Kyrou enLa edad de oro de la carta postal” -, el comprador se identifica un poco con el artista que la ha concebido. Mandar una postal que represente la vista de un paisaje donde uno se encuentra es una afirmación de las propias posibilidades de poder viajar y, por tanto, un símbolo de su estatus social. Al escribir cosas personales, sabiendo  consciente o inconscientemente que cualquiera puede leerlas, uno se da importancia saliendo del anonimato; de algún modo es como si nos publicaran. Hasta podríamos añadir cierto exhibicionismo: quien ama, quien odia, necesita gritar su pasión al mundo entero. Desde hacía siglos los hombres vivían esperando el momento de poder decir abiertamente “te quiero”. El éxito de la tarjeta postal se basa tanbién en el recuerdo que se desea perpetuar, el sueño que se puede adquirir a buen precio, y finalmente en la pereza, dado que una postal se escribe en menos tiempo que una carta, así como en la manía del  coleccionismo.”

 

 

Desde los comienzos del sistema postal se habían enviado por correo tarjetas ( quizá las más antiguas – señala Simon Garfield en su Curiosa historia de la correspondencia – sean las tablillas de Vindolanda). Su auge llegó sin embargo a comienzos del siglo XX. “La tarjeta postal  con imagen incluida – indica Garfield –  triunfó con la popularización de las vacaciones costeras ( el Museo y Archivo Postal Británico estima que entre 1902 y 1914 se enviaron cada año hasta 800 millones de tarjetas postales). Se contaba en ellas lo que siempre se ha contado en una postal: ojalá estuvieras aquí conmigo, hace un tiempo regular, besos para todos. Eran sin embargo un medio expuesto al ojo curioso, que podía leer su contenido en cualquiera de las etapas del viaje.

 

 

Ocasionalmente había que transmitir alguna intimidad, y para ello apareció un código basado en la forma de pegar el sello ( antes de 1840, ese código estaba formado por trazos o símbolos dibujados en  el sobre). Un sello colocado al revés en la esquina superior izquierda significaba, “Te quiero”. Un sello apaisado en ese mismo lugar significaba “Mi corazón pertenece a otra persona”. Un sello colocado al revés en la esquina superior derecha quería decir “No escribas más”. Colocado al revés, junto al apelllido, indicaba “Estoy comprometida”. Centrado, en el borde derecho: “Responde de inmediato”. Y en ángulo recto, en la esquina superior izquierda: “Te odio”.

Tiempos antiguos de la comuncación y de la correspondencia.

 

 

(Imágenes .-1-letralia/ 2- Madrid- 1892- filatelia digital/ 3-Huelva buena/ 4-pinterest)

UN LIBRO COMO UN HACHA

 

 

“Si el libro que estamos leyendo no nos despierta con un puñetazo en la crisma, ¿para qué lo leemos? ¿Para que nos haga felices, como tú escribes? Dios mío, también podríamos ser felices sin tener libros y, dado el caso, hasta podríamos escribir nosotros mismos los libros que nos hicieran felices. Sin embargo, necesitamos libros que surtan sobre nosotros el efecto de una desgracia muy dolorosa, como la muerte de alguien al que queríamos más que a nosotros, como un destierro en bosques alejados de todo ser humano, un libro ha de ser un hacha para clavarla en el mar congelado que hay dentro de nosotros. Eso creo yo”.

Franz Kafka – (carta  a Oskar Pollak del 27 de enero de 1904)

“Yo no tengo interés alguno por la literatura, lo que ocurre es que consisto en literatura, no soy ninguna otra cosa ni puedo serlo”. ( carta a Felice Bauer del 14 de agosto de 1913)

 

 

(Imágenes – 1- Franz Kafka- czech tv/ 2- Franz Kafka – El Mundo es 1)

¿ES POSIBLE ESCRIBIR LA VIDA DE ALGUIEN?

