VIAJES POR EL MUNDO (48) : SCIARA (SICILIA)

Habíamos vuelto a bajar al camino: en pocos minutos : llegamos a Sciara—-escribe el italiano Carlo Levi en sus ”Tres jornadas en Sicilia”—. Una calle cruza el pueblo de extremo a extremo, subiendo y bajando, y en la mitad está interrumpida por una plaza en que se ve el águila del monumento a los caídos. Partiendo de esta calle, suben hacia el castillo y bajan hacia el valle las calles transversales, anchas, empinadas, pedregosas como cauces de torrentes. Son ””sciare”, franjas, ríos de piedra que se precipitan hacia el valle. Subiendo por ellas, entre cabras, asnos y vacas, y las bajas casitas de piedra, se ve el castillo, hacia el cual todas convergen. Visto de cerca es un modesto castillejo, casi tan sólo una ”villa” señorial abandonada y ruinosa; pero la alta roca a pico sobre la cual está construido y los cercos espinosos de tunas que la rodean, le dan un aspecto militar y rapaz, como de fortaleza aislada e inatacable, un lugar de segregación sangrienta y de desprecio.

¡Qué paz, sin embargo, al subir! La campiña baja hasta el pie del monte Calogero envuelto en nieblas, un silencio solemne se extiende sobre la tierra, un intacto encanto pastoril arropa los árboles, las plantas, las rocas, el oro de los pájaros, las azules lejanías. Asomándose desde lo alto, todo el pueblo se muestra como un libro abierto, y nada queda oculto a la mirada. Todas las calles de Sciara, todas las casas, todas las personas sentadas en ellas, se ven como en un gran cuadro sin sombras. Y el que vive abajo, el que está en aquellos umbrales, habita en aquellas casitas, siente sobre sí fijos los ojos del gran pajarraco rapaz.

Imágenes-1- hombre siciliano- wikipedia/ 2-Sciara-senderismo/ 3- Sciara)

SCIASCIA, CALVINO , SICILIA

 


“He leído tu novela policiaca — “A cada cual lo suyo” — que no lo es — le dice Ítalo Calvino a Sciascia en 1965 — con la pasión con que se leen las novelas policiacas, y además divirtiéndome al ver cómo se desarrolla e incluso cómo queda demostrada la imposibilidad de la novela  policiaca en el ambiente siciliano. Es, en resumen, un magnífico Sciascia, que se ubica junto  a “El día de la lechuza” y lo supera porque hay más ironía. Viéndote tan hábil y sólido he decidido, para adecuarme a los  tiempos de lobos en que vivimos, verterte algún trago amargo en cada carta. Si no, ¿qué gracia tiene? Y esta vez te digo esto: desde hace un tiempo compruebo que cada  cosa que leo sobre Sicilia es una divertida variación en torno a un tema acerca del cual me parece que ya lo sé  todo, absolutamente todo. Esa Sicilia es la sociedad menos misteriosa del mundo; ahora en Sicilia todo es límpido, cristalino; las pasiones más tormentosas, los intereses más oscuros, psicología, habladurías, delitos, lucidez, resignación, ya no tienen secretos, todo está clasificado y catalogado. La satisfacción que dan las historias sicilianas  es como la de una bella partida de ajedrez, el placer de las infinitas combinaciones  de un número finito de piezas, cada una de las cuales tiene por delante un número finito de posibilidades. Mientras que para todos  los otros capítulos del saber humano, para todas las otras voces de la enciclopedia, sabemos que jamás conseguiremos tocar fondo, que cuanto más aprendamos más se nos escapa algo, la voz “Sicilia” nos da el placer más único que raro de confirmar a cada  nueva lectura que nuestro bagaje de informaciones  era adecuadamente rico y actualizado. Hasta tal punto que esperamos ardientemente que nada cambie, que Sicilia permanezca perfectamente igual a sí misma, ¡ así podremos decir al término de nuestras vidas que hay por lo menos algo que hemos conocido hasta el fondo!”

 

Calvino escribió al menos ocho cartas a Leonardo Sciascia comentándole sus libros. Como editor literario de Einaudi durante casi cuarenta años, juzga — a veces muy severamente- , estimula, felicita o reprueba a escritores que le envían sus obras. Una faceta más de su talento.

