LA BLOGOCAMPAÑA CONTRA LA PORNO INFANTIL

1.115 Blogs y webs de todo el mundo se han unido en la blogocampaña contra la porno infantil. Aporto aquí el último apunte leído en Scriptor. org cuyos argumentos sobre este tema comparte completamente Mi Siglo :

A proposito de la blogocampaña contra la porno infantil, sobre una raiz del problema

Campaña 20-NOV» Por razones de viaje no pude contribuir explícitamente, el pasado día 20, día previsto, a la exitosa Blogocampaña contra la pornografía infantil.

Algo quería decir, a propósito de lo expresado en la convocatoria, que arrancaba así: «La pornografía infantil en la Red es una lacra imparable que ensucia nuestras vidas cada día. La presión policial con macroredadas no es suficiente para detener las malas prácticas de estos individuos, que actúan desde el anonimato que puede brindar la Red golpeando las vidas de cientos de niños, incluso bebés, en busca de un deseo sexual depravado y enfermizo

Para abundar en lo que sobradamente han dicho y hecho los 1.115 blogs y webs de todo el mundo que han participado, sólo quiero aquí  y ahora destacar unas ideas de un artículo de J.M. de Prada, que algo tienen que ver con las raíces de esta cuestión.

Las tomo, precisamente, de «La raíz del problema» (ABC, 4 Octubre, 2008):

«EL fariseísmo contemporáneo ha encontrado en la condena de la pederastia uno de sus ejercicios retóricos predilectos. Hace un par de días, la Policía Nacional desmantelaba una red de pornografía infantil -y van…- y detenía a más de ciento veinte personas que intercambiaban a través de Internet imágenes en las que niños de muy corta edad, casi bebés, eran sometidos a las sevicias más aberrantes; todos nos hemos indignado muchísimo, nos hemos rasgado las vestiduras y hemos solicitado que a tales tipejos infrahumanos se les castigue con el máximo rigor. 

Nadie se ha molestado, en cambio, en describir el caldo de cultivo en el que tales tipejos infrahumanos florecen, tal vez porque, si lo hiciéramos, nos veríamos obligados a reconocer que se parecen demasiado a nosotros mismos. Probemos aquí a describir ese caldo de cultivo: por una parte, hallaremos que los niños, antes de nacer, han sido relegados a la condición de «amasijos de células» sobre los que nos hemos arrogado un derecho de disposición absoluta que incluye su destrucción física; por otro, descubriremos que los niños, una vez nacidos, son sometidos a agresiones diversas que anhelan su destrucción espiritual.

Los niños que se salvan de ser despedazados en los abortorios son arrojados a una máquina trituradora que avasalla su inocencia y pisotea su dignidad. En esta guerra inmisericorde contra la infancia vale todo, con tal de que se disfrace con los ropajes de los sacrosantos derechos y libertades: y así, en el hogar, se les condena a una vida escindida, mediante el sacrosanto «derecho al divorcio» que asiste a sus padres; en la escuela, se les obliga a recibir adoctrinamiento ideológico y se les inocula el veneno de la llamada teoría de género, todo ello, por supuesto, en aras de que puedan vivir plenamente su «libertad sexual». 

Y por si aún las agresiones que reciben en el hogar y la escuela no hubiesen sido suficientes para desnaturalizar su infancia, por si aún su alma no estuviese suficientemente arruinada, la propaganda mediática se encarga de arrebatarles el pudor y convertirlos en adultos precoces, escamoteándoles las realidades más esenciales de la condición humana y sustituyéndolas por un batiburrillo de risueñas escabrosidades que incluyen, por supuesto, todo tipo de reclamos sexuales(…)»

«La Blogocampaña – sigue leyéndose en Scriptor. org – no tenía nada de lo que Juan Manuel de Prada llama con razón «fariseísmo contemporáneo». Es más, pienso que todos los que participamos en difundir la «blogcampaña» estamos en el mismo campo que JM de Prada.