 

 

«Estoy muy confusa mientras escribo mi libro, y creo que sería mejor si fuera representado. Debería convertir el final en una obra de teatro para que actúes en ella – le escribe Wirginia Woolf a Angelica Bell en 1935 -. Una parte es buena. La mayoría es mala. Es demasiado larga. Y además tengo que ponerme a escribir sobre Roger Fry. Por lo menos eso es lo que quiere Nessa.  Y Margery Fry me ha dado montones de cartas; y todos sus diarios; cómo cenaba fuera o iba a París. ¿Crees que es posible escribir la vida de alguien? Lo dudo. Porque las personas no se están quietas. Aquí estás tú, por ejemplo, paseando por las Tullerias; comprando collares; mirando el atardecer; y escribiéndome; dime, ¿cuál de ellas eres tú?».

(Imagen – Virginia Woolf a los 18 años)

CONSEJOS A UN HIJO

 

 

«Querido niño: – le escribe el conde de Chesterfield a su hijo Philip ( octubre de 1747)

El arte de agradar es muy necesario pero también difícil de dominar. Es imposible reducirlo a meras reglas. Aprenderás más que de mí, de tu buen juicio y tus dotes de observación El método más seguro es seguir la siguiente máxima : » Haz lo que te gustaría que te hicieran».

Adopta el tono de la persona con quien te encuentres y no pretendas marcar el tuyo; muéstrate serio, alegre o incluso banal, dependiendo del humor de quien te acompañe. Es esta una obligación del individuo ante la mayoría. No cuentes historias en compañía: no hay nada más tedioso y desagradable. Si por ventura conoces una historia muy breve y sobradamente pertinente al respecto del tema que se esté tratando, relátala con la mayor concisión, y deja caer que no te gusta contar historias pero que te animas a hacerlo por su brevedad. De todas las cosas, elimina de tu conversación el egoísmo y no quieras nunca entretener con tus preocupaciones personales o asuntos privados. Aunque a ti te sean interesantes, a los demás les resultarán tediosos e impertinentes. Además, siempre es recomendable ser discreto al respecto de tales asuntos».

 

 

Tres años después le aconseja:

«Fija una hora determinada y un día de la semana para tus cuentas y mantenlas en orden. De esa manera te quitarán muy poco tiempo y jamás podrán engañarte.

No leas nunca historias sin tener mapas y cronologías a mano, que deberás consultar constantemente. Sin ellos, la historia no es más que una confusa sucesión de hechos.

Levántate temprano y a la misma hora todas las mañanas, aunque la noche anterior te hayas quedado despierto hasta tarde. Te asegurarás así al menos una o dos horas de reflexión y lectura antes de que comiencen las habituales interrupciones matutinas y te será saludable, pues te obligará a irte a la cama temprano al menos una noche de cada tres».

 

 

(Imágenes-1-Antonio Mancini– 1875 galería nazionale de arte moderno/2 y 3 – Andrea Mastrovito- andreamastrovito.com)

CONFIDENCIAS DE GOYA

 

Goya-boim- autorretrato- mil ochocientos quince

 

Cuando se adentra uno en el muy interesante documental proyectado en muchos cines de España, «Goya un espectáculo de carne y hueso«, la pluma de Goya cruza el tiempo y  dirige sus confidencias a su gran amigo aragonés Martin Zapater hablándole de mil cosas grandes y menudas a la vez.

El Museo del Prado nos recordará que en esas cartas descubrimos, por ejemplo, «un intercambio de letrillas de canciones como tiranas o seguidillas en donde Goya expresa el deseo de que su amigo asista con él a la ópera-; éste es uno de los comentarios habituales entre ambos que, lógicamente, deja de tener importancia a partir de 1792, fecha en la que Goya pierde la audición. Destacan los intercambios de productos comestibles muy apreciados por ambos y su afición por el juego de la lotería, pero sobre todo abundan los comentarios sobre la ambición de poseer un dinero que le librase de las preocupaciones de tener que pintar por obligación y, tras ello, el rasgo de generosidad con el ofrecimiento a su amigo de que todo lo que posee le pertenece. Nos descubre, asimismo, algunos aspectos del carácter del pintor en lo referido a su gusto por el lujo relacionado con su posición en la corte, como son la adquisición de diversos medios de locomoción, como una silla volante o un birlocho, y la compra de prendas de vestir opulentas por encargo de su amigo y la utilización de un escribiente o secretario para su correspondencia.»