( en memoria de los cíen años del nacimiento de Síascia que hoy celebramos)

 

(Imágenes- 1- Enzo Sellerio/ 2-Sciascia- milanocultura/ 3- Ferdinando Scianna)

PALOMAS

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Estas palomas que vienen y van por el suelo, que picotean y alzan el vuelo, que ocupan nuestras plazas y beben en nuestras fuentes arrastran, como tantas otras cosas, tradiciones y dichos de siglos. Cuenta Claudio Eliano en sus «Historias curiosas» que las palomas incuban sus huevos por turnos. Más tarde – dice – , cuando los polluelos han nacido, el macho les escupe para apartar de ellos el mal de ojo y para evitar que sean víctimas de algún hechizo. Ése es su temor. La hembra pone dos huevos, de los que del primero siempre nace un macho y del segundo, una hembra. Las palomas ponen huevos en todas las épocas del año; de ahí que tengan hasta diez puestas anuales. Circula un dicho egipcio que afirma que las palomas en Egipto ponen doce veces.

Aristóteles afirma que el pichón es diferente de la paloma. La paloma es, de hecho, más grande y el pichón más pequeño; la paloma puede ser domesticada y el pichón no (…) Si debemos creer a Calímaco, la paloma torcaz, la paloma y la tórtola no poseen ninguna semejanza entre sí. Algunas tradiciones indias afirman que en la India hay palomas de plumaje amarillo como la miel.

 

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Caronte de Lámpsacoprosigue Eliano – dice que en torno al monte Atos aparecieron palomas blancas cuando en aquella zona naufragaron las naves persas que intentaban doblar el promontorio. En Érice, en Sicilia, en el mismo lugar en el que se encuentra el sagrado templo de Afrodita, en cierto momento del año los pobladores celebran con sacrificios la fiesta de la Zarpa, y dicen que Afrodita es llevada desde Sicilia a Libia.  Entonces, las palomas desaparecen de la región como si, en efecto, hubiesen emigrado con la diosa.

Luego continúan las palomas yendo y viniendo y casi  tropezando con nuestros pies, a veces  nerviosas en nuestras plazas, a veces vagabundas dormidas, atentas siempre a la menor brizna de miga de pan que encuentren con el pico.

 

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(Imágenes.-1-mosaicos italianos del siglo XlX/ 2.-Chan Kin Man- palomas en Estambul/ 3.-Antonio G. Capel)

VIAJES POR EL MUNDO (6) : SICILIA

 

ciudades.- rtnn.- Paul Klee.- Sicilia en 1924.- Fundación Barbes Philadelphia PA

 

«La villa de San Giovanni está a nuestras espaldas, gris y rosada sobre la chata colina; y frente a nosotros Mesina es casi invisible en la sombra de las nubes, y sólo brilla al primer sol la punta del Cabo Faro. El sol se levanta de entre las nubes tras el Aspromonte, el Etna está cubierto de nubes hinchadas de lluvia, Italia y el Continente se alejan en el vuelo de las gaviotas, Mesina ya empieza a abrirse ante nosotros al pie de las colinas que forman pequeños valles donde se amontona la niebla, delicada y aérea en la atmósfera clara. De lejanos cuarteles llega un son de charangas. El perfil de las iglesias, de las casas, del campanario en el famoso reloj del León y del gallo, reproduce en la Costa la caprichosa silueta de las montañas. Después el tren  corre a lo largo de la costa del Jónico, rumbo a las ciudades  antiguas y al volcán. Hay pescadores en el mar, otros pescadores trabajan remendando redes sentados en las playas, y por todas partes se ven barcas en seco a lo largo del ferrocarril. Las casas de los pueblos se apretujan al pie de las colinas oscuras cubiertas de tuna. Niños trepados a las cancelas miran pasar el tren,

 

casas-mhu-Palacio Biscari-Sicilia- siglo dieciocho

 

y viejas envueltas en los chales lo miran amparadas tras los vidrios de las ventanas. Campesinos se doblan sobre la tierra en los huertos, grupos de hombres y mujeres trabajan tranquilos, lentos en sus gestos, vestidos de trapos de maravillosos colores, en medio de las plataformas de cítricos. Chicos, derechos en los pescantes, silenciosos y confiados, pasan en los carros tirados por caballos enjaezados. Cruzamos anchísimas torrenteras, cauces de piedras por donde pasan los carros; rocas, islotes, escollos siguen en la costa, un monte alto se yergue amarillento y abrupto: estamos en Taormina. Es uno de los lugares màs célebres del mundo (…) Este aire volcánico, este brillante mar parecen envolver, impasibles, todas las cosas, y constriñen hasta al más insensible, y al más alocado a una armoniosa contemplación».