Sirva este recordatorio para recordar lo intrincado -y en el fondo sencillo- de los asuntos realmente vitales». 

el infierno NO son los otros

¡Qué lejos queda aquella falsa frase de Sartre, «el infierno son los otros» , cuando se escucha a Todorov y se contempla la permeabilidad de las fronteras, la intercomunicación de las naciones, el flujo de las conciencias, las globalizaciones del corazón humano!

Esto leo en Scriptor Org, que a su vez lo ha recogido de un reciente discurso:

«Tzvetan Todorov: ¿cómo percibimos y acogemos a los otros?

Todorov_berkeley Las palabras de Tzvetan Todorov al recoger el premio Principe de Asturias son necesariamente breves. Pero el discurso hace una pregunta esencial: «¿cómo percibimos y acogemos a los otros?».

Todorov se refiere a «los otros» sólo en términos de distancia geográfica. Por eso dice que «El siglo XXI será el de los extranjeros». Del discurso se pueden entresacar estos párrafos finales:

Por cómo percibimos y acogemos a los otros, a los diferentes, se puede medir nuestro grado de barbarie o de civilización. Los bárbaros son los que consideran que los otros, porque no se parecen a ellos, pertenecen a una humanidad inferior y merecen ser tratados con desprecio o condescendencia. (…)

Ser civilizado significa ser capaz de reconocer plenamente la humanidad de los otros, aunque tengan rostros y hábitos distintos a los nuestros; saber ponerse en su lugar y mirarnos a nosotros mismos como desde fuera. Nadie es definitivamente bárbaro o civilizado y cada cual es responsable de sus actos».

(Imagen:foto: Andrew Henderson.-The New York Times)

EL LADO OSCURO DEL ESFUERZO

En general, se elude exigir esfuerzo a los niños – a  los hijos -, no vaya a ser que se molesten o que crean que esta vida es costosa. En general, se elimina el esfuerzo a los alumnos, permitiéndoles que pasen de curso con dos o tres asignaturas, no vaya a ser que les parezca difícil el Instituto. En general, no se pide  esfuerzo a los universitarios con un trabajo serio de investigación, no vaya a ser que abandonen por fatiga. En general, se oculta el lado oscuro del dolor, se elude el sacrificio o la renuncia, se escamotea la muerte, no vaya a ser que a alguno le parezca áspera la vida. En general…, siempre, siempre en general…, puesto que hay excepciones ocultas, existencias sencillas, vidas anónimas que van contracorriente y de las que nadie habla. En general, no se comenta nada de la lucha, del combate por existir, del esfuerzo por vivir un día más, del esfuerzo también por superar una enfermedad. En general…, siempre, siempre en general…, los aperitivos de la Televisión nos ofrecen la pasarela social de la juventud bronceada, del cuerpo sin grasa, de la elasticidad del gimnasio, del vientre perfecto tras la maternidad y de la sonrisa permanente y luminosa.

En general, siempre en general…,aunque lo general es lo cotidiano, esto que vemos todos los días.

Por eso comparto con alegría estas palabras encontradas en Una temporada en el infierno: « los ejemplos de hombres y mujeres capaces de combatir y vencer el cáncer, cuando ha sido posible, se me antojan con frecuencia modelos admirables: hombres y mujeres capaces de resistir, luchar, a solas, contra el atroz fantasma de la muerte».

Y más arriba, esta otra denuncia:

» no soportamos las imágenes públicas de la enfermedad, cuyo combate puede ser un modelo heroico, para los vivos y los muertos».

(Imágenes: foto: John Bock.-Museum of Modern Art)

CONFIANZA

Leo en Alberto Savinio: «Nueva enciplopedia» (Seix Barral):