 

Goya- ncs- perros- mil setecientos setenta y cinco- museo del Prado

 

«Mucho me ha alegrado- le escribe, por ejemplo, a Zapater en 1787 – que me apruebes el pensamiento y hablemos claros: para cuatro días que hemos de vivir en el mundo es menester vivir a gusto, te estimo mucho la oferta de las mulas y te digo que mejor las quisiera domadas ya pero que sean buenas, por diez doblones más estoy contigo y me alegraré que a Tomás (hermano de Goya) se lo digas  que haga lo que tú determines». En un famoso párrafo en esas cartas escritas a su amigo -en 1795 -le confía: «Más te valía venirme a ayudar a pintar a la de Alba, que se metió en el estudio a que le pintase la cara y se salió con ello; por cierto que me gusta más que pintar en lienzo, que la he de retratar de cuerpo entero y vendrá apenas acabe yo un borrón que estoy haciendo del Duque de Alcudia (Godoy) a caballo».

 

Goya-nutt- Duqusa de Alba

 

Un año antes, en 1786, Goya, que había sido nombrado pintor del Rey, duplicó sus ingresos y trató de mejorar su vida comprando un coche. Pero los avatares que le sucedieron se los relata igualmente a su amigo Zapater: » estoy cojo de una caída – dice – que tuvimos con el birlocho que ya estaba medio ajustado en 90 doblones que es cierto que es alhaja (no hay sino tres en Madrid como él) Salimos a probarlo con un caballo que también compraba, muy bueno, ya de diez años. Íbamos su dueño y yo tan grandemente, bellísimo movimiento y en nada parece que cabía mejorar. Fuera ya de Madrid empezamos a correr grandemente. Llevaba yo los cordones y me dijo: ¿Quiere usted que le haga revolver a la napolitana? Le di los cordones deseoso de ver alguna cosa nueva y aprenderla y corriendo a galope como iba en lo ancho del camino que aunque era ancho no era para imaginar lo que él ejecutó. Conque la vuelta fue que fuimos a parar, birlocho, caballo y nosotros, dando volteretas, y muchas gracias a Dios de lo poco que fue, que el peor librado fui yo…»

 

Goya- nooom- Martin Zapater- mil setecientos nventa y siete- Museo de Bellas Artes de Bilbao

 

Pasan las cartas entre los dos amigos por este documental.

 

Goya- bgt- perros de Goya-Retrato de Doña Joaquina Candado

 

Pasan los perros.  Perros a veces escondidos tras las faldas de los retratos.

 

Goya-nyrf- niños con perros de presa-mil setecientos ochenta y seis- museo del Prado

 

Perros acariciados por niños.

 

Goya-nre- perro semihundido

 

Y ese perro misterioso del que tanto se ha hablado. Perro que cobra figura sobre el fondo amarillo, acentos luminosos que muestran el relieve de su cabeza. Perros que amaba Goya, perros que acompañaron al pintor.

(Imágenes.- 1.-Goya- autorretrato- 1815/ 2.- perros y útiles de caza- 1775- museo del Prado/ 3.- Goya.- Duquesa de Alba- 1797/ 4.- Goya- Martin Zapater- 1787-museo de Bellas Artes de Bilbao/ 5.-perro, en el retrato de Josefina Candado- 1803- museo de Bellas Artes de Valencia/ 6- niños con mastines- 1787- museo del Prado/ 7.-perro semihundido- 1823- museo del Prado)

 

300 AÑOS DE CARTAS

 

objetos.-78nn.-cartas.-Arman,-.artnet

 

Los 300 años de Correos que en estos días se celebran nos traen y nos llevan recuerdos de epístolas cruzadas y familiares, a veces profesionales, a veces interesadas, en ocasiones peticiones, en ocasiones solo desahogos: hombres de letras españoles a quienes el cartero trajo y llevó caligrafías, dibujos y firmas que en su rápido trazo desvelaban el instante de una vida y el rasgo de una personalidad.