Carlo Levi » Las palabras son piedras»

 

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(Imágenes- 1- Paul Klee- Sicilia- 1924- fundación Philadelphia/ 2.- palacio Biscari– Sicilia- siglo XVlll/ 3.-Taormina- buena vita)

SIGLOS EN SICILIA

Sicilia- btrr- museo Británico

“Creo en los sicilianos de hablar parco, que no se agitan, que se corroen por dentro y sufren – dejó escrito Leonardo Sciascia enLos tíos de Sicilia”-; los pobres que se saludan con un gesto cansino, como desde una distancia de siglos”. Tales siglos, extendidos en campos de historia, aparecen en la exposición que ofrece actualmente el British Museum sobre esa isla en donde la literatura y el cine ( Pirandello,”La terra trema”, “Stromboli» ) se han inspirado, y sobre esos campos por donde han caminado muchos escritores, entre ellos Carlo Levi, que con “Las palabras son piedras” ( tres jornadas en Sicilia) recibió en 1956 el Premio Viareggio.

 

Sicilia- buh- museo británico- foto British museum

 

El verano baja sobre Sicilia como un halcón amarillo, sobre la amarilla extensión del feudo cubierto por rastrojos – escribió el autor de “Cristo se detuvo en Eboli» -. La luz se multiplica en una incesante explosión y parece revelar y abrir las formas extrañas de los montes y hacer compactos y durísimos el cielo, la tierra y el mar, un sólo muro ininterrumpido de metal coloreado. Bajo el peso infinito de aquella luz, los hombres y los animales se mueven en silencio, acaso como actores de un drama remoto, sin palabras que lleguen a nuestros oídos : pero los gestos se dibujan en el aire luminoso como voces cambiantes y petrificadas, como troncos de tunas, ramas retorcidas de olivos, rocas monstruosas, negras grutas sin fondo.

 

Sicilia- grc- foto British Museum

 

También hemos descendido nosotros del cielo, como el halcón del verano. Al cabo de una hora de vuelo navegante en un país líquido, de nubes grises, de claros improvisados y tiernos de cielo azul y de gris brillante del mar, entre ríos, nieblas, líquidas exhalaciones, encerrados en un universo aéreo de agua, de pronto, como si una mano, con un gesto brusco hubiese apartado los vapores y abierto los

 

ciudades.-4rr - Sicilia.-Franca Schininà

 

horizontes a la luz, se nos aparecen, trágico, ardiente e inverosímil, el azul de Sicilia, y la costa, y el esqueleto requemado del  Monte Pellegrino. Como chupados por esta tierra atractiva y devoradora, antes de tener tiempo para contemplarla, henos aquí ya en la pista del aeródromo, en Bocca di Falco«.

 

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(Imágenes.- 1, 2 y 3.- exposición sobre Sicilia en el Museo Británico- fotos British museum/ 4. Sicilia- Franca Schininà / 5.-Sicilia – freejpg com)

PATIOS INFANTILES

«El niño casi siempre sabe a qué jugar, el problema es dónde – escribe la gran poeta Wislawa Szymborska en «Más lecturas no obligatorias» (Alfabia) -Dado que es prácticamente imposible hacer excursiones diarias fuera de la ciudad, solo nos queda el patio. Los urbanistas intentan que los patios sean espaciosos, estén llenos de parterres y que tengan un foso de arena. (…) Por desgracia, para realizar juegos infantiles es mucho más útil un espantoso cobertizo que el más hermoso de los jardines que no se pueda pisar. De igual

forma en casa: es mucho más interesante un desván atestado de cosas que un escondrijo casero ordenado con elegancia. En los edificios de nueva construcción ya ni siquiera hay desván. De igual forma queda eliminado el misterioso sótano, y la llave que lo abre está bien guardada, porque todas las madres quieren que sus hijos vuelvan a casa tan limpios como se fueron. Por lo

que volvemos de nuevo a los patios. Antaño eran abominables angosturas tapiadas, pero los Sioux del vecindario hacían la asamblea en el patio y ese día solo una casa escuchaba su sonido infernal. Hoy son patios interiores comunitarios ceñidos por coronas de bloques de pisos en donde los cuatrocientos vecinos oyen la algarabía a la vez. Por lo que se acalla a los niños. Los señores de la pradera están obligados a entenderse a media voz. Y si probaran de construirse una cabaña de ramas en ese hermoso patio o levantar un fuerte de tierra con un foso y atalayas, y después tomarlo al asalto, rápidamente se metería por medio la administración de los bloques».