» En la habitación de uno de los mejores hoteles de Florencia encuentro (agosto,1944) el siguiente aviso, recientemente puesto allí: «Se aconseja no dejar los zapatos fuera de la puerta, y dárselos al personal de servicio». En el armario de la misma habitación encuentro una percha fijada con un anillo metálico a la garra que la sostiene, evidentemente para que pueda resistir a la tentación del viajero que quiera llevársela en su maleta, de la misma manera que, en otro tiempo, en el bouillons Duval de París, los cubiertos estaban sujetos a la mesa por medio de sólidas cadenitas. Estas preocupaciones son producto del actual estado de guerra. ¿Las guerras, por consiguiente, las guerras, que matan a los hombres y esparcen ruina y desolación, y resucitan enfermedades muertas desde hacía siglos, y aun crean otras hasta entonces desconocidas, las guerras, por lo tanto, destruyen incluso ese mínimo de confianza en el prójimo que nos permitía dejar por la noche los zapatos fuera de la puerta, con la esperanza de encontrarlos, al día siguiente por la mañana, fieles y más relucientes? «.

¿ Todos estos recelos de los Bancos entre sí, las miradas de reojo de quienes piensan quizá conceder un crédito y quienes piensan acaso obtenerlo, las suspicacias de los consumidores ante los escaparates sin decidirse a entrar en los comercios, los carteles ofreciéndose en venta solares, balcones, ventanas y casas, ese remover de calderilla contada en los bolsillos, son preocupaciones del actual estado de paz? ¿Podemos dejar por la noche los zapatos a la puerta del día sin que mañana desaparezcan?

Miramos con desconfianza a la confianza que pasa  y no sabemos cuánto podremos aún confiar en ella.

(Imágenes: recesión 1958.-foto: Stan Wayman.-Time Life Pictures/ Getty/ Photo Essays.- TIME)

LA AVIDEZ

Sigue «Le Monde» con sus ilustraciones para que sus lectores adquieran cada semana «La Comedia humana» de Balzac y en esta ocasión la avidez podría proyectarse en tantas cosas en el mundo contemporáneo que habría que elegir tan sólo una, quizá esa avidez permanente hacia el futuro, ese estiramiento perpetuo del cuello del presente hacia lo que aún no ha venido y ni siquiera sabemos cómo vendrá, ese desasosiego que nos lleva a imaginar lo que va a suceder y aún no ha sucedido, que nos causa tantas preocupaciones innecesarias y en el fondo esa inquietud que tan bien describe Pascal.

«No nos atenemos jamás al tiempo presente – dice Pascal -. Recordamos el pasado. Anticipamos el futuro como algo que tarda demasiado en llegar, como para apresurar su curso, o recordamos el pasado para retenerlo como algo demasiado fugaz; tan imprudentes, que erramos por los tiempos que no son nuestros y no pensamos en el único que nos pertenece, y tan vanos que soñamos en aquellos que no existen ya y dejamos escapar sin darnos cuenta al único que subsiste. Es que el presente, de ordinario, nos hiere. Lo ocultamos a nuestra vista porque nos aflige, y sí nos es agradable nos lamentamos al verlo escapar. Tratamos de retenerlo a través del futuro. y pensamos en disponer las cosas que no están en nuestra mano para un tiempo al que no tenemos seguridad alguna de llegar.

Que cada uno examine sus pensamientos. Los hallará ocupados todos en el pasado o en el futuro. Casi no pensamos en el presente, y, si pensamos en él, no es más que para sacar de él la luz con que disponer el porvenir. El presente nunca es nuestro fin.

El pasado y el presente constituyen nuestros medios: sólo el futuro es nuestro fin. Así, no vivimos nunca, pero esperamos vivir, y, disponiéndonos siempre a ser felices, es inevitable el que no lo seamos jamás».

(Imágenes: ilustración de «Le Monde» anunciando a sus lectores «La Comedia humana» de Balzac /Tiziano: «Alegoría del tiempo gobernado por la prudencia», 1565, National Gallery de Londres)

LA AVARICIA ( Y LOS MERCADOS FINANCIEROS )

«Le Monde»  (como ya dije en Mi Siglo el 13 de septiembre) continúa ofreciendo imágenes que nos puedan llevar a la lectura de» La Comedia humana» de Balzac y de nuevo muchas frases acuden aquí para comentar la avaricia (Si añadimos además la actualidad que nos arroja estos días los mercados financieros)

«La extremada avaricia – escribe, por ejemploLa Rochefoucauld – se engaña casi siempre: no hay ninguna pasión que se aleje tanto de su fin, ni sobre la cual el presente tenga tanto poder en perjuicio del porvenir».