Valle-Inclán le escribe a Ortega desde Cambados en octubre de 1914:

Queridísimo Ortega:

No le escribí antes, porque no han faltado dolores y desazones. Hace dos días enterré a mi hijito. Dios Nuestro Señor me lo llevó para sí. Ha sido el mayor dolor de mi vida. Yo no sé qué cosa sea la muerte, que se la siente llegar. Mi niño estaba sano y yo esperaba una desgracia como algo fatal. Ya llegó, y sea sola. Estoy acabado. Esto es horrible. ¡Que no sepa usted nunca de ese dolor! La casa se me viene encima, y tampoco quiero, por ahora, volver a Madrid,, donde nació mi niño hermoso que se me murió. Quisiera ir a Italia, pero con los míos: Mi mujer y mi hija. Ello es caro. Mi pobre Josefina que está tan muerta como yo, ha tenido una idea. Ella me inspira que le escriba a usted, para saber si podrían concederme una pensión de la «Junta de Estudios» para estudiar alguna cosa en Italia. Cosa para la cual, en conciencia, sea yo capaz. De pintura, de literatura: Una visión de Cervantes, de Lope, de Quevedo, en Italia: Diálogos de soldados, jugadores, mujeres, pilotos catalanes y de Valencia. Una visión estética de Italia. (…) Se lo agradecerá infinitamente su infortunado.- Valle Inclán.

 

Josefina Blanco.- 4rry.- Valle Inclán junto a su mujer y su hija Concha

 

El 14 de septiembre de 1905 Baroja le escribe a Galdós:

Mi querido amigo y maestro; Voy a ir a París a pasar un mes o dos y quisiera que me hiciese usted el favor de darme una tarjeta de presentación  para León y Castillo y otra para Estévanez. Me salieron mal los pequeños negocios que tenía, el socio resultó un estafador y yo perdí dinero y además estuve a punto de tener un pleito.

Huyendo de complicaciones me fui al Paular, donde he escrito un libro que le enviaré dentro de unos días. (se refiere a «La feria de los discretos», firmada en El Paular en junio de 1905).

Usted como siempre estará trabajando como una fiera.

Si me contesta usted hágalo a San Sebastián calle Mayor número 6, y si quiere usted hacerme algún encargo o comisión para París ya sabe usted que puede usted mandar.-Pío Baroja.

 

Baroja.-elmundoes

 

El cartero ha estado 300 años trayendo y llevando consuelos y desconsuelos, súplicas. 300 años de aspiraciones y preocupaciones guardadas y selladas en sobres, revelación de amistades y confidencias.

 

Galdós- nnb- elduariomontañes com

 

(Imágenes.-1.-arman-arnet/ 2.-Valle Inclán junto a su mujer/ 3.-Baroja- elmundo es/ 4.-Galdós en Santander- eldiariomontañes)

CONSEJOS DE VERDI

Verdi.- rtbbh.- Verdi en 1887.- retrato de Francesco Paolo Michetti

 

«Practica la fuga constantemente, con tenacidad, hasta la saciedad  – aconsejaba Verdi en una de sus cartas -, hasta que se te fortalezcan las manos al punto de poder doblegar las notas a tu entera voluntad. Así aprenderás a componer con plena confianza, dispondrás las partes como debes, modularás sin afectación. Estudia a Palestrina y a unos cuantos contemporáneos suyos. Luego, sáltatelo todo hasta Marcello, y centra tu atención sobre todo en sus recitativos.

 

música-sa-Adolf von Menzel-mil ochocientos setenta y uno

 

No te dejes fascinar por las bellezas de la armonía y la instrumentación, y menos aún por los acordes de séptima disminuida, que son la roca y el refugio de todos los que no sabemos componer cuatro compases sin media docena de séptimas.

 

música.-yuummm.-Benoit Courti

 

¡ Y no estudies a los modernos! Ya, ya sé que eso les parecerá extraño a muchos, pero cuando veo y escucho tantas obras de hoy en día, construidas a la manera en que hacen la ropa los malos sastres, basándose en un patrón, de veras que no puedo cambiar de opinión (…) Cuando un joven ha experimentado un adiestramiento estricto, cuando ha encontrado su propio estilo y tiene plena confianza en sus poderes, si le parece útil, podrá estudiar algo de esas obras, y así no correrá el peligro de convertirse en mero imitador.»

 

música.-09bbg.-Maya Green

 

Consejos de Verdi sobre la música como tantos otros consejos de maestros sobre pintura o escritura.  Siempre destacados consejos.

