“Nací, o me nacieron – que no sé cómo hay que decirlo en estricta justicia – el día 3 de julio de 1888, a las siete y veinte minutos de la tarde, en Madrid, en la calle de las Rejas, número 5, piso segundo.
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Enrejado ya en el mundo, lo primero que sentí fue la mano de mi madre buscándome entre la escarola de las finas sábanas de recién casada – yo era el primogénito -. como si yo me pudiese haber escapado.
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Madrid se dora y se inflama siempre en ese día de julio en que yo nací como en inauguración festiva de un día ya metido en el fervoroso verano.
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Yo estoy contento con llamarme Ramón, y hasta lo escribo con letras mayúsculas, y muchas veces estoy por dejarme olvidados encima de un banco de la calle mis apellidos, y quedarme ya para siempre sólo con ese Ramón sencillote, bonachón, orgulloso de su simplicidad. Yo nací para llamarme Ramón, y hasta podría decir que tengo la cara redonda y carrillena de Ramón, digna de esa gran O sobre la que carga el nombre, y que es exaltada por su acento que sólo la imprenta me escamotea porque las mayúsculas no suelen estar acentuadas”.
(“Automoribundia“)
Alguna vez he hablado en Mi Siglo de RAMÓN. Hoy Google dibuja esa cara redonda y carrillena de RAMÓN para que la vea el mundo entero y en el espejo de las búsquedas pueda encontrarse rápidamente excusa para felicitarle en su cumpleaños.
(Imagen: la tertulia de Ramón Gómez de la Serna -flickr)
Ramón es el humor puro. Sin edulcorantes. Sin grasas ni colorantes. Todo natural. Qué difícil es hacer humor sin recurrir al mal gusto, al chiste procaz o a la caricatura política. El lo consiguió haciendo saltar a sus metáforas por el aro de humo del humor, por esa O boquiabierta de su nombre de niño…
Vaya mi felicitación a Don Ramón desde este Moscú infestado de greguerías
Daniel
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