«Muy a menudo la avaricia produce resultados contrarios – dice también La Rochefoucauld -; existe una cantidad infinita de gente que sacrifican todo su bien a esperanzas dudosas y lejanas; otras desprecian importantes ventajas futuras por pequeños intereses presentes».

«Al pobre le faltan muchas cosas; pero al avaro, todas».- recuerda Publio Siro en sus «Sentencias».

«Por muy enterrado y guardado que tenga el avaro su dinero – escribe Antonio de Guevara en sus «Epístolas familiares» -, de nadie lo guarda tanto como lo guarda de sí mismo; porque si echa dos llaves al cofre para guardar, echa doscientas a su corazón para no gastar».

Y reza la sabiduría de un Anónimo de este modo: «La avaricia es un continuo vivir en la pobreza por miedo a ser pobre».

(Imagen: ilustración de «Le Monde» para el lanzamiento de «La Comedia humana» de Balzac)

SACRIFICIO

Cuando nos acercamos al agua que rodea a las casas que aparecen en la película, a la enfermedad colectiva que amenaza a los personajes, al incendio que envuelve, destruye y purifica, oimos la voz de Andrei Tarkovski revelando lo qué quería decir con Sacrificio:

-«El personaje de Sacrificio busca participar en la vida, influir en el destino de sus contemporáneos y de su país, sin dejar que sean los políticos profesionales los que decidan por él. Este individuo quiere introducirse en la corriente de la vida y cambiar su curso. Y eso es posible sólo cuando se da cuenta de que nadie hará nada por él, mientras él mismo no tome la iniciativa. De esto trata la película. Si no queremos vivir como parásitos en el cuerpo de la sociedad, disfrutando de los beneficios de la democracia; si no queremos convertirnos en conformistas y estúpidos consumistas, tenemos que aprender a renunciar a muchas cosas.

Y, sobre todo – prosigue Tarkovski -,cualquier reforma que propongamos debemos empezarla por nosotros mismos. Rápidamente, solemos echar la culpa de lo que pasa a nuestros amigos, a la sociedad, pero nunca a nosotros mismos. Yo me enfado cuando la gente hace responsable de todo lo malo que ocurre en el mundo a los demás, pero nunca a sí mismo. ¡Cuántos gastan gran parte de su energía en culpar a los demás, sin dirigir primero la mirada sobre ellos mismos! Empezar por uno mismo, eso es lo que deberíamos hacer todos desde el primer momento. Pero nos hemos acostumbrado a que todo lo paguen el esfuerzo y el trabajo de los otros, y no el nuestro propio.

Ninguna estructura social puede funcionar en parte alguna del mundo – continúa este gran director de cine – si no arraiga en cada individuo singular. Por eso resulta de extrema importancia restablecer la participación del hombre en su propio futuro, conseguir que éste vuelva a creer en su alma y en el sufrimiento de ésta, y que ligue su actuación a su propia conciencia. Estoy convencido de que todo intento de restablecer la armonía en el mundo sólo puede tener éxito a partir de la renovación de la responsabilidad individual. Y esto no lo haremos sin renovar nuestra actitud respecto a la fuerza que nos ha creado y que nos hace vivir».

A veces en un blog no hay que añadir nada más.