(Imagenes.-1.-Verdi.-retrato de Francesco Paolo Michetti.-1887/ 2.-Adolph von Menzel-1871/ 3.-Benoit Courti/ 4.- Maya Green)

UNA CARTA

 

escribir.- Berthe Morisot.-

 

Ya sabes, hijo, que a mí no me gustan mucho los whatsApp, tampoco los mensajes, tampoco las imágenes, al final se lo lleva todo el viento, son cosas modernas, no lo niego, aventuras de hoy que mañana quién sabe dónde estarán,  pero la caligrafía de tu madre, ésta que estás leyendo, tendrá siempre sus rasgos, como mis arrugas, hijo, como las manchas de mi piel, en estas subidas y bajadas de las consonantes y de las vocales con las que a veces te ríes porque me salen picudas o redondas pongo todo mi esmero, aprieto la pluma para que te llegue incluso mi respiración en el papel y  las palabras se acerquen a tu oído. Has escuchado, hijo, muchas palabras engañosas estos últimos tiempos, sabes de que te hablo, pero las palabras de una madre siempre son distintas, regañan, a veces chillan, pero son limpias. Busca palabras limpias, hijo mío, que no sé dónde las vas a encontrar. Te hemos enseñado tu padre y yo a leer y a estudiar, pero también a un lenguaje interior, a una elegancia del espíritu, no te envuelvas en mentiras que no van a ninguna parte, recuerda que cuando pasabas los dedos con rapidez por el borde de las hojas nuevas de repente te cortabas sin querer y las yemas te sangraban instantáneamente. Así son las hojas  de algunas palabras cuando las arrojamos en el aire. Parece que no hemos dicho nada, que el viento se lo va a llevar todo, y sin embargo se abre el abismo. Años enteros del tú me dijiste y yo te contesté y el rencor que no cesa. Es muy difícil tapar el rencor con el perdón. Al perdón, a veces te lo he dicho, le cubre un tono manso, un acento apacible, lo más difícil del perdón es hermanarlo con el olvido. Y sin embargo, hijo, hay que llegar al olvido. Tú, que tienes tan buena memoria, tienes que vaciarla, irte quedando en lo esencial, apartar todo lo secundario. Cuando te olvides del rencor es cuando has llegado definitivamente al olvido.

Cuando pasen los años y vuelvas a leer esta carta no te preguntarás, ¿qué me decía mi madre? si no ¿ cómo era mi madre?

Tu madre es una simple mujer como tantas que escribe a su hijo.

Texto : José Julio Perlado

(Imagen.- Berthe Morisot)  

RECIBIR UNA CARTA

«Recibir una carta cuando se espera la llegada de una mujer

una carta de mujer

de mujer nacida de poema

abrir la carta como quien despega un deseo

leer la carta como se recita un universo

besar la carta como se busca el color de un poema

plegar la carta en la cartera como se prohija una rima

quemar el sobre de la carta como se viaja al interior de África

archivar la carta con otras cartas como a la enferma con otras enfermas

acordarse de la carta cuando se duda de la selva

olvidarse de la carta como cuando se nos muere una época

y de otra mujer olvidada nos nace el salvador poema».

Gerardo Diego.- «Recibir una carta»

(Imagen:- Pierre Bonnard.– «La carta«.-1906.-National Gallery of Art Whashington)

