«En una Nochebuena, por haberla consagrado con su Nacimiento el Hijo de Dios, y dado más luz en ella a las almas que pueden recibir del sol en el día más claro y resplandeciente, mientras se hacía hora de ir a Maitines, un devoto y religioso Pastor se recogió a meditar en el misterio de aquella dichosa noche, se fue inflamando en la contemplación y, arrebatado de un gran fervor, quedó absorto, como una piedra inmóvil; ocupados atrás o transportados los sentidos, se le presentó ser uno de aquellos pastores que, llamados de las voces de los ángeles que ofrecían paz en la tierra, por la gloria que a ella descendió del cielo, y dejando encomendadas sus ovejas a la providencia del Altísimo, le llevaban a ver en el Portal el Misterio. Le pareció que seguía entre las tinieblas y confusión de que se hallaban vestidos los valles y los montes, las luces que salían del pesebre. Halló el Portal lleno de ángeles y almas dichosas, a quien la alta contemplación tenía allí ocupadas, unas en cantar alabanzas y otras ofreciendo dones al recién nacido, concurriendo de todas las regiones del orbe que conocen y veneran el beneficio de la Cristiandad y este soberano misterio. Eran en tanto número, que el Portalillo, que fue capaz de aquel Señor infinito, no pudiera contener tantos huéspedes si no le hiciera inmenso su poder, con que se venía que el Pesebre, que era para Dios penoso, era para todos alegre y acomodado».
Juan de Palafox.- «»El Pastor de Nochebuena»- (siglo XVll)
(Imágenes.-1 y 2.-Giorgione– «Adoración de los pastores»)