MIL HISTORIAS


Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos nos cuentan y contamos historias pequeñas o grandes, retazos de historias, diálogos de otros que a su vez comunicamos a través de otros diálogos, confidencias, rumores, desahogos, diminutas historias transcendentales que cuentan los hijos a sus madres al salir del colegio, historias breves en el correo electrónico, historias morosas, complicadas, telefónicamente retorcidas entre matices, tonos y alientos de la boca al oído, historias crispadas y desoladas de despedidas y rompimientos, historias entre tazas de café que nos narran una vez más cómo ocurrió el reencuentro, historias rápidas en esquinas desapacibles, historias radiofónicas, historias televisivas, el Estado nos cuenta a su vez sus historias y los gobiernos nos las redactan en leyes que influyen en nuestra historia personal y con ella bajamos las escaleras, cruzamos las calles, conducimos automóviles, nos van contando mientras avanzamos la última historia sangrienta que ha empezado en el mundo y que aún no tiene desenlace, al entrar en las oficinas y al salir de ellas dejamos y al mismo tiempo nos llevamos todas las historias que hemos oído por los pasillos y los despachos con su cortejo de nombres, apellidos, enfermedades, humor, azar, carcajadas, agobios, sorpresas, y cuando volvemos a casa nos esperan en la caja televisada las historias que nos intentan llevar hasta las compras y la cinta publicitaria cargada de historias deslizantes que nos depositan poco a poco en el sueño, y aun dentro del sueño es muy posible que mezclemos irrealidad con realidad en una nueva historia onírica que asciende y desciende por pesadillas y rompecabezas con todo el lastre que dejaron las historias del día, un día pleno de voces y de gestos.
Esto escribí en mi libro, «El ojo y la palabra«. El ojo, mientras tanto, miraba en derredor conforme la palabra contaba sus historias y mi palabra, cruzándose con la palabra amiga, notaba que mi ojo se reflejaba en el ojo del otro.

FOTOS EN EL METRO

Cuando entra ese negro ciego en el metro y le llevan de la mano para que pueda sentarse en el vagón, la niña que está enfrente se le queda mirando de pronto y empieza a fotografiarle instantáneamente, velozmente, sus pupilas de once años captan una, dos, cien, mil fotografías precisas, está formando la imagen de ese negro ciego que se ha sentado hierático con su bastón mirando al vacío desde su vacío, viajando en su habitual negrura, y la cámara de los ojos de la niña deja que se impresione mediante la luz esa superficie sensibilizada llamada clisé, placa o película, y esas fotografías sucesivas no las olvidará nunca porque son las preguntas de los cómos, de los porqués, del por qué ese negro es ciego y además sonríe, cómo es posible que sonría, por qué parece tan feliz, de dónde viene ese negro con gafas oscuras, a dónde va, los flases y fogonazos de las interrogantes eternas en unos ojos de once años que guardan todos los destellos que emite el mundo.
No sabe esa niña que fotografía que yo la estoy fotografiando. Ella reproduce en sí misma la imagen de ese negro ciego y yo la reproduzco a ella. Ella lo representa en sucesivas instantáneas y yo la retrato en parpadeos constantes.
Mientras tanto corre el vagón con sus luces, entra en el tunel de las sombras, sale de nuevo a la claridad, entra otra vez en la ceguera.

CARTONES Y TERNURAS

Me cuentan que a ese hombre tirado bajo los soportales le han abierto esta noche los cartones y han encontrado sudor y orines entre sus ropas. Luego le han abierto las ropas y han hallado una vida tendida, los pies encogidos y los ojos pegados al sueño. Como aún se tapaba con más papeles y cartones han tropezado debajo con trozos de hambre, cascos de bebida, un matrimonio roto, peleas en la casa, desahucios, semanas en albergues y madrugadas heladas. Luego han seguido apartando todo lo que le cubría y se han topado con desplantes de hijos, navajas, gritos, peleas , un corte en la cara y seis jeringuillas. Aún se tapaba con otro cartón, y al separarlo, han descubierto despidos, deudas, hurtos, estudios sin terminar, una infancia radiante y una risa espontánea que acabó lúgubre.
Me cuentan que por la acera, de pronto, ha venido presurosa una mujer taconeando emocionada. Apartando las mantas, se ha inclinado solícita, ha extendido los brazos y ha preguntado mirando al hombre, llamándole por su diminutivo:
-¿Pero qué haces aquí, hijo mío? ¿Cómo has llegado hasta aquí? – le ha dicho besándole – ¿Cómo has descendido hasta esto?
Y lo ha abrazado incorporándolo y como madre no ha sabido más que envolverle con ternura.