«Entonces afluían las palabras
del hechizo de las cosas, o saltaban
en un oscuro borbotón como de sangre,
o sus hogueras ávidas mordían
las manos que querían atraparlas,
o cruzaban como aves o venados
en el fulgor del sol, entre los bosques.
Ahora, cuando llega una palabra
-sola, inmensa, única, perdida,
mensajera que ha logrado atravesar
las más vastas y desnudas extensiones –
es preciso recibirla regiamente,
abrir las puertas, encender las lámparas,
y quedar en silencio hasta que ella,
incapaz de mentirnos, se ha dormido,
y otra vez se confunde con las rocas».
Cintio Vitier.– «La palabra»
(Imagen.-Kyungduk Kim)

Precioso! El poder mágico de las palabras.
Quería comentarle, don José Julio, que una de mis alumnas de literatura, me contó ayer, en la clase de literatura, que había leído Mi abuelo, el premio Nobel. Le había encantado. Es una lectora empedernida y con gran criterio. Me alegré muchísimo, se lo había recomendado yo. Se lo compraron en la biblioteca que frecuenta por petición suya y una vez devuelto, me dijo que lo iba a comprar en la librería para tenerlo en casa y releerlo.
Un saludo,
Mluz
Luz,
Me alegro de que a esa alumna y lectora le haya gustado la novela. Te agradezco igualmente que se la hayas recomendado, como agradezco siempre tus palabras.
Saludos cordiales.