LA SOLEDAD, LA AMISTAD, LAS CARTAS

“Para escribir, para pintar, para esculpir, para hacer arte  (también para recibir y asimilar el arte a través de los ojos y de todos los sentidos, para ‑en el caso de los libros‑ recorrer las líneas de la lectura), es indispensable la soledad. La soledad suele invadir la casa como una niebla gaseosa y pacífica que va entrando silenciosa en los cuartos hasta posarse sobre el cuaderno donde escribimos, nos envuelve las manos con las que sostenemos el libro que leemos, se adentra en nuestros pensamientos hasta apaciguarlos y aislarlos y nos hace perpetua compañía. Es esa convivencia con la soledad la que nos da sus máximos frutos. Gracias a ella entendemos mejor cuanto estamos leyendo y nos concentramos más en lo que intentamos escribir. A veces no nos gusta nada la soledad. Preferiríamos estar con las neuronas adormecidas, con los pies de las neuronas puestos encima de la mesa, la mente distraída en el ir y venir de los ruidos de las televisiones, balanceados en el zig-zag del zapping liviano, intranscendente, no comprometido, fragmentos de fragmentos de fragmentos que desmenuzan en porciones la realidad, escamotean la muerte, dejan la vida esparcida en migajas. Pero de repente nos levantamos y vamos camino de la soledad, andamos por el pasillo de la soledad y el silencio hasta el silencio y la soledad del mar, del árbol, del bosque, del cuarto contiguo. Allí tomamos el libro que han escrito los otros o allí nos sentamos para escribir nuestro libro. Nos envuelve la soledad alada, apenas un rumor del tic-tac del reloj. Atravesamos ese desierto de las horas a veces embebidos en el placer del trabajo y a veces arduamente, cavando en el trabajo-trabajo. Es en esos mismos momentos donde pintores, escultores, artistas de delantales manchados van y vienen por sus estudios acabando un azul o modelando un plano, los compositores se inclinan en sus pentagramas, los arquitectos en sus tableros, los escritores colocan una tras otra palabras de eficacia y de belleza. Todos intentan extraer del mundo algo que conmueva al mundo, todos intentan ser testigos del mundo, unos quieren denunciarlo, otros comprenderlo, otros mejorarlo. Todos en realidad amarlo, todos los artistas aman intensamente el mundo, si no no comprenderían los caminos del arte.

Y de repente se oye un timbre. Es una llamada de amistad en el espacio de la soledad. El cirujano suizo Billroth llama a Brahms del que es íntimo amigo. Garcilaso llama a Boscán y Boscán a Garcilaso, los dos fraternales amigos, para que Garcilaso le diga a Boscán: Lo que puedo te doy, y lo que he dado con recibillo tú, yo me enriquesco. El timbre, la llamada de la amistad, resuena también en el silencio de Santa Teresa y quien llama y la apoya es San Juan de la Cruz. La llamada de la amistad cruza las vidas de la Boétie y de Montaigne, las de Emerson y Carlyle, las de Goethe y Schiller, las cartas entre Jorge Guillén y Pedro Salinas. Ya Aristóteles había dicho: Correspóndele el justo medio al amigo sincero, fácil de conocer porque no añade nada a las buenas cualidades, ni empalidece las efectivas, ni alaba aquellas de que carecemos. Y aún había añadido: Nadie aceptaría la vida sin amigos, aun cuando poseyera todos los demás bienes. Schiller desde un célebre verso había recordado: Aquel a quien haya sido dada la gran suerte de ser amigo de un amigo…

La casa de la soledad del creador permanece viva y encendida gracias al aliento de la amistad. Se acerca el amigo por detrás, como quien no quiere la cosa, no necesita del espacio y del tiempo porque las conversaciones entre amigos no tienen final ni principio: fluyen en un diálogo de verdad, de cordialidad, de comprensión mutua. Es la confidencialidad del corazón.

Los creadores lo saben.

Por eso quizá Robert Louis Stevenson ‑el autor de Bajamar y de El Señor de Ballantrae‑ le escribe y describe a su íntimo amigo Henry James ‑el autor de Retrato de una dama‑ cómo se despidió de él otro íntimo amigo suyo en aquellas islas de Honolulú:

Mi mujer ‑le dice Stevenson a Jamesacaba de mandar a la señora Sitwell la traducción de una carta que he recibido de mi principal amigo en esta parte del mundo: vaya a verla y haga que se la lea; le hará bien (…)

Y la carta decía:

     Le hago saber mi gran afecto. A la hora en que nos dejó me llenaron las lágrimas; a mi mujer, Rui Telime, también, y a todos los de mi casa. Cuando embarcó sentí una gran tristeza. Por ello fui camino arriba, y usted miró desde aquel barco, y yo lo miré en aquel barco con gran pesar hasta que usted había levado el ancla e izado las velas. Cuando el barco zarpó corrí por la playa para seguir viéndolo; y cuando estuvo en mar abierto le grité: “¡Adiós, Louis!”; y mientras volvía a mi casa me pareció oír su voz gritando: “¡Rui, adiós!”. Después contemplé el barco hasta que cayó la noche…”.