En esos patios se ha jugado con maderas, cuerdas y palos durante años, las grupas curvadas de los niños agachados se han inclinado ante la sucesiva procesión de saltos impetuosos, las canciones recitadas  en corro han iluminado el anochecer:

«A la una, andaba la mula.

A las dos, la coz.

A las tres, los tres brinquitos de San Andrés: Pedro, Juan y Andrés.

A las cuatro, brinco y salto.

A las cinco, salto y brinco.

A las seis, cabeza buey.

A las siete, salto y planto mi gran caperucete.

A las ocho, lo recojo.

A las nueve, empina la bota y bebe.

A las diez, borriquito, borriquito es.

A las once, llaman al conde con campanillas de bronce».

(…)

Luego llega la noche. Pasan los días. Esas niñas y niños de los patios se refugiarán en las pantallas, se concentrarán en los móviles, casi vivirán en Internet.

(Imágenes: 1.-Alexis Perevoschikov/ 2.-Enzo Sellerio.-Sicilia,/ 3.-Robert Doisneau/ 4.-André Kertész.-1918/ Walter Mori.-1956)

PIRANDELLO Y SUS » CUENTOS PARA UN AÑO»

«No querría – le escribe Pirandello a su hijo mayor, escritor novato – que te descorazonaras de escribir. Nunca te encierres en ti demasiado. Tienes necesidad de expresarte si en ti hay, como creo, algo nuevo que decir. Eso sí: una cosa es hablar con nosotros y otra hablar a los demás. Y es preciso aprender a hablar a los demás tal como hablas con nosotros. Y es esto tan difícil que frecuentemente nos causa desesperación. No te cierres, pues, demasiado dentro de ti».

Alguna vez he hablado en Mi Siglo de Luigi Pirandello. En 1964, en Roma, el dramaturgo Diego Fabbri y yo charlamos sobre él en «La Fiera Letteraria». Pero ahora, al aparecer sus «Cuentos para un año» (Nórdica), su figura nos evoca otra vez los contraluces vivos de sus escenarios y relatos, brumas y pasillos por donde se perdieron los obsesivos celos de su mujer Antonietta Portulano camino de la demencia, seis personajes – y muchísimos más – buscando al autor por las esquinas de la imaginación, abriendo y cerrando innovadoras puertas, bajando a las realidades del patio de butacas, subiendo a la altura de los palcos, haciéndose uno más con los espectadores, tal como sucede en «Esta noche se improvisa la comedia».

«Todos los sicilianos en el fondo son tristes – se desnudaba así el siciliano Pirandello en sus «Cuentos para un año» -, todos o casi todos tienen un sentido trágico de la vida. Constatan con recelo el contraste que existe entre su alma cerrada y la naturaleza a su alrededor, abierta, iluminada por el sol; y además se encierran en ellos mismos; el mar les rodea; les aisla de los horizontes amplios y abiertos, les separa del mundo y les obliga a la soledad; cada uno de ellos es una isla; (orgullosamente encerrado en sí mismo) se transforma en una isla cerrada por todas partes. Sólo en sí mismo encuentra el goce, pero cuando apenas ha llegado a esta pobre alegría nacida de él mismo, agobiado y sin buscar consuelo de nadie, vuelve a su sufrimiento y a su desesperación silenciosa».

El tema del hombre, el de la realidad y el del tiempo figuran entre los motivos más relevantes de su obra. El hombre como ente complejo y ansioso de existir; la realidad como percepción de cada conciencia; el tiempo como factor transformativo del hombre. Y luego, encadenados, una serie de ismos que los críticos han ido enlazando al analizar su tarea: escepticismo, subjetivismo, relativismo, irracionalismo, idealismo. «En la época en que tenía todavía casa, hijos pequeños – escribe Pirandello -, enseñaba todos los días cinco horas seguidas durante nueve meses del año y escribía mis cuentos y mis novelas, sin descanso ni en Pascua ni en Navidad; recuerdo las vacaciones que me concedía cada verano, cuando llevaba la familia a veranear. Me tomaba tres días, sólo para mí, de respiro, de vacación plena». Y al tercero – como confesó en «La Nación«, en mayo de 1934 – «Mañana, ¡bruscamente de nuevo al trabajo! Renunciar al tercer día de vacaciones y a trabajar. Ya había estado demasiado a solas conmigo, demasiado solo y en silencio. Me extraviaba. Necesitaba que me volviesen a ocupar inmediatamente mis personajes: fantasmas irreales, que me devolverían la realidad precisa de mí mismo y del mundo«.

