LOS PREMIOS Y LA VIDA LITERARIA

 

 

“Volviendo a la lectura de “Mis premios” de Thomas Bernhard — con su ironía y franqueza —de nuevo recuerdo situaciones que he vivido y reflexiones — y por tanto, convicciones – que expuse ya en mis “Memorias”.  “Pienso que la vida literaria — dije  allí- – es más bien pequeña, limitada. Como tantas cosas del arte. La vida en general va por otro lado, la vida ancha, compleja, como ahora se dice, la vida “globalizada”. El arte y la literatura forman un espacio, a veces con un determinado eco, pero siempre reducido. Es una comunidad de escritores, editores, lectores, agentes, medios de comunicación, premios, trapisondas, altibajos, rencillas, reconocimientos, olvidos, revisiones, recapitulaciones, todo mezclado y todo en ocasiones bastante costoso de digerir, muchas veces áspero. Lo único que no es áspero es escribir.

 

 

En una ocasión en que me presenté a un Premio Literario importante — seguía diciendo allí — me llamaron para comunicarme que estaba entre los finalistas y que me lo iban a conceder. Fui convocado, entre otros escritores, en una sala repleta de gente. El organizador del acto me indicó que me pusiera en una de las esquinas centrales de la primera fila para salir en cuanto me llamaran anunciándome como ganador. Así lo hice. En el momento del fallo oí por los altavoces un nombre distinto al mío. Se lo acaban de conceder en el último minuto – así me lo contaron – al sobrino de un Premio Nobel. Un compromiso de última hora, según me dijeron.

Pero aquello no me afectó en absoluto. Me enseñó. Una experiencia más. Todo esto son vaivenes menores, aunque a veces sean desagradables. Pero siempre aleccionadores. Han sucedido siempre en la Historia de la Literatura. No hay más que leer las rencillas, pisotones y envidias entre los escritores del Siglo de Oro. Y después, todo lo que sucede a lo largo de  los siglos, con sus escaramuzas y traiciones. Todo eso me confirma en la idea de que hay que trabajar en silencio y si es posible con autenticidad, sin fijarse para nada en los ecos. Uno se encuentra con muchas cosas ásperas en la vida literaria. Lo único que no es áspero es escribir.  Pienso que tampoco lo será, estoy seguro, pintar, esculpir o componer música. El arte no es áspero. En el caso de escribir, se trata de cerrar la puerta de esa casa del libro que uno está elaborando – que no tiene necesariamente por qué ser ficción – y ampararse dentro de él, cobijarse, protegerse gracias a él del mundo exterior, pero sobre todo trabajar con fe y con enorme paciencia en ese libro, acompañarse de esa paciencia que es la que va encadenando muchas tardes y muchas mañanas de trabajo, amar ese libro, superar sus dificultades, conocerse a sí mismo y tomar las consiguientes distancias con el exterior, no pensar en el eco o no que ese libro pueda tener en su día, escribir con sinceridad, desplegar las aptitudes que uno tiene, unas veces para envolverse, enriquecerse y disfrutar puliendo el estilo, otras para apasionarse con los personajes y con la historia, otras para desarrollar argumentos. Es decir, todo un mundo dentro de esa casa del libro.”

José Julio Perlado

 

(Imágenes—:  1-Emil Nolde/ 2- Thomas Moran- 1875– museo de Carolina del Norte/ 3- Constable)

¿CON UN DÍA DE VERANO DEBERÉ COMPARARTE?

 


“¿Con un día de verano deberé compararte?

Tienes tú más belleza y eres más apacible:

sacuden rudos vientos los capullos  de Mayo,

lo que trae el verano apenas dura nada.

A veces con excesivo brillo arde el ojo del cielo

y a veces pierde vigor su complexión dorada

y toda belleza algún día perderá la belleza

por causa del azar o del curso del tiempo.

Pero tu eterno verano siempre será inmortal

y no dejará de ser tuya tu inaugural  belleza,

ni podrá la Muerte arrastrarte a su sombra

cuando en eternos versos seas parte del tiempo.

Mientras haya quien respire y haya ojos que vean,

todo esto vivirá y a ti te dará vida.”

William Shakespeare—Soneto XVlll)- (traducción de Ángel Rupérez)

 


(Imágenes—1- Max Ernst – Sol amarillo- 1964 – galeria lufoff/ 2- Thomas Moran-1875-Museo de arte de Carolina del Norte)

SOL DE AÑO NUEVO

 

 

 

“Nuestro Señor ha dado

en  sol rosa a su cielo azul. El viento

es dulce, y el poniente

se abre como un jardín. ¡Es año nuevo!

Nevará en la memoria,

fríos serán y tristes los recuerdos,

habrá, por las praderas de la mente,

un viejo cementerio…

La tarde huele bien, y tiene el alma

paz de alegría y música de ensueños.

Un adiós largo y rosa

yerra en la frente de los monumentos…;

será un mar quieto y malva,

un vergel de luceros,

será un hogar celeste y amarillo

con niños blancos junto al fuego…

Campanas soñolientas…

se ha echado, suave, el viento…

sólo resta esperar a las estrellas

bajo el azul sereno…

El corazón está

como un rosal sin nieve. ¡Es año nuevo!”

Juan Ramón Jiménez – “Sol de año nuevo” – “Poemas mágicos y dolientes”

(Imagen —Thomas Moran – Sol rojo en los cielos — 1875- museo de arte de Carolina del Norte)

EL INFINITO

«Siempre caro me fue este yermo cerro

y este seto, que priva a la mirada

de tanto espacio del último horizonte.

Mas, sentado y contemplando, interminables

espacios, más allá de aquellos, y sobrehumanos

silencios, y una quietud hondísima

en mi mente imagino. Tanta, que casi

el corazón se estremece. Y como oigo

el viento susurrar en la espesura,

voy comparando este infinito silencio

con esta voz. Y me acuerdo de lo eterno,

y de las estaciones muertas, y de la presente

y viva, y de su música. Así que, en esta

inmensidad, mi pensamiento anego

y naufragar me es dulce en este mar».

Giacomo Leopardi: «El infinito»

(Imágenes:- 1 –Francois August Biard.-islas de Tombeaux.-efectos de la aurora boreal.-1841.-Museo del Louvre/ 2.-Thomas Moran.-Sol rojo en los cielos.-1875.-Museo de Arte de Carolina del Norte)