Así le cuenta un amigo a otro amigo lo que vale la amistad en la soledad».

El ojo y la palabra«, páginas 186-188)

(Imágenes:-1.-mujer escribiendo-Thomas Pollock Anschutz/ 2.- pintura de Isabel Guerra)

VIAJES DESCONOCIDOS

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«¡Qué delicioso es despertarse en cualquier lugar donde nadie, nadie en el mundo, puede adivinar que uno está! – escribe Rilke en una carta desde Muzot el 3 de febrero de 1923 – Algunas veces me he detenido inesperadamente en ciudades que se encontraban en mi camino, solamente para saborear esta delicia de no poder ser imaginado estando allí por ningún ser viviente, ni alcanzado por ningún pensamiento de los demás. (…) ¡Oh los viajes!  Cuántas veces mi vida se ha encontrado enteramente concentrada en ese único sentimiento de la partida; ¡partir lejos, lejos; y ese primer despertar bajo un cielo nuevo!  Y reconocerse en él; no, aprender más aún de él. Sentir que también allí donde no se estaba nunca, se continúa algo, y que una parte de nuestro corazón, inconscientemente indígena bajo ese clima desconocido, nace y se desarrolla desde el instante de nuestra llegada y nos dota de una sangre nueva, inteligente y maravillosamente instruida sobre cosas que es imposible saber». 

Nada más que añadir. Cruzamos el mundo atravesando muchas veces grandes viajes programados y acaso nos perdemos los diminutos rincones, el encanto de las pequeñas cosas, el asombro ante los misterios. 

(Imagen.- foto: Desiree Dolron.-Michael Hopper Contemporary)

LA VIDA DE LOS OTROS


Se sabe que nos están escuchando. Más aún, que nos están grabando. Todo lo que yo estoy escribiendo ahora en este blog, Mi Siglo, todo lo que usted está leyendo en este momento, está siendo guardado en los sótanos del Liceo Técnico Federal de Zurich, en unas enormes naves subterráneas que antes contenían los archivos de los Diarios de Thomas Mann y ahora sirven como refugio para ordenar y registrar todas nuestras conversaciones, todo lo que usted y yo hemos hablado esta mañana por las calles, todas nuestras conversaciones a través de los móviles, las charlas de la sobremesa de hoy, las confidencias amorosas en los cafés, la intimidad que tuvimos en nuestros dormitorios. Hoy se descubre en los periódicos – junto a la noticia de que en China 220.ooo cámaras vigilan a 12 millones de personas en la ciudad de Shenzhen, controlando desde su identidad hasta sus enfermedades gracias a un programa informático que estudia el rostro -, que en Occidente toda la información de detalles innumerables, nuestras voces, nuestras entonaciones, la manera con la que nos dirigimos a los demás, aparte de nuestros mensajes por correos electrónicos, las pulsaciones con las que marcamos las claves de nuestros ordenadores, las señas por las que nos reconocemos, todo va instantáneamente a esa base central de Zurich que conecta esa inmensa información con chips ajustados a máquinas diminutas, archivos perpetuos que, con los debidos permisos y cautelas, podrán servir a futuros investigadores e historiadores.

Al desaparecer casi por completo la carta como vehículo de comunicación tradicional, es esencialmente la voz humana la que se quiere conservar, pero sobre todo los mensajes verbales, la voz entrecortada en nuestros móviles, esos matices que alertan, suspiran, se desahogan y ruegan al contactar con los demás. Ulrich Mühe, multiplicado en despachos infinitos, escucha lo que hablo y registra lo que escribo gracias a los auriculares permanentes encajados en su cráneo. La película de Florian Henckel Von Donnersmarck ha dado ideas para la construcción de ese laberinto de voces y pasillos que se pierde en sótanos desconocidos. La vida de los otros es mi vida, la que ahora estoy escribiendo, la que usted está leyendo. Los otros se están asomando en cualquier momento a lo que yo creía que le estaba diciendo a usted en confidencia y que para nosotros iba a suponer para siempre un secreto.