LA VOZ HUMANA

 

“El personaje de “La voz humana” —  anota Cocteau en sus acotaciones a su obra teatral —es una víctima mediocre, enamorada, del principio al fin de la representación; no intenta más que una única astucia: ofrecer un asidero al hombre para que confiese su mentira, para que no le deje ese recuerdo mezquino. Quisiera el autor — dice Cocteau — que la actriz diese la impresión de sangrar, de perder sangre, igual que un animal que cojea, que termine el acto en una habitación llena de sangre.”

 

Escrita en 193 0 esta obra en un acto —( ahora Almodóvar ha tomado libremente  esta historia para rodar un cortometraje en inglés con Tilda Swinton), es un largo monólogo  en el que la única protagonista “ hablará en pie, sentada, de espaldas, de perfil, de frente, de rodillas, tras el respaldo de la silla-sillón,  con la cabeza cortada inclinada sobre el respaldo,  recorrerá la habitación  arrastrando el hilo telefónico hasta el final, en que caerá de bruces sobre la cama. Entonces su cabeza  quedará colgando y soltará el receptor, como una piedra. Cada postura — sigue indicando Cocteau —debe servir para una fase del  monólogo- diálogo ( fase del perro, fase de la mentira, etc). El nerviosismo no se muestra con la precipitación , sino por esa serie de posturas en la que cada una debe manifestar el colmo de la incomodidad.”

(“La juventud que entra — decía Cocteau — se cruza en la puerta con la vejez que sale. Es un minuto interminable,  una noche de los tiempos. Ese contacto de manos forma una cadena que no se acaba nunca.”

 

(Imágenes—1- Felix Vallotton/ 2-Claire Rothstein/ 3-George Hurrell  – 1936)

OTOÑO 2014 (1) : JOSÉ ÁNGEL VALENTE

vida cotidiana.- 3nehh.-teléfono.-René Zuber.-1930.-thedistythisties tumblr

 

«Temprano, en la mañana, la llamada.

Tal vez es el teléfono que avisa

y me levanto a ciegas,

tentando el despertar sin ver su rostro.

Tropiezo en los residuos de la víspera,

cuanto hay de ayer en hoy me sale al paso,

y con torpeza y sumisión recojo

la llamada en el alba, tan temprana.

«Quién es, quién, quién».

Silencio.

Alguien dice mi nombre y calla luego.

El despertar se rompe en nueva sombra.

«Quién, quién -repito-, quién tan pronto».

En mil pedazos salta la mañana.

Desde el umbral me llega, tibia y sola,

la voz de la mujer envuelta en sueño,

caída aún en la última caricia.

(«quién era, quién, quién era…»).

Se deshacen

lentamente la luz y las palabras,

la voz de la mujer resbala lejos,

muy  lejos, más allá

que la otra voz – allá – de la llamada.»

José Angel Valente.«La llamada· «Poemas a Lázaro».-1960

 (Imagen.-René Zuber.– 1930.-The Dirty Thirties)

LA VOZ HUMANA

En el monólogo teatral «La voz humana» de Cocteau la actriz aparece en una habitación azulada y oscura, en un decorado enmarcado por cortinajes rojos, con una cama desordenada al lado y como centro de todo un teléfono. El teléfono siempre ha atraido a escritores y artistas. «Esa idea -decía Auster- de estar hablando con alguien, de crear cierta intimidad y, al mismo tiempo, ser completamente invisible…Se pulsan unos botones y se puede hablar con cualquiera en el mundo. Resulta tan misterioso… Es al mismo tiempo aterrador, inútil, y a veces magnífico…»
Por eso esta mujer que pasa del nerviosismo a la mentira, de la mentira a la seducción, de la seducción al abandono, esta mujer que habla y habla caminando y volviendo a caminar por la escena sin soltar nunca el teléfono, esta mujer que estira el cable de la distancia, que pregunta, disimula, sospecha, a la que vemos de espaldas y de perfil, de la que oimos su timbre suave y encantador transformado de pronto en cruel y vengativo, esta mujer atada a la voz humana que le habla, la voz que necesita oir, la voz a la que su voz responde, la voz que querría siempre al lado, es hermana de esta otra mujer moderna que cruza la calle hablando por el móvil, que habla mirando a escaparates, que sigue hablando mientra sube escaleras, esta mujer sin cable, con el oído pegado a la voz, esa voz que le ha hablado siempre al otro lado del teléfono, esa voz necesaria, urgente, la voz que quiere retener, esa voz que no se puede escapar, no, él no me puede colgar, ¡no, no me puedes colgar!, eres la media naranja de mi voz, ¡eres casi mi voz misma!
Por eso cuando en la escena de Cocteau vemos cómo esta mujer se va enrollando al cuello el cordón del teléfono y desesperada, incrédula, asustada ante tanto silencio, va diciendo «¡Dios mío, que me llame! ¡ Dios mío, que me llame!», no nos extraña ver a esta otra mujer en la calle pendiente del móvil que acaba también de escuchar un completo silencio y repite lo mismo, «¡Dios mío, que me llame! ¡ Dios mío, que me llame!», antes de caer desvanecida al suelo.