(Imágenes:- 1.-Pirandello.-por Albert Rudomine.-1929/2.-Pirandello escribiendo.-Instituto di storia dello espectacolo de Catania/3.-Pirandello.-temperament. it/ 4.-Pirandello de viaje/ 5.-«Seis personajes en busca de un autor».- dirigida por Giulio Bosset.-teatro.org)

LEONARDO SCIASCIA : VERDAD Y LITERATURA

«El escritor representa la verdad, la verdadera literatura se distingue solo de la falsa por el inefable sentido de la verdad» – decía Leonardo Sciascia en « Sicilia como metáfora«, un libro-entrevista en que confiaba su pensamiento-. «La única forma de la verdad es aquella del arte. El escritor no es por esto un filósofo ni un historiador, sino tan solo alguno que toma intuitivamente la verdad». ¿Dónde estaba entonces la verdad cuando el 14 de julio de 1933 el escritor francés Raymond Roussel fallecía en la habitación 224 del Gran Hotel de Palermo? ¿ Qué había ocurrido realmente allí y, sobre todo, por qué había ocurrido?. «La mañana en la que debía dejar su hotel para una cura de desintoxicación – cuenta Michael Foucault en el prólogo a la obra de Roussel «Como escribí algunos libros míos» (Tusquets) – lo encuentran muerto. Pese a su debilidad, que era extrema, se había arrastrado con su colchón hasta la puerta de comunicación que daba a la habitación de Charlotte Dufresne. Esta puerta siempre estuvo abierta; pero fue encontrada cerrada con llave. La llave, el cerrojo y esta abertura cerrada, formaron, en este instante y sin duda para siempre, un triángulo enigmático«.

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Más que describir ese triángulo enigmático, lo que intentará desvelar el gran escritor siciliano Leonardo Sciascia en 1971 con “Actas relativas a la muerte de Raymond Roussel” (Gallo Nero) será la revelación del nudo de la verdad. Investiga y expone los documentos policiales sobre el caso, papeles casi mudos ante una lectura pasiva pero que hablan en cuanto son reescritos y muestran así su oculta significación.”Puede que esos puntos oscuros que brotan de los documentos, de los recuerdos, – escribe Sciascia al final de ese libro -, parecían, en la inmediatez de los hechos, totalmente probables y explicables. Los hechos de la vida siempre se vuelven más complejos y oscuros, más ambiguos y equívocos, o sea, tal y como verdaderamente son, cuando se los escribe  – o sea, cuando de “actas relativas” pasan a ser, por así decirlo, “actas absolutas“. Lo hará Sciascia en varias ocasiones y en diversas obras suyas. A través del descubrimiento de archivos periodísticos o literarios procurará restituir una verdad, ya que el escritor siciliano tiene la convicción de que la literatura es la forma más absoluta que puede asumir la verdad. Para Sciascia las cosas son según la literatura y no al revés. «Cuando me dicen -señalaba – que lo que yo he escrito aguantará esos tres meses que suele durar de media un libro de ahora, estoy absolutamente satisfecho. Precisamente creo que en esos tres meses lo que escribo le servirá a un cierto público (…) no hablo del interés de la crítica (…) el público de lectores, de la gente que va a la librería a comprar el libro y se lo lee y, a menudo, me escribe. Ese público me interesa enormemente, más que cualquier otra cosa».

Tuve la fortuna hace dos años de formar parte del tribunal para juzgar una tesis doctoral sobre la novelística de Sciascia y recuerdo de aquel momento una cita destacada, entre muchas otras:

«El mundo de los libros será la única clave posible para penetrar en el libro del mundo«.

(Imagen:-Leonardo Sciascia.-milanocultura.com)

LAMPEDUSA, CINCUENTA AÑOS

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«Ante todo, nuestra casa. –confirma y reafirma Lampedusa cuando habla de «Los lugares de mi infancia» («Relatos«) (Bruguera) -. La quería –dice–  con entrega absoluta y la quiero aún hoy, cuando hace ya doce años que no es más que un recuerdo. Hasta hace pocos meses antes de su destrucción, yo dormía en la habitación en que nací, a cuatro metros de distancia de donde pusieron la cama de mi madre durante los dolores del parto. Y me alegraba estar seguro de morir en aquella casa, y tal vez en aquella misma habitación. Todas las otras casas (pocas, por lo demás, si se exceptúan los hoteles) han sido techos que sirvieron para resguardarme de la lluvia y del sol, pero no casas en el sentido arcaico y venerable de la palabra».

