
“La orden que se tiene en la montería de gamos y venados que se hace a tela cerrada en los montes de Aranjuez por el mes de mayo — cuenta Gonzalo Argote de Molina en su Discurso sobre la Montería en 1882— , es así: que los gamos y venados que allí están en los sotos, tienen por costumbre que, al poner del sol y por la mañana, se bajan a los sotos, por causa de que a la noche no los dejan en ellos los mosquitos, y como han mudado las cuernas, no los pueden sufrir, y al salir del sol, los mosquitos andan en lo alto, y se vienen a los sotos,

que los hayan frescos del sereno de la noche, y al car en los sotos están puestos monteros por atalayas, para divisar dónde caen las mayores manadas, y allí se acude a echar con gran presteza las telas para cogerlos dentro, y dejándolos cerrados se hace un toril a la parte de fuera arrimado a la tela.



Y para los gamos que procuran salir de aquel cerco están dos monteros para esto, que tienen cuidado de bajar un pedazo de tela hasta el suelo, y como los gamos la ven baja, saltan al toril, y aunque de mala gana, la necesidad los fuerza a pasar por la tela derribada, por la prisa que reciben de los sabuesos y el temor del ruido de las bocinas.

Y habiendo pasado por aquella vez lo que les parece a los monteros, tornan a alzar la tela, y de allí pasan a la tela que está al principio de la carrera, y la bajan, ojeando los que salgan y si allí están muchos venados, en saltando cuatro o seis, vuelven a levantar la tela.