Giuseppe Tomasi di Lampedusa, al abordar distintos textos suyos, va describiendo su palacio de Palermo, o bien la casa de campo, preferida de su madre, la casa de Santa Margherita Belice, en la Sicilia interior, convertida en el palacio de Donnafugata.

«Las casas están al final de nuestra infancia – he escrito yo no hace mucho tiempo -. Al fondo del pasillo de los recuerdos, cuando corremos tiempo abajo, hacia atrás, empequeñeciéndonos hasta hacernos niños, cada uno de nosotros conserva intacta la casa de la juventud o de la adolescencia, aquella casa de nuestros abuelos o de nuestros padres, casa de campo o de ciudad, verano o invierno de paredes y sueños, casas de nuestras primeras letras y de nuestros primeros castigos, casas quizá del amor inicial y del aprendizaje del dolor, fachadas y ventanas y cuartos y escaleras que se nos siguen presentando envueltas en brumas, levantadas en la nostalgia». («Palermo de Lampedusa» en «El artículo livisconti-1iicbuenosairesesteriitterario y periodístico», pág 244)

Esa nostalgia nos trae ahora el baile de Tancredi y Angélica, la contemplación de la muerte que el Príncipe tiene en la biblioteca, los amores furtivos y la partida al alba. Cuando en El Gatopardo -de cuya publicación se cumplen en este noviembre cincuenta años -el cine abre la puerta de Villa Salina en Donnafugata, el ojo cinematográfico se cuela por la cerradura de la cámara y lo que vemos es la estancia literaria que escribió Lampedusa y, avanzando más, lo que leemos en su novela es la verdad de su historia, y la puerta de esa historia, al abrirse, nos lleva de la mano al retrato familiar, a esa Casa que el escritor tuvo en sus campos de niñez, un paisaje de muros evocados que en la realidad fue el Palazzo en Santa Margherita.

Donnafugata de su memoria, en ella entraría luego por sus salones el ojo del lector admirando el estilo en los adjetivos, el mobiliario de los pronombres, los verbos colgados de los muros en la descripción. Luego entraría el ojo cinematográfico hasta colarse por la cerradura de la cámara y nos mostraría su espionaje de amores y su rumor de conversaciones familiares antes de que la Casa entera como paisaje se derrumbara en ruinas.

(Imágenes: escena de «El Gatopardo»./-Luchino Visconti.-iiccbuenosaires.esteri.it)

COLOQUIO CON LA MADRE

A veces no hay que decir mucho más en este blog. Subir por una calle muy empinada de Agrigento, en Sicilia, y entrar por las imágenes de los hermanos Taviani a través de su película Kaos hasta «la villa del caos«, entre Agrigento y Puerto Empédocles, en donde nació Luigi Pirandello un día de junio de 1867. Allí, en lo profundo de un viejo caserón, la madre del gran dramaturgo espera a su famoso hijo para contarle una vez más la historia que él no consiguió escribir, una historia de velas y de música, el azul del mar, la infancia, una isla inesperada y los recuerdos dejándose caer hasta la orilla del baño.
«La fachada de la vieja mansión expuesta a los vientos y a la lluvia, melancólica en su humedad, y abajo, la callejuela negra y desierta, iluminada solamente por un débil farol», será una de las obsesiones de Pirandello. Los seis personajes en busca del pasado hablan dentro del cerebro del dramaturgo y el dramaturgo hecho hijo habla a su vez con esta madre solitaria que rememora todo lo que ocurrió con una suave sonrisa. Este «Epílogo» de los hermanos Taviani es un prodigio de delicadeza dentro de la gran película y esa madre aconseja tal como Pirandello aconsejó a su hijo mayor cuando intentaba ser escritor: «No querría que te descorazonaras de escribir -le dice en sus cartas-. Nunca te encierres en ti demasiado. Una cosa es hablar con nosotros y otra hablar a los demás. Y es preciso aprender a hablar a los demás tal como hablamos con nosotros. Y es esto tan difícil que frecuentemente nos causa desesperación. No te cierres, pues, demasiado dentro de ti».
Así le habla Pirandello a su hijo y así parece escuchar Pirandello a su madre en esa casa de recuerdos del Agrigento.